Por Mahmoud Fazeli para Strategic Council on Foreign Relations
Hace algún tiempo, El Cairo organizó una licitación para excavaciones de hidrocarburos en el mar Mediterráneo. En los documentos de la licitación, las partes occidentales del mar Mediterráneo se elaboraron a partir del acuerdo entre El Cairo y Atenas, mientras que las partes orientales se demarcaron de acuerdo al entendimiento entre Turquía y el Gobierno de Unidad Nacional de Libia. La declaración de Egipto sobre la medición de la cantidad de recursos de hidrocarburos en el mar Mediterráneo es indicativa de los esfuerzos de El Cairo por mantenerse alejado de las tensiones regionales derivadas de la crisis de la isla de Chipre. Este acto de Egipto podría considerarse un paso positivo hacia la probable apertura de conversaciones con Turquía.
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Aunque existen diferencias entre Ankara y El Cairo sobre la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, Egipto y otros Estados ribereños del mar Mediterráneo se unieron a ella. A la luz de esta Convención de las Naciones Unidas, Egipto mantuvo conversaciones con Grecia y Chipre, y llegó a un acuerdo sobre la demarcación marina.
Si se tienen en cuenta las posiciones adoptadas por los dirigentes y altos funcionarios de Egipto y Turquía sobre la probable reanudación de las relaciones bilaterales, resulta evidente que Ankara está más interesada en la reanudación de las relaciones que El Cairo. Según el Presidente turco Erdogan, los contactos con Egipto no están en marcha al más alto nivel. Sin embargo, se están estableciendo contactos directos entre los dos países en otros niveles. Además, Turquía sigue cooperando con Egipto en otras esferas económicas, diplomáticas y de inteligencia.
Los comentarios del Ministro de Defensa turco, Hulusi Akar, de que los recientes sucesos favorecerán a ambos países, así como también a otros países de la región, parecen más prometedores que los de Erdogan. En su opinión, estos acontecimientos van acompañados de sus relaciones culturales e históricas. El respeto de Egipto a las fronteras marinas de Turquía en el mar Mediterráneo sería, por ejemplo, un paso importante. Por su parte, Ibrahim Kalin, portavoz del Gobierno de Turquía, describió a Egipto como el corazón y la mente del mundo árabe.
Los recientes acontecimientos regionales e internacionales obligaron a Ankara a revisar sus posiciones regionales e internacionales. Turquía está tratando ahora de normalizar sus relaciones con Egipto, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y el régimen sionista. Ankara y El Cairo establecieron relaciones cálidas y estrechas en un corto período cuando Mohammad Morsi era el Presidente de la República Árabe de Egipto. Sin embargo, esas relaciones se cortaron después de que el Gobierno de Morsi fuera derrocado en 2013 por un golpe militar del General Sisi que también resultó en la desintegración de la Hermandad Musulmana en Egipto. Erdogan consideró al gobierno militar de Egipto como ilegítimo y llamó a Sisi un presidente golpista. Turquía incluso pidió al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que impusiera sanciones a Sisi. Por otro lado, Erdogan fue el primer dignatario que expresó sus condolencias por la muerte de Morsi, mientras que funcionarios políticos del Partido Justicia y Desarrollo en Turquía, así como otros partidos condenaron su muerte.
La crisis en Libia obligó a Turquía y a Egipto a mantenerse al borde de la confrontación militar. El comercio regional y energético, así como la rivalidad por la presencia en África, el golpe de Estado contra Erdogan, la crisis de Qatar, la guerra de Siria y los conflictos en Libia y Yemen son casos abiertos en las relaciones entre Turquía, por una parte, y Arabia Saudí, Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Baréin, por la otra.
El Ministro de Relaciones Exteriores de Egipto, Sameh Shoukry, dijo que Turquía necesita manifestar en la práctica su acuerdo con los principios y objetivos de Egipto para que las relaciones entre los dos países vuelvan a la normalidad. Este diálogo está en marcha entre ambos Estados, aunque en áreas limitadas. Es decir, no hay contacto entre las dos partes fuera de los marcos diplomáticos convencionales. No obstante, si vemos, por parte de Turquía, medidas reales sobre el terreno en consonancia con los objetivos y políticas preferidas por Egipto, entonces se sentarán las bases para el establecimiento de relaciones normales entre los dos países. El estatus político siempre está relacionado con las posiciones de los políticos turcos, especialmente después de las posturas negativas adoptadas contra El Cairo. Egipto considera que cualquier país interesado en establecer relaciones normales con él debe respetar el derecho internacional y los principios de buena vecindad, además de evitar la injerencia en los asuntos internos de los países de la región.
Los medios de comunicación en Grecia resaltaron el llamamiento de Egipto para la licitación de excavación de hidrocarburos en el mar Mediterráneo como una apertura de relaciones con Turquía. Alegaron, además, que la licitación del Gobierno egipcio era indicativa de los esfuerzos de los actores regionales para evitar las complejidades que rodean la cuestión de Chipre. Aunque esa preferencia de Egipto no se considera fundamentalmente en línea con la mejora de las relaciones con Turquía, podría sugerir que El Cairo prefiere abrir las puertas para visitas en el futuro.
Los gobernantes de Turquía creen que gradualmente se lograrán adoptar posturas constructivas con respecto al Mediterráneo oriental. En este sentido, Egipto ya comenzó a tomar medidas moderadas, mientras que Israel también está enviando señales positivas. El Ministro israelí de Energía expresó su disposición a cooperar con Turquía en temas energéticos y el Primer Ministro Benjamin Netanyahu estuvo de acuerdo al considerar esta inclinación como un ‘desarrollo muy importante’. Asimismo, el premier israelí declaró que las relaciones con los vecinos del Mediterráneo Oriental son muy importantes para el bienestar y la paz de toda la región.
La política de normalización de las relaciones con Egipto cambiaría el equilibrio de poder en el Mediterráneo oriental si se llegara a un acuerdo oficial entre Egipto y Turquía: repercutiría en el acercamiento entre Israel y Emiratos Árabes Unidos. Por otro lado, Ankara afirma que si se normalizan sus relaciones con el régimen sionista, trataría de crear caminos que favorezcan al pueblo palestino y facilitar su vida en Gaza.
Sin embargo, los opositores de Erdogan creen que los esfuerzos para normalizar las relaciones entre Ankara y Egipto son una señal del fracaso de las políticas anteriores del equipo de Erdogan en relación con los acontecimientos políticos en el mundo árabe y africano. Ali Babajan, el líder del Partido para el Desarrollo y la Democracia de Turquía, sobre el el giro en ‘U’ de Ankara hacia El Cairo afirmó: “En cualquier país, la base de la política exterior se basa en la estabilidad y la previsibilidad. De lo contrario, se pasa del ‘Sisi del Golpe’ a ‘Mi hermano Sisi’”.
Los medios de comunicación de la oposición en Turquía también castigaron a Erdogan. Creen que las duras y sesgadas observaciones de Erdogan sobre Morsi y Sisi no trajeron aparejado ningún beneficio para Turquía, sino que infligieron grandes costos a los turcos y ahora Ankara tiene que retirarse y debe admitir que necesita a El Cairo para mantener sus intereses en África, el Mediterráneo oriental y el mundo árabe.
Anteriormente, Emiratos Árabes Unidos había condicionado la normalización de las relaciones con Turquía a la cesación de la injerencia de este país en los Estados árabes y su apoyo a la Hermandad Musulmana. El respaldo de Turquía a Qatar en la crisis entre Doha y Riad, así como el papel de Turquía en la denuncia del asesinato de Jamal Khashoggi dio lugar a una tensión entre Turquía y Arabia Saudí que impuso una sanción a los bienes procedentes de territorio turco. Aunque los esfuerzos de Ankara por normalizar las relaciones con Egipto, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos se basan en la conveniencia y tienen en cuenta los intereses del statu quo y las relaciones internacionales, parece que incluso si las relaciones se establecen a cualquier nivel, continúan existiendo problemas fundamentales en las relaciones entre Turquía y estos tres Estados.
En consonancia con los esfuerzos de Ankara por establecer relaciones positivas con Egipto en el Mediterráneo oriental, Turquía no tendría más remedio que resolver sus diferencias con Arabia Saudí. Las circunstancias indican que la paz en el Mediterráneo oriental se convirtió en una prioridad estratégica para la política exterior de Turquía y es tan importante que está dispuesta a revisar sus políticas regionales a este respecto.
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Mahmoud Fazeli es analista en relaciones internacionales.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Strategic Council on Foreign Relations el 27 de marzo de 2021.