Por Rafid Majizadeh para Arab News
El nuevo Presidente de la República Islámica, Ebrahim Raisi, es de línea dura. Pero, ¿cuál es su posición sobre el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por su sigla en inglés)?
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Algunos analistas políticos, académicos e incluso políticos argumentan que como la línea dura dentro de la política iraní se opone al acuerdo nuclear y a las negociaciones con Occidente, el Presidente electo también lo está. Este argumento es inexacto por numerosas razones.
En primer lugar, es correcto afirmar que quienes pertenecen a la línea dura en Irán persiguen los principios revolucionarios de la República Islámica, uno de los cuales es contrarrestar la influencia occidental en Medio Oriente entendiendo a Occidente como rival. Sin embargo, esto no quiere decir que el régimen iraní no negocie o acuerde con Occidente cuando su supervivencia está en juego, tanto política como económicamente.
Un ejemplo de esto es la situación Irán-Contra, conocida en Irán como el asunto McFarlane. Durante la guerra con Irak, las autoridades iraníes estaban desesperadas por conseguir armas, así que accedieron a poner de lado sus ideales revolucionarios para llegar a un acuerdo de compra de armas con Estados Unidos e Israel. En ese momento, el actual Líder Supremo, Ali Khamenei era el Presidente de Irán al servicio del Ayatollah Khomenei.
Otro ejemplo es la invasión estadounidense a Afganistán. Debido al temor de que la República Islámica pudiera ser la próxima, el régimen de Teherán cooperó con Estados Unidos, proporcionando inteligencia y asesoramiento a las fuerzas estadounidenses.
En segundo lugar, cuando se trata de la política exterior iraní, quien toma la decisión final es el Líder Supremo, no el Presidente ni el Primer Ministro. Para implementar cualquier decisión sustantiva se requiere del visto bueno de Khamenei, ya sea directa o indirectamente.
En otras palabras, los presidentes y ministros de relaciones exteriores en Irán, ya sean moderados o más duros, tienen un poder extremadamente limitado sobre la política exterior del régimen. Entre 2013 y 2015, cuando los funcionarios iraníes mantenían reuniones con las autoridades estadounidenses para ultimar el acuerdo nuclear, el Presidente Hassan Rouhani y el Ministro de Relaciones Exteriores Javad Zarif, no podían y no iban a alcanzar un acuerdo internacional de esa importancia sin la aprobación del Líder Supremo.
Khamenei aún quiere sostener el acuerdo nuclear. Aunque fue muy reservado cuando se firmó el JCPOA, actualmente está impaciente por el levantamiento de las sanciones de Estados Unidos. En abril declaró en la televisión estatal: “Debemos ser cuidadosos en que no se lleve a cabo el diálogo de forma que las partes se retiren de las negociaciones, eso es dañino para el país”. Anteriormente dijo: “Recientemente, pusimos una condición irrenunciable: si quieren que Irán retome sus compromisos con el JCPOA, algunos de los cuales fueron cancelados, Estados Unidos debe levantar todas las sanciones”.
Los periódicos iraníes controlados por el Estado, que por lo general apoyan y difunden la postura de Khamenei en asuntos de política interna y externa, alertaron a Raisi de no oponerse al acuerdo nuclear. El mes pasado, el diario Jahan-e-Sanat advirtió al Presidente electo: “El hecho es que la economía iraní, tanto con la continuación de las sanciones como sin ellas, va a adquirir al menos dos formas de ingreso de divisas extranjeras con diferencias significativas. Irán ya no está lo suficientemente vivo como para sumar más resistencia en la ecuación, vendrán días inciertos y veremos consecuencias imprevistas que van a complicar las cosas”.
Finalmente, un objetivo que comparten los políticos iraníes de todo el espectro político es asegurar la supervivencia del régimen teocrático. Es sabido que el régimen no puede continuar sin el pacto nuclear y el levantamiento de las sanciones. El JCPOA ofrece un apoyo financiero significativo para sostenerlo.
El régimen está en bancarrota y la moneda iraní continúa devaluándose, pero Teherán podría aumentar sustancialmente su exportación petrolífera si vuelve al acuerdo. Las autoridades están preparando las instalaciones para lograr exportar con plena capacidad en cuestión de meses. El pacto nuclear también va a permitir que Occidente invierta en el país y cumpla el deseo de los líderes iraníes de conseguir inversiones extranjeras. También, daría legitimidad global al país. Esto significa que su financiamiento a distintas milicias, sus aventuras bélicas y su comportamiento destructivo en Medio Oriente en general podría ser más tolerado o incluso ignorado por las potencias mundiales.
En definitiva, Raisi quiere el pacto nuclear porque así lo quiere el Líder Supremo y porque el régimen lo necesita. Mientras Khamenei esté a favor del JCPOA, los políticos iraníes seguirán sus órdenes.
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El Dr. Majid Rafizadeh, iraní-americano, es politólogo graduado de Harvard.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Arab News el 4 de julio de 2021.