Por Haidar Eid para Mondoweiss
Gaza se encuentra bajo un bloqueo medieval y hermético desde 2006. Cuando apenas comenzaba, se le negó la entrada a la misión de investigación encabezada por el activista sudafricano anti-apartheid y Premio Nobel, Desmond Tutu. Su tarea era investigar la masacre de Beit Hanoun, donde un ataque aéreo israelí mató a 19 civiles, incluyendo mujeres y niños. En ese momento, Tutu declaró que la masacre israelí contra la población palestina en Gaza “tenía todas las características de los crímenes de guerra”. Él, entre otros activistas sudafricanos contra el apartheid, como Ronnie Kasrils y Ahmed Kathrada, insistieron en que el sufrimiento palestino a manos de los israelíes es mucho peor que lo que los sudafricanos negros experimentaron bajo el apartheid sudafricano.
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Los niños del campamento de Jabaliya, asolado por la pobreza, no conocen el sabor del chocolate, porque Israel controla todos los aspectos de su vida. Esposos y esposas son separados, y las familias son distanciadas unos de otros como resultado de la ocupación y el sistema de apartheid israelí.
Hoy, cientos de puestos de control separan ciudades y pueblos en Cisjordania, y limitan severamente el desplazamiento de estudiantes y civiles hacia sus trabajos, universidades, escuelas y hospitales. En lo que podría describirse mejor como la ‘bantustanización’ de Cisjordania, los palestinos están separados unos de otros. Incluso los miembros de una familia que viven a solo 40 minutos unos de otros se ven incapaces de reunirse debido a las políticas del apartheid israelí.
Muchas casas, naranjos y olivares fueron destruidas debido a la construcción del Muro del Apartheid que segrega a las comunidades en función de su religión. A los palestinos no se les permite entrar en asentamientos exclusivamente judíos. Y tampoco pueden disfrutar de los derechos civiles que tienen sus homólogos judíos. Esto, solo por pertenecer a la religión equivocada.
Seis millones de refugiados palestinos, ya sea en la diáspora o viviendo en condiciones atroces e inhumanas en los cercados campos de refugiados en el Líbano, Siria y otros países árabes vecinos, todavía esperan regresar a los hogares de los que fueron expulsados en 1948, tal cual lo dicta la Resolución No. 194 de la ONU.
Lo que los palestinos en Cisjordania y Gaza están viviendo es un proceso que el historiador revisionista israelí Ilan Pappe describió como un ‘genocidio progresivo’. La masacre de activistas por la paz en el navío Mavi Marmara, junto con los tres ataques masivos contra Gaza en 2009, 2012, 2014, y el asesinato y mutilación de cientos de manifestantes pacíficos en la Gran Marcha del Retorno fueron otro punto de inflexión en la historia de la causa palestina.
¿Qué se debe hacer?
Ésta es la pregunta que debe abordarse en el Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino.
Es responsabilidad de los ciudadanos del mundo aislar a Israel por medio de una intensa campaña de boicot, desinversión y sanciones (BDS) hasta que cumpla con el derecho internacional. El movimiento global de BDS fue instrumental en hacer colapsar al régimen del apartheid sudafricano. Igualmente, instamos a las personas de conciencia a acompañarnos en nuestro llamado de BDS por una Palestina libre hasta que se haya logrado la rendición de cuentas y la justicia, hasta que el derecho al retorno y reparación sea implementado. El desequilibrio de poder en esta lucha sólo puede contrarrestarse mediante un poderoso movimiento de solidaridad internacional que tome al movimiento BDS como guía.
Los esfuerzos civiles creativos como los barcos Free Gaza (Gaza Libre) que rompieron el asedio más de cinco veces, la Marcha por la Libertad de Gaza y la Flotilla por la Libertad de Gaza son solo ejemplos de lo que se necesita, para romper el asedio y poner en su lugar a ese Estado arrogante y de apartheid. Si bien los líderes de la comunidad internacional son cómplices de Israel, confiamos en que se unan a nuestra lucha las personas valientes y conscientes. De la misma manera, los oprimidos sudafricanos esperaban que todos los acompañemos en su lucha contra el inhumano régimen de apartheid hasta su derrumbe en 1994.
La única forma en que podemos redimir la sangre de quienes fueron asesinados brutalmente desde la Nakba en 1948 es asegurándose de que sus familias sobrevivientes viven en una sociedad justa donde todos los ciudadanos son iguales independientemente de su género, color, raza, etnia, sexualidad o religión.
El Arzobispo Tutu nos recuerda que al elegir ser neutrales en situaciones de injusticia, elegimos estar del lado del opresor. No se debe guardar silencio ante la injusticia, hay que defender a Palestina y a las víctimas de un estado de terror que cayó sobre ellas hace más de 72 años. Boicoteen el apartheid israelí.
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Haidar Eid es profesor asociado en Literatura Postcolonial y Postmoderna en la Universidad Al Aqsa, consultor político en la Red Palestina de Política Al Shabaka, y autor de los libros ‘Postmodernismo mundial: posibilidades interpretativas de la teoría crítica’ y ‘Contrarrestando la Nakba palestina: un Estado para todos’.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Mondoweiss el 29 de noviembre de 2020.