Por Sinem Cengiz para Arab News
En el terreno de la política exterior, los intereses particulares son más importantes que el resto. Sin embargo, el papel del liderazgo también afecta en mayor o menor medida a las relaciones internacionales de un país. En particular, algunos políticos que abandonan el cargo tras muchos años en el poder dejan un intrincado legado político.
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El primer ministro más longevo de Israel, Benjamín Netanyahu, que ha dominado la política de su país y ha personificado sus políticas a la vista del mundo desde 2009, ha sido destronado.
En el transcurso de sus 12 años de reinado, se produjeron varios acontecimientos regionales cruciales, como las revueltas árabes, el acuerdo nuclear con Irán y los Acuerdos de Abraham. Asimismo, durante su gestión, la relación del país con su antiguo aliado, Turquía, que en 1949 fue el primer país musulmán en reconocer a Israel, alcanzó un piso histórico.
Durante la última década, Ankara y Tel Aviv se tornaron cada vez más críticos con las políticas regionales del otro, y estas agendas incompatibles los situaron en una vía de confrontación. Para esclarecer el legado de Netanyahu, y el núcleo del conflicto diplomático entre Israel y Turquía, es importante recordar lo que ha ocurrido con esta relación.
Las tensiones se remontan a los asaltos de Israel a Gaza en 2008 y 2009, que se convirtieron en un punto de inflexión. El suceso más dramático fue el incidente de “un minuto” en el Foro Económico Mundial de Davos en 2009. Durante una mesa redonda titulada “Gaza: El caso de la paz en Oriente Medio”, Recep Tayyip Erdogan, entonces primer ministro turco, se rehusó a ser silenciado por el moderador mientras intentaba responder a la justificación del presidente israelí Shimon Peres sobre la acción militar israelí. Finalmente, un frustrado Erdogan se marchó furioso del escenario. Esta fue la primera gran conmoción en las relaciones turco-israelíes.
La escalada de tensiones derivó en una crisis diplomática en enero de 2010, cuando el embajador turco en Israel se sentó en una silla notoriamente más baja que la de su anfitrión durante una reunión con el viceministro de Asuntos Exteriores israelí, una humillación interpretada como un intento de retratar al enviado como inferior al ministro. Años después, el embajador dijo que “fue un incidente inédito en la historia de la diplomacia. Hay incidentes en los que se maltrata a los enviados; pero se les hace en la cara, no por la espalda”.
Cinco meses más tarde, se produjo el incidente del Mavi Marmara: Las fuerzas de seguridad israelíes irrumpieron en una flotilla que intentaba entregar ayuda humanitaria a la población de Gaza, matando a nueve civiles. Ankara respondió cortando las relaciones diplomáticas con Israel.
Claramente, los años entre 2008 y 2010 pusieron a prueba las relaciones turco-israelíes. En ese momento comenzaron los levantamientos árabes, que alteraron muchos de los equilibrios de poder en la región. Los cambios, incluida la desestabilización de Siria y el fortalecimiento de la posición iraní, supusieron amenazas en común para Ankara y Tel Aviv y obligaron a ambos países a iniciar negociaciones.
El primer paso hacia la normalización se dio en 2013, cuando el presidente estadounidense Barack Obama facilitó una llamada telefónica entre Netanyahu y Erdogan. El primero se disculpó por el incidente de Mavi Marmara y se comprometió a compensar a los familiares de las víctimas. Sin embargo, no hubieron avances debido a los acontecimientos domésticos y regionales que ocurrieron ese año: un golpe militar en Egipto, y las protestas del Parque Gezi que se propagaron por toda Turquía.
Durante este periodo, Erdogan y Netanyahu siguieron manteniendo una dura retórica entre ellos mientras fomentaban a sus partidarios, complicando aún más el proceso de reconciliación.
En 2016, Ankara y Tel Aviv volvieron a alcanzar un acuerdo y renombraron embajadores como parte de una reconciliación. Sin embargo, el proceso se frustró cuando Netanyahu se encontró, tras la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, con la oportunidad de hacer realidad su sueño de convertir Jerusalén en la capital de Israel.
La decisión de la administración Trump de reconocer a Jerusalén como capital, y la dura respuesta israelí a las protestas callejeras palestinas que sobrevinieron, en las que 52 personas perdieron la vida, provocaron un nuevo colapso de los esfuerzos por mejorar las relaciones turco-israelíes. Los lazos diplomáticos volvieron a degradarse en 2018. Desde entonces, los lazos entre ambos Estados se han mantenido solo a nivel de charge d’affaires (encargados de negocios).
En diciembre del año pasado, Erdogan dijo que Turquía no ha interrumpido del todo sus relaciones con Israel y que continúa cooperando con el país en materia de inteligencia, añadiendo que “el principal problema ahora mismo son los individuos que están en la cúpula”.
Ahora que Netanyahu, considerado por Ankara como el principal obstáculo para el descongelamiento de las relaciones, ha sido derribado de su trono, ¿qué puede deparar el futuro de los vínculos entre las naciones?
Como potencias no árabes y orientadas a Occidente en la región, Turquía e Israel fueron socios indispensables durante décadas. Sin embargo, las cosas han cambiado de forma crítica en la última década. El apoyo acérrimo de Ankara a la causa palestina y la desconfianza hacia Netanyahu y sus políticas agresivas, condujeron a varias crisis que han dejado profundas cicatrices en ambas naciones.
Dado que las relaciones turco-israelíes se han vuelto cada vez más ríspidas, Tel Aviv ha buscado relaciones más estrechas en otros sitios con el propósito de limitar la influencia turca en la región. Israel incluso declaró su apoyo a la independencia kurda en el norte de Irak en 2017, a pesar de las preocupaciones de Ankara.
Claramente, Turquía e Israel llevan tiempo distanciados en términos diplomáticos, políticos y de seguridad. La causa palestina, que Erdogan ha declarado que es una línea roja para Turquía, se ha convertido en la cuestión más frágil entre ambos países. En consecuencia, el estado de las relaciones israelo-palestinas, bueno o malo, puede afectar a la relación entre Ankara y Tel Aviv.
Sin embargo, es probable que el cambio de rumbo que siguió a la elección de Joe Biden también tenga un efecto en las relaciones turco-israelíes. La nueva geopolítica regional en la era de Biden, junto con una combinación de intereses económicos, energéticos, de inteligencia y políticos, podría impulsar a Turquía y al Israel post-Netanyahu hacia una nueva era de reconciliación.
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Sinem Cengiz es candidata a Ph.D. en la Universidad Técnica de Medio Oriente. Es una analista política turca especializada en las relaciones de Turquía con Oriente Medio.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Arab News el 18 de junio de 2021.