Por Marwan Asmar para Al Bawaba
Sali Hafez, Abed Soubra, Bassam Sheikh Hassan, Jawad Slim y Mohammad al Moussawi no son ladrones de bancos, son personas comunes, respetables y trabajadoras que viven en un país golpeado por la crisis económica. Justamente, esta última condición los llevó a tomar medidas desesperadas porque ven cómo el sistema político-financiero nacional está en su contra.
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Su situación se volvió tan mala que se dedicaron a asaltar bancos en Beirut y otras partes del país, en un intento por rectificar algunas de sus necesidades extremas. El primer atraco, si se le puede llamar así, ocurrió en enero pasado, al comienzo del nuevo año, cuando la gente de todo el mundo busca algo de esperanza. Pero no aquí. Aquí la crisis comenzó a morder hace mucho tiempo.
Los próximos episodios tuvieron lugar en agosto y septiembre, donde sucedieron cinco atracos en un solo día: personas que ingresan a los bancos y exigen dinero mientras apuntan con armas a los empleados. Pero estos no son ladrones, no son los Bonnie y Clyde ordinarios que andan asaltando instituciones financieras con el fin de llenar sus bolsillos o por un poco de diversión.
Acuden a los bancos exigiendo su propio dinero, efectivo de sus propias cuentas, acciones que deberían ser provistas y garantizadas por cualquier sociedad y estado liberal. Pero no en Líbano. En el país de los Cedros, los bancos- supuestas instituciones financieras internacionales- pusieron severas restricciones a sus clientes, permitiéndoles retirar solo USD 200 al mes y estos sólo pueden ser en libras libanesas, una moneda que perdió el 90% de su valor. Antes de 2019, el tipo de cambio era USD 1 igual LBP 1600, ¡hoy son 38.000 libras por un dólar!.
El Líbano se tambalea bajo una crisis financiera desde 2019, en un momento marcado por una revolución popular que no le hizo ningún bien al país, pero exprimió aún más el sustento de las personas. Los bancos pusieron límites al retiro en efectivo de forma diaria, semanal y mensual, situación que existe hasta el día de hoy y que llevó a gente común a tomar medidas tan extremas y volver a hacer atracos en un intento por tomar lejos de su tiempo de vida inversiones pequeñas, pero necesarias.
Los golpes están ocurriendo por todos los barrios de Beirut, en lugares como Tariq Jdideh, Aley, Ramlet Al Bayda y Sodco. Pero, se sabe que también tienen lugar fuera de la capital, como en Ghazieh, al sur del Líbano.
La situación se volvió tan intolerable para los bancos, su personal y gerentes, que acaban de declarar una huelga de tres días, el cierre en todo el país debido al deterioro de la seguridad y la incapacidad de los guardias, la policía y otras fuerzas de protegerlos. El ministerio interino del Interior, Bassam Mawlawi, está celebrando reuniones para tomar medidas en la materia, pero puede que esto no sea suficiente y nadie sabe que logrará con los encuentros.
Aquellos que están tomando medidas tan drásticas como Hafez, que obligó a su banco a entregar 13.000 dólares de su propia cuenta para cuidar a su hermana que necesita un tratamiento para el cáncer; Jawad Slim, un contratista sin trabajo, que tiene siete hijos que alimentar; o Bassam Hussein que tiene que pagar los gastos médicos de su padre. Éstos últimos tomaron a seis personas como rehenes y tenían 200.000 dólares en sus cuentas bancarias que no podían tocar.
La sociedad los percibe como héroes que hacen frente a lo que es suyo. Estas personas no son delincuentes: están desesperadas. La mayor parte del tiempo las armas que blandieron en estos asaltos resultan ser pistolas de juguete.
También, reciben mucho apoyo en las redes sociales. Por un lado, no tienen miedo de decirle a la gente lo que están haciendo. En el caso de Hafez, ella tuiteó en vivo el robo. Todos estos parecen ser casos individuales, pero parecen estar conectados con una organización en el país que alienta este tipo de acciones: “Depositors Outcry” dirigida por Alaa Khorchid, quien señala que las personas están en un estado de desesperación y toman el asunto con sus propias manos.
La mayoría de las veces, las autoridades dejan a las personas que recurren a tales acciones y hacen la vista gorda porque saben del empeoramiento de la situación. Después de haber tomado su dinero, se entregan a la policía y/o a las autoridades quienes los dejan ir después de un tirón de orejas. Sin embargo, algunos de los jueces tienen una visión más dura, como en el caso de Abdul Rahman Zakaria y Mohammad Ruston, quienes estuvieron involucrados en tales atracos financieros. Para asegurarse de que se produzca el veredicto correcto y que los dos no vayan a prisión, la gente allanó el Palacio de Justicia de Beirut en su apoyo.
Mientras sus cuentas continúen “congeladas” sólo para mantener a flote el sistema bancario, la gente seguirá recurriendo a este tipo de acciones. En los llamados atracos anteriores, los clientes lograron obtener hasta 15.000 dólares o incluso USD 20.000 cada vez y algunos más, se están emitiendo cheques que pueden cobrar en otros bancos a un precio drásticamente más bajo, conocido como el “corte de pelo” en la jerga libanesa.
Si esto sucede con frecuencia, de ahora en adelante, los bancos tendrán una mejor oportunidad, si tienen la chance de descongelar estos dineros en estas cuentas en lugar de simplemente verse obligados a entregar dinero en efectivo con el cañón de una pistola o bajo coacción.
Los libaneses pasan hambre ya que el 80% de la población, es decir, 3 millones, viven por debajo del umbral de la pobreza según las estadísticas internacionales oficiales. Lo que esto significa es que la gente querría echar mano de sus ahorros en los bancos y las indicaciones de la última semana significan que harían lo necesario para recuperar su efectivo estancado.
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Marwan Asmar- Editor y escritor económico-político en Al Bawaba. Trabajó en diferentes medios en Jordania, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Al Bawaba el 21 de septiembre de 2022.