Por Nadine Sayegh para Al Bawaba
El concurso no sólo es una reliquia patriarcal del pasado, sino que el lugar de celebración del concurso de este año es un crudo recordatorio de la ocupación israelí.
La semana pasada se anunció que el Miss Universo 2021 se celebrará en Eilat, Israel, en medio de una gran oposición. Si bien el concurso en sí mismo es problemático por una infinidad de razones, este año se añadió otra capa con la ubicación de la sede.
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Mientras Israel está en pleno proceso de anexión de tierras palestinas, desplazando por la fuerza a sus residentes y creando asentamientos para que se instalen judíos extranjeros, intenta desviar la atención de estos crímenes con algo, bueno, agradable.
Aunque el concurso afirma que da poder a las mujeres, está arraigado con estándares de belleza poco realistas y promueve la dismorfia corporal tanto para el público en general como para las competidoras. Estas mujeres son juzgadas según unos estándares de belleza especialmente ‘eurocéntricos’ que incluyen piel clara, rasgos sencillos, pelo liso, delgadez y altura. Esta valoración suele ir acompañada de una evaluación de la proporcionalidad, el tamaño del busto y otras métricas objetivas.
Las candidatas son preferentemente de voz suave y tienen un aire de inocencia. Al ser uno de los 4 concursos de belleza más importantes del mundo, propaga lo que una sociedad patriarcal ve como la mujer idílica, al tiempo que pretende representar a una mujer envalentonada, educada e independiente.
El concurso de Miss Universo tiene una serie de requisitos de entrada ‘no universales’. En primer lugar, las concursantes deben tener entre 18 y 28 años, no deben estar casadas —ni haberse casado anteriormente— y no deben tener hijos. Una concursante puede ser descalificada o ‘destronada’ si se descubre que tiene hijos o que realizó un aborto. Algunas mujeres incluso tuvieron que renunciar a sus títulos para poder casarse.
La justificación formal para ello es que ‘Miss Universo’ pueda comprometerse con el calendario que se le exige tras la victoria —que consiste en visitas a escuelas, sesiones de fotos, charlas, etc—. Esto refuerza el viejo estereotipo de que las madres son empleadas no aptas; una batalla recurrente a la que se enfrentan las mujeres en todo el mundo. Una vez más, se pone en duda la calificación de muestra de empoderamiento cuando se están perpetuando estereotipos perjudiciales.
Las mujeres son juzgadas a través de una serie de cuatro rondas; y desde su (re)inicio en 1952 hasta 2018, los jueces eran todos hombres —normalmente hombres blancos, como los fundadores del concurso—. La primera ronda es la de los ‘Trajes de noche’, la segunda es la de los ‘Bikinis’, la tercera, la de las ‘Preguntas’, y termina con los ‘Atuendos finales’.
Estas categorías, una vez más, son extremadamente cosificadoras, las concursantes se pasean por el escenario vestidas o casi sin nada y son juzgadas puramente por su aspecto físico. En la ronda de ‘Preguntas’, las concursantes deben ser generalmente apolíticas y responder con declaraciones dóciles o preocupaciones humanitarias genéricas, dejando así el carácter real de estas mujeres a los pies del escenario.
Esta competición no sólo impulsa las estructuras patriarcales en la sociedad, sino que ahora lleva su naturaleza profundamente problemática un paso más allá al acoger el evento de este año en Eilat.
Eilat es una ciudad junto a la costa del Mar Rojo que fue habitada y despoblada de sus habitantes nativos palestinos. Hasta 1949 la ciudad era conocida como Umm al Rashraash, y al igual que otras 200 aldeas palestinas, fue objeto de una limpieza étnica durante 1947-1949.
La celebración de este acontecimiento atraerá a turistas de todo el mundo, lo que financiará e impulsará la ocupación de Palestina, que se prolonga desde hace 73 años. Los palestinos que desean entrar en la ciudad deben solicitar un permiso especial que básicamente nunca se les concede. En la actualidad, la ciudad está dominada por colonos y tiene una población mayoritariamente judía. Teniendo esto en cuenta, al optar por celebrar el certamen en Eilat, no sólo se está reproduciendo la estructura patriarcal a través del Miss Universo, sino también el apartheid Israelí.
Por muy inquietante que sea, recuerda al concurso de Miss Mundo de 1970, cuando Sudáfrica aún estaba bajo el régimen del Apartheid. Debido a la descarada segregación, dos concursantes que representaban a la misma nación se presentaron al concurso, una como Miss Sudáfrica y la otra como Miss África Sur —no hace falta decir que una concursante era blanca y la otra negra—. Es seguro decir que la historia no verá esto repetido en el contexto palestino-israelí ya que la segregación es mucho más profunda hoy en día y más compleja.
Las mujeres palestinas de Israel no sólo están oprimidas dentro de su ‘propia’ sociedad, sino que tienen que ser testigos de una mayor opresión de sus homólogas en Cisjordania, Gaza y el resto de los territorios ocupados por Israel.
Un evento no puede pretender defender el empoderamiento de las mujeres cuando las somete a normas y expectativas poco realistas. Además, no pueden pretender defender la libertad cuando son cómplices de la opresión de las mujeres palestinas. Al optar por ignorar el fuerte sufrimiento de las mujeres en Israel y en los territorios ocupados, y permitir que Israel ocupe el centro de la escena como destino turístico, está contribuyendo a su continuo sufrimiento.
El hecho de que Miss Universo y similares sigan existiendo en 2021 es, francamente, nada menos que repugnante. Israel no solo está explotando a las mujeres mediante la celebración de este concurso ofensivo, sino que lo está haciendo para seguir restando importancia a su actividad ilegal en curso, y explotando continuamente a los palestinos para hacerlo.
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Nadine Sayegh es una escritora e investigadora multidisciplinar que cubre el mundo árabe. Ha cubierto temas como el género en la región, la lucha contra el extremismo violento y los Territorios Palestinos Ocupados, entre otras cuestiones sociales y políticas.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Al Bawaba el 02 de agosto de 2021.