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El Interprete Digital

¿Qué detiene la tercera Intifada?

Por Jamil Hilal para Al Shabaka

Muro construido por Israel en Cisjordania. [hjl / Creative Commons]

El fracaso repetido de las negociaciones bilaterales, llevadas adelante por Estados Unidos para detener y revertir el colonialismo agresivo de Israel, alimenta regularmente la especulación sobre una tercera Intifada (levantamiento) contra la ocupación israelí. Sin embargo, una tercera Intifada depende de la interacción de dos conjuntos de procesos: las represivas y deshumanizantes condiciones de vida colectivas bajo la ocupación, por un lado, y, por el otro, los cambios que sucedieron dentro de la sociedad palestina en la Cisjordania ocupada y en la Franja de Gaza (CJG), así como en el movimiento político palestino en general. (1)

[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]

Procesos que impulsan una tercera Intifada

Al amparo de los Acuerdos de Oslo, Israel diseñó un estricto sistema de apartheid en CJG marcado por la subyugación nacional de los palestinos, la negación de sus derechos colectivos, su humillación y la pauperización de un número cada vez mayor de personas. Los mecanismos utilizados para mantener este sometimiento colectivo son bien conocidos: control y colonización de la tierra y otros recursos naturales; control de fronteras, del comercio exterior y del suministro de agua y electricidad; la violencia diaria de los colonos israelíes contra los civiles palestinos y sus bienes; y el desconocimiento de la santidad de los lugares sagrados musulmanes y cristianos, entre otros.

Además, como Estado colonial de colonos, Israel anexó Jerusalén y sus alrededores y está vaciando tanto Jerusalén como el Área C creada por Oslo, de sus indígenas palestinos mientras los coloniza con judíos israelíes. Veinte años después de Oslo, una de cada cuatro personas en Cisjordania es un colono. Israel fragmentó y continúa deliberadamente fragmentando CJG en ‘Bantustanes’ a través de su sistema de autopistas exclusivas para israelíes que conectan los asentamientos de colonos directamente con las ciudades y pueblos israelíes dentro de la Línea Verde, la construcción del Muro de Separación, puestos de control y barricadas, y el despiadado asedio a Gaza.

La ocupación israelí también creó y mantuvo condiciones de dependencia económica y financiera de CJG de la ayuda y las transferencias externas y, al hacerlo, impuso una economía rentista a las dos autoridades autónomas palestinas de CJG junto con altas tasas de desempleo. Los palestinos están continuamente expuestos a situaciones de alto riesgo, que incluyen restricciones de movimiento, demoliciones de viviendas, toques de queda y cierres, detenciones y encarcelamientos, asesinatos, incursiones militares e invasiones directas, como sucedió en Cisjordania en 2002 y en la Franja de Gaza en 2008-2009 y nuevamente en 2012. Los 1,8 millones de palestinos encarcelados en Gaza también enfrentan cortes en el suministro de electricidad, escasez de agua potable y severas restricciones en el suministro de combustible, materiales básicos de construcción, medicamentos y otros bienes y servicios necesarios para la supervivencia de primer orden.

Estos procesos obligaron a los palestinos dentro y fuera de la Palestina histórica a reconocer que, en el futuro previsible, no existe una perspectiva real de un Estado soberano independiente con Jerusalén Este como su capital o cualquier forma de autodeterminación significativa. Mucho menos una implementación significativa del derecho de retorno de los refugiados palestinos a su patria original, una realización reforzada por el ignominioso fracaso en abril de 2014 de las negociaciones llevadas adelante por el Secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry.

Cabe señalar que los Acuerdos de Oslo no marcaron un cambio en la política israelí hacia el pueblo palestino en los territorios ocupados en 1967. Más bien, demostraron ser una continuación de la política colonial de Israel después de su creación en 1948 y de las prácticas israelíes de despoblamiento de los habitantes autóctonos palestinos y asentamiento de judíos israelíes, demolición de viviendas y otras violaciones a los derechos humanos a ambos lados de la Línea Verde.

Los procesos descritos anteriormente parecerían crear las condiciones para una tercera Intifada. Sin embargo, otros poderosos procesos interrelacionados en CJG los contrarrestan: la expansión del individualismo —o individualización—, el declive de la movilización política y la acentuación de las desigualdades socioeconómicas.

El individualismo y la pérdida de un ancla política

La propagación del individualismo significa que cada vez más palestinos legitiman, promueven y protegen sus intereses y preocupaciones personales por encima de los intereses y preocupaciones colectivos de la comunidad. Este es el resultado de una serie de factores.

El primero es la adopción de un régimen económico neoliberal por parte de la Autoridad Palestina (AP), que no sorprende ya que se estableció en el apogeo de la era neoliberal global y fue promovida por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. El enfoque neoliberal ganó el apoyo de los principales donantes de la Autoridad Palestina, así como de muchas ONG palestinas que dependen de la ayuda extranjera.

Bajo el régimen neoliberal, se otorgó al sector privado el papel determinante en la configuración de la economía palestina y se consolidó la dependencia de la AP de la ayuda externa y de las transferencias de impuestos israelíes. Esta dependencia hizo a la AP vulnerable a la presión política y a los empleados de su gran sector público desconfiados de cualquier cambio que pueda poner en peligro sus fuentes de sustento.

El individualismo también fue el resultado del papel engrandecido de las ONG en CJG a raíz del establecimiento de la AP en 1994. Muchas ONGs, particularmente las más grandes, dependen para su funcionamiento del dinero de los donantes, a pesar de su claro sesgo político neoliberal y las prioridades de los contribuyentes, para mantener el ‘proceso de paz’ generado por Oslo a toda costa. La importante expansión del número y tipos de ONGs significó, en la mayoría de los casos, la sustitución de asociaciones representativas y voluntarias por asociaciones profesionalizadas sin mandato para representar los intereses de ninguna circunscripción electoral específica.

Un tercer factor relacionado con el proceso de individualización fue la disminución de la influencia y la credibilidad de las organizaciones políticas y el aumento de la burocracia de la AP y las instituciones formales bajo la ilusión de que esto pronto conduciría a un Estado palestino independiente. La cultura política enormemente igualitaria ‘de hermanos y camaradas’ y el acceso relativamente fácil a los líderes por parte de las bases que existía antes de los Acuerdos de Oslo, fue reemplazada por instituciones pseudoestatales con sus estructuras y discursos jerárquicos rígidos. Ahora hay ministros, directores generales y otros rangos civiles y militares, cada uno con sus propios privilegios especiales y descripción de funciones. Esto disminuyó significativamente la capacidad de las organizaciones políticas –incluidos los dos movimientos palestinos más grandes, Fatah y Hamas– para la movilización popular sobre cuestiones nacionales. La mayoría de los cuadros de Fatah y Hamas fueron absorbidos por las instituciones burocráticas formales establecidas por ambos movimientos en Cisjordania y Gaza.

La marginación de las instituciones nacionales palestinas se ve más claramente en la marginación total de las instituciones de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) que anteriormente habían representado a las comunidades palestinas dentro y fuera de la Palestina histórica. La pérdida de las instituciones de la OLP incluyó a la mayoría, si no a todas, las organizaciones populares y los sindicatos que ahora se distanciaron de gran parte de sus electores de base en CJG y entre otras comunidades palestinas. Los palestinos no solo perdieron a la OLP como su institución nacional representativa que lo abarcaba todo, sino que terminaron con una AP dividida, con dos autoridades autónomas bajo la ocupación colonial de colonos y un asedio sofocante. En efecto, los palestinos jugaron y sufrieron la estrategia israelí de fragmentación del pueblo palestino, geográfica e institucionalmente.

El resultado neto es la pérdida de un ancla política y una población movilizada que podría liderar una nueva Intifada contra el Estado colonial de colonos. Las organizaciones políticas, los sindicatos y las organizaciones de masas fueron esenciales para el estallido de la Primera Intifada, y la capacidad de la población para sostenerla y su pérdida socava el potencial de una tercera Intifada.

La nueva clase media y los trabajadores: ninguna Intifada a la vista

El establecimiento de la AP condujo a importantes transformaciones de clase en CJG. Las desigualdades estructurales se agudizaron entre regiones, ciudades, pueblos, campamentos y familias individuales. Emergió una clase media considerable que depende, en gran medida, del empleo en los diversos ministerios y aparatos de seguridad de la AP, agencias donantes, ONGs y el cada vez más influyente sector privado orientado a las ganancias. Incluso, en nuevos sectores económicos, como las comunicaciones, la electrónica, los seguros, la banca y las finanzas, la publicidad y el marketing. Esto coincidió con una gran expansión en el campo de la educación en todos los niveles y en la atención de la salud, además de un aumento notable en el número de profesionales, como abogados, ingenieros y arquitectos, entre otros.

Esta nueva clase media tiene un interés evidente en no cambiar el rumbo. Una proporción cada vez mayor de la nueva clase media está ahora enredada en préstamos bancarios para nuevas casas, automóviles, muebles y similares. Cualquier interrupción en los salarios de la AP o de otros empresarios dejará muy expuesto a este gran segmento de la población como ocurrió en más de una ocasión desde la Segunda Intifada. Gran parte de la clase media palestina en CJG se mostrará reacia a participar en un levantamiento mientras tema perder su sustento.

Esto, por supuesto, no significa que los trabajadores de bajos ingresos en CJG estén en condiciones de lanzar una Intifada como lo hicieron los trabajadores tunecinos a través de su poderoso movimiento sindical en 2011. Es cierto que, como los tunecinos antes del levantamiento, tienen menos seguridad laboral, salarios más bajos, pocos de los derechos sociales de la nueva clase media y tasas de desempleo más altas que cualquier otro grupo, sacando a los graduados universitarios. Pero lo que es más importante, los trabajadores palestinos están dispersos entre decenas de miles de pequeñas y muy pequeñas empresas, y la mayoría de ellos no están sindicalizados. De hecho, la clase media —por ejemplo los maestros, abogados, ingenieros, empleados públicos y empleados de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo— está más sindicalizada que la clase trabajadora. Además, alrededor del 10% de la fuerza de trabajo en Cisjordania continúa siendo empleada en Israel y sus asentamientos como mano de obra, según la Oficina Central de Estadísticas de Palestina.

Vale la pena señalar que las distinciones de clase y estatus basadas en la riqueza y la posición nunca fueron tan notorias como llegaron a serlo en los últimos años, ni tampoco lo fue el consumo conspicuo de autos caros, residencias de vacaciones, tiendas, restaurantes y hoteles de cinco estrellas. En la Primera Intifada, las distinciones flagrantes eran en gran parte entre el ocupante y el ocupado. Ahora, son muy notorios entre diferentes segmentos de la población ocupada y asediada.

Algunos analistas creen que el colapso de la AP, ya sea como resultado de una decisión palestina de disolverla o bajo el impacto de las presiones israelíes y estadounidenses, conducirá a una nueva Intifada. Otros analistas evaluaron las repercusiones de un colapso de AP y brindaron recomendaciones para enfrentar diferentes escenarios. Sigue siendo una pregunta abierta si el colapso de la AP eventualmente conduciría a otra Intifada o más bien a acciones deliberadas para desafiar y revertir las limitaciones a la acción colectiva.

Una Intifada contra la propia AP en sus configuraciones de Cisjordania y la Franja de Gaza es poco probable, en parte porque la cuestión nacional sigue predominando sobre los asuntos locales. Las encuestas sugieren la existencia de apoyo público para la continuación de la AP a pesar de los sentimientos encontrados de los encuestados. La mayoría de los palestinos en CJG cree que las instituciones palestinas son corruptas: 77% para las instituciones en Cisjordania y 68% para las instituciones en la Franja de Gaza. Sin embargo, la mayoría no quiere ver la disolución de la AP.

Lo que es más probable que veamos es una continuación de las manifestaciones y otros intentos de ejercer presión sobre las dos autoridades autónomas, como protestas contra los altos precios, el desempleo y los retrasos en el pago de salarios. No es probable que estas se aceleren hacia una nueva Intifada contra las dos autoridades palestinas. Por un lado, tal acción será vista como hacerle el juego a Israel y, por otro, ambas autoridades están bien equipadas, en cuanto a la seguridad, para reprimir tales intentos. Vale la pena señalar que las dos autoridades rivales alentaron protestas en el territorio del otro a pesar de los muchos acuerdos para poner fin a su división. En cuanto al resultado del acuerdo de abril de 2014 para poner fin a tal situación, todavía es una incógnita.

¿Qué tan desolador es el futuro?

En el futuro próximo, los palestinos bajo ocupación seguirán sacudidos por la necesidad de una acción colectiva en favor de la libertad, la autodeterminación y la soberanía, y por las fuerzas contrarias creadas por la economía neoliberal, la dependencia de la ayuda y la atomización social y política. Esta realidad se ve corroborada por las opiniones divergentes que expresan tanto las élites políticas como el público en general. Por ejemplo, una encuesta de opinión pública, realizada en noviembre de 2013, mostró que el 60% de los encuestados en el CJG esperaba una 3ª Intifada en un futuro próximo, pero solo el 29% dijo que la apoyaría. En cuanto a un levantamiento contra la AP, una encuesta realizada en septiembre de 2013 entre los jóvenes palestinos, —el sector que se espera que esté más a favor de un levantamiento— reveló que solo el 30% de los jóvenes de Gaza dijo que apoyaba el estallido de dicho levantamiento, mientras que el 63% dijo que se oponía. En Cisjordania, sólo el 21% de los jóvenes apoyaba un levantamiento contra la AP, mientras que el 72% se oponía.

La represión, la discriminación y la humillación de los palestinos por parte de Israel, y su saqueo y la negación de sus derechos históricos, nacionales y cívicos nunca fueron tan grandes como lo son hoy. Mientras tanto, las negociaciones llegaron a un callejón sin salida y la resistencia militar mostró sus límites. Sin embargo, queda claro a partir del análisis anterior que la fragmentación geográfica y política del pueblo palestino, el crecimiento del individualismo, las desigualdades acentuadas en CJG promovidas por la economía neoliberal y la dependencia de la ayuda y las transferencias externas, limitan en gran medida el surgimiento de la acción colectiva necesaria para ayudar a terminar con la ocupación israelí.

Es más probable que veamos una continuación del patrón de protesta y resistencia observado en los últimos dos o tres años: enfrentamientos localizados con el poder colonial y sus colonos en Cisjordania y enfrentamientos militares intermitentes en la Franja de Gaza, junto con brotes de indignación frente a la situación general en ambos territorios. La situación seguirá siendo altamente volátil y explosiva, pero carecerá de la agencia organizadora necesaria para un levantamiento masivo.

Un cambio en la dinámica actual solo puede ocurrir a través de la posesión de instrumentos organizativos para la acción colectiva contra el poder colonial de los colonos, por parte de los palestinos que viven bajo la ocupación, así como de los ciudadanos palestinos de Israel y los refugiados y exiliados palestinos. Esto requiere un proceso democrático y representativo destinado a reconstruir las instituciones nacionales palestinas, en particular las de la OLP y sus organizaciones populares y profesionales. También requiere el desarrollo de una estrategia nacional clara que involucre a todas las partes del pueblo palestino y trascienda el atasco creado por el enfoque limitado de las negociaciones y/o la confrontación militar como las únicas vías disponibles para promover los derechos de los palestinos.

De hecho, los palestinos deben entender que la resistencia significa una estrategia holística que va más allá de la resistencia militar y cubre todas las formas de compromiso, incluidas las vías legales, diplomáticas, políticas, culturales y económicas, así como medidas para boicotear, desinvertir y sancionar a Israel como defiende el movimiento Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS). En cuanto al sector privado, debe orientarse de modo que promueva una economía capaz de funcionar bajo la ocupación israelí y de resistirla, mientras satisface las necesidades de los palestinos de CJG en su lucha por la supervivencia.

También existe una necesidad obvia y urgente de una estrategia para desmantelar, sin dudarlo, las estructuras de poder colonial creadas por Oslo y redefinir radicalmente las funciones de la AP –si se toma una decisión nacional para mantenerla de una forma u otra– y, en particular, el papel y las funciones de sus fuerzas de seguridad, en consonancia con una estrategia nacional integral guiada por una OLP reformada y reestructurada. Además, los partidos políticos palestinos necesitan recuperar su representatividad y capacidad para movilizar las capacidades del pueblo palestino. Si va a haber una nueva Intifada, sus objetivos, estrategias, formas y ubicaciones deben ser objeto de deliberación nacional y apoyo para lograr sus objetivos.

[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]

Jamil Hilal es Magíster en Sociología Política por la Universidad de Durham e investigador asociado en diversas instituciones, entre ellas la Institución Palestina para el Estudio de la Democracia (Muwatin). Además fue asesor del Ministerio de Trabajo de Palestina.

N.d.T.: El artículo original fue publicado por Al Shabaka el 19 de mayo de 2014.

Referencias

1. Al-Shabaka publica todo su contenido tanto en inglés como en árabe (vea el texto en árabe aquí). Para leer este artículo en francés, haga clic aquí. Al-Shabaka agradece los esfuerzos de los defensores de los derechos humanos para traducir sus piezas al francés, pero no es responsable por ningún cambio de significado.