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El Interprete Digital

Los talibanes y el COVID-19: ¿Aprovechamiento de la crisis o cambio de opinión?

Por Roshni Kapur para Middle East Institute

Donación de medicinas a un hospital de Kabul, Afganistán. [Resolute Support Media/Creative Commons]

Este artículo forma parte de la serie “COVID-19 en Oriente Medio y Asia: Impactos y respuestas”.

Las pandemias golpean con fuerza en las zonas de conflicto al sobrecargar los ya débiles sistemas de salud pública, desestabilizando aún más a los países. Al mismo tiempo, en el caso del COVID-19, hubo esperanzas de que el virus pudiera impulsar a los grupos enfrentados a suspender las hostilidades y trabajar juntos cuando el Secretario General de la ONU, António Guterres, instó a las partes armadas a dejar de luchar y pidió un alto el fuego internacional el 23 de marzo de 2020. Aunque algunos grupos rebeldes de Filipinas y Colombia suspendieron las hostilidades, volvieron a la violencia poco después. [1]

[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]

La situación en algunas partes del sur de Asia también fue nefasta. La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que la situación sanitaria en Kabul, Afganistán, sigue siendo una de las peores del mundo. A pesar de las mejoras sustanciales en el sector sanitario y de las grandes inversiones en forma de ayuda internacional, todos los distintos gobiernos afganos tuvieron dificultades para prestar servicios sanitarios básicos a la población. Afganistán sigue azotado por enfermedades infecciosas como la tuberculosis, la malaria, el cólera, la poliomielitis, el sarampión, la rabia y la fiebre tifoidea. [2] La pandemia del COVID-19 supuso una mayor presión para el débil sistema sanitario del país. El regreso de afganos desde Irán, [3] una serie de ataques mortales contra civiles y el personal sanitario y el aumento de la inseguridad empeoraron la situación. [4]

Hasta el 8 de abril de 2021, en Kabul se registraron 56.943 casos confirmados de coronavirus y 2.516 muertes. [5] Sin embargo, es probable que el número real de casos y muertes sea mucho mayor debido a la falta de datos fiables, al inadecuado sistema de salud pública, a la limitada capacidad de análisis y a la falta de un registro nacional de defunciones. El alcance exacto de la propagación en la comunidad y la magnitud de la pandemia son difíciles de determinar. [6]

Kabul comenzó su campaña de vacunación contra el COVID-19 a finales de febrero de 2021, administrando la dosis a trabajadores sanitarios, miembros de las fuerzas de seguridad y periodistas. [7] El primer suministro de la vacuna fue la dosis de AstraZeneca que llegó desde la India en febrero de 2021, [8] que fue donada a Kabul como parte del programa Covax (Maitri), una iniciativa mundial para repartir vacunas a los países de bajos ingresos sin costo o a un precio más bajo. [9] El gobierno también recibió la vacuna Sinopharm desde Pekín para impulsar sus esfuerzos de inmunización contra el coronavirus.

El novedoso acercamiento de los talibanes a las vacunas

La aceptación de los talibanes de la vacuna para el COVID-19 supone un cambio en su posición habitual contra los programas de inmunización. En el pasado, los talibanes emitieron fatuas contra la vacunación para la poliomielitis, atacaron a los funcionarios encargados de la vacunación y la calificaron de conspiración estadounidense destinada a esterilizar a los musulmanes o de tapadera para atacar a la población. [10] Estos temores no eran del todo infundados, dado que la CIA había recurrido a un falso programa de vacunación contra la hepatitis para localizar a Osama Bin Laden en Pakistán en 2011, antes de que éste fuese asesinado por las fuerzas estadounidenses ese mismo año. [11 ]Shakil Afridi, el médico paquistaní que ayudó a la CIA en la falsa campaña, fue condenado a 33 años de cárcel en Pakistán.

En el seno de los talibanes se avivó el temor de que los funcionarios encargados de la vacunación contra la poliomielitis estuvieran utilizando la campaña como una artimaña para recabar información de inteligencia y atacar a los insurgentes. En consecuencia, el grupo no sólo prohibió las campañas de vacunación contra la poliomielitis, sino que recurrió a medidas extremas, como el asesinato, el secuestro y las golpizas a los funcionarios encargados de la vacunación y al personal de seguridad que los escoltaba. Consideraban que estos trabajadores sanitarios no eran entidades imparciales que actuaban de forma altruista para ayudar a los necesitados, sino que albergaban motivos ocultos o que, incluso, actuaban como agentes de Occidente. Muchos trabajadores sanitarios que luchaban contra la poliomielitis se vieron obligados a abandonar la campaña de vacunación y los asesinatos disuadieron a otros funcionarios sanitarios de retomar la iniciativa por temor a nuevos ataques. La desconfianza generalizada hacia las vacunas en Kabul se extendió a la sociedad a través de teorías conspirativas y campañas de propaganda. Las afirmaciones infundadas de que la vacuna de la polio estaba contaminada por sustancias como la sangre de cerdo proliferaron en las comunidades, [12] por lo que hubo dificultades para ejecutar estos programas, [13] especialmente en las zonas rurales. En algunos casos, los padres llegaron a obligar a sus hijos a vomitar después de recibir la vacuna antipoliomielítica obligatoria en los centros de salud administrados por el gobierno.

Los esfuerzos de los talibanes por interrumpir el funcionamiento general de las instituciones estatales del país y el bienestar de la sociedad, se manifestaron en forma de atentados suicidas, secuestros, asesinatos, guerra de guerrillas y ataques con cohetes. El grupo colocó explosivos en zonas públicas para conseguir un elevado número de víctimas. Además son conocidos por utilizar a los civiles como escudo para llevar a los soldados extranjeros a diferentes zonas y finalizar detonar bombas o atacarlos. En la mayoría de los atentados de los talibanes murieron más civiles que soldados. [14]

En 1997, cuando estaban en el poder, los talibanes prohibieron a nivel nacional la educación femenina y el acceso de las mujeres al empleo. [15] Ahora que controlan más zonas del país, continúan restringiendo el acceso a la educación femenina e incluso la prohíben por completo. El grupo rechazaba cualquier tipo de educación moderna y a menudo la asociaba con el imperialismo occidental. Consideraba que la educación de las niñas era un pecado y creía que los niños debían ser educados en las madrazas. [16] En las zonas disputadas aumentan los riesgos de seguridad para las niñas que son enviadas a la escuela, incluidas las amenazas de ataques con ácido, los secuestros y el acoso sexual. [17] Los esfuerzos internacionales para proporcionar una educación a las niñas en Afganistán disminuyeron en los últimos años debido a la inacción del gobierno, el aumento de la violencia y la inseguridad, y la desvinculación de los donantes. Aunque es difícil establecer un vínculo causal entre la falta de educación y los conflictos, la primera puede contribuir a los segundos de forma indirecta.

A pesar del historial de los talibanes de interrumpir los esfuerzos de salud pública y educación, el grupo se tomó en serio la amenaza de la pandemia del COVID-19. Hizo hincapié en la prestación de servicios de salud pública como parte de un esfuerzo más amplio para reducir la propagación del virus y el número de víctimas mortales. En abril de 2020, los talibanes realizaron esfuerzos concertados para reducir la propagación del coronavirus en las zonas bajo su control, incluyendo la declaración de un alto el fuego, la concesión de permiso a los trabajadores sanitarios para entrar en sus zonas, la realización de talleres de concienciación sobre salud pública, la entrega de equipos médicos al público y la creación de centros de cuarentena. [18] También, pusieron en marcha una nueva norma según la cual los afganos que volvieran de Irán, donde estaba proliferando la pandemia, tendrían que cumplir una cuarentena obligatoria de dos semanas en sus casas, en contraste con el inadecuado control de miles de personas que entraban al país cada día por parte del gobierno afgano. [19] A su vez, se comprometieron a trabajar con los trabajadores sanitarios y a proporcionarles la asistencia necesaria. El inesperado enfoque del grupo para hacer frente al COVID-19 supuso un rayo de esperanza de que podría detener sus hostilidades y cooperar para contener la pandemia.

Pragmatismo más que cambio de opinión

La actual campaña de vacunación en Afganistán se está llevando a cabo en un entorno inestable, en medio del aumento de los combates entre las fuerzas de seguridad afganas y los talibanes. La inesperada respuesta de los talibanes a las vacunas contra el COVID-19 puede deberse, en parte, a que muchos de sus principales miembros, como Haibatullah Akhundzada y Sirajuddin Haqqani, contrajeron el virus. [20] El virus que arrasa con las altas esferas del grupo no sólo dejó un vacío de liderazgo, sino que afectó su planteamiento del diálogo intraafgano, las operaciones militares y las actividades lucrativas. [21]

El sofisticado sistema de gobierno paralelo creado por los talibanes en las zonas bajo su control, puede permitirles prestar servicios más rápidos y justos en relación con el gobierno afgano. Existe la preocupación de que la vacuna se distribuya de forma equitativa a la población, dado que muchos funcionarios del gobierno fueron condenados por malversar los fondos de respuesta a la pandemia. [22] Otra posibilidad es que los talibanes colaboren estrechamente con el gobierno afgano para garantizar que las vacunas se distribuyan de forma rápida y segura en las zonas bajo su control. Muchos afganos siguen percibiendo al COVID-19 como un bulo o una exageración en lugar de una grave amenaza para la salud pública. Los talibanes pueden desempeñar un papel más importante en la capacidad y la promoción de la vacuna contra el coronavirus, abordando estas narrativas distorsionadas, muchas de las cuales probablemente alentaron en el pasado, para impulsar la confianza pública en la campaña de vacunación contra el COVID-19 en el país. Sin embargo, una iniciativa liderada por los talibanes podría enfrentarse a un rechazo por parte de algunos segmentos de la sociedad afgana, especialmente en las zonas rurales, donde los residentes sufrieron horribles experiencias con el grupo.

Es poco probable que los talibanes hayan tenido un verdadero cambio de opinión con su enfoque sin precedentes en la prestación de servicios de salud pública. Podría ser parte de una estrategia más amplia para conseguir ser aceptados como un actor legítimo y responsable. Sin embargo, el estancamiento de las conversaciones de paz entre el gobierno afgano y los talibanes podría actuar como un obstáculo para ese objetivo. El aumento de los ataques de los talibanes contra las fuerzas afganas por encima de las normas estacionales, podría perturbar las demoradas conversaciones de paz y también aumentar la desilusión entre la población. El número inusualmente alto de ataques durante el pasado invierno, cuando los combates suelen disminuir, puede indicar que la próxima ofensiva de primavera del grupo podría ser más intensa que nunca. [23] Los talibanes, que tienen autoridad en más zonas que en ningún otro momento desde su expulsión por parte de las fuerzas lideradas por Estados Unidos en 2001, pueden estar tratando de aumentar su control territorial y ganar ventaja en las conversaciones de paz. [24] Según el Long War Journal, actualmente hay 189 distritos en disputa, 133 están bajo el control del gobierno y 75 bajo el control de los talibanes. [25] Siguen teniendo vínculos con Al Qaeda, la red Haqqani y otros grupos terroristas violentos presentes en Afganistán. Estos ataques innecesarios y las afiliaciones con organizaciones extremistas, no sólo pueden disuadir al Presidente estadounidense Joe Biden de retirar todas las tropas estadounidenses en el plazo acordado del 1 de mayo de 2021, sino que también obligan a Estados Unidos a llevar a cabo una mayor cantidad de ataques aéreos para proteger a las fuerzas locales. [26]

Conclusión

No es inusual que los grupos terroristas y militantes de todo el mundo perciban las campañas de vacunación con una profunda desconfianza y tomen medidas enérgicas para interrumpirlas. El choque ideológico entre los gobiernos centrales y los grupos terroristas también condujo a estos últimos a adoptar una postura firme contra los esfuerzos de inmunización. La fuerte oposición de los fundamentalistas religiosos en países como Afganistán, Nigeria y Pakistán hicieron fracasar los esfuerzos de vacunación contra la poliomielitis en el pasado. [27] Como resultado, la poliomielitis fue erradicada en la mayoría de los países, excepto en Pakistán y Afganistán. [28] Sin embargo, en el caso del COVID-19, los talibanes respondieron de una manera sin precedentes facilitando talleres de salud pública y dando permiso a los trabajadores sanitarios para administrar la vacuna en las zonas bajo su control. Dicho esto, es probable que signifique una estrategia más amplia para ganar legitimidad, más que un cambio de opinión.

[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]

Roshni Kapur es Investigadora en el Instituto de Estudios del Sur de Asia de la Universidad Nacional de Singapur, donde se especializa en la resolución de conflictos, la construcción de la paz y la justicia transicional en Sri Lanka. Fue estudiante de posgrado en la Universidad de Sydney, donde se especializó en Estudios sobre la Paz y los Conflictos.

N.d.T: El artículo original fue publicado por Middle East Institute el 13 de abril de 2021.

Referencias:

[1] “Covid-19 and conflict,” United Nations Association-UK (UNA-UK), https://www.sustainablegoals.org.uk/covid-19-and-conflict/.&nbsp

[2] “10 of the most common diseases in Afghanistan,” The Borgen Project, https://borgenproject.org/common-diseases-in-afghanistan/.

[3] “Covid-19: Over 100,000 Afghans return from Iran,” Anadolu Agency, March 18, 2020, https://www.aa.com.tr/en/latest-on-coronavirus-outbreak/covid-19-over-100-000-afghans-return-from-iran/1770630.

[4] “Security will remain crucial with or without peace: SIGAR,” Khaama Press, March 11, 2021, https://www.khaama.com/security-remains-crucial-with-or-without-peace-sigar-4324248/

[5] World Health Organization (WHO), “Afghanistan,” April 8, 2021, https://covid19.who.int/region/emro/country/af. 

[6] Don Eliseo Lucero-Prisno III et al., “Conflict and COVID-19: a double burden for Afghanistan’s healthcare system,” Conflict and Health 14, 65 (2020), https://conflictandhealth.biomedcentral.com/track/pdf/10.1186/s13031-02….

[7] “Afghanistan begins COVID-19 vaccination drive amid rising violence,” Reuters, February 23, 2021, https://www.reuters.com/article/health-coronavirus-afghanistan-vaccine-i-idUSKBN2AN0Q3.

[8] “First doses of Covid-19 vaccine arrive in Afghanistan from India,” Straits Times, February 7, 2021.

[9] David Zucchino and Najim Rahim, “Where a Vaccination Campaign Faces Skepticism, War and Corruption, New York Times, February 23, 2021, https://www.nytimes.com/2021/02/23/world/asia/afghanistan-vaccine-corruption.html.

[10] Haider J. Warraich, “Religious Opposition to Polio Vaccination,” Emerging Infectious Diseases 15, 6 (2009): 978.

[11] “In Afghanistan, conspiracy theories fuel polio outbreak,” France 24, June 14, 2019, https://www.france24.com/en/20190614-afghanistan-conspiracy-theories-fuel-polio-outbreak

[12] Ibid.  

[13] Ibid.

[14] “Targets and Tactics,” Center for International Security and Cooperation,  https://cisac.fsi.stanford.edu/mappingmilitants/profiles/afghan-taliban#highlight_text_8601.

[15] “Afghanistan: Girls Struggle for an Education,” Human Rights Watch, October 17, 2017, https://www.hrw.org/news/2017/10/17/afghanistan-girls-struggle-education.

[16] Ratbil Shamel, “Afghans defend their schools against the Taliban,” DW.com, July 5, 2012, https://www.dw.com/en/afghans-defend-their-schools-against-the-taliban/a-16073726.

[17] “Afghanistan: Girls Struggle for an Education.”

[18] Roshni Kapur and Chayanika Saxena, “The Taliban makes the most of Covid-19 crisis in Afghanistan,” The Interpreter, April 27, 2020, https://www.lowyinstitute.org/the-interpreter/taliban-makes-most-covid-19-crisis-afghanistan.

[19] Ashley Jackson, “For the Taliban, the Pandemic is a Ladder,” Foreign Policy, May 6, 2020, https://foreignpolicy.com/2020/05/06/taliban-afghanistan-coronavirus-pandemic/.

[20] Lynne O’ Donnell and Mirwais Khan, “Taliban Leadership in Disarray on Verge of Peace Talks,” Foreign Policy, May 29, 2020, https://foreignpolicy.com/2020/05/29/taliban-leadership-disarray-coronavirus-covid-peace-talks/.

[21]  Lynne O’ Donnell and Mirwais Khan, “Leader of Afghan Taliban Said to Be Gravely Ill With the Coronavirus,” Foreign Policy, June 1, 2020, https://foreignpolicy.com/2020/06/01/afghan-taliban-coronavirus-pandemic-akhunzada/.

[22] Zucchino and Rahim, “Where a Vaccination Campaign Faces Skepticism, War and Corruption.”

[23] Hamid Shalizi and Charlotte Greenfield, “Afghanistan peace talks under threat as major Taliban spring offensive takes shape,” Reuters, February 17, 2021, https://www.reuters.com/article/us-afghanistan-violence-springoffensive-idUSKBN2AH0SV.

[24] Frud Bezhan, “The Taliban, The Government, And Islamic State: Who Controls What in Afghanistan?” Radio Free Europe-Radio Liberty (RFERL), May 31, 2020, https://www.rferl.org/a/taliban-government-islamic-state-who-controls-what-in-afghanistan-/30644646.html.