Por Amin Mohseni Cheraghlou para Middle East Institute (MEI)
La región de Medio Oriente y el Norte de África (MENA) desempeña un papel central en los mercados mundiales de petróleo y gas natural, albergando más del 52% y 42% de las reservas probadas de ambos recursos. En la última década, generó el 36% y 22% del petróleo y gas, respectivamente.
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La abundancia de hidrocarburos a veces ha sido una bendición mixta para las economías de los países del MENA, que se mostraron reacios a promover la eficiencia energética o la diversificación del sector.
En todo el mundo, la intensidad energética —uso de energía (kg equivalente de petróleo) por cada USD 1,000 del PBI— se volvió un 15% más eficiente entre 2001 y 2018. En contraste, MENA se transformó 8% menos eficiente en energía de acuerdo con la misma medida, durante ese período (Gráfico 1).
Subsidios Energéticos, Uso Ineficiente de la Energía y Caída en la Calidad del Aire en MENA
Los subsidios masivos a la energía fueron el sello distintivo de las economías en la región y son la principal causa de las crecientes ineficiencias. Según un informe del FMI (2019), los subsidios a la energía en la región constituyen alrededor del 13% del PBI, con una cifra asombrosa de USD 111 mil millones de dólares para Irán o el 25% de su PBI.
Estos subsidios son derrochadores e injustos ya que los hogares más ricos de la región son sus principales beneficiarios. Según otro trabajo de investigación que cubrió más de 20 países en desarrollo, sólo el 7% de los beneficios vinculados a subsidios llegaron al quintil inferior, en comparación con el 43% del quintil superior. Por lo tanto, aunque los subsidios a la energía a menudo se justifican como una medida de alivio de la pobreza, presentan una importante ‘filtración de beneficios’ a los ricos.
El consumo ineficiente de energía ha tenido efectos adversos en la calidad del aire en la región MENA. Ocho países —Bahréin, Egipto, Irán, Irak, Kuwait, Qatar, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos— albergan 29 de las 100 ciudades más contaminadas del mundo según las concentraciones de PM10.
Se estima que la pérdida de bienestar asociada con la contaminación del aire en MENA es de alrededor de USD 154 mil millones por año o el 2% del PBI. Además, suceden aproximadamente 125.000 muertes prematuras asociadas con enfermedades de contaminación del aire interior y exterior en la región. Solo en Irán, este fenómeno le está costando a la economía alrededor de USD 13.000 millones por año, o más del 3% de su PBI, y algunas estimaciones sitúan el costo en USD 30.000 millones. Lo más alarmante es que está causando unas 20.000 muertes prematuras anuales.
Generación de electricidad y contaminación del aire en MENA
Una industria en particular tiene gran parte de la responsabilidad de niveles tan altos de contaminación en la región: la producción de electricidad (EP). La población y el PBI del MENA crecieron un 150% y 220% respectivamente, en las últimas cuatro décadas. Su EP, sin embargo, saltó a casi el 600%. Esta cifra es significativamente más alta que todas las demás regiones, con la excepción de Asia Oriental, donde el EP alcanzó el 680% en el mismo periodo.
Este rápido crecimiento de la producción eléctrica generó importantes desafíos ambientales para la región, ya que más del 98% se genera a través de combustibles fósiles. Como resultado, el sector es uno de los más dañinos para el medio ambiente mundial. Esto es especialmente cierto para los países donde la participación del combustible para calefacción es significativa: Líbano (94%), Irak (92%), Kuwait (71%), Arabia Saudita (42%) e Irán (26%).
Si bien el gas natural se ha convertido de manera constante en el combustible principal para la generación de electricidad en MENA, representó alrededor del 65% en 2019, el combustible para calefacción, que es altamente contaminante, sigue siendo el principal en las centrales eléctricas de la región. En 2019, más del 30% de toda la electricidad generada en MENA se produjo con gasóleo.
El enorme potencial de la energía solar y eólica en MENA sigue sin aprovecharse
Mientras que el resto del mundo ha estado avanzando con las energías renovables, las economías del MENA ricas en hidrocarburos se rezagaron sustancialmente. De todas las regiones del mundo, tiene la participación más baja de energía renovable como parte del consumo total del sector energético. La energía renovable, sin incluir la variante hidroeléctrica, fue responsable de menos del 1,5% de toda la generación de electricidad en la región MENA, significativamente por debajo del promedio mundial de más del 10%.
Este es el caso a pesar de que MENA tiene un inmenso potencial para las energías renovables, a saber, la solar y la eólica. La generación de electricidad a partir de granjas solares, plantas de energía térmica y células fotovoltaicas es económicamente más justificable en áreas con irradiación normal directa (IND) diaria superior a 5 kWh por metro cuadrado.
Como se ve en la Gráfico 2, esto representa casi todas las partes de la región MENA, mostrada con tonos amarillos, naranjas, rojos, violetas y violetas oscuros, mientras que al menos la mitad de MENA tiene clasificaciones de IND de más de 6.4 kWh por metro cuadrado. Desde una perspectiva técnica, la región tiene el potencial de producir energía solar que equivale entre el 50% y el 60% de la demanda toda de electricidad mundial.
Respecto a la energía eólica, vastas áreas del MENA poseen recursos sustanciales. Como se observa en la Gráfico 3, en más de tres cuartos de la región —áreas pintadas en verde, amarrillo, naranja, rojo y púrpura— la velocidad promedio del viento es de más de 5 metros por segundo y la más alta es de 50 metros, alcanzando la velocidad mínima de viento que se requiere para el desarrollo de escalas de utilidad en granjas eólicas.
Subsidiar el desarrollo de las energías solar y eólica
Los acuerdos de compra de energía (PPA) y las tarifas de alimentación (FiT) son mecanismos de política destinados a promover las inversiones en energía renovable al ofrecer contratos a largo plazo y compensaciones basadas en costos. Los PPA generalmente duran entre 15 y 25 años y las compensaciones FiT están por encima de los precios minoristas de la electricidad en el mercado.
Hasta ahora, sólo cinco países de MENA —Argelia, Egipto, Irán, Israel y Jordania— tienen algún tipo de PPA para incentivar la generación de electricidad a través de fuentes eólicas y/o solares. Sin embargo, los FiT ofrecidos por estos PPA no son lo suficientemente atractivos como para acelerar el desarrollo de la generación de energía eólica y solar en estos países.
Por ejemplo, en el caso de Irán, el segundo país más poblado de MENA, el FiT ha caído de alrededor de 14 centavos (USD) por kWh en 2017 a menos de 2 centavos por kWh en 2020 debido a las depreciaciones masivas de la moneda en los últimos tres años. Esto ha sofocado las inversiones en energía eólica y solar del país. Enfrentando déficits presupuestarios masivos, principalmente debido a la mala gestión económica y en parte a las sanciones, el gobierno iraní no puede comprometerse con un FiT fijo de 12 centavos, el promedio mínimo requerido para realizar inversiones a largo plazo en parques eólicos y solares, económicamente justificable.
Lo mismo es cierto para la mayoría de los países MENA, donde las posiciones fiscales de los gobiernos son significativamente más débiles que antes. Esto se debe a los precios más bajos y volátiles del petróleo y el gas en la última década y el impacto económico masivo de la pandemia global. Por ejemplo, para que la energía eólica satisfaga el 10% de la demanda total de electricidad en MENA —alrededor de 150 Teravatios-hora a partir de las cifras de consumo eléctrico en 2019—, los gobiernos deben asignar alrededor de USD 20.000 millones por año para comprometerse a un FiT atractivo.
Redirigir los subsidios a los combustibles fósiles para las energías renovables
A primera vista, parece que la región no tiene suficientes recursos financieros para incentivar el desarrollo de la energía eólica y solar. Sin embargo, reducir los subsidios anuales a los combustibles fósiles en solo un 5% liberará recursos adecuados para que los gobiernos subsidien el FiT mínimo. Este último es requerido para el desarrollo de parques eólicos que podrían satisfacer el 10% de toda la demanda eléctrica regional. Además, menos del 40% de los subsidios anuales a los combustibles fósiles es suficiente para cubrir los costos de capital y mantenimiento de miles de turbinas en tales granjas durante un período de 20 años.
La región MENA cuenta con amplios recursos solares, eólicos y financieros para hacer la transición de su industria de generación de electricidad altamente contaminante de los combustibles fósiles, especialmente, el petróleo para calefacción, a las fuentes eólicas y solares. Los gobiernos deberían reconsiderar críticamente sus políticas en torno a los subsidios fósiles económicamente derrochadores, socialmente injustos y perjudiciales para el medio ambiente que han obstaculizado el desarrollo de las renovables.
La reducción de los subsidios a los combustibles fósiles podría conducir a una mayor eficiencia energética en las economías de MENA, así como fomentar el desarrollo de la economía de energías alternativas en la región. Esto mejorará la calidad del aire y los resultados de salud, al mismo tiempo que creará cientos de miles de empleos verdes. Además, este cambio reduciría el consumo de agua y la contaminación en una de las regiones del mundo con mayor estrés hídrico.
Si bien los beneficios económicos, sociales y ambientales de reducir o eliminar los subsidios a los combustibles fósiles son indiscutibles, las consideraciones políticas impidieron que los legisladores de la región tomen este importante paso. Con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y los Objetivos Ambientales, Sociales y de Gobernanza (ESG) ganando terreno entre los formuladores de políticas globales, las comunidades empresariales y los consumidores por igual, los formuladores de políticas en la región enfrentarán una presión e incentivos crecientes para aprovechar los recursos eólicos y solar.
Aunque las inversiones en el sector renovable del MENA crecieron alrededor de 10 veces en la última década, pasando de USD 1.2 mil millones en 2008 a más de USD 11.000 millones en 2016, se necesita hacer mucho más en este frente. Las reformas sustanciales a los subsidios a los combustibles fósiles son fundamentales para este proceso.
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Amin Mohseni Cheraghlou es Doctor en Economía por la Universidad Americana, Profesor Asistente en el Departamento de Economía de la misma institución, y sus áreas de conocimiento son desarrollo macroeconómico, economía energética, economía y finanzas islámicas.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Middle East Institute el 23 de febrero de 2021.