Por Abdel Aziz Aluwaisheg para Arab News
Durante 2022, la Unión Europea (UE) cambió gradual pero considerablemente su postura respecto a Irán, pasando del acercamiento a una posición más realista y próxima a la de Estados Unidos (EEUU) y el CCG (N.d.t.: Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo). La presión de la UE para que Teherán reanude el cumplimiento del acuerdo nuclear del Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC) fue uno de los principales factores de la anterior distensión. Algunos Estados miembros de la UE, entre ellos Alemania, también deseaban comprometerse política y económicamente con Irán con la esperanza de que ello moderará su comportamiento.
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La semana pasada, el Consejo Europeo anunció sus “conclusiones” o resoluciones más firmes sobre Irán, confirmando un cambio decisivo, iniciado a principios de este año, en el grupo de políticas hacia Irán. El Concejo citó la situación de los Derechos Humanos (DDHH) en el país, la represión de las protestas en curso, su cooperación militar con Rusia ーincluida la entrega de drones desplegados por Rusia en la guerra de Ucraniaー, el fracaso de las conversaciones del PAIC y la conducta desestabilizadora de Irán en la región. El Consejo Europeo es el órgano supremo de la UE, compuesto por los Jefes de Estado o de Gobierno de los Estados miembros de la UE, junto con su Presidente y el Presidente de la Comisión Europea. Este Consejo define la dirección política general y las prioridades de la UE.
En su última medida, el Consejo añadió veinte personas y una entidad a la lista de sujetos a medidas restrictivas, “en vista de su rol en la respuesta violenta a las recientes manifestaciones en Irán tras la muerte de Mahsa Amini”. También añadió a cuatro personas y cuatro entidades a la lista por “socavar o amenazar la integridad territorial, la soberanía y la independencia de Ucrania”, en una referencia a su papel en el desarrollo y entrega de drones utilizados por Rusia en la guerra de Ucrania. Las “medidas restrictivas” incluyen el congelamiento de activos, la prohibición de viajar a la UE y la prohibición de poner fondos o recursos económicos a disposición de las personas incluidas en la lista.
Al inicio de las protestas en Irán, la UE adoptó una postura discreta, quizá por temor a que cualquier medida que tomará pudiera poner en peligro las esperanzas del PAIC o resultar contraproducente para los manifestantes, sobre todo si los disturbios resultaban ser temporales.
El 25 de septiembre, la UE emitió un comunicado en el que afirmaba que “el uso generalizado y desproporcionado de la fuerza contra manifestantes no violentos es injustificable e inaceptable. La gente en Irán, como en cualquier otro lugar, tiene derecho a protestar pacíficamente. Ese derecho debe garantizarse en cualquier circunstancia”. La declaración fue adoptada por los 27 Estados miembros, a los que se sumaron otros 10 (Macedonia del Norte, Montenegro, Serbia, Albania, Ucrania, Moldavia, Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza).
El 17 de octubre, la UE emitió una declaración más contundente en la que condenaba el “uso generalizado y desproporcionado de la fuerza”, al que calificó como “injustificable e inaceptable”. También anunció que había sancionado a once personas y cuatro entidades, “en vista de su papel en la muerte de Mahsa Amini y la violenta respuesta a las recientes manifestaciones en Irán”. Para entonces, la lista de sancionados en Irán comprendía un total de noventa y siete personas, y ocho entidades. El régimen de sanciones de la UE a Irán se amplió para incluir la prohibición de exportar, a este último país, equipos que pudieran utilizarse para la represión interna y equipos de control de las telecomunicaciones.
Tres días después, la UE sancionó a tres personas y una entidad iraníes por “socavar o amenazar la integridad territorial, la soberanía y la independencia de Ucrania”, teniendo en cuenta su papel en el desarrollo y suministro de drones utilizados en la guerra. Se prometió “responder con rapidez y decisión” a las acciones de Irán en la guerra.
El 14 de noviembre, la UE sancionó a veintinueve personas y tres entidades “en vista de su papel en la muerte de Mahsa Amini y la violenta respuesta a las recientes manifestaciones en Irán”, con lo que la lista ascendió a un total de 126 personas y 11 entidades.
Y la semana pasada, la UE anunció por fin su nuevo enfoque hacia Irán: directo, exhaustivo y contundente, y no sólo respecto a las violaciones de los DDHH, sino también sobre el comportamiento malintencionado de Teherán en la región y fuera de ella.
Empezando por las protestas en Irán, la UE condenó “enérgicamente” “el uso generalizado, brutal y desproporcionado de la fuerza por parte de las autoridades iraníes contra manifestantes pacíficos, entre ellos mujeres y niños, que provocó la pérdida de cientos de vidas, en una clara violación de los principios fundamentales consagrados en el derecho internacional”. También condenó “las restricciones a las comunicaciones, incluido el cierre de internet”, y “la persistente impunidad de las graves violaciones a los DDHH”.
La UE condenó enérgicamente “cualquier tipo de apoyo militar de Irán”, incluidos los drones, para su uso en la guerra de Ucrania, una violación del derecho internacional de la Carta de las Naciones Unidas y de la Resolución 2231 del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (CSNU).
Reiteró su “determinación respecto a que Irán nunca desarrolle o adquiera un arma nuclear”, expresando su profunda preocupación por los sucesivos informes del Organismo Internacional de Energía Atómica “que documentan la alarmante aceleración del programa nuclear” iraní, que se aparta “gravemente” de sus compromisos con el PAIC y el Tratado de No Proliferación.
A continuación, la UE condenó “las continuas actividades desestabilizadoras de Irán en Oriente Próximo y sus alrededores”, incluidas sus actividades con misiles balísticos y de crucero, drones y la transferencia de este tipo de armamento avanzado a actores estatales y no estatales. Instó a cesar sus actividades desestabilizadoras en forma de “apoyo político, militar o financiero, incluso a actores no estatales, en países como Siria, Irak, Yemen y Líbano”, y pidió a Teherán que respete “la soberanía y la integridad territorial de sus vecinos”, citando varias resoluciones del CSNU violadas por Irán. También instó a Teherán a “poner fin a todas las acciones o intentos que perturben o amenacen la seguridad y la libertad de navegación en las rutas marítimas y en torno a ellas en la región del Golfo en sentido amplio”.
El nuevo enfoque adoptado por el Consejo Europeo fue anticipado por una declaración realizada el mes pasado en Baréin por la Presidenta de la Comisión Europea: Ursula von der Leyen. Ésta sostuvo que la seguridad del Golfo es importante para Europa y subrayó la necesidad de una arquitectura de seguridad más fuerte en la región “contra la propagación del caos”, afirmando que “Europa está dispuesta a hacer su parte”, incluyendo una cooperación más estrecha y un abordaje coordinado hacia Irán “con un enfoque más amplio que el nuclear”.
Estas enérgicas declaraciones y las duras conclusiones adoptadas la semana pasada por la UE se convirtieron en el telón de fondo de las visitas de miembros del Parlamento Europeo a Riad esta semana. Allí quedó claro que también están en sintonía con el Consejo Europeo y otras instituciones europeas a la hora de impulsar una política nueva y realista hacia el Golfo, que se articuló en la Comunicación Conjunta de la UE sobre la Asociación Estratégica con el Golfo, en mayo de 2022. El paso más importante sería consolidar aún más la asociación estratégica UE-CCG, anunciada a principios de este año, constituyéndose como la base para hacer frente a los retos regionales que subyacen al reciente cambio en la política de la UE respecto a Irán.
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Abdel Aziz Aluwaisheg es Subsecretario General del CCG para Asuntos Políticos y Negociación, y columnista de Arab News.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Arab News el 21 de diciembre de 2022.