Por Zoe H. Robbin para Middle East Institute
Jordania tiene la tasa de participación de las mujeres en la economía más baja de todos los países del mundo que no están en guerra. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la tasa de participación de la fuerza laboral femenina del Reino está por debajo del 15%, mientras que la de los hombres es de alrededor del 60%. Esta cifra está por debajo de otras tasas de participación en países vecinos como Líbano (23 %), Arabia Saudita (22 %) y Palestina (18 %).
Ante el avance de los desafíos desencadenados por el COVID-19, el gobierno de Jordania debería aprovechar el contexto para ampliar la accesibilidad a trabajos remotos y crear oportunidades laborales para muchas mujeres jordanas, quienes aspiran a desempeñar un papel en la economía de su país.
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El bajo nivel de participación de las mujeres jordanas en el mercado laboral ha desconcertado por mucho tiempo a formuladores de políticas, analistas e investigadores, y es un fenómeno que persiste a pesar de sus altos niveles educativos. Jordania tiene la tasa de alfabetización femenina más alta del Medio Oriente y África del Norte (MENA). Con casi el 98%, Jordania supera las tasas de Israel, los Emiratos Árabes Unidos y Kuwait, entre otros. Además, hoy en día se gradúan más mujeres que hombres de las universidades del país. A pesar de tener una de las poblaciones femeninas más letradas de la región, el índice de desempleo de las mujeres en Jordania es casi el doble que el de los hombres (25 % y 12,5 %, respectivamente).
Barreras para la participación
Sin duda, las normas sociales pueden explicar la baja tasa de participación de las mujeres en el mercado laboral jordano. En 2018, una encuesta del Banco Mundial demostró que el 96% de las mujeres y los hombres están de acuerdo en que es aceptable que las mujeres trabajen. Sin embargo, cuando se les preguntó acerca de las condiciones específicas bajo las cuales sería permitido el trabajo de la mujer, tanto mujeres como hombres señalaron varios puntos: casi la mitad de los encuestados consideró inaceptable que una mujer trabaje, si su labor requiriera dejar a sus hijos con familiares; más del 60% cree que es inadmisible el trabajo conjunto de mujeres y hombres en un mismo lugar de empleo; y más del 70% opinó que es inaceptable que las mujeres aceptaran un trabajo que les obligará a regresar a sus casas después de las 5:00 p.m.
Como explicó Doàa Mohamed Refaat, consultora empresarial de EY y quien se especializa en apoyar y capacitar a las Pequeñas y Medianas Empresas (PYME) en la región: “Casi ninguna familia en Jordania aceptaría que una mujer regresara a casa a una hora tardía. Tampoco, que la mujer priorice el trabajo sobre la familia. Estas son las limitaciones a las que se enfrentan las mujeres”.
Sumado a estas expectativas sociales, los factores prácticos y las preocupaciones de seguridad, como la inaccesibilidad a un servicio de transporte seguro, limitan la capacidad de las mujeres para participar de la fuerza laboral. En una encuesta, el 47% de las mujeres encuestadas informaron que han rechazado oportunidades de empleo debido a la falta de transporte público eficiente y asequible. Las limitadas opciones de cuidado infantil también impiden que las mujeres trabajen fuera del hogar.
Jordania ha intentado abordar este problema exigiendo a las empresas con empleados, que tienen un total combinado de 15 o más niños menores de cinco años, a que tengan una guardería al interior de sus instalaciones. Sin embargo, la falta de claridad y aplicación de esta regla limita su eficacia. Las mujeres jordanas también carecen de protección contra el acoso sexual en sus trabajos. Como declaró la gerente de Aman Ventures, el primer fondo de inversión para PYMES con perspectiva de género de Jordania, Tamara Abdel-Jaber:
“Si bien es probable que estos cambios afecten la participación económica de las mujeres en Jordania a largo plazo, se requieren mecanismos de ejecución claros que faciliten la implementación a cargo de agencias gubernamentales. Este es particular caso de la eliminación de las restricciones laborales, el establecimiento de un Código de Conducta para abordar el acoso sexual en lugares de trabajo y en los espacios públicos, y la provisión de cuidado infantil por parte del empleador”.
La pandemia y el auge del trabajo remoto
El aumento de las oportunidades de trabajo remoto, derivado de la pandemia, puede mitigar muchas de estas limitaciones sociales y prácticas para las mujeres en Jordania, eliminando las preocupaciones sobre el transporte, el acoso físico y los regresos nocturnos. Como explica Mohamed Refaat:
“Veo una gran oportunidad para las mujeres que trabajan desde casa. Los negocios que se administran desde el hogar están permitiendo a las mujeres emplearse y, al mismo tiempo, cuidar de sus familias. Los he visto crear productos de alto calibre que pueden ser exportados a otros países. Solo necesitan plataformas adicionales para exhibir sus productos o patrocinios”.
Los negocios caseros son difíciles de cuantificar y estudiar, ya que a menudo son establecidos sin contratos ni registros legales. Sin embargo, en un estudio de 2018 realizado por Renacimiento Árabe para la Democracia y el Desarrollo, participantes de grupos focales estimaron que entre el 60% y el 70% de las trabajadoras que ellos conocían laboran de manera informal, es decir, sin contrato. Además, USAID estima que, aproximadamente, la mitad de estos negocios en Jordania son dirigidos por mujeres, lo que lo convierte en uno de los pocos campos en los que las mujeres parecen estar representadas proporcionalmente.
Al comienzo de la pandemia, las oportunidades para las mujeres parecían trastabillar. En muchos sectores, ellas tenían más probabilidades de perder sus empleos que los hombres durante el declive económico del COVID. Los negocios caseros, también, tuvieron problemas para hacer frente a las restricciones del confinamiento obligatorio.
En términos de prestación de cuidados en casa, no remunerados, el COVID-19 aumentó la carga de actividades de las mujeres, en particular el cuidado y la educación de los niños. Sin embargo, a medida que avanza la pandemia, las empresas han aprendido a operar con trabajos remotos y responder a las demandas de los trabajadores, mientras que las escuelas se vuelven más hábiles en la educación a distancia.
Mejorando la accesibilidad
Para sacarle el jugo a estas oportunidades, el gobierno jordano debe fortalecer la accesibilidad a internet, computadoras y tabletas. En una encuesta realizada a 12.000 jordanos por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), al comienzo de la pandemia, una minoría significativa (21,9%) informó que carecía de una adecuada conexión a internet para el trabajo, la educación o el comercio electrónico. Un poco menos del 14% de los encuestados informaron tener acceso a una computadora portátil. En 2020, el Ministerio de Economía Digital y Emprendimiento de Jordania (MoDEE, por sus siglas en inglés) firmó un acuerdo con la Corporación Financiera Internacional para lanzar una licitación de carácter público-privada, la cuál prevé un ampliación y operación de una red de internet de alta velocidad, para ayudar a impulsar la conectividad, mejorar los servicios digitales y crear puestos de trabajo.
Si tiene éxito, esta iniciativa probablemente reducirá el costo de la conectividad a internet y ampliará la accesibilidad. Además de la infraestructura, también existe una disparidad en el acceso a internet entre personas con ingresos altos y bajos. En consecuencia, el gobierno jordano debe centrarse en la equidad, otorgando subvenciones o subsidios a los hogares de bajos ingresos para acceder a internet.
Incluso si el gobierno aumenta la capacidad de trabajo remoto, es posible que estas nuevas oportunidades solo estuvieran disponibles para un reducido grupo de mujeres en Jordania. Antes de la pandemia, ya había una marcada disparidad en la participación de la fuerza laboral entre las mujeres jordanas que recibieron educación universitaria y las que no. Las mujeres con un diploma de escuela secundaria, o con menos que eso, tienen bajas tasas de participación en el mercado laboral: 4.2% y 3.5%, respectivamente.
Por el contrario, las mujeres con título universitario tienen una tasa de participación superior al 55%, pero enfrentan altos niveles de desempleo. En otras palabras, las mujeres con bajos niveles de educación no logran participar cuantiosamente del mercado laboral, y las mujeres con altos niveles de educación sí participan pero les cuesta encontrar trabajo. En el caso de los trabajos remotos, también, puede resultar más difícil para las mujeres sin educación universitaria beneficiarse de oportunidades laborales flexibles.
Además, la economía jordana sigue lidiando con las prolongadas crisis humanitarias del país. Los refugiados sirios, la continua interrupción de la educación, la pobreza, los múltiples desafíos vividos en los campos de refugiados y las dificultades para obtener permisos de trabajo resultan en bajos niveles de participación femenina en la fuerza laboral. La práctica de los matrimonios infantiles entre la población siria va en aumento, pues en la ininterrumpida lucha de los padres por mantener a sus familias, ellos buscan casar a sus hijas pequeñas. Dado que el matrimonio infantil y la pobreza impacta terriblemente las capacidades de niñas y mujeres para acceder a educación y participar en la economía, el gobierno jordano debe solucionar con urgencia esta crisis humanitaria, a la par que desarrolla infraestructura digital.
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Zoe H. Robbin es investigadora en Amman, Jordania. Allí hace seguimiento y evaluación de algunas iniciativas de la UE y USAID que se concentran en el empoderamiento, la gobernanza y la educación de las mujeres en la región árabe.