Por Alicia Medina Segura para Syria Direct
BEIRUT – M. no había dormido durante dos meses cuando se acercó a Jouhaina Mouslem para pedirle ayuda psicológica. “Esta mujer estaba devastada, colapsada”, recordó Mouslem, una psicóloga originaria de Alepo y actualmente activa en los programas de salud mental de la ONG ‘Women Now’ (Mujeres Ahora) en el Líbano.
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M. fue detenida en una prisión del régimen sirio. Después de ser liberada, su esposo la dejó, por lo que huyó al Líbano, dejando a sus dos hijos en Siria. M. se volvió a casar y tuvo un hijo, pero su segundo marido también la abandonó. Se encontraba en una situación económica crítica. “Tenía depresión, ansiedad aguda; pasó por todos sus síntomas de trastorno de estrés postraumático (TEPT) viviendo sola”, explicó Mouslem.
Después de nueve sesiones de terapia y de recibir ayuda financiera para cubrir el tratamiento del psiquiatra y pagar el alquiler, M. comenzó a recuperarse. “Cuando vi la diferencia, me emocioné mucho”, dijo Mouslem, quien es ella misma una refugiada siria que también sufrió la pérdida de “mi país, mis más cercanos, mi hogar; esto me ayuda a entender el dolor de los sirios “.
Este dolor podría pasarse por alto en medio de las cifras macro de diez años de levantamiento y guerra en Siria: 227.413 muertes de civiles, 99.479 desaparecidos forzados, 5,6 millones de refugiados y 6,6 millones de personas desplazadas internas (PDI). Pero los sirios están sufriendo una pandemia de salud mental.
Según una encuesta de Syria Relief, el 99 por ciento de los desplazados internos y el 73 por ciento de los refugiados sirios muestran síntomas de TEPT, un trastorno de ansiedad que puede desarrollarse después de participar en, o presenciar, un evento traumático.
Ese informe muestra que entre quienes experimentan un evento que amenaza su vida, el 52 por ciento de las mujeres tenían diez o más síntomas de TEPT, mientras que entre los hombres, esa cifra cae al 37 por ciento. Las mujeres son más propensas a desarrollar PTSD “en parte por cómo las mujeres reaccionan al estrés y al trauma; mientras que los hombres tienen una respuesta más impulsada por la acción, las mujeres tienen una respuesta más de tipo de evitación, lo que aumenta el riesgo de TEPT ”, explicó Angela Daaboul, psicóloga clínica del Restart Center for Rehabilitation of Victims of Violence and Torture (Centro de Reinicio para la Rehabilitación de Víctimas de Violencia y Tortura).
La edad también es un factor. “Cuanto más joven es la persona cuando se expone a un trauma, mayor es el riesgo de desarrollar TEPT”, agregó Daaboul. Entre los niños, los signos de TEPT incluyen pérdida de apetito, enuresis, pesadillas y mayor agresividad mientras juegan. En Siria, el 47 por ciento de los jóvenes tuvo un familiar cercano o amigo muerto en el conflicto, el 54 por ciento experimenta trastornos del sueño y el 73 por ciento padece ansiedad, según un estudio reciente del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).
Los síntomas de TEPT más prominentes entre los sirios son “sentirse constantemente en guardia, actuar o sentir como si el evento traumático estuviera sucediendo nuevamente, irritabilidad o arrebatos de ira, problemas para concentrarse y angustia física o emocional intensa cuando se exponen a cosas que les recuerdan al evento traumático”, expuso Alaa Kaddoura, psicóloga de la Union of Relief and Developments Associations (Unión de Asociaciones de Socorro y Desarrollo, URDA por sus siglas en inglés).
Mientras que los refugiados sirios en países occidentales tienden a tener acceso a apoyo de salud mental, en el Líbano estos servicios son escasos y en Siria casi inexistentes debido a la estigmatización de la terapia. Solo el siete por ciento de los sirios en Siria y el Líbano reciben el apoyo psicológico que necesitan.
Diez años de cicatrices de salud mental en el Líbano
Pocos de los 1,5 millones de refugiados sirios que huyeron al Líbano en los primeros años del conflicto sirio, podrían haber imaginado que permanecerían una década en el país vecino.
Al comienzo de la crisis siria, los refugiados en el Líbano se estaban ahogando en “confusión, ansiedad, ataques de pánico muy fuertes y crisis nerviosas”, explicó Kaddoura. “Al principio, fue una cuestión de problemas de adaptación. Los sirios vivían en casas y ahora en carpas, y había muchos casos de TEPT; el trauma de presenciar masacres y bombardeos era reciente”, agregó Mouslem.
A medida que el levantamiento se convirtió en guerra y luego el régimen de Assad consolidó el poder, la desesperanza se apoderó de los refugiados. “Al principio, los sirios tenían la esperanza de lograr una rendición de cuentas por los crímenes del régimen, de ver la liberación de los detenidos y regresar a Siria — ya no. La gente ahora está esperando que suceda la nueva calamidad; la única esperanza ahora es salir del Líbano”, relató Mouslem..
Como muchos se dieron cuenta de que un regreso seguro a Siria era un escenario lejano, tuvieron que lidiar con la pérdida de la esperanza. “Les dejamos ser conscientes de cómo esta pérdida de esperanza les está afectando, y tratamos de abandonar esta idea de que si no podés volver [a Siria] tu vida se acaba; encontremos la esperanza en otro lugar”, explicó Stephanie Haddad, psicóloga del Centro Libanés para los Derechos Humanos (CLDH).
Los terapeutas deben lidiar con el hecho de que los refugiados sirios en el Líbano enfrentan un futuro incierto. “No podemos pensar en lo que va a pasar en cinco años, así que nos enfocamos en el concepto de adaptación y en lo que está pasando ahora. Siempre están en guardia y asustados; no saben qué esperar del día que viene”, expresó Kaddoura.
Para lidiar con esta incertidumbre, los refugiados deben entender que hay algunas cosas que escapan a su control, según Maya Zaghloul, psicóloga clínica del Restart Center. “Una vez que se dan cuenta de que no pueden controlar ciertas cosas, les permite tener más control sobre sus sentimientos de incertidumbre y estrés”.
Además del TEPT, muchos sirios fueron diagnosticados con depresión, ansiedad y trastornos del comportamiento durante los años anteriores. “Uno pensaría que después de diez años las cosas estarían en su lugar; no lo están”, sostuvo Kaddoura.
“Observamos muchas dificultades de comportamiento y trastornos de conducta entre los niños, y estos son causados por los factores estresantes que viven en el Líbano, además de los eventos traumáticos que experimentaron en Siria”, explicó Joelle Wehbe, psicóloga clínica del Restart Center.
Mouslem también notó ‘ansiedad social’ dado que algunos refugiados sienten que “esta sociedad no nos acepta; sufren de racismo, se quedan en casa y esta ansiedad se convierte en depresión”.
El Líbano, ningún lugar para sanar
Los recientes capítulos turbulentos vividos en el Líbano (el levantamiento libanés en 2019, el colapso económico, la pandemia de COVID-19 y la explosión de Beirut) afectaron el estado mental de los refugiados sirios.
El levantamiento libanés fue un detonante para muchos sirios porque se sintió “como un recordatorio de cómo comenzó la guerra en Siria y esto generó mucho miedo”, según Zaghloul.
La crisis financiera también puso al 80 por ciento de los refugiados sirios por debajo del umbral de la pobreza. Las ideas suicidas están en aumento. “Ahora hay una mayor incidencia de pensamientos e intentos suicidas. Solía ser la excepción, ahora es la regla”, dijo Daaboul. Mouslem está tratando actualmente con dos mujeres que sufren depresión profunda y tuvieron intentos de suicidio. “Incluso entre los jóvenes, hay pensamientos sobre la muerte”, comentó ella.
La explosión del puerto de Beirut en agosto de 2020, que destrozó la capital libanesa, fue un detonante para muchos sirios que “tuvieron flashbacks [n.d.t.: re experimentaciones de hechos traumáticos], sueños recurrentes y las mismas emociones que tenían cuando pasaron por otro tipo de explosiones en Siria”, explicó Haddad, quien intenta mostrarles cómo su reacción está ligada a sus traumas previos en Siria.
La explosión de Beirut fue el punto de ruptura para uno de los pacientes de Haddad. Un hombre sobrevivió a la tortura en una prisión del régimen sirio y huyó a Beirut, donde trabaja como plomero. Se acercó a CLDH en busca de terapia. “Solía tener muchos flashbacks. Estaba en un estado de depresión, no se levantaba para ir a trabajar y tenía problemas de espalda debido a la tortura”, contó Haddad.
A los pocos meses de empezar terapia y fisioterapia, mostró avances. Paradójicamente, el aislamiento por COVID-19 lo ayudó: “Ver a los libaneses vivir lo mismo lo ayudó a desarrollar algún tipo de resiliencia. Estamos bien porque nadie está bien”, le dijo a Haddad. Encontró consuelo a través de este dolor compartido. “
Pero en la explosión de Beirut, su esposa embarazada perdió a su bebé debido a la conmoción. Él se derrumbó. Dos meses después, volvió a terapia y comenzó a mostrar progreso. Pero a medida que mejoraba, su esposa empeoraba. “Mientras él no estaba bien, ella estaba bien porque tenía que estar bien; cuando él empezó a mejorar, se trasladó a ella”, explicó Haddad. Su esposa se negó a ir a terapia, por lo que él “decidió dejar de mejorar para que ella se sintiera mejor otra vez”.
El tabú sobre la salud mental entre la comunidad siria en el Líbano bajó en la última década. Al principio, cuando se les ofrecían servicios de salud mental, “nos enfrentábamos a muchas personas que decían ‘no estamos locos’”, recordó Kaddoura. Los terapeutas entrevistados para esta historia coinciden en que ahora la terapia no es vista como controversial.
La caja de herramientas de sanación
“Los psicólogos no hacen magia. La terapia no es magia para borrar recuerdos; se trata de adaptarse y pensar en el futuro.” Kaddoura tuvo que repetir esta idea a los pacientes que veían la terapia como una forma de deshacerse de los sentimientos dolorosos.
En ‘Women Now’, Mouslem organizó grupos de apoyo de mujeres sirias para construir un espacio seguro y tratar de sanar juntas. “Hablamos de depresión, la pérdida de sus familias y sus dificultades económicas; cuando hablan de dolores compartidos, se dan cuenta de que no están solas. Esto es parte del tratamiento”, señaló Mouslem. También aprenden cómo manejar el estrés, la ira y cómo “cuidarse a sí mismas y ocuparse con actividades que les gustan, para que pasar por esto solas”.
Para tratar el TEPT, la terapia cognitivo-conductual (TCC) es usada comúnmente. El objetivo es “cambiar los patrones de pensamiento negativos por patrones de pensamiento positivos”, describió Lana Kalawoun, terapeuta del Centro Libanés por los Derechos Humanos. Un cambio de pensamientos se traduciría más tarde en un cambio en las emociones y luego en los comportamientos.
“Lo más importante es tratar de encontrar el sentimiento detrás de ese pensamiento intelectual. Usualmente, el intelecto bloquea las emociones que no salieron cuando ocurrió el trauma”, añadió Haddad. Una vez que estos sentimientos pueden salir, el dolor se calma.
Para combatir los recuerdos intrusivos o los flashbacks de eventos traumáticos, los psicólogos enseñan a los pacientes técnicas de bajada a tierra, como relajación, ejercicios de respiración y atención plena, para que puedan calmarse, estar presentes en el momento y comprender que lo que están sintiendo es algo que sucedió en el pasado. Kaddoura recordó que una de sus pacientes sufría episodios de recuerdos intrusivos. Esta mujer fue secuestrada, violada y, como resultado, quedó embarazada. Más adelante, su esposo la dejó, por lo que vino con sus hijos al Líbano. Todavía va a terapia, y aunque aún sufre episodios de flashback, “está de pie”. Aprendió a coser y ahora “se siente productiva de nuevo porque puede mantener a sus hijos”.
Otra técnica para procesar el trauma es la Terapia de Exposición Narrativa (TEN), donde el paciente narra la experiencia traumática. “Esto le permite ubicar el evento en la línea de tiempo, lo basa en el pasado y también ayuda a llenar esos vacíos en los que hay una fragmentación de recuerdos”, explicó Kalawoun.
Aceptar una pérdida es una batalla cuesta arriba. Daaboul tuvo recientemente un caso de una mujer siria que luchó para lidiar con la muerte de su hermano. “Estaba desesperada, deprimida y tenía pesadillas sobre la muerte de su hermano”, expuso Daaboul. En 15 sesiones, “pudo lidiar con este dolor y hablar de él sin sentirse abrumada”. Al final, le contó a Daaboul que había soñado que estaba con su hermano en un jardín y él le dijo: “No te preocupes, estoy a salvo”.
“Este sueño reflejaba que ella había aceptado la pérdida”, explicó Daaboul. En una década en la que los sueños sirios se convirtieron en pesadillas, la terapia está ayudando a algunos a encontrar una cura.
Este artículo fue elaborado en cooperación con Friedrich Ebert Stiftung.
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Alicia Medina Segura es Magister en Periodismo, Medios de comunicación y Globalización especializada en Información de Guerra y Conflictos por la Universidad de Aarhus.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Syria Direct el 6 de abril de 2021.