Por Redacción Jadaliyya
Ziad Fahmy, Street Sounds: Listening to Everyday Life in Modern Egypt (Stanford University Press, 2020).
— ¿Qué te llevó a escribir este libro?
— Pensé la idea inicial para Street Sounds (Sonidos urbanos) a principios de 2011, cuando estaba terminando de revisar mi primer libro Ordinary Egyptians (Egipcios comunes). En el primer libro, estaba trabajando primordialmente con música grabada, teatro vernáculo y zajal (N. de T.: forma tradicional de poesía recitada ), por lo que fui más consciente de la importancia del sonido y de escuchar la escritura de la historia. En aquel entonces, se volvió evidente para mí que se escucharan más historias sonoras de Egipto y Medio Oriente. Vivimos en un mundo multisensorial y esto siempre fue así; escribir la historia que dé cuenta de este ambiente solo puede enriquecer y matizar nuestro entendimiento del pasado.
También intervino la buena suerte cuando en 2012 me galardonaron con una membresía en la Asociación de Humanidades Cornell. Convenientemente para mí el tema para el 2012 era Sonido: Cultura, Teoría, Práctica, Política. En ese año, la experiencia consistió en explorar los estudios del sonido en varias disciplinas. En la Asociación, mis lecturas, seminarios semanales e incluso las discusiones diarias con mis compañeros fueron forjando mis ideas sobre los escenarios sonoros y convenciéndome de investigar y escribir Street Sounds.
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— ¿Qué temas puntuales trata el libro?
— Street Sounds es la primera revisión histórica de los ambientes sonoros cambiantes del Egipto del siglo XX. Destaca los sonidos mundanos de la vida en las calles mientras ‘escucha’ las voces de las personas que luchan contra autoridades estatales, viendo quién se adueña efectivamente de las calles. El libro es también una historia cultural y social que examina el impacto sonoro de la modernidad en las calles egipcias.
Conceptualmente, Street Sounds trabaja con el campo de los estudios del sonido y la historia sensorial. Sostengo que un acercamiento sensorial a las fuentes revela mucho de lo que pasaba en la vida cotidiana, habilitando una examinación micro histórica de lo urbano.
Una gran parte del libro explora la transformación moderna de las calles egipcias y las implicancias sonoras de ese cambio. Por ejemplo, estudio el impacto sonoro de la iluminación eléctrica, los altoparlantes, las bocinas, el tráfico de automóviles, las vías del tren y las inevitables leyes anti-ruido promulgadas por el Estado. Muestro cómo estos cambios tecnológicos y en infraestructura impactan la vida diaria dramáticamente, cambiando cómo funcionan, se sienten y suenan las calles. Una parte importante del libro detalla cómo las personas reaccionan a estos cambios y cómo usan, forman, reinterpretan y se apropian de estas manifestaciones de la modernidad según su conveniencia. Street Sounds también revela la dimensión sociopolítica del ruido demostrando cómo la creciente clase media usa el sonido y un vocabulario sensorial para distinguirse de las masas. En el proceso revelo las inevitables tensiones y contestaciones entre el Estado y las personas comunes y corrientes en el marco del control de las calles y otros espacios públicos.
— ¿Cómo se conecta o se distancia el libro de tus trabajos previos?
— En trabajos previos me focalicé en la intersección entre nacionalismo, cultura popular y la historia de los medios de comunicación. Street Sounds se centra casi enteramente en la vida diaria en las ciudades. Sin embargo, mi trabajo en la historia temprana de los medios egipcios me hizo entender la importancia de la escucha y la oralidad, no sólo para entender la cultura popular sino también la vida cotidiana.
— ¿Quién esperas que lea este libro y qué impacto te gustaría que tenga?
— Espero que tanto historiadores de los sentidos y del Medio Oriente puedan usar mi libro como ejemplo sobre cómo usar un enfoque sensorial para estudiar la historia de la vida cotidiana. Aunque Street Sounds es un libro académico, lo escribí en una prosa accesible que espero pueda alcanzar un público amplio. Podría resonar con lectores en general que estén interesados en el Egipto y Medio Oriente actuales.
— ¿En qué otros proyectos estás trabajando ahora?
— Estoy escribiendo un libro sobre la historia de la radio egipcia, el título tentativo sería Broadcasting Identity: Radio and the Making of Modern Egypt, 1924-1952 [Identidad emitida: la radio y la formación del Egipto Moderno 1924-1952]. Temporal y conceptualmente, Broadcasting Identity continúa donde dejé mi primer libro, Ordinary Egyptians (2011). En Broadcasting Identity, quiero dimensionar el impacto de la simultaneidad de la radio, ya que escuchar en vivo los mismos programas radiales por cientos de miles de oyentes tiene un efecto poderoso y unificador. A menudo, este efecto fue incrementado y llevado más allá cuando se realizaron escuchas colectivas de programas de radio en el espacio público: la simultaneidad no ya imaginada sino también vista oída y sentida por decenas de radioescuchas convocados alrededor de la radio. La reiteración y hasta ritualización de la escucha diaria de radio, ya sea privada o pública, transformó a la radiodifusión en la banda sonora de la vida cotidiana y fue experimentada en todo Egipto. La primera parte de Broadcasting Identity rastrea la década de estaciones radiales comerciales en Egipto (de 1924 a 1934) y marca la transición a una radio dirigida por el Estado en mayo de 1934. Echando luz sobre este temprano período de la historia de los medios, llenará parcialmente un hueco en la historia de la radio egipcia. Revelará las continuidades y rupturas que se dieron en la transición de la radiodifusión de las estaciones privadas a la radio estatal egipcia (ESR según su sigla en inglés). La segunda parte del libro analiza la diversa programación de la ESR desde su fundación en 1934 hasta la primera parte de la década del 50.
Extracto del libro (de la Introducción pp. 1-5)
A fines de febrero de 1936, un periodista de la revista de la radio egipcia Al Radiu Al Misri escribió un detallado artículo describiendo la exhibición de Agricultura e Industria de Cairo de ese año. Amplificando los objetivos de los organizadores de la exhibición, el artículo promovía sobre todo la industria nacional egipcia y su potencial económico mientras describía la diversidad de sonidos en la muestra:
“Me senté en un lindo café frente al Museo del Algodón mientras observaba a los visitantes de la exhibición ir y venir”. Estaba muy concurrido por personas de todas las clases sociales, mezclados entre sí de forma democrática y sin mayores problemas. Mientras estaba sentado solo, escuché atentamente la cacofonía que se emitía desde el altavoz instalado en la parte superior del Museo del Algodón. El locutor leía en voz alta muchos anuncios comerciales en los que se alababa la calidad de diversos productos. A continuación, repitió que la emisora de radio de la Exposición de El Cairo estaba patrocinada por las oficinas de marketing de varias empresas egipcias y era operada por la Compañía Telefónica [egipcia]. La emisora emitió entonces algunas grabaciones musicales y diálogos cómicos. La cacofonía producida por el altavoz era continua, ya que de forma intermitente el pequeño tren de la exposición hacía sonar su fuerte silbato. Todos estos variados sonidos se mezclaban con los que emitía una de las bandas militares presentes. A esto se le sumaba, complementando todos estos sonidos diversos, el constante y tedioso murmullo de una de las bombas de irrigación que estaba en la sección de máquinas agrícolas. Este ruido era como la base que orquestaba todo el resto de elementos sonoros que llegaban de forma simultánea a mis oídos y se combinaban en una única composición. Todos estos sonidos estaban entremezclados con las charlas de las personas y sus voces. Sí, ¡el clamor era genial!
La exhibición de 1936 permaneció abierta por dos meses, del 15 de febrero al 15 de abril y en ese corto tiempo un millón y medio de visitantes pasaron a través de sus puertas. Para poner este número en perspectiva, en 1937 la población total de Cairo era de alrededor de 1.3 millones de personas. La exposición se celebró en el recinto ferial de El Cairo, en el extremo sur de la isla de Gezira (Zamalek). A diferencia de las representaciones orientalistas de Egipto en la Exposición Universal de París de 1889, la Exposición de El Cairo de 1936 fue creada a propósito para representar visual y sonoramente a Egipto como parte del mundo moderno
1936 fue un año plagado de eventos para Egipto. El 29 de abril, unos meses después de la inauguración de la exhibición, el Rey Fuad (r. 1917-1936) murió y asumió el joven y relativamente poco preparado Rey Faruq (r. 1936-1952). De igual relevancia, a fines de agosto de este mismo año se firmó el tratado Anglo-Egipcio que renegociaba la declaración de ‘independencia’ que hizo unilateralmente el Reino Unido, otorgando mayor autonomía política a Egipto. De todas formas, la ocupación militar británica, iniciada en 1882 continuaría hasta 1956. Como se desprende del tono del artículo de Al Radiu Al Misri y de la extensa cobertura en medios de la exhibición de 1936, esta fue una fuente de orgullo para nacionalistas egipcios y modernistas en un momento crítico de la travesía egipcia hacia la independencia política y económica. También, como la mayoría de las exhibiciones, la de 1936 también fue un ejemplo de fetichismo de las commodities y fue construida para apoyar a los capitalistas egipcios y no solo para demostrar el nacionalismo económico aspiracional del país.
Aunque las exposiciones se utilizan a menudo para teorizar sobre el distanciamiento óptico de lo visual y lo moderno, como demuestra el comentario citado, los sonidos de la modernidad eran tan importantes y predominantes como cualquier representación visual. Los estridentes altoparlantes, el tren miniatura (usado para transportar a los visitantes a través del amplio predio), el murmullo de la bomba de agua en la exhibición de agricultura y los sonidos de la banda militar proveían con una constante banda de sonido a la escena visual de edificios, máquinas, tractores, automóviles y el arreglo de luces por la noche. Expandiendo el alcance sonoro de la exhibición y traspasando el predio, la estación radial del gobierno egipcio transmitió toda la ceremonia de apertura a decenas de miles de oyentes. Además, la exhibición contó con su propia ‘estación radial’ transmitiendo localmente por altoparlantes estratégicamente localizados en el lugar. El estudio usado para esto era en sí mismo una exhibición, una réplica en miniatura de un estudio de radio. El conductor pasaba música continuamente, leía anuncios comerciales sobre productos que se vendían o exhibían y ocasionalmente anunciaba los nombres de niños perdidos para ayudar a que se reunieran con sus padres.
La experiencia entera fue multisensorial, los hombres, mujeres y niños que visitaban se veían sensorialmente inmersos en la experiencia de caminar observando y escuchando. La mayoría pudo también oler el carbón quemándose y la gasolina que usaban trenes, tractores, automóviles, bombas de agua y otras máquinas. Los visitantes no dudaban en tocar, oler y saborear algunas comidas y bebidas en los muchos cafés ubicados en el predio. Tocando y manipulando los souvenirs, telas y otros productos exhibidos en los varios comercios era otra parte integral de la experiencia. Aunque en varias formas los sponsors construyeron la exhibición para que funcionara como un microcosmos aspiracional del futuro de la agricultura egipcia y la modernidad industrial, para la mayoría de los visitantes no fue más que una visita familiar y un entretenimiento.
Multitudes de egipcios de todas las clases sociales asistieron, incluyendo muchos niños que hicieron un particular uso de la sucursal del Luna Park que fue especialmente instalada para la ocasión. El elaborado parque de diversiones incluía una casa embrujada, montañas rusas y otros juegos, incluso autitos chocadores que usaban tanto niños como adultos. Para mejor o peor, la exhibición fue una oda a la modernidad y el potencial de la independencia económica egipcia. Fue un evento cacofónico y estridente con altoparlantes pasando música, las bandas tradicionales que tocaban en vivo. Escuchar la exhibición, a diferencia de solo observar sus representaciones visuales, revela mucho más sobre lo que pasaba concretamente entre los miles de visitantes comunes y corrientes que caminaban, hablaban, comían, tomaban y hacían uso del tren o los juegos.
En el libro, examino la vida cotidiana en Egipto usando el sonido y la política del sonido como una herramienta central para desentrañar los cambios que ocurrían en las calles egipcias durante la cambiante primera parte del siglo XX. Escuchar los cambios materializados en las calles egipcias nos ayuda a acercarnos a las realidades encarnadas de los ciudadanos. Nos habilita una examinación micro histórica de las interacciones diarias y nos ayuda a evaluar el impacto de las manifestaciones modernas de la tecnología e infraestructura. Al comienzo del siglo XX, sonidos nuevos se introducían año a año con nuevas innovaciones tecnológicas que cambiaban drásticamente el escenario urbano. Estas invenciones, desde trenes, tranvías, automóviles hasta bombas de agua, radios, teléfonos y altoparlantes afectaron la cultura de todos los egipcios. De hecho, desde el último cuarto del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, la introducción constante de estos nuevos sonidos se entremezclan con otros sonidos más calmos llevados a cabo por el hombre, más naturales y modificaron los sonidos más tradicionales de la vida cotidiana. El ruido de los autos y motores de motocicletas, el murmullo de las luces fluorescentes y las radios, refrigeradores, ventiladores y aires acondicionados disimularon todo el ruido que producían. En un ambiente urbano, es más probable escuchar pasos, conversaciones casuales, el crepitar de las hojas, el viento, las aves y otros animales en el siglo XIX que en 1950. En la actualidad puede ser difícil imaginar cómo sonaba una ciudad o un pueblo a fines del siglo XIX, aunque escuchar atentamente durante un corte de luz masivo puede revelar en alguna medida el volumen y variedad del ‘ruido’ que escuchamos a diario de nuestros aparatos electrónicos y puede recordarnos también del ruido que esta maquinaria disimula.
Es imposible sobreestimar el rol de la electricidad en transformar completamente la sociedad del siglo XX. La gradual y despareja introducción de la electricidad en Egipto cambió dramáticamente la mayoría de los aspectos de la vida cotidiana egipcia, especialmente lo que la gente veía y escuchaba dentro de su casa y fuera de ella. Los teléfonos, radios, micrófonos eléctricos y las grabaciones cambiaron cómo las personas recibimos y procesamos información, desinformación, chismes, rumores, propaganda y entretenimiento. No solo estos aparatos fueron los que tuvieron impacto en la escena urbana. En el temprano siglo XIX, por ejemplo, varios barrios de Cairo cerraban sus grandes puertas de madera por la noche, y la oscuridad y silencio envolvían la mayor parte de la ciudad. Las lámparas municipales de gas y luego eléctricas cambiaron para siempre los sonidos de la noche. Los egipcios empezaron a quedarse despiertos hasta más tarde ya sea visitando cafés, teatros, cines, parques de diversiones, negocios y mercados o quedándose en sus casas alumbradas por luz eléctrica. Solo era posible esta noche cotidiana llena de sonidos, luces, entretenimiento y comercio gracias a la extensión de la electricidad.
Street Sounds es la primera examinación histórica de la cambiante escena sonora del Egipto moderno. En sus páginas, el libro documenta los efectos a nivel de las calles de la transición sonora, no para examinar los sonidos en sí mismos sino para entender la mayor implicación de clase y en la cultura de esta información tecnológica y evaluar su impacto en la vida cotidiana de los egipcios. El libro sintoniza los sonidos del pasado a través de un cuidadoso análisis de textos históricos para evaluar el impacto de la modernidad. Street Sounds también habla de la política sensorial y del ‘ruido’, examinando críticamente la intersección del poder estatal con la vida urbana con el Estado pretendiendo controlar las calles. Tan importante como esto, da cuenta de la creciente clase media que se distingue sensorialmente de las masas. Considerando los cambiantes sonidos del Egipto moderno, el libro no sólo da cuenta de la urbanización a gran escala y la modernización imperante sino que amplifica algunas de las voces de quienes activamente participaron en esta escena sensorial cambiante. Uso fuentes sonoras como herramienta analítica clave para investigar la vida urbana egipcia y los cambios que resulten de la sucesiva introducción de transporte, iluminación y otras tecnologías. Finalmente, Street Sounds propone que a través de tener en cuenta estos cambios sonoros y cómo las personas lidian con su ambiente cambiante podemos alcanzar un análisis más cercano y concreto de la vida cotidiana.
[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]
Ziad Fahmy es profesor de Historia Moderna de Oriente Medio en el departamento de Estudios de Oriente Próximo de la Universidad de Cornell. Autor de Street Sounds: Listening to Everyday Life in Modern Egypt (Stanford University Press, 2020), y Ordinary Egyptians: Creating the Modern Nation through Popular Culture (Stanford University Press, 2011).
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Jadaliyya el 21 de Abril de 2021