Por Talmiz Ahmad para Arab News
Casi medio millón de personas murieron y varios millones fueron desplazadas desde que comenzó el conflicto civil de Siria el 15 de marzo de 2011. La conmemoración de los diez años del sangriento conflicto suscitaron tanto expresiones de angustia como nuevas iniciativas diplomáticas.
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El Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres, describió la situación en Siria como una ‘pesadilla viviente’ y recordó las ‘atrocidades’ y los ‘crímenes más grandes’ que se infligieron a su pueblo. En este sentido, señaló que el 60% de la población podría sufrir hambre este año.
El enviado especial de la ONU para Siria, Geir Pedersen, lamentó la ‘inimaginable violencia e indignidades’ que el pueblo sirio sufrió en la última década, y aplaudió su ‘resiliencia’.
La fatiga generalizada con el embrollo sirio se reflejó en la conferencia de donantes en línea que la ONU organizó en Bruselas el 29 de marzo. Mark Lowcock, jefe de la ayuda humanitaria y de emergencia de la ONU, habló de una década de «muerte, destrucción, desplazamiento, enfermedad, temor y desesperación» en Siria. Sin embargo, esta exuberancia de verbosidad sólo recaudó 6,4 mil millones de dólares para el año, frente a la meta de 10 mil millones que se había propuesto. Excepto Alemania, todos los demás países redujeron su compromiso en comparación con el año anterior.
En una jugada irónica, el 18 de marzo, cientos de miles de personas tomaron las calles en Idlib, Al Bab y Azaz en las zonas controladas por la oposición del norte de Siria para conmemorar el décimo aniversario de su ‘revolución’. Repitieron sus consignas de libertad, justicia y dignidad, de una década de antigüedad, y afirmaron su promesa de derrocar al régimen de Bashar Al Asad. Eligieron olvidar que su causa fracasó y Asad controla ahora el 60% del país.
Sin embargo, hay algunas señales de nuevas ideas sobre Siria. En la reunión de Ministros de Relaciones Exteriores de la Liga Árabe, celebrada en El Cairo el 3 de marzo, el Ministro egipcio, Sameh Shoukry, pidió el regreso de Siria a la Liga Árabe de la que fue expulsada hace una década. Destacó que esto tendría que ser parte de una ‘solución política’ holística que también incluiría a la oposición siria. Algunos comentaristas egipcios creen que el regreso de Siria a la liga facilitaría el proceso de paz nacional al tiempo que reduciría la influencia de los Estados no árabes en el país.
En este contexto, el canciller ruso, Sergei Lavrov, montó una gran incursión diplomática en el Golfo cuando visitó Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Qatar entre el 8 y el 12 de marzo. Siria fue el principal asunto de discusión, hecho que apunta a que hay un nuevo interés árabe en abordar los asuntos relacionados a Damasco para facilitar el retorno del país al redil árabe.
Lavrov obtuvo un panorama bastante claro del pensamiento actual sobre Siria en la región. El Ministro de Relaciones Exteriores de Emiratos Árabes Unidos, Sheij Abdullah bin Zayed, describió el regreso de Siria a las filas árabes como en el interés ‘de Siria y la región’. También criticó las sanciones estadounidenses contra Damasco bajo la Ley de Protección Civil de César Siria.
Un acontecimiento importante durante la gira de Lavrov fue la reunión en Doha el 11 de marzo de los Ministros de Relaciones Exteriores de Rusia, Turquía y Qatar. Mientras que Qatar se opuso al pronto regreso de Siria a la Liga Árabe, los tres Ministros anunciaron su nuevo ‘proceso de consultas trilaterales’ para lograr una ‘solución política duradera’ en Siria. En su declaración conjunta, afirmaron su compromiso con la integridad territorial de Siria y un arreglo político inclusivo, así como también su respaldo a los esfuerzos del comité constitucional y el pronto regreso de las personas desplazadas a sus hogares.
Esta iniciativa sugiere que el proceso de paz de Astana llegó al final de su vida útil y que la situación necesita ahora un nuevo enfoque con un nuevo socio. La inclusión de Qatar en el proceso tripartito tal vez podría ayudar a moderar las ambiciones territoriales y políticas de Turquía en Siria. Este será un desafío formidable. En un artículo de Bloomberg del 15 de marzo, el Presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, buscó ‘apoyo occidental’ para la agenda de Estambul en Siria, lo que significa apoyar la ‘zona segura’ de Turquía en el norte, su confrontación con los kurdos y su presencia militar en el norte del territorio sirio.
Este enfoque parece ser otro ejemplo de la duplicidad de Erdogan —buscar el respaldo de Occidente para una agenda que él sabe que es fuertemente resistida por sus socios de Astana, Rusia e Irán. En cualquier caso, es poco probable que tenga éxito, ya que las potencias occidentales no tienen ningún deseo ni de abandonar a los kurdos ni de acomodar la afiliación de Erdogan con elementos extremistas en Idlib.
Al mismo tiempo, Rusia, Irán y el régimen de Asad están felices de apoyar un compromiso kurdo-Asad y movilizarse para el tan demorado asalto a elementos extremistas que se encuentran en Idlib bajo protección turca.
Después de 10 años de un conflicto letal, la situación en Siria sigue siendo tan difícil de resolver y se mantiene tan turbia como siempre: las partes contendientes nacionales continúan en el camino de la confrontación junto con el respaldo de potencias externas. Con amplios sectores de la comunidad internacional perdiendo interés en Siria, es muy probable que estas condiciones en el país continúen durante muchos años más, a menos que los líderes árabes puedan presentar una nueva iniciativa de paz.
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Talmiz Ahmad es autor y ex Embajador de la India en Arabia Saudí, Omán y Emiratos Árabes Unidos. Es parte de la Cátedra Ram Sathe de Estudios Internacionales en la Universidad Internacional Simbiosis en Pune, India.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por AN el 09 de abril de 2021.