Por Ariana Bennett para The Cairo Review of Global Affairs
Como primera dama, Jehan Sadat defendió la justicia social y los derechos de las mujeres en Egipto y en todo el mundo, encabezando los esfuerzos para reformar las leyes injustas de divorcio y custodia, empoderarlas económicamente, y abogar por su representación parlamentaria. Su gentil liderazgo fue distinto de la proeza de su esposo, Anwar Sadat, quien fue presidente de Egipto desde 1970 hasta su asesinato en 1981.
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La Sra. Sadat falleció el 9 de julio de 2021 a los 87 años después de luchar contra el cáncer. El tributo más valioso para alguien que falleció no es el dolor, sino la gratitud, dijo Motaz Zahran, el embajador egipcio en los Estados Unidos, en la conferencia en línea ‘Recordando a Jehan Sadat’ de la Universidad de Maryland. “Siempre estaremos agradecidos, admirados y en deuda con la Sra. Sadat por ser una personalidad tan ilustre de tan estelares y espléndidas cualidades”, agregó.
Primeros años y matrimonio
Nacida en El Cairo en 1933, a la joven Sra. Sadat fue incentivada en la escuela a dedicarse a intereses domésticos, como coser y cocinar, más que a lo académico. Sin embargo, alentada por sus padres, solía salir a explorar las calles de su barrio, Al Manial. Esto marcaría el comienzo de su rebeldía y la trayectoria única que tomaría en su vida.
A los quince años conoció a su futuro esposo, un revolucionario divorciado del doble de edad que había sido encarcelado recientemente por resistirse a la ocupación británica en Egipto. Enamorada al momento de conocerlo, dijo, en una entrevista de 1987 con el Washington Post, que “para mí, Anwar era como un héroe en un libro”. Si bien sus padres inicialmente no lo aprobaron, él le propuso matrimonio dos meses después de que se conocieron en la casa de su prima; estuvieron casados desde mayo de 1949 hasta su muerte y tuvieron cuatro hijos juntos.
“Incluso antes de conocerlo, ella ya estaba medio enamorada de él (…) Y luego lo conoció, y cuando lo hizo, dijo ‘este es el hombre con el que me voy a casar’. Estaba segura de que era él”, expresó su hija, Noha El Sadat.
La primera primera dama
Uno de sus primeros proyectos soñados, fue Talla Society una cooperativa que comenzó a fines de la década de 1960 con veinticinco máquinas de coser en un edificio abandonado, que enseñaba habilidades a las mujeres locales para fomentar la independencia económica de sus maridos. “Se dio cuenta de que si las mujeres tenían poder económico, también tendrían poder político”, comentó el presidente de la Universidad de Maryland, Darryll Pines.
Su esposo ocupó una serie de altos cargos en el gobierno antes de ser elegido presidente en 1970 tras la muerte de su predecesor, Gamal Abdel Nasser y Jehan se convirtió en la primera esposa del presidente en tomar el título de primera dama.
En 1972, la Sra. Sadat estableció la Sociedad Wafa Wal Amal (Fe y Esperanza), una ciudad totalmente integrada para discapacitados veteranos y civiles. “Ella no dejó pasar ningún día sin hacer algo bueno por el país”, dijo el exministro de Seguros y Asuntos Sociales, Mervat Tellawy, al hablar de la sociedad. El centro de rehabilitación es el primero y más grande de su tipo en Medio Oriente y cuenta con clínicas, programas nacionales de capacitación y áreas recreativas. También trabajó en estrecha colaboración con el Banco de Sangre Egipcio y la Sociedad Egipcia para Pacientes con Cáncer.
Aunque había comenzado su defensa de los derechos de las mujeres antes de convertirse en primera dama, condenando la mutilación genital femenina y ayudando a las mujeres locales a independizarse económicamente de sus maridos, comenzó a asumir un rol más público después de la Guerra de Octubre de 1973, que otorgó a Sadat una mayor legitimidad.
La defensa de los derechos de las mujeres y la justicia social de la Sra. Sadat era su credo personal, que defendía en privado ante su esposo. “Más de la mitad de nuestra población son mujeres, Anwar”, recordó haberle dicho a su esposo en su autobiografía, A Woman of Egypt (Una mujer de Egipto). “Egipto no será una democracia hasta que las mujeres sean tan libres como los hombres”, agregó. En 1975, encabezó la delegación egipcia a la Conferencia Internacional de Mujeres de las Naciones Unidas en la Ciudad de México y, nuevamente, en 1980 a la conferencia en Copenhague. En lo que finalmente se conoció como las ‘leyes de Jehan’, su esposo promulgó una serie de decretos en el verano de 1979 para mejorar el estatus de divorcio de las mujeres y reservar una cuota de treinta escaños en el parlamento para mujeres. Estas leyes fueron aprobadas más tarde en el Parlamento.
Ella asumió un rol activo junto a su esposo mientras él era presidente, acción que alejó a las personas que no estaban acostumbradas a esto, pero ella mostró su fuerza frente a las críticas, explicó Shibley Telhami, Profesor de la cátedra Anwar Sadat para la Paz y el Desarrollo de la Universidad de Maryland. También defendió la decisión de Sadat de firmar los Acuerdos de Paz de Camp David con Israel en 1979, después de casi tres décadas de guerra. Contra la mayoría de las expectativas, la cumbre de Camp David logró concretar el tratado de paz egipcio-israelí que se firmó seis meses después. Sin embargo, la firma del tratado fue un momento divisorio en la historia y la política de Egipto.
Tellawy recuerda que la Sra. Sadat defendió “el acuerdo de paz mejor que cualquier político o analista en el mundo”, incluso después de la muerte del presidente Sadat.
En una declaración escrita para el evento, el expresidente estadounidense Jimmy Carter declaró: “Ella nos dejó claro que Sadat había dado su vida por la paz en Medio Oriente, que él, Menachem Begin, y yo consumamos, y que ella y Mubarak estaban dispuestos a dar su vida por el mismo objetivo”.
“La paz (…) es el tema que define mi vida”, escribió en un artículo de opinión de 2009 para el Wall Street Journal, reflexionando sobre el trigésimo aniversario del controversial acuerdo. Ella se mantuvo entusiasta y esperanzada, afirmando: “En condiciones como estas, ¿cómo podría alguien esperar la paz? ¡Pero yo lo hago!”.
En 1981, Anwar Sadat fue baleado por opositores al plan durante un desfile que conmemoraba el octavo aniversario de la Operación Badr, el nombre en clave de la operación militar egipcia que recuperó una pequeña parte de la península del Sinaí de manos de Israel en 1973. Fue trasladado en avión al Hospital Militar de Maadi, donde murió dos horas después.
“¿A diario? No, yo diría que cada minuto lo extraño. Cada segundo” declaró ella en 1987.
Educación y vida pública después de la muerte de Sadat
Después de un período de duelo tras la muerte del Sr. Sadat, al año siguiente, ella volvió a la vida pública mudándose a Estados Unidos y ocupando puestos en la Universidad de Radford y la Universidad de Carolina del Sur, además de dar conferencias alrededor del país.
Su carisma era electrizante, al punto que el egiptólogo Zahi Hawass recuerda que cuando hablaba la audiencia estaba tan en silencio que podías escuchar caer un alfiler.
A pesar de la muerte de su esposo y su liderazgo constante en asuntos de las mujeres, no estaba satisfecha sin obtener más educación, comentó Telhami. A los 41 años, Jehan Sadat se matriculó en la Universidad de El Cairo, asistiendo al mismo tiempo que tres de sus hijos, y obtuvo su doctorado en Literatura Árabe. Defendió su tesis (La influencia de P.B. Shelley en la poesía árabe en Egipto) en televisión en 1980.
Su insistencia en defender esta tesis en vivo fue recibida con reprobaciones, recordó el ex presidente de la Universidad de Maryland, William Kirwan, a lo que la Sra. Sadat respondió: “Quiero mi defensa en la televisión nacional porque quiero que las mujeres de Egipto vean a un hombre haciéndole una pregunta a una mujer, y una mujer dando la respuesta”.
Durante más de un cuarto de siglo, la Dra. Sadat fue miembro de la Facultad de Ciencias Sociales y del Comportamiento de la Universidad de Maryland, donde la Cátedra Anwar Sadat para el Desarrollo y la Paz fue fundada en 1997 para honrar el legado de su esposo. La cátedra se estableció para conmemorar y proteger el “progreso que las personas sacrificaron sus vidas por defender”, explicó Pines.
“Ella se tomó el esfuerzo de crear esta cátedra, de ayudar con toda la recaudación de fondos que sería necesaria”, recordó Kirwan. Fue la tarea de recaudación de fondos más fácil que él hubiera emprendido, ya que “la asistencia estaba asegurada” cuando el evento involucró a la Sra. Sadat. “La gente no podía decirle que no. Ese fue el amor universal por ella”, añadió.
Un legado duradero: una primera dama hasta el final
Son los detalles de la vida de cada uno los que distinguen a una persona de otra, dijo Zahran. “La Sra. Sadat vivió como una vela en el viento, y ciertamente, miles o incluso millones de velas pueden encenderse con una sola vela. Es por eso que millones de mujeres egipcias se sienten inspiradas por la Sra. Sadat y siempre lamentarán su partida pero apreciarán su legado”.
Fue galardonada con una medalla nacional póstuma y un funeral militar —la primera de su tipo para una mujer— y fue enterrada junto a su esposo en el Monumento al Soldado Desconocido en Nasr City.
“Estuve muy, muy orgulloso de que fuera la primera mujer en Egipto en tener un funeral militar, y de ser enterrada junto al presidente Sadat, según sus deseos (…) Esto es algo que se escribirá en la historia”, dijo Tallawy.
A la Sra. Sadat la sobrevivieron sus hijos y sus once nietos, dos de los cuales hablaron en el evento. “Era una abuela en todos los sentidos de la palabra”, dijo Sherif Marei, su nieto mayor. “Su impacto trascendió generaciones”, agregó.
La Sra. Sadat siguió siendo, en cierto modo, una primera dama de Egipto hasta el final.
“¿Y qué hay en su corazón? El amor de Egipto. El amor de su país. El amor del pueblo de Egipto (…) Su nombre será escrito en oro en la historia de Egipto”, proclamó Hawass.
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Ariana Bennett es Licenciada en Periodismo y Ciencia Política por la Universidad del Noreste, de Boston y editora asistente en The Cairo Review of Global Affairs.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por The Cairo Review of Global Affairs el 5 de noviembre de 2021.