Por Zaid M. Belbagi para Arab News
El atasco del carguero Ever Given en el Canal de Suez sirvió de oportunidad para focalizar nuestras mentes en el futuro de la vía fluvial y la región más amplia del Mar Rojo.
[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]
El canal es una arteria vital para la economía mundial, por lo que los USD 15 millones diarios que Egipto perdió como resultado del bloqueo se vieron eclipsados por el efecto dominó en los volúmenes de la carga marítima que pasa por el canal todos los días.
La última vez que se cerró el canal fue en 1967 con el estallido de la guerra árabe-israelí, cuando permaneció fuera de servicio durante ocho años. En este contexto, los aseguradores sin duda se aliviaron cuando el Ever Given logró salir del atasco en el lapso de una semana.
No obstante, el episodio llama la atención sobre una lucha más amplia por la influencia alrededor del Mar Rojo y el Cuerno de África que pone en gran riesgo la viabilidad a largo plazo de Suez como vía fluvial internacional.
Un sueño compartido por los faraones, Alejandro y Napoleón, el Canal de Suez finalmente se hizo realidad en 1869 gracias a la supervisión y financiación británica y francesa. Según el discurso pronunciado por el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser en 1956, cuando fue nacionalizado, 125.000 egipcios murieron durante su construcción.
Se transformó en un activo muy politizado desde su apertura y, tras la nacionalización, fue peón del conflicto árabe-israelí. Con el problema del carguero internacional se volvió a destacar su inmensa importancia para la seguridad energética y alimentaria mundial.
La Convención de Constantinopla, firmada en 1888 por las principales potencias europeas de la época, estipula que el canal puede ser utilizado “en tiempos de guerra y paz, por todo buque de comercio o de guerra, sin distinción de bandera”, lo que ilustra cómo su existencia reemplaza las preocupaciones nacionales.
En realidad, sin embargo, el canal fue sometido a estrangulamientos, militares, navales y, como se vio recientemente, a comerciales. El encallamiento accidental del Ever Given mostró que la gestión y operación actual de la vía fluvial, por parte de la Autoridad del Canal de Suez, de propiedad egipcia, podría requerir el apoyo de organizaciones internacionales para evitar incidentes futuros y, lo que es más importante, realizar mejoras para atender las necesidades de operaciones navieras modernas.
La controversia en torno a la posibilidad de que el canal sea bloqueado nuevamente se vio agravada por las preocupaciones geopolíticas sobre la entrada sur del Mar Rojo desde el Golfo de Adén en Bab Al Mandeb (Puerta de las Lágrimas), un estrecho que separa Yemen de Djibouti. Una ruta vital para el transporte de petróleo y gas, su importancia no puede subestimarse.
Esto se refleja en el proyecto llamado Puente de los Cuernos de 29km que conecta las costas de Djibouti y Yemen. Sin embargo, de acuerdo con su nombre, el estrecho se vio afectado más por la calamidad que por la prosperidad. Sumado a esto, el puente que debía comenzar hace más de una década, pero se retrasó repetidamente, más recientemente por el conflicto civil en Yemen. Ahora parece casi inconcebible que siga adelante.
Tan importante es el estrecho que Israel, entre otros, pidió su internacionalización. Dada la creciente presencia de intereses extranjeros en competencia en la región, la perspectiva de que el estrecho sea bloqueado es demasiado grande para ignorarla. Para muchos en la comunidad internacional, la Operación de Despeje del Canal de Suez de 1974 dirigida por Estados Unidos para remover minas navales y barcos hundidos después de la Guerra Árabe-Israelí es todavía un recuerdo reciente.
De la misma manera en que la Unión Soviética aumentó una vez su influencia a lo largo del Mar Rojo a través de la ex República Democrática Popular del Yemen y sus aliados marxistas en Etiopía, las rivalidades regionales actuales añaden otra dinámica a la precariedad de la vía fluvial internacional.
Turquía se afianzó en Somalia como un importante proveedor de ayuda, gestionando infraestructuras portuarias y aeroportuarias clave y respaldando al ejército mientras explora campos petrolíferos en alta mar. China estableció su primera base naval en el extranjero en Djibouti en 2017 y desde entonces fortaleció su presencia allí. En ese territorio se estableció una zona de libre comercio en el país que se convertirá en la más grande de África y financiando la construcción del nuevo ferrocarril Addis Abeba-Djibouti.
Más recientemente, Teherán intentó atraer a Somalia para que se una a la guerra en Yemen. Por lo tanto, no sorprende que los estados del Golfo hayan tratado de contener estos planes profundizando sus propios lazos económicos y de seguridad en toda la región.
Los Emiratos Árabes Unidos han convertido el puerto eritreo de aguas profundas de Assab en su principal centro logístico para las operaciones de Yemen, que alberga helicópteros, jets y buques de guerra. En 2017, estableció una segunda base en Berbera, Somalilandia. Un año después, Qatar firmó un acuerdo de USD 4.000 millones para administrar un puerto del Mar Rojo con Sudán.
Esta acumulación militar y naval no augura nada bueno para una vía fluvial que ya es un cuello de botella natural. Los acontecimientos del Ever Given pusieron de manifiesto las vulnerabilidades del Canal de Suez.
Las profundidades del Mar Rojo contienen metales como zinc, cobre, plata y oro, junto con otros elementos como cadmio, cobalto y, por supuesto, hidrocarburos. Estas riquezas, que aún no fueron exploradas o explotadas seriamente por ningún país, podrían convertirse en un punto de inflamación para las potencias rivales en la región, especialmente, dada la pobreza relativa de los estados circundantes del Cuerno de África.
El Canal cerró cinco veces en su historia y sin duda, volverá a hacerlo. La escasez regional de puertos de aguas profundas y la prevalencia tanto de la sequía como de los conflictos crean una situación que podría motivar a la comunidad internacional a garantizar la continuidad de la navegación.
[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]
Zaid M. Belbagi es analista político para clientes especializados en Londres y en el Consejo de Cooperación del Golfo.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Arab News el 31 de marzo de 2021.