Por Lamees Assaf y Lyse Mauvais para Syria Direct
A diez años del conflicto sirio, las fotografías de la provincia de Idlib en el noroeste de Siria están dominadas por el color de las lonas blancas de las tiendas de campaña que albergan a los sirios desplazados, el hormigón gris de los edificios derrumbados y las sombrías secuelas de los bombardeos.
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Hubo días en que la provincia, alguna vez apodada, ‘la Verde Idlib’, fue famosa por sus hermosos bosques, olivos, colinas salpicadas y ricos huertos. Estos fueron “los días que solíamos vivir en el paraíso”, describió Salah Gaar, periodista y fotógrafo de la naturaleza de Idlib, subrayaba bajo una vieja fotografía de jóvenes haciendo un picnic en el campo de la provincia. Gaar es oriundo del distrito de Jabal al Zawiya en la region del sur de Idlib, una zona en disputa que sufrió intensos bombardeos durante las últimas semanas.
A pesar de las dificultades de vivir cerca de la línea del frente, Gaar encuentra consuelo en la naturaleza y su amor por la fotografía. “Quizás porque crecí en el campo, mi amor por la tierra y por fotografiar la naturaleza es diferente a fotografiar ciudades, los bombardeos y los edificios. Me inclino por fotografiar en campo abierto, en lugar de fotografiar dentro de la ciudad”, comentó Gaar a Syria Direct.
En su página de Instagram, el joven fotógrafo arroja luz sobre un lado diferente de Idlib, a menudo perdido ante noticias más amargas. “Instagram es como una puerta para mí, publico sobre nuestra vida diaria, ya sea el bombardeo o nuestras actividades cotidianas, las escenas de la calle” explicó Gaar.
Su trabajo sigue el ritmo de las estaciones naturales dando vida a los olivares y huertos. Antes de la guerra, Idlib era famosa en todo el Medio Oriente por sus cerezas, que se exportaban ampliamente y se usaban en platos locales como el kebab de cerezas.
Aunque la producción de frutas disminuyó significativamente durante la guerra, como muchas áreas agrícolas están ubicadas cerca de la línea del frente, miles de agricultores desplazados regresan estacionalmente a sus campos en la región al sur de Idlib para plantar y cosechar sus cultivos.
Gaar documenta el trabajo incesante de estos agricultores, que se ganan la vida en la tierra a pesar de las constantes amenazas de bombardeos y el miedo a los artefactos explosivos sin detonar. Algunos usan caballos para labrar la tierra, ya sea en áreas demasiado estrechas para la maquinaria o porque las máquinas y el combustible se volvieron demasiado costosos.
Otro granero del noroeste de Siria es la llanura de al Ghab en la campiña occidental de Hama. Una vez que fue un gran pantano inundado por el río Orontes, pero al Ghab fue drenado en las décadas de 1950 y 1960 y se convirtió en una fértil llanura agrícola salpicada de pequeños lagos, presas y vías fluviales naturales aptas para la pesca.
Por otro lado, Gaar aprecia ciertos paisajes como la zona elevada cerca del pueblo de Ain La Rose en el campo de Idlib. “De noviembre a enero, aparecen una serie de nubes [en la llanura de abajo], como si estuvieran debajo de ti, durante estos tres meses, cualquiera que me busque sabe que puede encontrarse en Ain La Rose”, explicaba.
“Cuando vivíamos en Kafr Nabl [capturado por el régimen en febrero de 2020], salía de viaje la mayor parte del tiempo yo solo, pero cuando nos desplazaron a otra zona, comencé a ir principalmente con amigos porque no conocemos bien los lugares que nos rodean y si son o no seguros, si existen facciones armadas o secuestros”, declaró Gaar.
Las fotografías de Gaar documentan los aspectos naturales de Idlib con una urgencia consciente de su destrucción en curso. Su propio paraíso perdido es el bosque de Kafr Nabl, que alguna vez fue un lugar popular para las familias que se sentaban desde “el amanecer hasta el anochecer a la sombra de los árboles”.
“Este es un lugar donde tenía recuerdos con mi familia, pero se convirtió en un área sembrada de minas, donde uno no puede ir de un árbol a otro, uno no puede moverse por temor a que una mina estalle bajo sus pies. Esto fue realmente algo muy difícil de ver y me impactó muchísimo”, comentaba Gaar
En los últimos veinte años, Siria perdió casi el 20% de su cobertura forestal. Más de 3.000 hectáreas de bosque fueron destruidas sólo en 2020 por los incendios provocados por los combates, el desmonte y la superpoblación provocada por el desplazamiento en áreas boscosas. Al mismo tiempo, la contaminación de las refinerías de petróleo artesanales, los restos de municiones y los productos químicos se están filtrando a través de los ríos y el suelo del país con un impacto directo en la salud humana.
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Lamees Assaf se graduó de la Facultad de Periodismo y Medios de la Universidad de Yarmouk en 2014. Desde entonces, trabajó en comunicación, divulgación, redacción y producción multimedia. Manteniendo un enfoque en las áreas de los derechos humanos, la política y el cine de autor.
Lyse de origen francés, se crió en diversos países africanos. Estudió ciencias políticas y conflictos entre París y Londres, antes de trasladarse a Jordania para estudiar árabe. Vive en Ammán desde septiembre de 2019.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Syria Direct el 18 de julio de 2021.