Por Ihab Maharmeh para Mondoweiss
La reconstrucción de Gaza no cumplirá con las necesidades y aspiraciones de los palestinos sin poner fin al bloqueo israelí.
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Tras el anuncio del alto el fuego en Gaza el 20 de mayo de 2021, el secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony J. Blinken, habló con el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, y destacó el compromiso de Washington de trabajar con la AP y Naciones Unidades para proporcionar asistencia humanitaria rápida y movilizar el apoyo internacional con el objetivo de reconstruir la Franja de Gaza.
Por otra parte, afirmó el compromiso de la administración estadounidense con la solución de los dos estados. Seis días después, Blinken anunció que Estados Unidos proporcionará más de 360 millones de dólares en ayuda humanitaria urgente para el pueblo palestino.
Si bien parece que la escalada más reciente en Gaza llevó al presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, a colocar a Palestina entre sus prioridades de política exterior en Medio Oriente, también parece que la administración puede estar repitiendo esfuerzos inconclusos similares a los de las últimas tres guerras en Gaza.
Durante los meses posteriores a la primera guerra israelí en Gaza (2008/2009), los donantes internacionales prometieron USD 4.500 millones para apoyar la economía palestina y reconstruirla. En octubre de 2014, después de que terminaron los conflictos de 2012 y 2014, los donantes prometieron USD 5.400 millones, pero, aproximadamente, USD 194 millones se desembolsaron en septiembre de 2017.
Los funcionarios palestinos e internacionales siempre advirtieron sobre la desaceleración de la reconstrucción debido al incumplimiento de los países donantes de sus obligaciones financieras.
Además, el fracaso en la reconstrucción coincidió con el de los esfuerzos políticos y diplomáticos de Estados Unidos para apoyar la solución de dos estados. Estos comenzaron en septiembre de 2010 con negociaciones directas entre palestinos e israelíes solicitadas por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y terminaron con el fracaso de los intentos del secretario de Estado John Kerry en abril de 2014 debido al asentamiento en curso de Israel en el territorio palestino ocupado.
A pesar de la rápida prisa por movilizar el apoyo internacional para la reconstrucción y el apoyo a la solución de dos estados después del final de cada una de las últimas tres guerras en Gaza, parece, sin embargo, que hay algo diferente en la forma en que la comunidad internacional está trabajando en la cuestión palestina, tras el anuncio del reciente alto el fuego.
La intensidad de la mediación regional e internacional, especialmente de Egipto con Estados Unidos, para discutir formas de fortalecer la tregua y llevar ayuda humanitaria a Gaza parece más fuerte que los casos anteriores.
Esta no es la primera vez que se dice que la ayuda financiera a Gaza no apoya ni satisface las necesidades e intereses palestinos. Investigadores como Sultan Barakat argumentaron que el problema se debe a la renuencia de los donantes internacionales, por las siguientes razones:
- Poner fin a las guerras con acuerdos de armisticios vinculantes coloca la responsabilidad de la reconstrucción en los países donantes.
- La ausencia de una estrategia palestina unificada para la reconstrucción.
- El miedo de los donantes internacionales a la ira de Israel
- La negativa de los donantes internacionales a tratar directamente con funcionarios civiles de Hamas
- Finalmente, la atención de los donantes internacionales se ha desviado de Gaza debido al aumento de grandes crisis en la región árabe como resultados de las guerras en Siria, Yemen, Libia, Irak y Sudán.
Desde 2006, Gaza está viviendo en condiciones similares a la de un barrio marginal, congestionado y hacinado debido a las condiciones y restricciones de seguridad impuestas por Israel. Esto dificultó, significativamente, el proceso de reconstrucción. Desde Tel Aviv restringieron el compromiso de los donantes internacionales para financiar los programas de reconstrucción.
A los residentes de Gaza se les restringió el acceso a los materiales de construcción necesarios. Estas condiciones también le dieron a Israel el control sobre la calidad de los proyectos y la cantidad de recursos financieros. Por ejemplo, un informe emitido por el PNUD en 2017 indicó que de los USD 602 millones asignados a la revitalización del sector productivo, que es una cantidad pequeña en comparación los USD 1800 millones comprometidos para emergencias, solo USD 16 millones se gastaron como resultado de el impacto de las barreras israelíes.
Este es el verdadero dilema. Sin poner fin al bloqueo israelí sobre Gaza y permitir que los palestinos controlen los cruces fronterizos, la reconstrucción no satisfará las necesidades y aspiraciones básicas de los habitantes, incluso con un gobierno de unidad, como fue el caso en junio de 2014.
Fue el primer gobierno de unidad palestino desde 2007 que se formó tras consultas con todas las facciones locales. El gobierno estaba encabezado por Rami Hamdallah, un académico y político. El presidente de la Autoridad Palestina señaló durante su reunión con Blinken en Ramallah que busca formar un gobierno de unidad que sea apoyado regional e internacionalmente.
Después del final de la primera y la segunda guerra en Gaza, se entendió el problema. Por este motivo, y como parte de la superación del dilema del bloqueo israelí, tras la tercera guerra de 2014 se estableció el denominado Mecanismo de Reconstrucción de Gaza (GRM).
Se trataba de un mecanismo multinivel en el que el gobierno israelí, participaron la Autoridad Palestina y las Naciones Unidas. Su objetivo era fortalecer el papel de los palestinos en la reconstrucción, asegurar a los donantes internacionales que sus proyectos se ejecutarían en Gaza y abordar las preocupaciones de seguridad de Israel.
El mecanismo garantizó la participación de la Autoridad Palestina en la reconstrucción, brindó garantías a los donantes internacionales para ejecutar sus proyectos y permitió a Israel imponer su control sobre las inspecciones, al tiempo que supervisaba y controlaba cualquier proyecto de construcción o materiales de construcción que tuvieran derecho a llevarse a Gaza. Sin embargo, Hamás y sus funcionarios fueron formalmente excluidos de participar en el mecanismo de reconstrucción, a pesar de que Hamás mantuvo su presencia detrás de escena debido a su control sobre Gaza.
Mientras tanto, los donantes internacionales dieron prioridad en repetidas ocasiones a las preferencias israelíes sobre el agravamiento de la crisis humanitaria provocada por el bloqueo a Gaza durante el periodo de 2007 a 2021. Como resultado, la tasa de pobreza aumentó del 40% al 64% y el desempleo aumentó del 34,8% a más del 50%.
Por tanto, no es sorprendente que el 80% de la población de Gaza dependa de la ayuda internacional, más del 68% padezca inseguridad alimentaria y más del 95% sufra de falta de acceso a agua potable. Además, tienen problemas con la escasez de medicamentos, suministros médicos y equipos.
Por estas razones, no parece que la mediación regional e internacional logre romper las condiciones israelíes que obstaculizan la reconstrucción. Según declaraciones del Ministro de Relaciones Exteriores, Gabi Ashkenazi, indicó a su homólogo el secretario de Estado Blinken, durante la reunión que ambos mantuvieron en Jerusalén el 25 de mayo de 2020, que el proceso de traer materiales para la reconstrucción estará condicionado de acuerdo a varias condiciones: incluido el establecimiento de un sistema de seguimiento de la entrada de materiales en cooperación con las Naciones Unidas “para determinar a dónde iría cada dólar y cada saco de cemento”.
Los donantes también están insistiendo en mecanismos similares para hacer frente a la crisis humanitaria en Gaza. Según declaraciones de partes regionales e internacionales después del alto el fuego, en particular, la administración estadounidense, el enfoque ahora está en entregar ayuda de emergencia y trabajar en la reconstrucción en coordinación con la Autoridad Palestina y no con el gobierno de Hamas.
El objetivo declarado de este apoyo es llevar al inicio de las negociaciones entre las partes palestina e israelí para alcanzar una solución de dos Estados, siempre que esto no niegue el firme compromiso de los Estados Unidos con la seguridad de Israel.
La gente de Gaza está atrapada en la trampa. Por un lado, las estimaciones preliminares indican que la reciente destrucción provocó un agravamiento de la crisis humanitaria, ya que cerca de 17.000 viviendas y unidades comerciales resultaron total o parcialmente dañadas, incluidas 50 instalaciones educativas y 20 sanitarias.
El 50% de la infraestructura de agua y energía también resultó dañada y el acceso a la electricidad disminuyó de 12 a 5 horas diarias. El ataque también provocó el desplazamiento de más de 75.000 palestinos, 28.700 de los cuales buscaron refugio en las escuelas de la UNRWA.
Por otro lado, al insistir en replicar los mismos mecanismos de reconstrucción fallidos sin poner fin al bloqueo israelí en Gaza o permitir que los palestinos controlen los cruces fronterizos, los donantes garantizan que Israel finalmente controlará cualquier proyecto de construcción. Esta política garantizará la fallida reconstrucción de Gaza.
Por estas razones, la respuesta palestina a los mediadores y donantes regionales e internacionales, incluida la Autoridad Palestina, debe centrarse en poner fin al bloqueo israelí de Gaza y poner fin al control de Israel sobre el proceso de reconstrucción.
La presión sobre los donantes internacionales para que cumplan sus promesas y permitan que los palestinos gestionen el proceso de reconstrucción es fundamental, pero sin poner fin al sitio de Gaza, ningún proceso de reconstrucción tendrá éxito.
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Ihab Maharmeh es investigador del Arab Center for Research and Policy Studies en Doha y Secretario Editorial de Siyasat Arabiya.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Mondoweiss el 3 de junio de 2021.