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El Interprete Digital

Universidades sirias en ruinas

Por Muhieddine Ammoura para Al Jumhuriya

Universidad de Damasco. [Syrian Eng / Creative Commons]

Amjad es estudiante de tercer año en la Facultad de Económicas, pero se sienta detrás de la caja registradora de un restaurante de comida para llevar. Habla con los clientes, les cobra, atiende el teléfono y anota el pedido con la dirección de entrega. Siempre que tiene ocasión, echa un vistazo al libro que tiene abierto a sus pies.. Trabaja por las tardes en este restaurante de comida rápida para mantenerse a sí mismo y a su familia, como ha hecho desde que entró en la universidad hace tres años. 

[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]

Amjad comenta, “no soy el único que trabaja además de estudiar. La mayoría de mis compañeros, jóvenes de ambos sexos, trabajan en distintos oficios a la vez que estudian para poder mantenerse durante la universidad. Puede que mantenga este trabajo después de licenciarme, porque no es fácil encontrar un empleo que se ajuste a mi titulación con unos ingresos que me eviten tener que hacer horas extras.”

Antes de abordar el tema de los graduados universitarios y las dificultades a las que se enfrentan, ¿cuál es la realidad de la enseñanza superior en Siria hoy en día, especialmente en las universidades públicas?

La educación superior tras una década de guerra

El 15 de abril de 2021 se celebró un taller titulado ‘La enseñanza superior en Siria tras una década de guerra’, organizado por el programa EDU-Siria, financiado por la UE, y el Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD). Sus participantes, académicos y expertos, explicaron que “las universidades sirias se enfrentan a un sinfín de retos, como infraestructuras dañadas, planes de estudios obsoletos y profesorado no cualificado. Además, hay una ausencia de recursos para la investigación y de libertad académica, así como inseguridad y falta de financiación e intercambio internacional”. Quizás esto resuma la mayoría de los retos y problemas a los que se enfrentan las universidades sirias, tanto públicas como privadas.

Así lo confirmó Sulaiman Mouselli, profesor de finanzas de la Universidad Árabe Internacional de Daraa. “La guerra causó muchos problemas en las universidades, tanto públicas como privadas. Entre ellos, la escasa digitalización de las infraestructuras, la mala calidad de la educación, los métodos de enseñanza anticuados, la falta de competencias digitales y la fuga de cerebros del profesorado debido a los bajos ingresos, la inestabilidad y la escasa financiación. El deterioro de la situación ha obligado a muchos estudiantes a tratar de llenar lagunas mediante el autoaprendizaje, recurriendo a cursos de código abierto y gratuitos en línea”.

Por su parte, Salam Said, profesora de economía y ciencias sociales en el Instituto de Tecnología de Karlsruhe (Alemania), conversó de la importancia de la enseñanza superior en los esfuerzos de consolidación de la paz y reconciliación. “El objetivo de la enseñanza superior no es sólo proporcionar competencias profesionales o realizar investigaciones, sino permitir a los estudiantes ser críticos y creativos, y capacitarlos para pensar de forma innovadora. La educación superior también ayuda a mantener a los jóvenes alejados de la participación en conflictos armados, y les permite compartir los valores de la paz, la democracia y la solidaridad. Sin embargo, las universidades deben ser completamente independientes, una condición difícil de mantener en sociedades patriarcales y contextos políticos represivos.” 

Por su parte, Nahed Ghazoul, profesora adjunta de lingüística en la Universidad de París Nanterre, también describió extensamente el deteriorado estado de la educación en Idlib y el norte de Siria.

Otros factores que también podrían tenerse en cuenta son las condiciones políticas y de seguridad que afectaron a las universidades en Siria. Las amenazas, persecuciones y detenciones que sufrieron muchos estudiantes y personal docente al principio de la revolución siria obligaron a muchos a interrumpir sus estudios o a abandonar el país, lo que se analizará en detalle más adelante.

Clasificación de las universidades sirias

La enseñanza superior en Siria experimentó un importante declive en los últimos años, lo que queda claramente demostrado en las clasificaciones internacionales de las universidades e institutos públicos y privados sirios, como muestra el Ranking Webometrics de Universidades del Mundo, que publica clasificaciones universitarias dos veces al año. Recoge datos en las primeras semanas de enero y julio de cada año, y publica sus resultados al final de estos dos meses. En su clasificación de universidades, el sitio se basa en indicadores extraídos de los sitios web de las universidades en cuestión, en la calidad de los resultados de la enseñanza y la investigación, la posición internacional de la universidad, el alcance de su comunicación con la sociedad y si cumple las normas y requisitos más importantes de la investigación científica, incluido el contacto con diversos sectores de la economía. 

En el momento de redactar este informe, la Universidad de Damasco ocupaba el puesto 3.628 a nivel mundial y el primero en Siria, mientras que la Universidad de Tishreen en Latakia ocupaba el segundo lugar en Siria y el puesto 4.119 a nivel mundial, y la Universidad de Alepo ocupaba el tercer lugar en Siria y el puesto 4.936 a nivel mundial, y en cuarto lugar en Siria se situaba el Instituto Superior de Ciencias Aplicadas y Tecnología de Damasco, con el puesto 4.999 a nivel mundial. En sexto lugar se situó la Universidad Al Baath de Homs, con 5.358 puntos. La Universidad de Hama ocupó el puesto 12 a nivel local y el 8.480 a nivel mundial, y en el puesto 11 a nivel de Siria se situó la Universidad Virtual Siria, cuya clasificación global es de 7.989, según el sitio web. 

En cuanto a la Universidad del Éufrates de Deir ez Zor, ocupó el puesto 20 en Siria, mientras que la Universidad de Tartus se situó en el puesto 14 y el Instituto Superior de Administración de Empresas de Damasco en el 22 a nivel nacional. El resto de las clasificaciones a nivel de Siria correspondieron a universidades privadas.

Las reacciones a esta clasificación variaron a nivel oficial en Siria, ya que el periódico Al Watan, alineado con el régimen, publicó a principios de año un artículo sobre los resultados de la clasificación en el que se afirmaba: “La nueva clasificación defraudó las expectativas anteriores de la enseñanza superior, según las cuales la clasificación de la Universidad de Damasco mejoraría hasta situarse por debajo de los 3.000 (según una declaración del ex ayudante del ministro. Mientras tanto, el ministerio mantiene la esperanza de que Siria entre en la escala de los 2.000 en las próximas clasificaciones”. 

El artículo del periódico añadía: “La información del Ministerio de Educación Superior reveló nuevas medidas adoptadas para mejorar la clasificación, con un estudio para apoyar la publicación externa para profesores e investigadores, siempre que la universidad pague la mitad o la totalidad de los costes de la publicación internacional.” 

El periódico se puso en contacto con el director de valoración y evaluación del ministerio, Issam Khoury, quien declaró: “Esperábamos una mejora significativa en la clasificación de la Universidad de Damasco, pero otras universidades también avanzan a buen ritmo”. Señaló que existen dificultades actuales en cuanto al acceso al sitio y a la realidad de Internet, además del elevado coste de la publicación internacional, que oscila entre 200 y 800 dólares. 

La pieza periodística obtuvo una copia de una declaración emitida por la Universidad de Damasco, en la que defendía el descenso de su clasificación global respecto a años anteriores diciendo: “La clasificación emitida en julio de 2021 adoptó un criterio que no se adoptó en la primera clasificación experimental de enero de 2022, como era habitual. La Universidad de Damasco no descendió, sino que se utilizaron  nuevos criterios en la clasificación que difieren de los estándares anteriores, y un nuevo cálculo diferente del adoptado anteriormente.”

La universidad se refirió a los esfuerzos realizados para elevar su clasificación internacional, y el trabajo para lograr la presencia global a través de acuerdos internacionales que se implementaron a nivel nacional e internacional, así como los acuerdos firmados con países europeos y conferencias científicas a un alto nivel de coordinación internacional y local. A pesar de estas declaraciones, la clasificación de todas las universidades sirias ha descendido según las últimas cifras publicadas por el sitio web webometrics.

A este respecto, un profesor universitario (que prefirió no dar su nombre) declaró a Al Jumhuriya: “no podemos echar toda la culpa al ministerio o a las universidades, porque la situación es muy difícil. La educación dejó de ser una prioridad para el gobierno como lo era hace años. Hoy, la prioridad es el sustento de los ciudadanos, que el Estado es incapaz de garantizar. Imaginemos que, en 2010, las asignaciones a la educación en el presupuesto público del gobierno eran de 35.400 millones de SYP, equivalentes en aquel momento a unos 778 millones de USD, ya que el tipo de cambio oscilaba entre 46 y 50 SYP por USD. Sin embargo, en este año de 2022, todo el presupuesto público es de sólo 13.325 millones de SYP (5.300 millones de USD según los tipos de cambio de divisas cuando se anunció el presupuesto), y la mitad de este presupuesto se destina a subvenciones para la subsistencia. Además, el Ministerio de Educación Superior toma anualmente algunas decisiones controvertidas que restan atención a proyectos científicos y de investigación que podrían mejorar la reputación de la educación en Siria. Por lo tanto, no creo que se produzca una mejora tangible de la realidad de la educación a nivel local ni a nivel de las clasificaciones mundiales en un futuro previsible.”

Por otra parte, la Universidad Virtual Siria, de carácter público, emitió una extensa declaración sobre la clasificación de las universidades sirias, especialmente la Universidad Virtual, titulada “Mensaje de la Universidad a sus estudiantes: Sobre la clasificación de las universidades sirias entre la realidad y las aspiraciones”. 

La declaración comienza diciendo “hay que señalar que esta clasificación no goza de reconocimiento universal, por ser incompleta y basarse sólo en 4 indicadores”. Concluye diciendo: “la situación actual se mantendrá tal cual para la clasificación de las universidades públicas sirias y la Universidad Virtual Siria, y existe un progreso gradual relativo de las universidades privadas a nivel de Siria. Sin embargo, nuestra posición global en los rankings de webmetría seguirá siendo baja, y permanecemos fuera de los rankings más importantes. Esto no puede superarse, ni podemos lanzar a nuestras universidades hacia clasificaciones más avanzadas, sin realizar cambios fundamentales en el mecanismo de trabajo de todo el sistema de educación superior. Entonces, tras lograr importantes avances, podríamos hablar de los efectos del bloqueo político, económico, técnico y científico contra Siria, ya que otros países como Irán y Cuba han conseguido, mediante el desarrollo de sus propias capacidades, lograr importantes avances académicos a pesar de todos los injustos bloqueos que sufren.”

La estructura de las universidades públicas en la actualidad

En Siria existen ocho universidades públicas. La Universidad de Damasco es la mayor y más antigua de las existentes, y es la universidad madre de Siria, cuya primera creación se remonta a principios del siglo XX. Sus facultades e institutos se distribuyen principalmente entre la capital, Damasco, y su zona rural, y tiene tres sucursales en otras provincias (Daraa, As Suwayda y Quneitra). 

La Universidad de Alepo es la segunda más antigua de Siria, ya que su Facultad de Ingeniería se creó en 1946 y entonces estaba afiliada a la Universidad Siria de Damasco. Esta facultad constituyó el núcleo de la Universidad de Alepo, que se creó en 1958 con sede principal en la ciudad de Aleppo. Algunas facultades afiliadas a ella tenían su sede en la ciudad de Idlib antes de que ésta saliera del control del régimen. 

La Universidad de Tishreen se encuentra en la ciudad de Latakia. Fundada en 1971 y conocida inicialmente como Universidad de Latakia, sólo contaba con tres facultades, una de Artes y Humanidades, otra de Ciencias y otra de Agricultura. La universidad pasó a llamarse Universidad de Tishreen en 1975, y en la actualidad incluye muchas facultades y departamentos en la ciudad de Latakia, y tenía una sucursal en la ciudad de Tartus que más tarde se convirtió en universidad independiente. 

La Universidad Al Baath, situada en la ciudad de Homs, se creó en 1979. Tiene facultades en toda la ciudad, una sucursal en Palmira y otra en la ciudad de Hama que más tarde se convirtió en una institución independiente llamada Universidad de Hama. La Universidad de Al-Furat fue creada por la Ley nº 33 de 2006 para dar servicio a la región del este de Siria (Deir ez-Zor, al Hasakah, al-Raqqa). Con sede en la ciudad de Deir ez-Zor, la universidad tiene una sucursal en la ciudad de al Hasaka en la que los programas se suspenden de vez en cuando debido a los conflictos en la región entre las fuerzas del régimen y las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) o, como ocurrió el pasado mes de febrero, como consecuencia de los enfrentamientos entre las FDS y combatientes del ISIS tras la fuga de algunos miembros del ISIS de la prisión de al Sina’a, a las afueras de la ciudad de al Hasaka. 

La Universidad Al Furat tiene otra sucursal en la ciudad de Raqqa que dejó de funcionar desde 2013, después de que las fuerzas del régimen abandonaran la ciudad. En cuanto a la Universidad de Hama, que contaba con facultades de la Universidad al Baath, se convirtió en una universidad independiente en 2014 y ahora incluye varias facultades con sede en la ciudad de Hama, dos facultades en Salmiyah y una en Masyaf. 

La Universidad de Tartus, la más reciente de las creadas en Siria, también incluía varias facultades afiliadas a la Universidad de Tishreen, antes de convertirse en una institución académica por derecho propio, en 2015.

Por último, la Universidad Virtual Siria, que se define a sí misma de la siguiente manera: “como novedad en su género en Siria, la Universidad Virtual Siria vio su ceremonia oficial de inauguración el 2 de septiembre de 2002. La Universidad Virtual, la primera en adoptar la enseñanza virtual en Medio Oriente, creada por decisión del Ministerio sirio de Enseñanza Superior, tiene por objeto ofrecer a los estudiantes sirios una enseñanza de categoría mundial en su país, e incluye todas las categorías profesionales actualmente disponibles.”

Los programas de la Universidad Virtual de Siria incluyen: primer grado universitario (dos años), licenciatura “licencia” (cuatro años), ingeniería (cinco años), máster y estudios de posgrado (dos años), programas de doctorado y programas conjuntos con universidades extranjeras. Además de las universidades antes mencionadas, hay cuatro institutos superiores supervisados directamente por el Ministerio de Enseñanza Superior, dos en Damasco, uno en la zona rural de Damasco y otro en Homs, junto con institutos técnicos en Damasco, Homs, Alepo, Latakia y Deir ez-Zor y otros institutos afiliados a ministerios distintos del de Enseñanza Superior.

Para el régimen, la decisión de establecer universidades en Hama y Tartous no obedecía a razones puramente académicas. Más bien, fue una decisión política y de seguridad tomada en el contexto de los acontecimientos que se desarrollaron desde 2011, especialmente los sucesos de Alepo y su universidad, una de las más antiguas e importantes de Siria. Existía un gran temor de que Alepo quede completamente fuera del control del régimen, como ocurrió en Idlib y Raqqa, por lo que el régimen recurrió a una política de expansión hacia zonas en las que su control está asegurado y consolidado. Prueba de ello son las numerosas críticas vertidas contra la Universidad de Tartous, especialmente por su falta de personal docente y sus deficientes infraestructuras. 

La mayoría de los edificios que constituyen esta universidad son antiguas escuelas cedidas por el Ministerio de Educación al Ministerio de Enseñanza Superior a la espera de que se construyan verdaderos campus universitarios, lo que confirmó el diario Al Watan en un largo debate sobre los retrasos en las obras de construcción de la Universidad de Tartus, que no parece que vaya a recibir un campus en condiciones en breve. 

Según el informe del periódico, el terreno en el que debe construirse la Universidad de Tartus se adquirió en 2007 y, aunque el gobierno anunció la apertura de la Universidad de Tartus en 2015, la construcción comenzó hace cuatro años sobre el papel, pero no hay obras terminadas sobre el terreno a pesar de los miles de millones de SYP asignados a la misma.

Hassan no puede ocultar la conmoción que le produjo ser admitido en la Facultad de Económicas de Tartus, ir allí y descubrir que la facultad era una escuela reconvertida en colegio. Comenta: “toda mi vida soñé con entrar en la universidad. Cuando estaba en el instituto, observaba a los universitarios y esperaba el día en que yo sería universitario, pero no de la forma que vi en Tartus. La mayoría de las facultades son escuelas y, encima, no existe ciudad universitaria en Tartus, lo que supone un verdadero problema para la gente que viene de otras gobernaciones o para la gente del campo, que tiene dificultades para desplazarse a la universidad y volver a casa.”

Dificultades sufridas por los estudiantes

Para un estudiante universitario, las circunstancias en las que Amjad completa sus estudios distan mucho de ser ideales, pero no por ello deja de ser afortunado, al igual que sus compañeros, que se las arreglan para trabajar y cursar sus estudios al mismo tiempo. Miles de sus compañeros se vieron obligados a aparcar sus estudios universitarios debido al deterioro de las condiciones de vida de sus familias. 

Otros estudiantes optaron por campos teóricos que no exigen compromisos mínimos de asistencia, mientras que otros se matriculan en los llamados “institutos intermedios” que sólo requieren dos años de estudio en lugar de los cuatro, cinco o seis de las universidades, aunque ello agrava su temor al servicio militar obligatorio. En general, los estudiantes sufren los elevados costes de los estudios, las tasas de matriculación y los precios de los libros de texto, los apuntes y el material de papelería, así como los caros equipos y suministros necesarios en los campos prácticos. Para algunos, existen cargas financieras adicionales relacionadas con el transporte, especialmente para los estudiantes que residen en zonas rurales o los que deben desplazarse a través de las gobernaciones para asistir a clase. Sin embargo, esta dificultad es mayor para los que estudian en gobernaciones distintas de sus zonas de origen, y que deben residir lejos de sus familias con todos los gastos adicionales que ello conlleva. Según los estudiantes con los que hablamos, las necesidades económicas de un estudiante que vive lejos de su gobernación de origen pueden estimarse en unos 200.000 SYP al mes, lo que contrasta con el salario mensual de un empleado del gobierno, que es de aproximadamente 100.000 SYP. 

Por supuesto, se trata de gastos medios y no son constantes en todos los casos. Maysoon, que se trasladó de Deir Atiya a Damasco para ir a la universidad, se vio obligado a alquilar un apartamento en el distrito de Mezzeh Jabal de Damasco por 400.000 SYP al mes. “Busqué durante mucho tiempo hasta que encontré este apartamento por un alquiler ‘razonable’ en comparación con el enorme aumento del coste de la vivienda. Sin embargo, es un apartamento modesto con sólo algunos muebles. Compartiré vivienda y alquiler con mi colega, y si no tuviera un hermano que trabaja en el Golfo y cubre mis gastos, no habría conseguido terminar mis estudios.” 

Hussein, empleado del gobierno que tiene otro trabajo después de su turno, reside en Damasco mientras su hijo mayor estudia en la universidad en Homs. Hussain comenta: “juro por Dios que casi estoy mendigando en las calles. Mi hijo alquila un apartamento en Homs, y desde aquí le envío toda la comida que necesita, y todo lo que necesita excepto los gastos de la universidad. Sus hermanos siguen estudiando aquí. No llego a fin de mes, y el problema es que mi hijo estudia ingeniería, así que ni siquiera puede mantener un trabajo mientras estudia. Estoy pensando en trasladarlo aquí, a Damasco, a cualquier otra facultad, pues sigue siendo mejor que esta indignidad.” A nuestra pregunta de por qué su hijo no reside en las residencias universitarias, Hussein respondió: “¡Por Dios, no! Preferiría que dejara la universidad antes que vivir en el campus. Allí no existe higiene en absoluto, ni un ambiente adecuado para el estudio.” 

En varias gobernaciones, las residencias universitarias se consideran una mala opción de alojamiento para los estudiantes debido a sus deterioradas condiciones, ya que carecen de todo lo necesario para vivir, como agua, electricidad y saneamiento, pero las dificultades económicas obligan a algunos estudiantes a residir allí debido al elevado coste del alquiler de las viviendas fuera del campus.

Razan se trasladó de Deir ez-Zor a Damasco con su madre tras ser aceptada en el curso preparatorio para las facultades de medicina. Tras días de sufrimiento, consiguió una cama en una residencia universitaria. Razan cuenta: “En la misma habitación viven trece chicas, la mayoría de las cuales no son estudiantes universitarias. Más tarde me enteré de que pagaban sobornos al supervisor de la unidad, que les da documentos de matrícula falsos para entrar y salir de la ciudad, y pasa por alto su estancia en los dormitorios en lugar de pagar cientos de miles por el alquiler en la ciudad. El ambiente nunca es adecuado para estudiar, especialmente para un estudiante universitario de medicina que necesita mucho tiempo para estudiar”. El periódico Al Watan, afín al régimen, se refirió en más de una ocasión al campus de la residencia universitaria de Damasco, describiéndolo en una ocasión como “un alojamiento miserable con ocho personas en la misma habitación”, y en otra ocasión habló de redadas y posesión de drogas entre los estudiantes, y de “comportamientos inmorales en sus jardines.”

Esta situación no se limita a las residencias de estudiantes de Damasco, y lo mismo puede decirse de otras gobernaciones. En el campus de la residencia de estudiantes de Alepo, por ejemplo, se encontró recientemente el cadáver de un estudiante universitario en su habitación de la Unidad 19. El estudiante ciego de primer curso de literatura árabe fue hallado ahorcado. El estudiante ciego de primer curso de literatura árabe fue encontrado ahorcado, y los medios de comunicación afines al régimen no mencionaron si el estudiante se había suicidado o había sido asesinado. Para complicar aún más las condiciones de los estudiantes universitarios que residen fuera de sus gobernaciones, tanto dentro como fuera de las residencias universitarias, el régimen aumentó el precio de los paquetes de pan asignados a los estudiantes, elevándose de 200 a 1.250 SYP, es decir, más de seis veces.

Todos estos gastos empujan a los universitarios a buscar un empleo que les ayude a completar sus estudios. Muchos de ellos trabajan en restaurantes y tiendas, vendiendo verduras y frutas, así como en la construcción, de conserjes o vigilando almacenes y fábricas, para poder sufragar los gastos de sus estudios.

Hace aproximadamente un año, estaba reformando mi casa. Entre los obreros había un electricista con tres jóvenes ayudándole. Me llamó la atención la cortesía y la tranquilidad de estos jóvenes. Le pregunté al formador por ellos y me dijo: “son estudiantes universitarios, uno estudia literatura árabe, otro geografía y el otro asiste a la Facultad de Sociología. Hay otros estudiantes que trabajan conmigo, y en uno de mis proyectos existen unos 15 jóvenes universitarios”. A mi pregunta de por qué prefería trabajar con universitarios, respondió “estaba en mi segundo año en la Facultad de Ingeniería Eléctrica cuando murió mi padre y, debido a las dificultades económicas, dejé la universidad y viajé a Líbano para trabajar. De eso hace ya muchos años, pero a día de hoy sigo sintiendo amargura, sobre todo cuando trabajo en proyectos supervisados por ingenieros eléctricos. Aún me duele haber podido ser ingeniero como ellos, así que hoy me apetece ayudar a cualquier universitario que quiera terminar sus estudios y necesite un trabajo que le ayude”. Le pregunté por sus salarios, y me dijo que les da a cada uno 15.000 SYP al día y que no les obliga a trabajar diariamente, así que el que se ve capaz de trabajar cualquier día, lo recibe sin dudarlo.

El trabajo paralelo a los estudios afecta negativamente al rendimiento académico de muchos estudiantes y provoca un descenso de su nivel de estudios, pero para muchos de ellos sigue siendo preferible a abandonar por completo la enseñanza universitaria. 

Maram, estudiante de segundo curso de la Facultad de Educación, afirma: “a algunas clases sólo asisten cuatro o cinco estudiantes. A algunos profesores les da igual y dan sus clases como si la sala estuviera llena, mientras que a otros les molesta la falta de asistencia, abandonan la sala inmediatamente y nos piden que saquemos la clase impresa de la biblioteca. Si quieren saber cuál es el número real de estudiantes, deberían visitar la universidad en época de exámenes. Veríais a miles de estudiantes que se presentan a los exámenes y que confían en las clases ya preparadas que compran en las bibliotecas, mientras que no se ve a ninguno de ellos en todo el año”. Por su parte, Ahmed, estudiante de la Facultad de Comunicación de Masas, confirmó que su rendimiento académico en el tercer curso disminuyó sustancialmente en comparación con el primero y el segundo, ya que empezó a trabajar para mantener a su hermana menor, que ingresó en la universidad. Aunque su padre trabaja en la construcción después de su jornada laboral, el gasto es mayor de lo que un padre puede soportar.

Los problemas de los estudiantes universitarios van más allá de las preocupaciones económicas y de subsistencia, ya que muchos otros factores perturban la vida universitaria. Un gran número de estudiantes se vieron obligados a abandonar sus universidades y trasladarse a otras como consecuencia del intenso conflicto armado y la dificultad de movimiento, como ocurrió en Idlib, Raqqa, Deir ez-Zor y Daraa. En otros casos, el régimen bombardeó los campus universitarios, como ocurrió en la Universidad de Alepo, que sufrió un bombardeo aéreo que mató a decenas de estudiantes y provocó una pesada carga sobre las universidades restantes y sus infraestructuras, así como el hacinamiento en aulas y salas de conferencias. 

Un estudiante llamado Nidal se queja del gran número de alumnos en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Damasco: “quizá los estudiantes de campos más teóricos no sientan la masificación, pero los de las facultades científicas sufrimos mucho, sobre todo en las clases que requieren aplicación práctica en los laboratorios. Muchos estudiantes esperan en los pasillos porque no existe sitio en el laboratorio, y la mayoría de las veces no sabemos qué pasa dentro del laboratorio, aparte de que se están haciendo algunos experimentos.” Hay que señalar que, a pesar de las deterioradas infraestructuras, casi 600.000 estudiantes cursaron este año el segundo semestre en las universidades sirias, 200.000 de ellos sólo en la Universidad de Damasco.

Otras dificultades que sufren los estudiantes universitarios sirios son los planes de estudios adoptados, que una persona con la que hablamos describió como “fuera de lugar y de tiempo”. Los planes de estudios en Siria están muy desfasados y no sufren ninguna actualización o modificación significativa en años. Los académicos atribuyen esta situación a las restricciones a la hora de conceder autorizaciones para redactar nuevos planes de estudio y a las bajas tasas de autoría, además de a la falta de libros de texto extranjeros y a su elevado coste. 

Esto repercutió en los estudiantes después de graduarse, ya que se encuentran desvinculados del mercado laboral debido a la incongruencia entre lo que aprendieron en la universidad y los requisitos actuales del mercado laboral. El profesor Imad, ayudante de cátedra en la Facultad de Ingeniería Civil de la Universidad de Damasco, afirma: “durante décadas, los planes de estudio fueron los mismos. ¿es razonable que un estudiante de ingeniería, o de cualquier otro campo científico, estudie la mayoría de las asignaturas sólo teóricamente? ¿Cómo puede ser razonable que una clase, calificada sobre 100, tenga 30 notas para la parte práctica y 70 para la teórica? Yo enseño la parte práctica como ayudante, mientras que el profesor, que es doctor, enseña la teoría, que los alumnos memorizan sin ningún beneficio práctico. Esto es lo que descubren los estudiantes después de graduarse, ya que la mayoría de los licenciados tienen que hacer cursos especiales para aprender los programas y técnicas que les beneficiará en su empleo, porque estos programas no se enseñan en la universidad.”

Aunque cientos de estudiantes universitarios sufrieron, a lo largo de años de revolución y guerra, persecuciones y detenciones por parte de los servicios de seguridad incluso dentro del campus universitario, la universidad sigue considerándose un refugio seguro para los estudiantes varones que los protege, al menos temporalmente, del reclutamiento militar obligatorio. Desde hace varios años, el servicio militar es una pesadilla que atormenta la vida de los jóvenes sirios, pesadilla que se agravó durante los años de guerra. Por ello, algunos estudiantes se ven obligados a suspender a propósito en la universidad durante más de un año, especialmente en el último, para conservar sus papeles de aplazamiento. El régimen de Assad fue alertado de esta tendencia y emitió una decisión por la que se prohibía obtener el aplazamiento del servicio militar a quienes suspendieran durante dos años consecutivos.

En este sentido, Raed intenta aprovechar todos los años que puede permanecer en la universidad para mantener su aplazamiento del servicio obligatorio. “Estoy en cuarto año de la carrera de Letras, en el Departamento de Literatura Inglesa. Me quedan dos cursos para graduarme, y me presentaré a los exámenes, aunque suspendo a propósito”, comentó. Agregando, “estoy intentando aprovechar todas las oportunidades posibles, esperando poder viajar al extranjero en cuanto me gradúe”.

Junto con las dificultades que afrontan los estudiantes, las propias universidades se enfrentan a problemas en varios frentes, el más destacado de los cuales es la falta de personal docente tras la emigración de cientos de profesores fuera del país. Algunos de esos académicos huyeron debido a la persecución por motivos de seguridad, y otros para escapar del servicio militar obligatorio, mientras que otros se marcharon en busca de un futuro mejor como consecuencia de las difíciles condiciones de vida y la considerable disminución de sueldos y salarios. Los que emigraron se marcharon a diversos países del mundo, pero la mayoría de las veces a países en los que completaron sus estudios de posgrado antes de la revolución, ya que la mayoría de los que terminaron sus doctorados en el extranjero en los últimos años no regresaron, y el Ministerio de Educación Superior los estima en más del 80% de todos los participantes en programas de intercambio.

Para suplir la falta de personal docente, las administraciones universitarias han asignado a profesores a impartir cursos que no son de su especialidad y a contratar ayudantes de cátedra o estudiantes de máster en lugar de doctores, lo que ha provocado un descenso del nivel académico. En un intento del régimen por limitar la emigración del profesorado universitario, el Consejo de Educación Superior emitió en 2017 una decisión que obliga a los estudiantes de posgrado a obtener la aprobación de sus supervisores académicos y del decano de su facultad para presentarla al Departamento de Inmigración y Pasaportes con el fin de obtener un permiso de viaje, así como la aprobación de la oficina de reclutamiento militar en el caso de los varones. 

Al terminar sus estudios de posgrado, muchos recurren al aplazamiento militar del servicio obligatorio hasta que pueden tener la oportunidad de viajar. Sin embargo, esta decisión del Ministerio se interpuso en su camino, salvo para unos pocos que consiguieron arreglar sus asuntos como hizo Ihab tras graduarse en la Facultad de Letras. Ihab esperó mucho tiempo hasta que pudo reservar una plaza en el diploma de cualificación educativa, y en cuanto obtuvo el aplazamiento militar, viajó a Egipto. Hoy, Ihab trabaja en un restaurante con sus familiares, mientras su título reposa en una caja que contiene el resto de recuerdos que consiguió llevarse del país.

Las universidades sirias están experimentando una clara escasez en el número de estudiantes aceptados en los estudios de posgrado, por lo que se aceptan cinco estudiantes por cada programa de máster como máximo. Esto se hizo por razones que el Ministerio de Educación Superior dijo a Al Watan son “debido a la escasez en el número de profesores y miembros de la facultad, así como las condiciones de crisis y las capacidades y la infraestructura de las universidades, y en cada departamento de las facultades afectadas.”

La escasez no se limita al profesorado, sino que se extiende al personal universitario, ya que, según Al Watan, “cada semestre resurge un grave problema relacionado con la falta de personal y empleados en las universidades, lo que ejerce presión sobre los estudiantes licenciados, que luego son utilizados como observadores en los exámenes. Esta escasez de personal ha tenido claros efectos sobre los estudiantes, ya que provoca retrasos en la expedición de resultados académicos, documentos y certificados, sin que el Ministerio de Educación Superior aporte nuevas soluciones.”

Los estudiantes se quejan de esta deteriorada realidad. “El número de estudiantes es muy grande”, dice Yara, que asiste a la Facultad de Letras. “Hace años, la facultad utilizaba un sistema de exámenes automatizado en muchas asignaturas, por el que los exámenes se corregían y calificaban digitalmente sin interferencia de nadie, y muy rápido. Hoy, aunque el número de estudiantes se duplicó y la plantilla es mucho más reducida que antes, la facultad suprime el moderno sistema automatizado y volvió a un sistema escrito, y ahora los exámenes son corregidos manualmente por profesores y ayudantes. Imagínense […] Comienza un nuevo curso académico mientras seguimos esperando los resultados del curso anterior, sin saber si aprobamos o tenemos que repetir curso. Esta es la realidad en la que vivimos.”

En estos problemas se centró un informe elaborado por una organización británica conocida como Council for At-Risk Academic como parte de su programa sobre Siria, en el que participaron investigadores de la Universidad de Cambridge y académicos sirios en el exilio. El informe se elaboró durante un periodo de 12 meses entre 2017 y 2018, y se publicó en 2019. La BBC citó este informe titulado Syrian Higher Education post 2011: Desafíos Inmediatos y Futuros, que decía que el sector de la Educación Superior en Siria estaba “minado por la destrucción de instalaciones y las violaciones de los derechos humanos, así como por lo que denomina estancamiento curricular y la militarización de los campus.”

 Quienes elaboraron el informe hablaron con 19 académicos sirios que viven en el exilio, así como con 117 profesores y estudiantes de 11 universidades dentro de Siria; 8 de ellas residen en zonas controladas por el régimen y 3 se encuentran en zonas fuera del control del régimen.

Cooperación académica y becas iraníes

Irán está presente en muchos aspectos de la vida en Siria, pero especialmente en la Enseñanza Superior. A finales de 2021, el Ministerio sirio de Enseñanza Superior declaró que, en presencia del ministro Bassam Ibrahim, del presidente de la Universidad de Damasco, Mohammed Yasar Abdeen, y del director del Centro Académico iraní para la Educación, la Cultura y la Investigación, Hamid Reza Tibi, se firmó un acuerdo de cooperación que estipula “el intercambio de bases de datos científicas y de resultados de investigación, así como la participación en la creación de una incubadora de empresas y de un parque científico y tecnológico en la Universidad de Damasco”. 

El acuerdo tiene por objeto reforzar la cooperación en el ámbito del intercambio de libros de texto, publicaciones, material científico, boletines y publicaciones periódicas, beneficiarse de las bibliotecas digitales y organizar conferencias y seminarios científicos y culturales conjuntos. En el mismo contexto, la Universidad de Damasco firmó un memorando de entendimiento en el ámbito de la investigación y los estudios de posgrado con la Universidad de Tecnología Malek-Ashtar (MUT) de Irán, concretamente en los campos de la industria, las ciencias técnicas, la mecánica, la robótica y la informática. 

Bassam Ibrahim, Ministro de Enseñanza Superior e Investigación Científica, comentó que existen “160 becas ofrecidas por Irán […] en aplicación del programa ejecutivo firmado en Teherán para la cooperación científica, cultural y de investigación con el Ministerio iraní de Ciencia, Investigación y Tecnología”. En la actualidad, existen sucursales de seis universidades iraníes en Siria, que operan dentro de la política de Teherán de buscar una mayor penetración en el sector de la educación pública en Siria.

En conclusión como un profesor de la Universidad de Damasco recuerda que “el sector educativo es el primero en verse afectado por la guerra, y el último en recuperarse”.

[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]

N.d.T.: El artículo original fue publicado por Al Jumhuriya el 10 de octubre de 2022.