Por Lama Rageh para Syria Untold
Las detenidas enfrentan el estigma social después de la prisión en Siria.
“A menudo trataba de hablar con mi esposo para averiguar por qué estaba absolutamente resentido conmigo. Después de repetidos rechazos, me dijo con sinceridad: ya puedo acercarme a ti. Ni siquiera puedo mirarte. No sé qué te pasó en la cárcel y nada puede garantizar que nadie te haya tocado”.
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Cuando estaba en prisión, Aliaa a menudo soñaba con el momento en que la liberaran y podría regresar a casa. Con poco más de veinte años, fue arrestada cuando era adolescente a principios de 2015 por la Dirección de Inteligencia de la Fuerza Aérea en Damasco, debido a su trabajo con los medios.
“Cuando estaba en prisión, siempre pensaba en mis padres y su situación. Soñaba con abrazar a mis hijos, como lo hace cualquier preso. Esperé con impaciencia el momento de mi liberación. Soporté el dolor físico y psicológico y me mantuve firme solo para poder volver a ver a mis hijos”, comenta a Syria Untold.
Aliaa permaneció en prisión durante unos seis meses y fue puesta en libertad a finales de 2015. Esperaba que su comunidad la acogiera, especialmente desde que fue arrestada debido a sus posiciones políticas y mediáticas, que considera honorables. Pero, tras su liberación, se dio cuenta de que su marido la había rechazado.
Vida después de la cárcel: la sociedad persigue a los supervivientes
Una década después del estallido de la revolución siria y el consiguiente conflicto, prácticamente todos los partidos políticos o militares detuvieron a activistas y figuras de los medios de comunicación. El gobierno sirio es responsable de la mayoría de los arrestos contra mujeres. Un informe publicado el año pasado por la Red Siria por los Derechos Humanos contó que “no menos de 9.668 mujeres permanecen detenidas o desaparecidas por la fuerza por actores clave en Siria entre marzo de 2011 y marzo de 2020, incluidas 8.156 detenidas o desaparecidas por la fuerza por las fuerzas del régimen sirio”.
Tras su liberación de la prisión del gobierno, Aliaa deseó no haber sido liberada. Se dio cuenta de que vivir con su esposo y restaurar su relación sería imposible. Sería difícil para ella soportar el estigma social de ser una ex detenida y el constante cuestionamiento de quienes la rodean. Sin embargo, ella no estaba sola. Un informe de 2020 de Women Now, una organización de derechos de las mujeres sirias, encontró que muchas mujeres sobrevivientes de la detención en Siria enfrentaron reacciones violentas de sus comunidades luego de ser liberadas de la prisión.
“Una experiencia clave compartida por la mayoría de los sobrevivientes […] fue la reacción violenta a la experiencia de la detención por parte de miembros cercanos y más distantes de sus comunidades”, según el informe.
Según dicho reporte, algunas sobrevivientes fueron obligadas a casarse o sus familiares las pusieron bajo arresto domiciliario ‘para quitarse la vergüenza’. Aliaa sintió que necesitaba separarse de su esposo porque él era insensible con ella. Ahora tiene 23 años, todavía trabaja en los medios de comunicación y vive con sus hijos en las afueras de Damasco. Ella está tratando de reparar los ‘pedazos rotos’ dentro de ella —aquellos destrozados por su detención primero y la crueldad de su esposo después.
Mi cuerpo no está par ser explotado
Wissam* fue arrestada en Deir al Zour en 2013, por su trabajo en el área de los derechos humanos. Al año siguiente, fue trasladada a la prisión de Adra, cerca de Damasco, y luego liberada por el Tribunal Antiterrorista tras los informes escritos sobre sus supuestos vínculos con el Ejército Sirio Libre (FSA en inglés).
Ella comentó que sus padres y amigos cercanos de su círculo social principal la apoyaron, pero sus familiares y conocidos la culparon por su arresto. “Mis padres están enfrentando mucha presión y son ellos los que han pagado el precio. Somos seis niñas y un niño. Si un hombre quiere proponerle matrimonio a una de mis hermanas y se entera de que me detuvieron, cambia de opinión. ¡Esto siempre me deja perpleja porque fui yo quien fue detenida, no mi hermana! ” le dice a Syria Untold y a la campaña #ForJustice.
En un informe de 2015 sobre mujeres detenidas en Siria, la Fundación Euro-mediterránea de apoyo a los Defensores de los Derechos Humanos descubrió que los miembros de las comunidades de mujeres sobrevivientes de prisiones tienden a mantenerse alejados de ellas y de sus familias.
“Debido al estigma asociado con la violación y la agresión sexual [que a menudo ocurre en la detención en Siria], las personas tienden a mantenerse alejadas de las familias de los detenidos actuales o anteriores. Como consecuencia, las mujeres detenidas a menudo son rechazadas por sus comunidades o familias después de su liberación ”, señaló el informe.
Después de la liberación, Wissam intentó seguir con su vida: solo le quedaban dos exámenes universitarios para obtener su diploma. Pero no estaba a salvo de las actitudes permisivas e intrusivas de los hombres hacia su cuerpo.
“Estaba de pie con mi amigo de la universidad cuando un viento fuerte sopló y desplazó mi bufanda de una manera que mostró un poco de mi hombro. Mientras él trataba de arreglar mi bufanda en su lugar, le dije que no me gustaba que nadie me tocara. Él replicó: ‘Todavía no has olvidado sus caricias allí, ¿verdad?’ Me sorprendió y no pude hablar. Por lo general, tengo mis respuestas listas, pero estaba demasiado sorprendida en ese momento. Aún lo recuerdo y no sé qué decir. No tengo idea de qué tipo de sentimiento se apoderó de mí. ¿Fue repugnancia u odio? Yo no sé. Fue un sentimiento mixto y me sentí muy herida ”, comentaba.
“Sentí que algunas personas me estaban tratando como una propiedad violada. Pensaron que, si yo fui una ex detenida, definitivamente fui violada y estaba lista para tener relaciones sexuales. Los hombres a menudo me hacían invitaciones e insinuaciones para participar en actos sexuales conmigo. Otros pensaron que, dado que yo era una ex detenida, los hombres podrían querer casarse conmigo para encubrir mi vergüenza y yo se los debía por eso”.
Wissam ahora vive en la ciudad de Sanliurfa, en el sur de Turquía, donde ella y otras sobrevivientes establecieron la Organización de Mujeres Sobrevivientes de Siria, un grupo político y de derechos. Se están acercando a otros sobrevivientes para hacer oír su voz y abogar por los sobrevivientes tanto femeninos como masculinos ofreciendo actividades de empoderamiento social y económico.
“Estoy orgulloso de mi hija”
En 2012, la detenida Alaa Morelli apareció en la televisión estatal siria con el seudónimo de Binan al Hassan. El gobierno la había obligado a hacerlo. Transmitieron una entrevista exclusiva con ella, con el pretexto de que anteriormente había hecho declaraciones falsas a Al Jazeera. Fue arrestada cuando aún era una estudiante universitaria y entregó una acusación ya preparada. “Después de aparecer en televisión, la gente empezó a visitarnos. Mi padre me apoyó. Se puso de pie frente a todos y dijo en voz alta que yo estaba en la televisión y que me consideraba una heroína”, recuerda Alaa.
En 2013, un canal pro-régimen emitió un documental de tres mujeres detenidas: Sara al Alou, Fatima Faroukh y Ferial Abdul Rahim. Quienes fueron obligadas a hablar sobre la realización de una ‘yihad sexual con hombres armados de facciones de la oposición’. El régimen también transmitió una entrevista en 2014 con Rawan Kaddah, que en ese momento solo tenía 17 años. Apodado ‘un padre vendiendo el honor de su hija’, el episodio mostraba a Rawan hablando de su padre obligándola a tener relaciones sexuales con combatientes de las facciones de la oposición. Por supuesto, Rawan sólo dijo estas cosas porque el régimen sirio la obligó.
La Red Siria por los Derechos Humanos documentó en un informe de 2015 cómo el régimen sirio obligó a 11 mujeres y niñas a ‘confesar’ en la televisión estatal que habían tenido relaciones sexuales con combatientes de la oposición a petición de sus padres. Las prácticas del régimen sirio constituyen una violación de las normas internacionales, ya que el Protocolo II, una adición a los Convenios de Ginebra, prohíbe la mutilación, la tortura, el trato severo, ofensivo e inhumano de los detenidos, la toma de rehenes y los juicios injustos.
Talal Mustafa, socióloga e investigadora del Centro Harmoon de Estudios Contemporáneos, dice que las dictaduras a menudo practican la violencia sistemática contra las mujeres porque se dan cuenta de la naturaleza de algunas sociedades conservadoras, incluida la sociedad siria.
Las fuerzas de seguridad, dice, detienen a las mujeres no solo para torturarlas, sino también para desmoralizar a sus comunidades. “Es una cuestión de valores tradicionales heredados que reducen el papel de la mujer a portar los valores del honor y la castidad. Según la mentalidad pública, incluso si la mujer no es acosada y violada en la cárcel, el mero hecho de que haya sido detenida pone en duda su comportamiento”, añade Mustafa.
Alaa ahora vive con su esposo y cinco hijos en Antakya en Turquía, y trabaja con la Organización de Mujeres Sobrevivientes de Siria.
El cuidado excesivo no es la respuesta
Sahbaa al Khodr es psicóloga y trabaja en terapia cognitivo-conductual. Ella plantea que parte de su terapia, para las mujeres sobrevivientes de la detención, consiste en volver a empoderarse para enfrentar la percepción que la sociedad tiene de ellas y permitirles ingresar al mercado laboral y mejorar sus relaciones con sus familiares. También es importante potenciar su imagen de sí mismas, y tratar de integrarlas en la sociedad, sobre todo por los cambios que tienen que afrontar, como la separación de sus cónyuges o la privación de sus hijos o padres.
“Espero que, al tratar con mujeres sobrevivientes de las detenciones, no exageren al cuidarlas, o que la gente no las bombardeen con preguntas, basta tratarlas como mujeres que sufrieron una determinada experiencia debido a la guerra, pero que al final sobrevivieron”, comenta al Khodr.
* Se cambiaron algunos nombres para proteger la seguridad de los entrevistados.
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Lama Rageh tiene una licenciatura en Periodismo y Medios de la Universidad de Damasco y una maestría en Medios de la Universidad Árabe de Beirut. Trabaja como freelance para varios medios, además de ser una activista de derechos humanos con un interés particular en temas de género.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Syria Untold el 12 de febrero de 2021.