Por Yeghia Tashjian para New Eastern
Antecedentes del actual conflicto ruso-ucraniano
El 21 de febrero de 2022, el presidente ruso Vladimir Putin reconoció oficialmente a la República Popular de Donetsk y a la República Popular de Luhansk, dos estados autoproclamados controlados por grupos pro-rusos en Dombás, al este de Ucrania. Al día siguiente, el Consejo de la Federación de Rusia autorizó por unanimidad el uso de la fuerza militar, y los soldados rusos entraron en ambos territorios. El 24 de febrero, el presidente Putin anunció una ‘operación militar especial’ para “desmilitarizar y desnazificar” Ucrania. Minutos después, los misiles alcanzaron la infraestructura militar de toda Ucrania, incluida la capital, Kiev. Las acciones de Rusia recibieron una amplia condena internacional, ya que muchos países occidentales impusieron nuevas sanciones, con el objetivo de desencadenar una crisis financiera en Rusia. Los países europeos comenzaron a militarizarse y la preocupación por una “guerra nuclear” empezó a acaparar la atención de los titulares de los medios de comunicación.
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¿Cuáles son los objetivos de Rusia en esta operación bélica/militar? Según el Dr. Maxim Suchkov, experto del Consejo Ruso de Asuntos Internacionales con sede en Moscú, el presidente Putin declaró que los objetivos de la operación son “desnazificar” y “desmilitarizar” Ucrania. Esto último parece más fácil de entender; Rusia busca destruir el arsenal militar de Ucrania que pueda amenazar la seguridad rusa. La ‘desnazificación’, sin embargo, es más compleja. Suchkov dice que algunos lo ven como un intento de “decapitar a la dirigencia ucraniana: expulsar del poder y llevar ante la justicia a los líderes de Ucrania y a las formaciones neonazis (grupos nacionalistas radicales como el Batallón Azov) que abrazaron como punta de lanza la política interna de Ucrania”. El experto ruso añade que otros consideran que se trata de un proceso a largo plazo destinado a cambiar la orientación política y de política exterior de Ucrania. Si este es realmente el objetivo, llevará tiempo, y el riesgo es que este proceso pueda llevar a una partición formal de Ucrania en una parte más abierta a este ‘proceso de desnazificació’ (Ucrania oriental) y otra fuertemente anti-rusa y nacionalista (Ucrania occidental). Es importante mencionar que durante las negociaciones en curso entre las delegaciones rusa y ucraniana en Bielorrusia, la parte rusa también exigió a Ucrania el reconocimiento de Crimea como parte inseparable de la Federación Rusa, como así también el reconocimiento de la independencia de las Repúblicas de Donetsk y Luhansk. Las vacilaciones rusas para no anexionarse estas dos repúblicas pueden proporcionar a Moscú cierto margen de maniobra para un futuro acuerdo de reincorporación de estas regiones a un Estado federal ucraniano neutral si Kiev cumple las principales exigencias rusas.
Desde la perspectiva rusa, Moscú ve tres amenazas en Ucrania: una amenaza geopolítica (si Kiev entra en la OTAN); una amenaza existencial (que Ucrania obtenga armas nucleares); y una amenaza biológica (que Ucrania albergue “turbios laboratorios biológicos estadounidenses”). Suchkov afirma que si prestamos atención al tono del discurso, tendremos la sensación de que Ucrania no es el destinatario final de estas preocupaciones: Estados Unidos (EEUU) lo es.
Para Rusia, la principal amenaza no es la adhesión de Ucrania a la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN), sino la armada estadounidense bajo bandera de la OTAN, que desafía el equilibrio de poder naval en el Mar Negro y despliega misiles avanzados, posiblemente con ojibas nucleares, en Ucrania. Por esta razón, analizando la psicología política de Putin, nos damos cuenta de que tiene la intención de comprometerse con los EEUU. Las superpotencias hablan con las superpotencias, no con los rivales regionales. Por lo tanto, el principal objetivo de Putin es llevar al presidente estadounidense Joe Biden a la mesa de negociaciones y redibujar el mapa político de seguridad de Europa. La posición de China, por supuesto, es crucial en este conflicto, ya que respalda cautelosamente a Moscú; a largo plazo, esto será rentable para Pekín.
¿Se repetirá la historia? Durante la Segunda Guerra Mundial se celebraron dos importantes conferencias que configuraron el mapa político de Europa. En 1943 en Teherán, el líder soviético José Stalin, el presidente estadounidense Franklin Roosevelt y el primer ministro británico Winston Churchill se reunieron para rediseñar su mapa de la esfera de influencia en Europa y Medio Oriente, contemplando un acuerdo de posguerra. Dos años después, los mismos líderes se reunieron en Yalta para discutir la reorganización de Alemania y Europa en la posguerra. La conferencia pretendía dar forma a una paz de posguerra que representara no sólo un orden de seguridad colectiva, sino también un plan para proporcionar “autodeterminación a los pueblos liberados de Europa”. La intención principal era debatir el restablecimiento de las naciones de una Europa desgarrada por la guerra en unos pocos años, ya que la Guerra Fría dividió el continente. En la actualidad, el presidente Putin podría estar impulsando un escenario similar para abordar y limitar la expansión de la OTAN en una zona que tradicionalmente se consideraba la esfera de influencia de Rusia. Los políticos rusos llevan tiempo insinuando que se sienten traicionados por Occidente, que les prometió que, a cambio del reconocimiento del líder soviético Mijaíl Gorbachov de la unificación de Alemania, la OTAN no se expandiría hacia el este. Sin embargo, la OTAN rompió esta promesa y se tragó los estados bálticos y los países de Europa del Este. Además la OTAN niega que la alianza implicara una promesa de no expandirse hacia el este.
Sin embargo, parece que el presidente Biden no tiene prisa por reunirse con su homólogo ruso. EEUU no tiene interés de redactar ningún acuerdo en este momento, ya que intenta hacer sangrar a Rusia, empujar a los ucranianos a una guerra de guerrillas y a los rusos a una guerra de desgaste como la que experimentaron los soviéticos en Afganistán. Robert Gilpin escribe que el prestigio y el estatus (no el poder, como afirman los neorrealistas) son las verdaderas divisas de las relaciones internacionales. Si el prestigio y el estatus de un Estado son reconocidos por su rival, entonces existe espacio para evitar el choque. EEUU no está dispuesto a reconocer el estatus de Rusia porque ello otorgaría a Moscú un estatus mucho más alto y un gran prestigio, y considera a Rusia una “gran potencia en declive”. Por esta razón, EEUU no chocará directamente con Rusia por el momento, ya que Washington cree que Moscú se debilitará a medida que se agote en el proceso de desafiar el orden internacional liderado por EEUU.
Desde la perspectiva norteamericana, esta guerra también podría resultar rentable en un esfuerzo por sustituir el gas ruso proporcionando alternativas y vendiendo armas a los miembros de la OTAN. Recientemente, el Congreso estadounidense aprobó la venta de 250 tanques Abrams, y el Pentágono desplegó sistemas de defensa antimisiles Patriot en Polonia. Estos acuerdos de venta de armas podrían impulsar la industria armamentística estadounidense. También es importante subrayar los errores de cálculo de Putin, ya que no sólo los países miembros de la OTAN adoptaron una ‘postura firme’ contra Rusia, sino que ahora Finlandia está considerando unirse a la alianza. Al darse cuenta de que esta guerra agotaría sus recursos, los rusos podrían cambiar totalmente el cálculo militar y movilizar sus ojivas nucleares tácticas de medio alcance. Los europeos, ya hundidos en los altos precios de la gasolina y los alimentos, no tendrían tanto espacio para maniobrar o tomar represalias y presionarían a los estadounidenses para que reaccionen y sigan negociando.
Las implicaciones de esta crisis también repercutirán en la evolución reciente de Medio Oriente. El siguiente análisis se basa en entrevistas realizadas a expertos regionales y arrojará luz sobre la dinámica regional y sobre cómo la crisis de Ucrania puede desencadenar un cambio en la evolución política y el orden regional en Medio Oriente. Las relaciones de Rusia con actores regionales como Turquía, Irán y la región del Golfo Pérsico se verán seguramente afectadas por las operaciones militares en Ucrania.
Poniendo a prueba las relaciones ruso-turcas
El presidente turco Recep Tayyip Erdogan seguirá sentado en la valla durante un tiempo. Tanto los presidentes Erdogan como Putin invirtieron política y económicamente para consolidar y elevar sus relaciones bilaterales a un nuevo nivel. Sin embargo, por ahora, esta relación es asimétrica y jerárquica a favor de Rusia. De ahí que Turquía dependa en muchos aspectos de Rusia. El presidente Erdogan intentará seguir cooperando con Rusia en la región, pero también intensificará su compromiso con la OTAN para mejorar su posición global y reducir las críticas internacionales por su conducta interna. Excluyendo la guerra en curso en Ucrania, Erdogan sabe que ir contra Rusia y enfrentarse directamente a Moscú es muy arriesgado y abriría la posibilidad de una guerra de tres frentes en la región en Libia, Siria y Nagorno-Karabaj.
En sus comentarios al Semanario, el Dr. Igor Matveev, investigador principal del Instituto de Estudios Orientales de la Academia de Ciencias de Rusia, explicó que la postura de Turquía ante la operación militar de Rusia en Ucrania fue predecible. Turquía no se sumó a la OTAN y logró anteponer sus intereses nacionales a los de la alianza. Según el académico, la salvaguarda de los intereses nacionales fue la base para estrechar el diálogo pragmático ruso-turco sobre Siria y otros conflictos regionales.
El Dr. Matveev explica que tras el fallido golpe de Estado de 2016 en Turquía, el presidente Erdogan, a pesar de la dura retórica pública, “se mostró dispuesto a una política exterior más sistemática y menos ideológica (es decir, una versión local de la ‘realpolitik’)”. Este hecho fue señalado por numerosos expertos turcos. “En términos prácticos, significa que Turquía se ceñirá a una política de múltiples vectores, sin cerrar las puertas a la cooperación ni con Occidente ni con Rusia, en las perspectivas de corto y mediano plazo”, afirmó el Dr. Matveev.
En cuanto a las limitaciones de Turquía, ya argumenté en mi análisis “¿Se jugará Turquía con Ucrania y contra Rusia?” que Turquía seguiría suministrando drones Bayraktar TB2 a Ucrania, pero en caso de escalada militar, Turquía no cruzaría las “líneas rojas” para desafiar directamente a Rusia.
A diferencia de lo que ocurrió en Nagorno-Karabaj, en esta guerra, los rusos mostraron su preparación contra los drones turcos. A pesar de que los Bayraktar TB2 siguen operando y son útiles para la parte ucraniana, el Ministerio de Defensa ruso anuncia casi a diario que sus fuerzas están derribando muchos drones, incluidos los TB2. Es bien sabido que Ucrania y Turquía tienen un acuerdo militar, como también que la parte ucraniana está proporcionando a Turquía un misil y un motor militar para impulsar la creciente industria armamentística turca. Para Rusia, esto supone una amenaza, ya que puede desplazar el futuro equilibrio de poder militar hacia Turquía y Ucrania en el Mar Negro. Por esta razón, las fuerzas rusas destruyeron la mayor parte de la infraestructura militar pesada ucraniana (incluyendo su fuerza naval y aérea) y la industria armamentística.
Mientras tanto, al intensificarse la presión de la OTAN sobre Turquía, ーAnkara ejerciendo su derecho en virtud del artículo 19 de la Convención de Montreux de 1936ー advirtió a todos los estados costeros y no costeros que no permitirá el paso de buques de guerra por el Bósforo y por los Dardanelos. La convención también limita el periodo de estancia en el Mar Negro de los buques de guerra de los estados que no son del Mar Negro. En caso de emergencia, Turquía tiene derecho a prohibir o restringir el paso de buques militares por el Bósforo y los Dardanelos. Sin embargo, esta acción también expuso la limitación de Turquía al plantear la siguiente pregunta: ¿Cómo reaccionaría Turquía si los buques de guerra rusos intentan pasar por el estrecho? ¿Los impedirá Turquía? La respuesta es clara.
Como Estado del Mar Negro, Rusia tiene el derecho privilegiado de transitar por el Estrecho de Turquía para devolver sus buques de guerra a sus bases. El tratado establece que, durante un conflicto armado, los buques de guerra de los beligerantes “no” pasarán por el Estrecho, a menos que los barcos pertenezcan a un Estado ribereño del Mar Negro y regresen a sus puertos de origen. Una vez que Turquía determinó que Rusia estaba “en guerra”, no tuvo otra opción en virtud del tratado que impedir el paso de los buques de guerra rusos por el estrecho. La única excepción es que se permite el paso a los buques de guerra rusos que regresan a sus bases en el Mar Negro desde otras zonas. Por ejemplo, una flota rusa registrada en el Mar Negro pero que se encuentra actualmente en el Mar Mediterráneo puede pasar por el Estrecho de Turquía y regresar a su base. Esta condición también se aplica a las flotas rusas que se encuentran actualmente en el Mar Negro y que pertenecen a una base en el Mediterráneo o el Báltico. Rusia es libre de sacarlas del Mar Negro. Esta opción proporcionará a Rusia suficiente espacio para maniobrar su poder naval y restar importancia al artículo 19 de la Convención de Montreux. Turquía es consciente de que bloquear el acceso de los buques de guerra rusos a través de su Estrecho será visto en Moscú como una “declaración de guerra”. Esto es lo último que quiere Erdogan, sabiendo bien que las consecuencias económicas y políticas serán más duras que las que probó Turquía tras derribar el avión ruso en 2015.
A Suchkov también le preocupa que esta crisis sea una oportunidad para que Turquía se restablezca en el Mar Negro y en la comunidad occidental. Ankara goza de buenos lazos tanto con Moscú como con Kiev y busca equilibrarse suministrando armas a Ucrania, por un lado, pero también absteniéndose de sancionar a Rusia. Suchkov sostiene que Turquía puede ser útil para el juego final ruso en este caso, pero “Moscú también debería tener cuidado, ya que el presidente Erdogan es conocido por su afición a pescar en aguas turbias”. Aunque el resultado del conflicto no favorezca los intereses de Erdogan, éste nunca se va a casa con la cesta vacía.
Por esta razón, el presidente Erdogan no puede enemistarse con Rusia y arriesgarse a una guerra a gran escala, ya que a nivel interno, las implicaciones de esta guerra pesarán sobre el gobierno turco. Ya el 22 de febrero, seis partidos de la oposición turca, excepto el kurdo HDP (por sus siglas en turco), pidieron la reactivación del sistema parlamentario en el país con el objetivo de establecer una alianza para derrocar a Erdogan en las próximas elecciones parlamentarias y presidenciales de junio de 2023. Según los últimos sondeos, la coalición de la oposición va en cabeza y, de hecho, podría derrocar a Erdogan, dada la situación financiera que atraviesa Turquía. La crisis actual empeorará la situación económica y política de Turquía.
Por último, cualquier cambio en el liderazgo de Turquía afectaría a la trayectoria actual de las relaciones ruso-turcas. El Dr. Matveev destaca que en la Turquía posterior a Erdogan, es probable que Ankara se acerque al campo occidental debido a la lealtad prooccidental (pro-estadounidense) de los militares, empresarios, tecnócratas, diplomáticos y funcionarios turcos, independientemente de sus opiniones personales liberales o nacionalistas. Esto podría constituir un desafío a largo plazo para Rusia en la vía turca, dado el éxito de la “coopetición” que ambas partes consiguieron organizar en Libia, Siria y Nagorno-Karabaj. Cabe mencionar que el 2 de marzo, Meral Akşener, líder del partido de la oposición turca İYİ, dio la voz de alarma preguntando quién puede garantizar que las provincias orientales de Turquía estén a salvo de un tipo de agresión rusa similar. También calificó a Rusia de “amenaza para la seguridad” de Turquía. Este es otro indicio de que la oposición turca no está en la misma sintonía que la política exterior multivectorial de Erdogan.
Impacto en las negociaciones nucleares iraníes
Mientras la atención del mundo se concentra en Ucrania, se producen interesantes avances en las negociaciones nucleares entre Irán y Occidente. Existen importantes indicios de que se puede llegar pronto a un acuerdo, ya que los delegados europeos volaron a sus capitales para consultar con sus gobiernos, lo que significa que existe un proyecto de acuerdo. Teherán afirma que el resultado de las negociaciones de Viena depende de que los países occidentales tomen una decisión definitiva. Sin embargo, las operaciones militares en Ucrania tendrán un impacto en las negociaciones nucleares iraníes que puede reflejarse en las relaciones de Rusia con Irán en el Levante, principalmente en Siria. A los rusos les preocupa que este acuerdo pueda tener repercusiones en las relaciones entre Irán y Rusia y que Teherán pueda llegar con ciertas condiciones a Washington para los acuerdos regionales en Oriente Medio.
El Dr. Matveev refleja esta preocupación, argumentando que un posible acuerdo entre EEUU e Irán sobre el expediente nuclear iraní producirá un impacto visible en el panorama político y económico de Oriente Medio, es decir, irá mucho más allá de las cuestiones políticas y militares. Además, Matveev argumenta que: “la verdadera cercanía de Washington y Teherán al acuerdo podría haber sido indicada por una postura iraní no hostil a EEUU durante la reciente votación sobre Ucrania en la Asamblea General de la ONU, con la abstención del delegado iraní en lugar de un apoyo pleno a Rusia”. Además, el levantamiento de las sanciones a Irán ampliaría inevitablemente el potencial económico iraní, lo que proporcionaría a Teherán más capacidades y oportunidades para maniobrar en Irak y especialmente en Siria. Esto, a su vez, podría dar lugar a una mayor competencia económica, pero al mismo tiempo a una mayor cooperación entre Rusia e Irán en suelo sirio (por ejemplo, lanzando un ambicioso proyecto de construcción de un ferrocarril desde la costa siria hasta la frontera iraquí). Sin embargo, mucho dependerá aquí del éxito en facilitar una asociación estratégica ruso-iraní.
A principios de este mes, el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, comentó lo siguiente sobre las negociaciones nucleares iraníes: “Moscú tuvo que pedir primero garantías a EEUU, exigiendo una respuesta clara de que las nuevas sanciones no afectarán a sus derechos en el marco del acuerdo nuclear. Pedimos a nuestros colegas estadounidenses… que nos dieran garantías por escrito, al nivel mínimo del secretario de Estado, de que el actual proceso [de sanciones] lanzado por EEUU no perjudicará en modo alguno nuestro derecho al comercio libre y pleno, a la cooperación económica y de inversiones y a la cooperación técnico-militar con Irán”. Por supuesto, esto cogió por sorpresa a la parte iraní, pero al mismo tiempo, los rusos quieren obtener garantías de que sus relaciones en el marco del acuerdo nuclear no se verán afectadas por las sanciones recién impuestas.
“Moscú ーcada vez más preocupada por la falta de una esperada ocupación militar en Ucrania y enfrentada a una importante presión económicaー decidió jugar la ‘carta de Irán’”, dijo el Dr. Ali Fathollah-Nejad, investigador asociado del Instituto Issam Fares de Políticas Públicas y Asuntos Internacionales de la Universidad Americana de Beirut y autor del informe Iran in Focus. Para el académico iraní, la creación de complicaciones en las conversaciones de Viena podría intercambiarse con las concesiones occidentales en el frente ruso-ucraniano, mientras que llevar las conversaciones a su pronto cierre podría liberar el capital político-diplomático de Occidente para centrarse más claramente en hacer frente al desafío ruso. El Dr. Fathollah Nejad declaró al Semanario que cree que un Irán liberado de las sanciones energéticas como resultado de la reactivación del Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC) podría debilitar la posición energética de Rusia.
Seyed Mohammad Marandi, asesor de la delegación iraní en las conversaciones nucleares de Viena, tuiteó que las negociaciones nucleares aún no terminaron. “Por un lado, Irán está esperando que Moscú le aclare sus demandas a EEUU. Por otro lado, EEUU no respondió a una serie de demandas iraníes que son clave para la reactivación y la plena aplicación del acuerdo nuclear”, añadió el Dr. Marandi. El argumento de Rusia era que si, según el acuerdo, la parte iraní iba a transferir uranio enriquecido y agua pesada a Rusia, como ocurrió tras el acuerdo del PAIC de 2015, entonces la parte rusa, que está sometida a sanciones occidentales, podría encontrar ciertas dificultades financieras y logísticas para abordar esta cuestión. Por lo tanto, EEUU podría emitir exenciones para los trabajos relacionados con la transferencia del exceso de material fisible a Rusia.
La firma del acuerdo nuclear y el posible acercamiento entre Teherán y Washington también pueden tener implicaciones en el mundo árabe. Siria puede ser un punto de inflexión.
¿Perderá Rusia su control sobre el mundo árabe?
Siria fue el único Estado del mundo árabe que se puso del lado ruso en la votación de la Asamblea General de la ONU en contra de condenar la guerra de Rusia contra Ucrania. El Ministro de Asuntos Exteriores de Siria dijo que su gobierno “apoya” la decisión de Putin de reconocer a la República Popular de Donetsk y a la República Popular de Luhansk y que tratará de cooperar con ellas. Últimamente, Damasco intenta desesperadamente reintegrarse en su región y reavivar los lazos diplomáticos con los países del Golfo Pérsico. El presidente sirio, Bashar Al Assad, necesita sacar provecho de sus relaciones con los Estados del Golfo Pérsico para suavizar las sanciones occidentales que destruyeron su economía ya devastada por la guerra. Lo último que necesita es más castigo por su lealtad a Rusia. El Estado sirio es conocido por su Realpolitik y por jugar con sus rivales y aliados en su propio beneficio. A algunos analistas rusos les preocupa que Assad pueda utilizar la firma del acuerdo nuclear iraní en su beneficio para abrir una ventana con los estadounidenses y así reactivar su economía a cambio de ciertas concesiones respecto a su lealtad al presidente Putin. Un escenario de este tipo también puede poner al Hezbollah libanés en una posición difícil. Esto, por supuesto, no sólo pondría en peligro la posición militar/política de Rusia en el Levante, sino también su seguridad energética, donde las compañías de petróleo y gas Novatek y Rosneft invirtieron en los sectores energéticos libanés y sirio.
Líbano ya se está convirtiendo en un barco que se hunde y asiste a una crisis de seguridad alimentaria. Muchas calles de Beirut están vacías porque la gente no puede comprar gasolina y combustible debido al aumento de los precios y a la actual crisis financiera del país. El conflicto en Ucrania está agitando los mercados del petróleo y el gas natural. Los precios del petróleo alcanzaron su nivel más alto en siete años, con más de USD 110 por barril. Este aumento se debe principalmente a la preocupación por si las próximas sanciones a Rusia afectarán a las transacciones financieras del petróleo y el gas rusos. Rusia es el segundo exportador mundial de petróleo. Además, hasta el 90% de las importaciones de trigo y aceite de cocina de Líbano proceden de Ucrania y Rusia, así como una gran proporción de las importaciones de cereales. Líbano se enfrenta a una crisis de pan; según Gerges Barbari, director general de Cereales y Remolacha Azucarera del Ministerio de Economía y Comercio libanés, la reserva de trigo de Líbano “es suficiente para un mes y medio”. Por ello, el gobierno está tratando de cerrar acuerdos para importar trigo de otros países y por esto mantuvo comunicaciones con EEUU, Francia e India. Sin embargo, el precio de la tonelada de trigo podría aumentar entre un 30% y un 40%, lo que haría que el coste por tonelada pase de USD 360/400 a unos USD 500. Esto también da a entender por qué el Ministerio de Asuntos Exteriores libanés adoptó una postura dura hacia Rusia al “condenar la invasión rusa en Ucrania” y posteriormente votar a favor de la resolución de la Asamblea General de la ONU contra Rusia para complacer a la parte occidental en busca de ayuda.
Otra repercusión interesante de la escalada militar en Ucrania es la de las relaciones de Rusia con los países del Golfo. Países del Golfo Pérsico como Qatar se mostraron dispuestos, si se cumplen ciertas garantías financieras, a suministrar más gas a Europa. Sin embargo, Qatar aseguró que encontrar la forma de desviar cargamentos de Asia a Europa llevará algún tiempo y es “casi imposible” sustituir rápidamente los suministros rusos a Europa. Qatar está llevando a cabo una importante ampliación de su capacidad de gas natural licuado. Si ayuda a Europa ahora, sin dudas mejorará su imagen y sus posibilidades de firmar contratos a largo plazo con compradores europeos.
Arabia Saudí está sometida a una gran presión por parte de EEUU para que aumente su producción de petróleo y baje los precios. Hasta ahora, se negó a hacerlo porque estos precios más altos están aumentando sus ingresos. Pero el reino también puede sentir la oportunidad de desafiar el dominio de Rusia sobre el mercado petrolero de Europa del Este. Para los saudíes y los emiratíes, se trata de un acto de equilibrio con los estadounidenses y los rusos.
Los funcionarios formuladores de políticas públicas de Moscú prestaron atención al prometedor hecho de que el delegado de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) se abstuvo de actuar contra Rusia durante la votación del 27 de febrero de 2022 en el Consejo de Seguridad de la ONU. Cabe mencionar que los EAU, al igual que los iraníes, pueden ser una zona atractiva para los empresarios rusos que escapan de las sanciones impuestas por Occidente a las empresas rusas. Según el Dr. Matveev, los estados árabes del Golfo Pérsico expresaron un creciente interés en el acceso a empresas rusas de alta tecnología únicas (incluyendo el espacio, la energía nuclear e intelectual, la ciberseguridad, la lucha contra el fraude, la criptomoneda, los servicios de petróleo y gas). Rusia desea ampliar la cooperación para así proporcionar una cobertura de seguridad eficaz a los proyectos árabes en Siria, así como para aumentar el suministro de grano, cebada y otros productos agrícolas, lo que contribuiría a mejorar la seguridad alimentaria de los Estados árabes.
Sin embargo, las relaciones de Moscú con el mundo árabe, especialmente con los Estados del Golfo Pérsico, son cruciales para reintegrar a Siria en la ‘familia árabe’ con la bendición de Rusia. Los Estados del Golfo Pérsico demostraron en los últimos años que están llevando a cabo una política exterior independiente y flexible. La verdadera cuestión es hasta qué punto pueden los estadounidenses presionar a sus ‘aliados tradicionales’ para que cambien su posición respecto a Moscú. La evolución regional en un futuro próximo proporcionará una respuesta.
Evaluación de futuros escenarios regionales
A continuación se presentan algunos escenarios que podrían darse en Oriente Medio en función de la evolución militar y política de Ucrania:
- Consideremos que Rusia puede estar atrapada en el ‘barro ucraniano’. Es posible que Moscú necesite a Ankara para llegar a un acuerdo temporal en Ucrania. ¿Se repetirá el escenario de Siria y Nagorno-Karabaj en el que ambas partes dejaron de lado la influencia occidental y Rusia aceptó un papel turco en la región? Si Ucrania se divide en dos zonas, ¿aceptará Rusia una ‘fuerza de paz’ turca en la parte occidental de Ucrania? ¿Dará EEUU ‘luz verde’ para que Turquía entre en ese juego? ¿Qué ganará Turquía a cambio? ¿Está esta aventura militar dentro de las capacidades de Turquía? El Dr. Mitat Çelikpala, profesor de Relaciones Internacionales y decano de la Facultad de Ciencias Económicas, Administrativas y Sociales de la Universidad Kadir Has, afirma que tal escenario está más allá de las capacidades financieras y militares de Turquía, y que ésta no puede actuar sola sin una decisión internacional. De ahí que, por ahora, Turquía continúe con su papel de mediador entre ambas partes para evitar cualquier efecto de desbordamiento cerca de sus fronteras. Algunos pensarán que estos escenarios son poco realistas por el momento, pero la evolución sobre el terreno puede darnos algunas pistas en un futuro próximo.
- Fuentes iraníes y occidentales afirman que ambas partes podrían alcanzar un avance en las negociaciones durante las próximas semanas. Rusia y China también podrían tomar su parte del ‘pastel nuclear’. Sin embargo, la preocupación de Moscú porque Irán abandone su retórica ‘antiestadounidense’ puede plantear ciertos problemas, ya que Teherán tendría un mayor espacio de maniobra en Oriente Medio, especialmente en Levante, donde Rusia invirtió política, militar y financieramente (seguridad energética) en Siria y no quiere ver cómo se derrumban las cartas. Por el contrario, si las operaciones militares de Rusia en Ucrania se prolongan, la crisis siria podría ver la luz cuando EEUU, Turquía, Irán y Rusia lleguen a un acuerdo en el que todas las partes aseguren sus intereses y los de sus socios. Por supuesto, este escenario infantil puede ser todavía una ilusión sin el apoyo local y regional (árabe e israelí) y depende de si los rusos y los estadounidenses tienen la voluntad política de desvincular el conflicto sirio de Ucrania. Un acuerdo de este tipo también influiría en la reactivación económica de Líbano.
- Rusia busca ampliar sus lazos bilaterales con el mundo árabe, especialmente con los ricos Estados del Golfo Pérsico, para compensar sus pérdidas financieras por las sanciones occidentales. Sin embargo, los Estados del Golfo Pérsico son conocidos por su flexibilidad, y no se irían a los extremos para enfrentarse al aislamiento. Estos monarcas jugarán la ‘carta equilibrada’ hasta que se decida el resultado de la guerra en Ucrania. Seguirán la dirección del beneficio; si las relaciones con Rusia les benefician, ofrecerán incentivos financieros a Moscú, y si los europeos presentan propuestas y proyectos atractivos relacionados con los gasoductos, el pragmatismo puede inclinarse hacia Occidente.
[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital.]
Yeghia Tashjian es analista e investigador regional. Se graduó en la Universidad Americana de Beirut en Políticas Públicas y Asuntos Internacionales. Obtuvo su licenciatura en ciencias políticas en la Universidad de Haigazian en 2013. En 2010, fundó el foro/blog New Eastern Politics. Fue asistente de investigación en el Centro de Investigación de la Diáspora Armenia en la Universidad de Haigazian. Actualmente, es el oficial regional de “Mujeres en Guerra”, un grupo de expertos en género. Ha participado en conferencias internacionales en Frankfurt, Viena, Uppsala, Nueva Delhi y Ereván. Ha presentado varios temas, desde los derechos de las minorías hasta cuestiones de seguridad regional. Su tema de tesis fue sobre los intereses geopolíticos y de seguridad energética de China en Irán y el Golfo Pérsico. Es colaborador de varios periódicos locales y regionales, columnista del Armenian Weekly y presentador del programa “Turkey Today” para la “Radio Voice of Van”. Recientemente ha sido nombrado miembro asociado del Instituto Issam Fares para Políticas Públicas y Asuntos Internacionales de la Universidad Americana de Beirut y experto en Oriente Medio-Cáucaso Sur en el Foro Geopolítico Europeo.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por el Armenian Weekly el 16 de Marzo 2022.