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El Interprete Digital

Judith Surkis, reseña de Sexo, Derecho y Soberanía en la Algeria Francesa 1830-1930

Por Darcie Fontaine para Jadaliyya

Postal ‘Une rue de la Casbah, Alger’ (Una calle de la Casba, Alger), Argelia Francesa, 1951. [Dominio público/Creative Commons]

udith Surkis, Sex, Law, and Sovereignty in French Algeria, 1830–1930  ( Sexo, Derecho y Soberanía en la Algeria Francesa 1830-1930) (Cornell University Press, 2019).

Esta reseña fue publicada originalmente en la edición de primavera de 2021 de Arab Studies Journal (ASJ). Para más información sobre el tema, o para suscribirse a ASJ, haga clic aquí.

Los historiadores del género, la sexualidad y el imperio estuvieron durante mucho tiempo a la vanguardia del esfuerzo académico por analizar cómo la obsesión occidental con la sexualidad tanto de las mujeres blancas como no blancas dio forma a las jerarquías modernas de clase, raza y género en todo el mundo. La nueva monografía de la historiadora Judith Surkis, Sex, Law, and Sovereignty in French Algeria (Sexo, derecho y soberanía en la Argelia francesa), presenta una tremenda novedad en este campo, en tanto demuestra que las fantasías sexuales orientalistas en el corazón del proyecto colonial francés en Argelia fueron centrales para el esfuerzo de Francia por mantener la soberanía sobre la población musulmana de su colonia más importante. Más específicamente, Surkis sostiene que las fantasías francesas sobre los comportamientos sexuales de los musulmanes argelinos y la ley islámica —particularmente en lo que respecta a cuestiones de poligamia y matrimonio infantil— no eran solo fantásticas representaciones francesas del ‘Otro’. Utilizando estudios de caso de lo que ella describe como “múltiples momentos de inseguridad jurídica” en el primer siglo de la Argelia colonial francesa (1830-1930), Surkis analiza cómo las fantasías sexuales francesas sobre los musulmanes argelinos moldearon la práctica y la redacción del derecho colonial en la Argelia francesa [9]. Estas fantasías, argumenta, proporcionaron la base afectiva para la construcción de un marco legal complejo en la Argelia colonial que facilitó tanto la expropiación de la propiedad argelina como la marginación por parte del régimen francés de los musulmanes argelinos de la ciudadanía francesa.

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Surkis describe su libro como un intento de “reconstruir la ‘vida cultural’ del derecho colonial argelino” [8]. Uno de los grandes logros de este libro es que nos obliga, a través de su uso creativo de fuentes, a pensar de manera diferente sobre el archivo colonial argelino. Aunque los historiadores del género y el imperio lideraron especialmente el esfuerzo de ‘leer contra la corriente’ del archivo colonial, el libro de Surkis es uno de los primeros en aplicar estos abordajes al análisis del imperio francés, y específicamente al contexto colonial argelino. Su base de fuentes incluye un estudio bastante exhaustivo de los archivos existentes en lengua francesa de la Argelia colonial y tratados legales de la época, estudios de numerosas fuentes periodísticas y académicas y, lo que es más intrigante, novelas románticas salaces escritas por abogados franceses que trabajaron en Argelia durante el siglo XIX y principios del siglo XX. Sin embargo, Surkis también aporta su formación en teoría feminista y crítica a su estudio del ‘orientalismo legal’ en la Argelia del siglo XIX [13]. Claramente, se inspira en el importante conjunto de estudios sobre género, sexualidad e imperio, que, con algunas excepciones particulares, no hizo sentir su presencia en la historiografía más amplia de la Argelia colonial, un campo que estuvo dominado por la historia social más tradicional en las últimas décadas. Más directamente, adapta la descripción de Jacques Lacan de la ‘extimidad’, o la “fascinación con, y los celos del placer sexual excesivo del Otro que revela deseos profundamente arraigados pero no reconocidos dentro del yo” [16] para analizar lo que ella describe como la “memoria  negada del derecho musulmán en el derecho francés”[18].

La primera mitad del libro explora las cuestiones interconectadas de soberanía, expropiación de propiedad y el desarrollo de estructuras legales coloniales en Argelia después de la conquista francesa en 1830. Esto permitió la creación de categorías legales distintas para el estatus y la tierra de ‘francés’ y ‘musulmán’. Surkis sostiene que, inmediatamente después de la conquista, la incertidumbre sobre la soberanía francesa y el control sobre el territorio argelino llevó a los funcionarios a invertir en la ley como un medio para organizar simbólicamente el paisaje caótico y legitimar el reclamo francés sobre Argelia. 

Un fallo de 1834 promulgó el nuevo sistema de tribunales duales, en el que los juristas musulmanes y los rabinos judíos (hasta la abolición de los tribunales rabínicos en 1841), que se convirtieron en funcionarios del gobierno francés, supervisaban asuntos relacionados con la ‘ley religiosa’ y el ‘estatus civil’ de los indígenas argelinos. Sin embargo, la ley francesa todavía tenía primacía sobre la ley musulmana y judía en Argelia, y Surkis usa casos específicos para ilustrar cómo el género —y específicamente las cuestiones del derecho de familia— moldearon la dinámica de poder en constante evolución entre las autoridades francesas y los musulmanes argelinos durante las primeras décadas de colonización.

A pesar de mantener un nivel básico de autoridad para el derecho musulmán, los franceses lo veían como un símbolo de la inferioridad musulmana. Surkis analiza cómo la poligamia se convirtió en un “símbolo sexualizado de la diferencia jurídica nativa” [55], definido como “decadente y primitivo” [56] en contraste con el Código Civil francés, que definía el matrimonio como el compromiso de dos personas. Esta aparente incompatibilidad entre la ‘civilizada’ ley secular francesa y la primitiva y sexualmente desviada ley musulmana fue codificada en la Senatus-Consulte (n.d.t.: figura jurídica que implicaba una consulta al Senado y tenía categoría de ley, vigente durante el Consulado de Francia y el Primer y Segundo Imperio Francés) de 1856, que declaró que los ‘indígenas’ musulmanes y judíos de Argelia más que ciudadanos, eran súbditos de Francia y podían convertirse en ciudadanos sólo mediante la renuncia total a su estatus personal (es decir, la adhesión a la sharia o ley mosaica) y la adopción del Código Civil francés. Las consecuencias materiales de esta distinción legal pueden verse en la implementación de la Ley Warnier de 1873, que asimiló la ley de propiedad argelina al derecho civil francés pero mantuvo el ‘estatus personal y la herencia’ musulmanes como una categoría legal separada (la mayoría de los judíos argelinos habían sido asimilados como ciudadanos franceses mediante el decreto Crémieux de 1871). En otras palabras, la propiedad era asignada al territorio, pero el ‘estatus personal’ era asignado a los cuerpos; incluso si un musulmán argelino dejaba Argelia para ir a Francia, su estado de ciudadanía permanecería ligado a su ‘estatus personal’ o su adherencia a la ley islámica. Como la Ley Warnier se diseñó explícitamente para facilitar la transferencia de propiedad argelina a manos francesas, esta distinción obligó a los funcionarios franceses a definir legalmente quién tenía el título de propiedades argelinas, lo que implicaba definir ‘familias musulmanas’ dentro de una estructura que era legible para los franceses. .

La segunda mitad del libro explora el tema de la reforma legal. Aunque algunos reformadores buscaron extender los derechos políticos a los hombres argelinos a cambio del servicio militar a principios del siglo XX, las fantasías francesas sobre los derechos sexuales de los hombres musulmanes y su incompatibilidad con la ley y los valores franceses, continuaron dominando las discusiones sobre ciudadanía, derechos y la reforma de la ley colonial. Mientras que los discursos franceses, desde juristas en Argelia hasta feministas metropolitanas, veían la ‘difícil situación’ de las mujeres musulmanas oprimidas como el objetivo de la reforma, las élites musulmanas argelinas hablaron en defensa de la ley y la cultura musulmanas, en algunos casos dirigiéndose directamente a las fantasías orientalistas francesas en la raíz de proyectos reformistas. Estos son los temas de los dos capítulos finales del libro, y el espacio donde Surkis enfatiza el punto, en gran parte a través de su análisis de los discursos civilizacionales sobre la sexualidad musulmana y las costumbres matrimoniales en las novelas románticas y la ficción popular —que estas fantasías funcionaron de manera más efectiva en el nivel del discurso de la élite. Ella sostiene que debido a que fueron los propios juristas franceses quienes escribieron estas ‘ficciones sentimentales’, ilustran cómo el derecho colonial mismo se basaba en los sentimientos y la fantasía tanto como en la realidad.

Una cuestión clave que plantea el libro, sin embargo, se refiere a la cuestión de la raza, y más específicamente, cómo la relación entre las fantasías sexuales orientalistas francesas y la ley colonial influyó en el desarrollo de una concepción racial de los musulmanes argelinos. Surkis evita cuidadosamente el uso directo del término raza, a pesar de construir un cuerpo significativo de evidencia y un marco analítico que ilustran específicamente la evolución de los discursos franceses sobre los musulmanes argelinos como una categoría racial, en lugar de solo una minoría religiosa. Esto es particularmente evidente en su análisis de las implicaciones tanto de la Senatus-Consulte de 1865 como de la Ley Warnier de 1873 sobre la personificación del ‘estatus personal’ musulmán, que analiza en varios capítulos. Analiza, por ejemplo, cómo los funcionarios coloniales franceses frecuentemente rechazaban la asimilación de los musulmanes argelinos a la sociedad francesa debido a su adhesión a ‘privilegios’ sexuales ‘incompatibles’ como la poligamia, el matrimonio infantil y el repudio. No obstante, los casos de conversión religiosa ilustran que los conversos mantuvieron su estatus personal original, a pesar de su cambio de estatus religioso. Así, un musulmán argelino convertido al cristianismo se convertía en un ‘indígena católico’ en lugar de un ciudadano francés. De igual manera, una mujer francesa que se convertía al Islam no se volvía automáticamente una ‘indígena’, ya que este estatus pertenecía únicamente a los nacidos en territorio argelino. Surkis describe esta situación como una “comprensión étnica del estatus personal”, y argumenta que esto está directamente relacionado con la naturaleza secular de la ley francesa, en la que la conversión era una cuestión de creencia personal, más que de estatus legal, y se vinculaba directamente a los cuerpos musulmanes más que al territorio [186]. 

Considerando que los historiadores estuvieron analizando, durante mucho tiempo, procesos similares de antisemitismo europeo contra las poblaciones judías durante este mismo período como el desarrollo de una mitología específicamente racial sobre los judíos, es algo desconcertante ver este apego vigente a la narrativa de que los sistemas franceses de discriminación contra los musulmanes argelinos —que están documentados con gran detalle en este libro— se referían solo a la religión, más que a la raza.

No obstante, los análisis de Surkis también ofrecen nuevas e importantes vías para seguir investigando, incluyendo la consideración de otros espacios en los que podríamos buscar pruebas de argelinos trabajando dentro y contra el derecho colonial, y qué opiniones podríamos encontrar sobre la reforma del derecho consuetudinario “atrasado” entre los argelinos menos elitistas. En términos más generales, la introducción de este libro del género y la sexualidad en la historia colonial argelina trae una ola de nueva energía al campo. Sin embargo, los académicos que trabajan fuera de los límites geográficos del Magreb y el imperio francés, y en particular aquellos que trabajan en la historia global del género y la sexualidad, apreciarán su combinación de rigurosa investigación de archivos y conocimientos teóricos; es un libro que sin duda servirá de modelo a futuros estudiosos.

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Darcie Fontaine es Doctora en Historia por la Universidad de Rutgers, especializada en historia europea, historia global e historia de las mujeres y el género, y Profesora Adjunta de Historia en la Universidad del Sur de Florida.

N.d.T.: El artículo original fue publicado por Jadaliyya el 30 de junio de 2021.