Por Laura Albast para Institute for Palestine Studies
La violencia comunitaria y la negligencia de la policía israelí llevan mucho tiempo asolando las localidades palestinas dentro de la Línea Verde. Más de 1.466 ciudadanos palestinos de Israel fueron asesinados desde el año 2000.
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El asesinato del estudiante de enfermería, Ahmad Hijazi, a manos de la policía el 1 de febrero, desató una nueva ola de disidencia. Miles de ciudadanos palestinos israelíes marcharon al día siguiente para protestar contra el aumento de la delincuencia y la inacción de la policía.
Hijazi y su amigo, el Dr. Muhammad Aramush, estaban estudiando en la casa de este último, en Tamra, cuando estalló un enfrentamiento entre la policía y delincuentes armados. Ellos salieron para ver qué estaba pasando cuando los agentes de policía israelíes les dispararon. Hijazi murió y Aramush resultó herido.
Meriam Abo Elhija, de 25 años, es editora de un periódico y residente en Tamra. Ella sostiene que los casos de negligencia policial son mucho más frecuentes en las comunidades árabes de Israel. Durante una entrevista por Zoom con Palestine Square, Abo Elhija dijo: “Es imposible que la policía dispare tiros al azar y de forma casual en una ciudad judía, pero les resulta fácil en nuestra comunidad, tienen sed de sangre árabe”.
Una declaración policial publicada después del incidente señaló que hubo un intercambio de fuego con “cuatro sospechosos”. En realidad, dos eran transeúntes: Hijazi y Aramush. Los medios de comunicación árabes en el interior palestino refutaron esta afirmación falsa con relatos de testigos presenciales.
Abo Elhija dijo que la policía intentó imponer un apagón mediático tras los asesinatos. En respuesta, periodistas palestinos en el interior protestaron contra el relato engañoso de la policía israelí al ‘salir’ de los grupos de medios compartidos con funcionarios policiales, incluido WhatsApp. Estos foros se utilizaban anteriormente para compartir documentos policiales y recibir información sobre actividades delictivas, accidentes u otros acontecimientos que tuvieran lugar en ciudades y pueblos.
Sobre la situación general, Abo Elhija dijo: “Esto no es sólo una cuestión de inacción, la policía es cómplice de los crímenes cometidos por las pandillas. Es fácil matarnos porque no hay una responsabilidad institucional real”.
Abo Elhija encabezó un grupo de jóvenes manifestantes el 6 de febrero, cuando los residentes salieron a las calles nuevamente para exigir que la policía rinda cuentas. Al respecto, ella dijo: “Quería alzar la voz para mostrar que estamos aquí, que estamos vivos y que queremos vivir”.
El mes pasado, Abo Elhija marchó con más de 100 mujeres hasta la casa de Ahmad Hijazi para dar sus condolencias a su familia. También para afirmar que las mujeres tienen un papel activo en la resistencia a la actividad policial y criminal: “¿Una mujer es una intrusa? ¿Se entromete en la resistencia contra la Ocupación? Tenemos una opinión sobre temas económicos, de discriminación racial y de actividad delictiva. Las mujeres no están aisladas de esto”.
Umm Al Fahm: El nombre de guerra de Palestina
Tawfik Abdelrzak, de 21 años, nativo de Umm al Fahm y estudiante de primer año de Derecho, participó en una de las primeras protestas contra la negligencia policial y el aumento de la delincuencia, que tuvo lugar en Kafr Qara el 6 de enero, después del asesinato del hijo del ex alcalde.
En una llamada por WhatsApp con Palestine Square, señaló: “Sufrimos delitos desde hace 10 años, no hubo una resolución. Durante la protesta la policía bloqueó la calle, usó cañones de agua y gas lacrimógeno contra nosotros. Nos ahogábamos y caíamos al suelo”.
Según Abdelrzak, los Mustaribin de la fuerza policial —como se conoce a unidades israelíes encubiertas que se hacen pasar por palestinos— se mezcló entre la multitud. Él relató: “Los capté en video arrestando a la gente, me vieron y confiscaron mi cámara. Borraron la grabación y me dijeron que no podía filmarlos porque eran Mustaribin“.
El asesinato de Ahmad Hijazi y el trato brutal hacia los manifestantes desencadenaron una ola de manifestaciones en las ciudades palestinas de Israel, una de las cuales tuvo lugar especialmente en Umm Al Fahm.
Abdelrzak afirmó que “Umm Al Fahm, el ‘nombre de guerra de Palestina’ como la describió el caricaturista Naji Al Ali, respondió a la llamada y salió a las calles”.
También, dijo que la comunidad palestina en Israel sufre una crisis de identidad, ya que posee la ciudadanía israelí sin dejar de ser palestina en sus raíces, principios y causas.
Por último, él agregó: “¿Comenzará la policía de ocupación israelí a tratarnos como ciudadanos comunes? No lo creo, especialmente dada la ley del Estado-Nación que categoriza a las personas no judías como ciudadanos de segunda clase. Estamos por debajo de su estándar. Son racistas, educan a generaciones para que sean racistas”.
La proliferación de la violencia
Tareq Omari, de 26 años, vive en la aldea de Sandala, en el límite de Jenin. Fotógrafo ávido, participó y documentó todas las protestas en Umm Al Fahm desde que comenzaron hace ocho semanas.
Durante una conversación a través de WhatsApp, Omari dijo a Palestine Square: “La comunidad árabe palestina en el interior, lidia con un fenómeno de violencia. Hay muchas razones detrás de esto: disputas familiares, el mercado negro y las bandas criminales que se están extendiendo enormemente mientras la policía hace la vista gorda”.
La regularidad de tiroteos y otros delitos cometidos por agresores se ve agravada por el crecimiento del comercio ilícito de armas. Estas se introducen de contrabando, son robadas de almacenes militares israelíes o se compran directamente a soldados israelíes.
En 2013, la policía israelí informó de la circulación de unas 400.000 armas de fuego sin licencia en el país. En 2019, confiscaron más de 4.000, la mayoría de ellas en localidades palestinas.
Portar un arma con licencia en Israel se considera un ‘privilegio’ debido a las estrictas leyes de propiedad. Public Radio International (PRI) informó en 2017 que los ciudadanos deben cumplir con criterios específicos. Entre los que se incluyen proporcionar una razón de ‘seguridad’, como ser oficial de policía o vivir en un ‘área de prioridad nacional’.
Ben Hartman, periodista entrevistado por PRI, afirmó que “a menudo estas áreas son asentamientos en Cisjordania o lugares en la frontera con Gaza o Líbano que se consideran áreas de alto peligro”.
Estas restricciones ponen en peligro a los palestinos que viven en Cisjordania y Gaza, dejándolos a merced de las milicias de colonos ilegales. Las restricciones también excluyen en gran medida a los ciudadanos palestinos de Israel y contribuyen a la propagación de la posesión de armas sin licencia, que a menudo conduce a muertes en las comunidades palestinas.
El octavo Viernes de Ira en Umm Al Fahm
Si bien las protestas en las ciudades vecinas se dispersaron lentamente, los ‘viernes de ira’ persisten en Umm Al Fahm, que recientemente fue objeto de la brutalidad policial directa. El 26 de febrero, los manifestantes fueron agredidos con gases lacrimógenos, balas recubiertas de goma, granadas aturdidoras y cañones de agua. Al menos 40 personas resultaron heridas.
Omari dijo: “La comunidad árabe cae en un estado de letargo cuando se trata de problemas sociales, pero hay perseverancia en Umm Al Fahm. Este es uno de nuestros problemas más importantes: protestar decidirá nuestro destino cuando se trata de esta pandemia de violencia”.
Omari cree que la juventud al frente de este movimiento de protesta traerá cambios.
Hoy temprano, Adalah, el centro legal para los derechos de la minoría árabe en Israel, con sede en Haifa, exigió que la policía israelí se abstuviera de usar la fuerza contra los manifestantes durante la octava protesta consecutiva del ‘viernes de ira’ programada para esta semana.
Adalah presentará una denuncia formal al Departamento de Investigaciones de la Policía israelí. Para prepararla, está recopilando testimonios y pruebas que “dejan en claro que la policía israelí utilizó armas y tácticas extremas que ponen en riesgo la vida, sin que hubiera violencia por parte de los manifestantes”.
Las promesas electorales sobre el crimen suenan vacías
El 23 de marzo se realizarán las elecciones legislativas para elegir a 120 miembros de la Knesset. En un último intento por obtener votos de las personas a las que tan a menudo demoniza, el Primer Ministro Benjamin Netanyahu, prometió abordar el crimen en la comunidad árabe. Recientemente aprobó un plan de USD 45 millones para “abordar los fenómenos delictivos en el sector árabe”.
El plan supuestamente establecería una unidad especial de la policía israelí dedicada a los crímenes cometidos en ciudades palestinas. También, construiría cinco nuevas comisarías. Una propuesta similar realizada en agosto del año pasado, prometía aumentar la vigilancia de la población árabe y reclutar a más ciudadanos palestinos-israelíes en la fuerza policial.
Las propuestas que hizo Netanyahu en numerosas ocasiones durante la última década, no abordan el racismo sistémico dentro de la policía israelí ni las raíces del crimen. Bajo el mandato de derecha de Netanyahu —desde 2009 al presente— se abrieron varias comisarías en ciudades y pueblos palestinos, pero la presencia policial es ineficaz o da lugar a abusos de poder.
El líder de la Lista Conjunta, Ayman Odeh, denunció durante mucho tiempo la apatía y el racismo de la policía hacia su comunidad. Señaló la negligencia del gobierno del Likud hacia los ciudadanos palestinos-israelíes, al mismo tiempo que indicó que más fondos y estaciones de policía no resolverán el problema doble de la violencia sistémica y el racismo.
Es poco probable que los partidos políticos de mayoría árabe ocupen más del 10% de los escaños en la Knesset. Las promesas de reforma sonarán vacías mientras los partidos de derecha mantengan el equilibrio de poder.
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Laura Albast es Magíster en Asuntos Internacionales y Comunicación por la Universidad de Boston y es Gerente de Comunicaciones y Redes Sociales en el Institute for Palestine Studies.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Institute for Palestine Studies el 4 de marzo de 2021.