Por Junaid Nabi para The Cairo Review of Global Affairs.
Durante más de dos años, la población y los gobiernos de todo el planeta fueron testigos de una crisis sanitaria sin precedentes, con graves consecuencias económicas, sociales y clínicas. Durante este tiempo, el Covid-19 obligó a los gobiernos alrededor del mundo a promulgar restricciones estrictas sobre la ubicación física de las personas, entre ellas cierres de lugares de trabajo y toques de queda, para contener la propagación del virus.
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La pandemia ya alteró numerosos indicadores económicos y determinantes sociales de la salud, como la seguridad económica, la seguridad alimentaria, la seguridad en el hogar y las oportunidades educativas. En este contexto, el éxito de un programa mundial de vacunación contra el Covid ofrece una oportunidad única para frenar el desarrollo de nuevas y peligrosas variantes del coronavirus.
Si bien permitir la equidad global de las vacunas, es decir, una distribución justa de las vacunas en todo el mundo que mejore el acceso de las personas más vulnerables, es una parte fundamental de la estrategia general para hacer frente a la pandemia, algunos esfuerzos para que la vacuna esté ampliamente disponible resultaron infructuosos por falta de una aceptación suficiente por parte de la población. Esta situación exige que los responsables sanitarios de todo el mundo apliquen políticas que garanticen la adopción acelerada de las vacunas contra el Covid. Este esfuerzo requiere invertir en las comunidades y abordar los retos logísticos que actualmente impiden la distribución de la vacuna.
Resulta preocupante que las tasas de vacunación contra el Covid sigan siendo bajas, especialmente en los países africanos. Según un estudio de la consultora de gestión global McKinsey & Company, sólo una cuarta parte de la población está vacunada con al menos una dosis en el continente, frente a casi el 70% a escala mundial. Estas tendencias están aumentando la preocupación epidemiológica de que las poblaciones no vacunadas puedan dar lugar a la aparición de nuevas variantes del coronavirus, lo que complicaría aún más la respuesta de salud pública, especialmente en países con pocos recursos.
La desinformación generalizada sobre los efectos adversos de la vacunación contribuye a las bajas tasas de vacunación. Estas preocupaciones alimentan una falta de confianza general preexistente en los gobiernos. Por lo tanto, el éxito de cualquier campaña de vacunación depende de intervenciones que puedan ayudar a la gente a comprender la importancia de su participación y mejorar la confianza en la seguridad y eficacia de la vacuna. Además de desarrollar asociaciones que promuevan la equidad en la vacunación, los responsables de las políticas sanitarias deberían apoyar a los proveedores de atención primaria, como médicos de primera línea, enfermeras y trabajadores sanitarios auxiliares.
Los trabajadores de cuidados de primera línea ocupan un lugar privilegiado en el sistema sanitario mundial, ya que los pacientes depositan una confianza considerable en ellos. La mayoría de los pacientes acuden a sus proveedores de atención primaria antes de tomar decisiones importantes sobre su salud. Estos proveedores también están familiarizados con el historial de salud de sus pacientes y de sus familias, incluyendo las posibles comorbilidades que aumentan el riesgo de resultados adversos en caso de que el paciente o un miembro de su familia se infecte. También desempeñan un rol importante como intermediarios de información y sistemas de apoyo a la toma de decisiones. Pueden interpretar, documentar y reiterar la información sobre la seguridad y eficacia de la vacuna contra el Covid.
Está demostrado que el uso de un lenguaje sencillo en la comunicación de información sobre salud pública mejora la adopción del mensaje. El rol de los agentes de atención primaria, especialmente las enfermeras y los trabajadores sanitarios comunitarios, es fundamental para desmenuzar la información, destilar los mensajes claves e interpretarlos para sus pacientes. En su posición de consejeros de confianza para la salud de sus pacientes, estos profesionales pueden actuar de forma proactiva y participar en iniciativas de divulgación para concientizar a sus pacientes de la disponibilidad de una vacuna segura y eficaz y de su importancia para la salud pública. Esto es especialmente importante en comunidades desatendidas que muestran una menor confianza en el sistema sanitario. A nivel médico/paciente, estos profesionales pueden aprovechar las estrategias de comunicación basadas en la economía conductual para mejorar las tasas de vacunación.
Para empezar, los economistas conductuales demostraron la importancia de la ‘arquitectura de la elección’, que consiste en estructurar el contexto en el que las personas toman decisiones para inclinarlas hacia determinadas opciones. En un ensayo aleatorio, los investigadores reportaron que los profesionales sanitarios que luego revisar el perfil del paciente y su estado de vacunación se limitaron a anunciar que los pacientes estaban preparados para la vacunación observaron un aumento en la aceptación de la vacunación de más de cinco puntos porcentuales sobre aquellos que iniciaron una conversación de por qué recomendarían al paciente que considerara vacunarse. La aceptación de la vacunación fue mayor entre los pacientes que recordaron que el profesional se había comunicado de forma asertiva frente a los que manifestaron haber entablado una conversación con ellos. Las declaraciones asertivas ayudan a reducir la ambigüedad que los pacientes suelen percibir cuando hablan con expertos médicos, lo que puede generar dudas sobre la verdadera importancia de las vacunaciones. Al afirmar que el paciente está preparado para la vacunación, los médicos demuestran confianza en la eficacia y seguridad de las vacunas, lo que a su vez permite a sus pacientes decidirse por acciones que prevengan enfermedades y mejoren su salud.
Otras soluciones de política pública incluyen la incorporación de mecanismos de comportamiento que fomenten las contribuciones individuales a los bienes públicos. A modo de ilustración: además de perseguir su interés personal, los individuos están motivados por su preocupación por la imagen social, es decir, por sus creencias sobre cómo los perciben los miembros de su grupo de referencia. Sus comportamientos están moldeados por normas que operan dentro de dichos grupos de referencia y definen acciones que están aprobadas o desaprobadas por sus miembros. Por lo tanto, posicionar la participación en la campaña de vacunación como una contribución al bienestar de la propia comunidad, además de garantizar la protección personal frente al virus, puede formar o mantener una identidad de ‘buen ciudadano’.
Las políticas de salud pública también deben aprovechar los mensajes eficaces sobre el rol que desempeña cada individuo en el bienestar de su comunidad. Las personas influyentes en redes sociales deben estar más comprometidas que los principales políticos para aumentar el atractivo de las campañas de vacunación y, al mismo tiempo, reducir su asociación a la división política. Es importante producir la percepción de que la vacunación no es solo un comportamiento deseado, sino también un comportamiento normal exhibido por los miembros de nuestra comunidad de referencia. La presencia de un público refuerza aún más estos mecanismos. La evidencia sugiere que observar contribuciones a un bien público conduce a niveles más altos de aportes, especialmente cuando los mismos se hacen a través de acciones en lugar de donaciones monetarias. Las muestras de aprecio, notas de agradecimiento, celebraciones y pegatinas para marcar haberse vacunado son formas sencillas pero poderosas de fomentar la motivación para contribuir. Los responsables sanitarios deben dedicar recursos institucionales a estas iniciativas.
En los países que cuentan con sistemas de historias clínicas electrónicas, los profesionales sanitarios y los responsables políticos también pueden establecer ‘soluciones de diseño’ para complementar los esfuerzos de los trabajadores de la salud. Entre las soluciones innovadoras se encuentran la incorporación de recordatorios sutiles o ‘empujoncitos’ en los sistemas de historias clínicas. Un estudio reciente realizado por investigadores de la Universidad de Pensilvania demostró que las tasas de vacunación contra la gripe aumentaron en 9.5 puntos porcentuales dentro de sus redes de atención primaria cuando se aplicó una ‘intervención de elección activa’. Es decir, un recordatorio automatizado para que los auxiliares médicos pregunten a los pacientes sobre su estado de vacunación en su visita inicial. Antes de la intervención, la validación del estado de vacunación del paciente dependía de la memoria. En las últimas horas de su turno, cuando era más probable que sobreviniera la fatiga en la toma de decisiones, los casos en los que los profesionales sanitarios ofrecían oportunidades de vacunación eran menos frecuentes. La aplicación de un mecanismo relativamente barato para aliviar la carga de la toma activa de decisiones puede resultar decisiva para aumentar la participación en las campañas de vacunación.
El Covid-19 puso de relieve la importancia de crear sistemas de salud pública sólidos y equitativos. Esta pandemia provocó pérdidas sociales y económicas inimaginables, principalmente debido a una información incompleta y a la falta de coordinación y colaboración de los dirigentes nacionales. Ahora, con la disponibilidad de las vacunas, los líderes políticos y los responsables de las políticas sanitarias tienen la oportunidad de cambiar la trayectoria de la pandemia y mitigar su impacto invirtiendo en soluciones sistémicas para apoyar a los proveedores de atención sanitaria, de modo que puedan guiar con éxito a sus pacientes hacia comportamientos que promuevan la salud. Aprovechar una serie de soluciones que demostraron influir eficazmente en los comportamientos individuales representa un elemento de diseño fundamental para el éxito de la campaña de vacunación en curso, que podría conducir a navegar de manera segura por la nueva normalidad en la vida social y económica de las personas.
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Junaid Nabi es Magíster en Administración Sanitaria por la Universidad de Texas, investigador senior del Instituto Aspen y miembro del grupo de trabajo sobre Salud Digital e Innovación de la Organización Mundial de la Salud.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por The Cairo Review of Global Affairs el 17 de enero de 2023.