Saltar al contenido

El Interprete Digital

El Cuerpo Palestino vuelve a estar completo

Por Mahmoud Muna para Mondoweiss

Arte callejero palestino. [wanderlasss / Creative Commons]

Los palestinos desconectados entre sí lucharon inmensamente para mantener un proyecto nacional con objetivos claros. Actualmente, la unión en toda la geografía de la Palestina histórica demuestra que las partes desintegradas de nuestro cuerpo se están volviendo a conectar.

[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]

Seamos honestos: el mundo está obsesionado con la palabra Intifada. Mientras todo arde alrededor de los palestinos, los expertos, analistas políticos y periodistas están ocupados discutiendo si la actual ola de levantamientos podría considerarse la Tercera Intifada.

Acuñada en 1987, la Intifada fue el levantamiento popular y espontáneo de los palestinos que salieron a las calles exigiendo dignidad y libertad frente a la ocupación israelí. La Primera terminó con la firma del Acuerdo de Oslo frente a la Casa Blanca en 1994, mientras que la Segunda —más militante— comenzó en septiembre de 2000 después de que Ariel Sharon hiciera una visita altamente incendiaria a Al Haram Al Sharif, Mezquita Al Aqsa. Ambos levantamientos se produjeron en forma de movimientos de protesta masiva que duraron años.

Yo mismo viví la primera Intifada cuando era un joven en la escuela, el lanzamiento de piedras y las manifestaciones callejeras fueron suficientes para obligar a Israel a negociar con lo que consideraba una organización terrorista, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), aceptándola finalmente como el único representante del pueblo palestino.

Mi recuerdo de la Segunda Intifada es más brutal y sangriento: el uso de armas pesadas era la nueva normalidad, con los puestos de control israelíes fragmentando aún más las ciudades y pueblos palestinos, causaron la devastación y humillación como nunca se había visto.

Mientras escribo estas líneas, mi gente está organizando otra protesta masiva. Aunque comenzó en Jerusalén, se está extendiendo rápidamente por toda la geografía de la Palestina histórica, desde el desierto de Negev hasta las colinas de Haifa. Pero ¿cómo se intensificó tanto la situación en poco menos de cuatro semanas?

Los años de ocupación militar israelí y la creciente construcción de asentamientos fragmentaron la política palestina en varias áreas geográficas. Aunque mantuvimos nuestra fuerte identidad cultural unificadora, la realidad bajo la ocupación es de sujeción a diferentes normas burocráticas y realidades administrativas sobre el terreno.

Aunque algunos palestinos dentro del Estado de Israel son ciudadanos, los de Cisjordania, como mi familia materna, están efectivamente gobernados por el ejército israelí y la jurisdicción de los tribunales militares, mientras que los habitantes de Gaza están aún más marginados y asediados. 

Mientras tanto, como palestino de Jerusalén, soy simplemente un ‘residente’ de la ciudad, no un ciudadano del Estado, que disfruta de derechos civiles muy limitados, sin ningún derecho político, incluyendo el voto.

Los palestinos desconectados entre sí lucharon inmensamente para mantener un proyecto nacional con objetivos claros. Pero después de años de explotación y aumento del racismo bajo gobiernos nacionalistas de extrema derecha, están sintiendo el resurgimiento de su espíritu de resistencia. Luchando juntos en varios puntos de confrontación, estas partes desintegradas de nuestro cuerpo se están volviendo a unir.

La primera manifestación comenzó en la Puerta de Damasco en Jerusalén: la demanda era que la policía israelí retirara la barrera metálica que cerraba la Plaza, el pulmón de la vida social palestina en la Ciudad Vieja. Aunque las fuerzas de Tel Aviv se negaron a obedecer al principio, después de trece días de continuas manifestaciones pacíficas los obligamos a reabrir durante los días festivos del Ramadán. Aquí, los manifestantes eran jerosolimitanos palestinos jóvenes y relativamente apolíticos que exigían acceso al espacio público local de Jerusalén.

Casi al mismo tiempo, apenas cien metros al norte de la Ciudad Vieja, veintiocho familias en el barrio de Sheikh Jarrah recibieron órdenes de desalojo de sus casas, en las que viven desde 1956. Una organización de colonos judíos logró convencer a varios jueces israelíes, uno de los cuales es un colono, que la tierra debajo de estas casas es propiedad de judíos desde 1875, setenta y tres años antes de que naciera el Estado de Israel.

Muchos vieron esto como un claro ejemplo de cómo los tribunales israelíes son aparatos del apartheid que manipulan la ley para establecer nuevos hechos sobre el terreno. Animados por el informe de Human Rights Watch que reconoce las políticas de apartheid de Israel, cientos y luego miles de palestinos acudieron al vecindario en una muestra de solidaridad con las familias y su batalla legal para apelar y revertir esta injusticia.

Durante el mes sagrado del Ramadán, decenas de miles de palestinos acceden a Al Haram Al Sharif todas las noches, incluso más los viernes. En la noche del 27 de Ramadán, la más sagrada de todas, —la noche en que el Sagrado Corán cayó sobre el Profeta Mohammed— miles de policías y milicias adicionales fueron desplegados innecesariamente en la Ciudad Vieja, lo que intensificó aún más la atmósfera en un ambiente ya tenso.

Era solo cuestión de tiempo antes de que los miles de militares irrumpieran en el Santuario más Sagrado para los musulmanes palestinos. Con sus botas, pistolas y agresiones, el Ejército hirió a más de 150 personas, causando daños al edificio sagrado, destruyendo antiguas vidrieras y puertas de madera. 

Ahora, el régimen terrorista israelí había cruzado una línea religiosa, violando un santuario y causando furia e ira no solo en los palestinos, sino a todos los musulmanes del mundo.

Comenzamos a cuestionarnos si el creciente alboroto aún podría ser contenido cuando un colono israelí, ante los ojos de la policía, disparó y mató a un joven en una manifestación pacífica en Lod/Lydda, una ciudad bajo control israelí que sufrió durante mucho tiempo problemas sociales tales como el crimen y el uso de drogas debido a la negligencia gubernamental.

Al día siguiente, decenas de ciudades dentro de las fronteras israelíes de 1948 organizaron sus propias marchas pidiendo responsabilidad policial e igualdad de trato.

Desafortunadamente, como era de esperar, la policía respondió a los palestinos con agresión, mientras ignoraba que los nacionalistas de derecha cantaban “Muerte a los árabes” y pedían el linchamiento de los palestinos.

Casi 2 millones de palestinos dentro de Israel, más del 20% de los ciudadanos del Estado, finalmente se enfrentan a la realidad de su marginación. La negación terminó y la comunidad, que está por debajo de los judíos israelíes en la jerarquía racial del Estado, está volviendo a su identidad nacional indígena, alineando su lucha por la calidad y la democracia con la de los palestinos en Jerusalén y Cisjordania.

Mientras tanto, en Gaza, Israel está implementando su política en curso de “cortar el césped” representada por sangrientos ataques a la Franja cada pocos años para mantenerla pobre y subdesarrollada. Desde la semana pasada, el nuevo ataque de los israelíes contra Gaza se cobró la vida de más de 120 personas. Mientras Israel amenaza con escalar aún más a través de la invasión terrestre, con poca resistencia local y sin protección internacional, los habitantes de Gaza asediados se quedan sangrando aislados en las costas del Mediterráneo.

Finalmente, los palestinos en la Palestina histórica están completando el círculo. No importa si se considera como la Tercera Intifada. Lo que es relevante del levantamiento actual es que la gente está actuando una vez más al unísono para exigir libertad, dignidad e igualdad.

El activismo local está uniendo fuerzas a nivel nacional. Los seculares que trabajan a través de mecanismos legales e internacionales están trabajando con activistas religiosos que quieren proteger nuestros lugares sagrados. Aunque nos afecta de manera diferente, la Ocupación, finalmente, afecta a todos: nadie es un privilegiado, nadie está a salvo de la agresión y el racismo israelí.

Para Israel, el despertar de la resistencia palestina es una amenaza; para nosotros, este momento representa nuestra esperanza de libertad para todos. Solo una ruta puede salvarnos, desde el río hasta el mar: poner fin a la ocupación, al apartheid y a la opresión.

[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital].

Mahmoud Muna- Es un líder Cultural Palestino, conocido por muchos como el librero de Jerusalén. Además de dirigir la principal librería de la ciudad, escribe para medios locales e internacionales sobre la actualidad.

N.d.T.: El artículo original fue publicado por Mondoweiss el 16 de mayo de 2021.