Por Yesar Al Maleki para Middle East Institute
Durante décadas, los libaneses culparon a su sistema político confesional por el amiguismo, nepotismo y la corrupción desenfrenada, así como por la mala gestión que implicó cada vez más deudas.
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Pero la atención del mundo, finalmente, se centró en la crisis económica del país cuando las luces comenzaron a apagarse en Beirut. Con la lira perdiendo más del 90% de su valor y el combustible cada vez más difícil de conseguir, la generación de energía se situó, en el mejor de los casos, al 34% de la capacidad disponible desde abril.
Los apagones de más de 15 horas diarios son comunes e incluso los generadores privados están luchando para asegurarse del combustible necesario. Y mientras la ayuda llega para aliviar esta crisis, hay una mayor dinámica regional en juego.
El Banco Mundial clasifica el colapso financiero libanés “entre las 10 principales, posiblemente, las 3 crisis más graves a nivel mundial desde mediados del siglo XIX”. También culpa a la “inacción deliberada” de los actores políticos de la incapacidad del país de salir de la catástrofe en curso.
En una tierra donde los líderes políticos de diversas etnias y sectas están ocupados compitiendo por influencia, incluso los esfuerzos para resolver la crisis de poder son divisivos.
El trato Beirut-Bagdad
El 24 de julio, Beirut y Bagdad firmaron un acuerdo marco en virtud del cual Irak prometió 1 millón de toneladas de fueloil pesado al Líbano durante un año completo. MEES valúa el acuerdo en un mínimo de USD 360 millones. A su vez, otorga al Líbano un período de gracia de un año en el pago mientras mantiene los ingresos depositados en Banque Du Liban (BdL).
Las reservas líquidas de moneda extranjera de la entidad monetaria nacional se redujeron de un promedio de USD 38.000 millones a fines de 2019 a USD 15.000 millones en junio pasado, y los subsidios a combustibles y alimentos cuestan hasta USD 6000 millones anuales.
Además, Bagdad intercambiará estos ingresos únicamente por bienes y servicios libaneses, y el BdL pagará a los beneficiarios a la tarifa de la plataforma “Sayrafa” (12.000LBP / USD) o la tarifa del mercado paralelo (18.000LBP / USD). Bagdad quiere que estos pagos, si se realizan con la tasa de Sayrafa, no estén por debajo del 15% de la tasa del mercado; El tipo de cambio oficial de BdL todavía está vinculado a 1,515LBP / USD.
En términos prácticos, Bagdad ve el acuerdo de combustible como un regalo, ya que no se espera que Beirut pueda pagar de todos modos. El Líbano, también, tiene escasez de bienes y, si bien Irak puede querer contratar expertos libaneses en los campos de medicina, finanzas y seguros, la parte enfocada en el intercambio parece estar dirigida, principalmente, al consumo interno iraquí. Este es, especialmente, el caso dado que solo faltan un mes para las elecciones parlamentarias anticipadas.
Los funcionarios libaneses también entienden esto y piensan que, en el peor de los casos, Beirut simplemente no cumplirá con los pagos y Bagdad lo dejaría pasar. Líbano ya incumplió con sus eurobonos y la deuda adicional es un mal menor en comparación con los continuos apagones.
Se espera que el combustible iraquí agregue de 9 a 10 horas diarias de suministro de energía a la red durante los primeros cuatro meses, según el ministro libanés, Raymond Ghajar.
Pero aquí es donde las cosas se complican. El gobierno iraquí es reacio a ser visto como un motor de ayuda a las facciones pro-Irán del Líbano. Es por este motivo que Bagdad retrasó el logro de un acuerdo final durante meses después de las primeras visitas del jefe de espías libanes, Abbas Ibrahim, quien es ampliamente visto como el intermediario original de lo negociado.
El Sr. Ibrahim no es ajeno a tratar con iraquíes, ya que durante mucho tiempo se rumorea que está involucrado en los esfuerzos que conducen a la liberación de los rehenes de Qatar en Irak sobre la base de un acuerdo anterior mediado por los qataríes.
Bagdad tuvo cuidado de no verse envuelto en un fiasco similar al escándalo del combustible contaminado al que se vio arrastrado el Sonatrach de Argelia. El Ministerio de Finanzas de Irak y la comercializadora de petróleo estatal iraquí SOMO participaron en la aprobación de empresas preseleccionadas que intercambiarían fuelóleo iraquí fuera de especificación con el compatible con las centrales eléctricas libanesas.
El ENOC de los EAU fue elegido para intercambiar fuel oil iraquí con alto contenido de azufre y gasoil con bajo contenido de este mineral. ENOC se beneficiará del arbitraje de la diferencia de precios entre los productos. Además, los iraquíes incluyeron artículos para excluir a las entidades sancionadas de cualquier participación.
Si bien el tiempo dirá cuán exitosos fueron los iraquíes para distanciarse de las prácticas opacas de negociación del Líbano, no es que naturalmente les vaya mejor, el primer ministro iraquí Mustafa Al Khadimi, emergió como un claro ganador, anotando puntos tanto con Washington y Teherán.
En un momento estratégico, supervisó la firma del acuerdo pocos días antes de su cumbre con el presidente Joe Biden el 27 de julio, en un intento de reforzar su imagen como mediador regional.
Cálculos políticos
Para Teherán y sus aliados en Beirut, el esfuerzo de Irak les da poco que pregonar. No lleva sus colores ni los de Estados Unidos y sus aliados regionales. Como resultado, no tiene ningún valor para el escenario interno. Esto llevó a Hezbollah a lanzar su propia iniciativa para organizar el envío de combustible iraní al Líbano.
Si bien el primer petrolero de Irán aún no ingresó al Canal de Suez según TankerTrackers, el nuevo ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Hossein Amir Abdollahian, se apresuró a prometer más envíos. Es probable que los camiones cisterna viajen a Siria y luego sean transportados por tierra al Líbano.
Irán ha estado enviando petróleo crudo a Siria con escoltas de la armada rusa que protegen los envíos contra presuntos ataques israelíes.
No existe una solución rápida para resolver la crisis energética del Líbano, pero Irán está ansioso por ganar el juego de las relaciones públicas. Por otro lado, Washington y sus aliados parecen tomarse su tiempo.
Un día antes de entregar su renuncia al presidente Michel Aoun, el ahora ex primer ministro designado Saad Hariri, alineado con Estados Unidos y Arabia Saudita, fue a Egipto en un esfuerzo por llevar gas egipcio al Líbano. Esto ha llevado a muchas reuniones en las últimas semanas, incluso con Siria, a través del cual transitan el gasoducto árabe (AGP) y las líneas eléctricas, pero técnicamente esta opción tardará meses, sino años, en materializarse. Y tampoco viene sin complicaciones políticas, ya que las exportaciones de gas israelí a Egipto y Jordania dominan los flujos a través del AGP en el centro de un futuro acuerdo de gas. Por ahora, Irán está muy por delante en la carrera.
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Yesar Al Maleki es un economista y consultor energético. También es miembro no residente en MEI.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Middle East Institute el 7 de septiembre de 2021.