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El Interprete Digital

La reconstitución de la OLP: ¿existe sitio para Hamás y la Yihad Islámica?

Por Belal Shobaki para Al-Shabaka: The Palestinian Policy Network

Hamás en los muros de Tulkarem. [Michael Loadenthal/ Creative Commnos]

Este documento analiza la evolución de cada movimiento islamista en las tres últimas décadas, así como su creciente pragmatismo. Analiza las formas en que los obstáculos a la integración de ambas organizaciones son ahora más políticos que doctrinales, e identifica los puntos de entrada para reconstruir el movimiento nacional palestino.

[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]

Cuando Ahmad al Shuqairi fundó la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en 1964, imaginó una entidad que representara a todos los palestinos. Sin embargo, no pudo hacer realidad esta visión porque Fatah expresó su falta de confianza en él y en su política de la OLP en una declaración a la reunión de ministros de Asuntos Exteriores árabes celebrada en El Cairo el 9 de diciembre de 1967. Al Fatah se había pronunciado anteriormente en contra de la tutela árabe de la causa palestina y de la necesidad de liberar Palestina mediante la lucha armada. La posición actual de Hamás y la Yihad Islámica respecto a la plataforma política de la OLP se asemeja a la de Fatah a finales de la década de 1960.

Sin embargo, la postura de los dos movimientos islamistas se basó no sólo en la crítica a la plataforma política y la estructura organizativa de la OLP, sino también en motivos doctrinales. Mientras que Fatah tardó sólo un año en acceder a la OLP tras emitir su declaración de 1967, ni Hamás ni la Yihad Islámica pudieron unirse hasta el día de hoy. Esto se debe principalmente al hecho de que, durante muchos años, ninguno de los dos movimientos pudo separar sus creencias políticas de las religiosas sin socavar por completo sus principios básicos y perder a sus electores. Sin embargo, en las tres últimas décadas que pasaron en la arena palestina, tanto Hamás como la Yihad Islámica, en particular Hamás, evolucionaron en su postura hacia la OLP.

Este documento analiza la evolución de cada movimiento islamista en las tres últimas décadas, así como su creciente pragmatismo. Analiza las formas en que los obstáculos a la integración de ambas organizaciones son ahora más políticos que doctrinales, e identifica los puntos de entrada para reconstruir el movimiento nacional palestino.

Hamás, la Yihad Islámica y el largo camino hacia la Declaración de El Cairo

Cuando Hamás publicó su carta en 1988, se dirigió a la OLP en el artículo 27:

“La Organización para la Liberación de Palestina es lo más cercano al corazón del Movimiento de Resistencia Islámica […] Compartimos la misma patria, la misma calamidad, el mismo destino y el mismo enemigo. Influenciada por las circunstancias que rodearon su fundación, la confusión intelectual imperante en el mundo árabe […] la OLP abrazó la idea de un Estado laico […]. La ideología laica es diametralmente opuesta a la ideología religiosa. La ideología determina las posiciones, los modos de conducta y las resoluciones. Por lo tanto, aunque el Movimiento de Resistencia Islámica expresa su aprecio por la OLP […] no puede cambiar la naturaleza islámica presente y futura de Palestina por el pensamiento secular […]. Cuando la OLP adopte el Islam como pauta de vida, nos convertiremos en sus soldados y en el combustible de su fuego que quemará a los enemigos”.

Estas palabras positivas sobre la OLP no pudieron salvar la división laico-religiosa entre ambos movimientos. De hecho, la postura de Hamás sugiere que pretendía gobernar desde el principio. Al tiempo que se presentaba como un movimiento de liberación contra la ocupación, Hamás tenía una visión clara del futuro de Palestina como un país islámico donde el islam se practicara como forma de vida. Su postura también sugería que el hecho de que la OLP no abrazara el islam de este modo impediría a Hamás unirse a Fatah contra la ocupación, e incluso que no lucharía contra la ocupación bajo el paraguas de la OLP. De hecho, Hamás convocó repetidamente actos de resistencia durante la Primera Intifada que diferían de los convocados por las facciones de la OLP. En respuesta, la OLP cuestionó el patriotismo de Hamás y acusó al movimiento de sabotear el consenso nacional.

Dado que los estatutos de Hamás no abordaban plenamente la postura de la organización respecto a la OLP como representante legítima del pueblo palestino, Hamás emitió posteriormente declaraciones más claras sobre los mecanismos utilizados para constituir el Consejo Nacional Palestino (CNP), así como sobre la plataforma política de la OLP. Por ejemplo, en su respuesta de abril de 1990 a la invitación del entonces presidente del CNP, Abdul Hamid al Sayeh, para participar en los preparativos de la próxima sesión del CNP, Hamás expuso dos de sus principales desacuerdos con la OLP:

  • La legitimidad de la representación de la OLP del pueblo palestino está condicionada a que la CNP refleje el peso respectivo de las distintas facciones sobre la base de elecciones o nombramientos;
  • La plataforma política de la OLP no debe contradecir las creencias del pueblo palestino musulmán recogidas en los estatutos de Hamás, que estipulan que renunciar a cualquier parte de la tierra viola la doctrina islámica, y que separar lo político de lo religioso vacía a los movimientos, instituciones y organizaciones civiles de cualquier rol significativo.

Cuando la Primera Intifada se calmó y comenzó la era de Oslo, la OLP entró en un estado de animación suspendida, mientras que la carta de Hamás era un documento olvidado al que nadie hacía referencia, salvo los estudiosos en sus investigaciones y los políticos israelíes en sus esfuerzos por condenar a Hamás en foros diplomáticos o en los medios de comunicación. Durante la década de 1990, Al Fatah se preocupó de dirigir la Autoridad Palestina (AP) bajo la ocupación y marginó a la OLP, mientras que Hamás emprendía la resistencia armada, convirtiéndose no sólo en objetivo de Israel, sino también de las fuerzas de seguridad de la AP.

El fracaso de las conversaciones de Camp David en 2000 para transformar la AP en un Estado palestino y el estallido de la Segunda Intifada inauguraron una nueva fase en la que las facciones de la OLP volvieron a la resistencia contra la ocupación junto a Hamás y la Yihad Islámica. Como en el caso de la Primera Intifada, la resistencia de estos últimos no se llevó a cabo bajo el mismo paraguas político. Sin embargo, los desacuerdos internos palestinos eran menos agudos, sobre todo teniendo en cuenta la invasión a gran escala de las tierras palestinas ocupadas por parte del Primer Ministro israelí Ariel Sharon.

Al final de la Segunda Intifada, la OLP seguía en coma, aunque ahora había intentos de resucitarla por parte de la misma organización Al Fatah que la había marginado durante años. Esto se debió a la muerte del presidente de la OLP y presidente de la AP, Yaser Arafat, la elección de Mahmud Abbas, que se opuso a la acción militar, la retirada unilateral de Israel de Gaza y las conversaciones intrapalestinas posteriores a la Intifada que culminaron en la Declaración de El Cairo de 2005.

La Declaración de El Cairo logró un consenso palestino sobre la necesidad de reactivar la OLP, especialmente tras los intentos israelíes de socavar la AP. De hecho, los partidos políticos reunidos en El Cairo creían que mantener la irrelevancia de la OLP equivalía a un suicidio político. La Declaración afirmaba que los reunidos estaban de acuerdo en

“Desarrollar la Organización para la Liberación de Palestina sobre bases que se establecerán de forma consensuada para incluir a todas las potencias y facciones palestinas, ya que la organización es la única representante legítima del pueblo palestino. Para ello se ha acordado formar un comité para definir estas bases, y el comité estará formado por el presidente del Consejo Nacional, los miembros del Comité Ejecutivo de la OLP, los secretarios generales de todas las facciones palestinas y personalidades nacionales independientes. El presidente del Comité Ejecutivo convocará a este comité”.

Para Hamás, la Declaración de El Cairo representó un claro cambio respecto a sus posiciones anteriores. En parte como consecuencia de la Declaración, decidió participar en las segundas elecciones al Consejo Legislativo Palestino (CLP), a pesar de que el Consejo se había creado en el marco de los Acuerdos de Oslo, que consideraba una traición. De hecho, Hamás se había negado a participar en las elecciones al CLP de 1996 y había prohibido a sus miembros que lo hicieran. Sin embargo, Hamás consideró invalidados los Acuerdos cuando los tanques de Sharon demolieron la sede de la AP. También atribuyó la retirada de Israel de Gaza a su resistencia. Las partes interesadas locales e internacionales aprobaron o hicieron la vista gorda a la participación de Hamás, pensando que la domesticaría y contendría en el marco de la AP, como declaró inequívocamente la entonces Asesora de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Condoleezza Rice.

La Declaración de El Cairo también supuso un marcado alejamiento de las primeras declaraciones de la Yihad Islámica. A pesar de que la Yihad Islámica rara vez chocaba con la OLP y Al Fatah al no ser un rival a la hora de captar electores, su postura no era muy diferente de la de Hamás. Su fundador y Secretario General, Fathi Shaqaqi, fijó la posición:

“[Los] puntos débiles del proyecto nacional palestino residen en la propia ideología política nacional que excluía al Islam. Al mismo tiempo, el movimiento islámico tradicional no se implicó en la causa palestina […] Los que abrazaron la ideología islámica no se comprometieron con Palestina, mientras que los que sí lo hicieron (el movimiento nacional) excluyeron el Islam de su retórica intelectual y revolucionaria. Nosotros, en cambio, hemos descubierto que Palestina era una parte fundamental del Corán, y así nos hemos dado cuenta de que la causa palestina era fundamental para el movimiento islámico y la nación islámica y árabe [1]. 

Más allá de los años perdidos de división

Al firmar la Declaración de El Cairo, con su llamamiento a reactivar la OLP sobre la base del consenso, Hamás y la Yihad Islámica creyeron que se había superado la cuestión de la ideología de la OLP, así como la cuestión de la adopción del Islam. Basándose en esta declaración, ambos movimientos podían unirse a la OLP, ya que los requisitos previos para la adhesión eran de procedimiento y no de fondo.

Sin embargo, los acontecimientos políticos posteriores frustraron cualquier avance constructivo. En 2006, Hamás ganó las elecciones legislativas, pero Al Fatah, así como los actores regionales e internacionales, se negaron a aceptar este resultado y trataron de sabotear su gobierno. En 2007, Hamás permitió que su ala militar se hiciera con el control de Gaza. Desde entonces, el movimiento nacional palestino se vio desgarrado por luchas intestinas y los palestinos gastaron la mayor parte de su energía política en gestionar la división entre Al Fatah y Hamás, en lugar de aprovechar los éxitos de la Declaración de El Cairo para reactivar la OLP. El coste para el pueblo palestino y su causa fue poco menos que desastroso.

Los acontecimientos de los últimos años hicieron más posible considerar un renacimiento de la OLP, aunque todavía existen celos institucionales que superar. Por ejemplo, se dice que Al Fatah está muy interesada en revivir la OLP para crear un nuevo espacio fuera de la AP que reduzca a Hamás. Además, se cree que Al Fatah quiere revivir la OLP sin reformas ni elecciones, un punto clave de desacuerdo. También ha exigido que Hamás y la Yihad Islámica reconozcan a la OLP como único representante legítimo del pueblo palestino sin condiciones previas, algo que ambos movimientos rechazaron en repetidas ocasiones.

No obstante, las presiones sobre ambos movimientos, así como las transformaciones regionales asociadas a los levantamientos árabes, la disminución del apoyo sirio e iraní y la desaparición de los Hermanos Musulmanes en Egipto, impulsaron a Hamás y a la Yihad Islámica a modificar su discurso político, también en lo que respecta a la OLP.

El documento de principios y políticas generales de Hamás de 2017 sustutuyeron a la carta original, afirmando que “la OLP es un marco nacional para el pueblo palestino dentro y fuera de Palestina. Por lo tanto, debe preservarse, desarrollarse y reconstruirse sobre bases democráticas para garantizar la participación de todos los constituyentes y fuerzas del pueblo palestino, de manera que se salvaguarden los derechos palestinos”. Esta declaración es un claro indicio de que Hamás está prestando más atención a los marcos democráticos y los derechos políticos en lugar de remitirse a su antigua literatura islamista. Este importante cambio puede servir para facilitar la adhesión de Hamás a la OLP.

En cuanto a la Yihad Islámica, aunque su nuevo documento de 2018 reafirmaba que la OLP no representaba a todo el pueblo palestino y debía reconfigurarse, no invocaba la retórica de Shaqaqi sobre fundamentar la acción nacional en las enseñanzas islámicas. En su lugar, pidió la reconstrucción de la OLP por medios democráticos. La negativa de la Yihad Islámica a firmar la declaración de clausura de las reuniones de Moscú de 2019 estaba en plena consonancia con su documento político: Rechaza la descripción de la OLP como el único y legítimo representante del pueblo palestino, sin hacer referencia a la necesidad de reforma y de elecciones al PNC.

Acabar con la división y reconstruir la OLP

Este documento trato de mostrar las formas en que Hamás y la Yihad Islámica evolucionaron en su posición frente a la OLP como único representante del pueblo palestino desde la década de 1980 hasta la Declaración de El Cairo de 2005 y las elecciones subvertidas de 2006. No trato de abordar el impacto de esta división en el proyecto nacional palestino ni en el destino del pueblo palestino. Más bien se centró en los cambios significativos que se produjeron en Hamás y la Yihad Islámica, que han pasado de un enfoque doctrinal de la gobernanza a otro democrático.

Las presiones tanto sobre Hamás como sobre Fatah fueron en aumento. La AP como estructura nacional se erosionó y sus roles funcionales aumentaron. Hamás y la Yihad Islámica están tropezando a causa del asedio, las transformaciones regionales y su gran implicación en la gestión de los asuntos públicos en Gaza, mientras que en Cisjordania siguen viéndose perjudicados. Ambas facciones también tienen que hacer frente a las repercusiones actuales de la pandemia del COVID-19.

Quizás el acontecimiento más significativo que impulsa a los palestinos hacia la OLP es externo al cuerpo político palestino: No sólo han fracasado los largos años de intentos de llegar a un acuerdo político con Israel, sino que la medida de Israel de anexionarse directamente Cisjordania, tras la anexión de Jerusalén Este y el Golán sirio, no dejan ni siquiera la pretensión de la posibilidad de un acuerdo negociado.

La necesidad palestina de un liderazgo eficaz y representativo nunca fue tan acuciante. En la actualidad, no existe ningún organismo político que pueda reivindicar ser el único y legítimo representante del pueblo palestino, y no hay propuestas para crear un organismo de este tipo. Todas las facciones, incluidas Hamás y la Yihad Islámica, reconocen la importancia y la necesidad de revitalizar la OLP y recuperar sus poderes y autoridades. Hamás y la Yihad Islámica han trascendido su anterior condición de que la OLP adopte el Islam como forma de vida.

La Declaración de El Cairo de 2005 sigue siendo una base sólida para volver a convocar a las facciones políticas que constituyen la circunscripción clave de la OLP. El documento político de Hamás de 2017 y el de la Yihad Islámica de 2018 también contribuyen al camino a seguir. El consenso en torno a la necesidad de reformar y revitalizar la OLP debe conducir a un consenso sobre el método de elección de la PNC. Es necesario llegar a un acuerdo sobre los mecanismos para las elecciones cuando sea posible, y sobre otros métodos para garantizar la representación de los palestinos que no puedan participar en las urnas. El mandato de la recién constituida PNC incluiría la revisión del programa político de la OLP y el establecimiento de comités para reconstruir y reestructurar las instituciones de la OLP de acuerdo con ese programa político, instituciones que representen a todos los palestinos.

El pueblo palestino en su país y en el exilio demostrato a lo largo de un siglo que es capaz de recrear su proyecto nacional de autodeterminación, libertad y derechos. Este documento hace una modesta contribución al mostrar que algunos de los elementos básicos están ahí y pueden -y deben- utilizarse sin demora.

Este comentario es un extracto de un informe más amplio, “Reclaiming the PLO, Re-engaging Youth“, publicado en agosto de 2020. Consulte la introducción del informe para obtener más información sobre su contenido y sus colaboradores.

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Belal Shobaki es Director del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Hebrón (Palestina). Es miembro político de la Palestinian Policy Network. Es fundador y coordinador del Doble Máster en Diplomacia Pública y Cultural de la Universidad de Hebrón con la Universidad de Siena (Italia). 

N.d.T.: El artículo original fue publicado por Al-Shabaka: The Palestinian Policy Network el 14 de septiembre de 2022.

[1] Rifat Sayed Ahmad, Blood Beats the Sword: The Complete Works of Dr. Fathi Al-Shaqaqi, (El Cairo: Centro Jaffa de Estudios e Investigación, 1997), 78.