Por Mona Atia y Said Samlali para MERIP
Los ciudadanos de la región más pobre de Marruecos, Draa-Tafilalet —en el sureste—, continúan luchando contra la falta de rutas pavimentadas, electricidad, agua y acceso a Internet. En el otoño de 2017, los residentes de las aldeas remotas de Agerzegua y Tighanimine en la provincia de Tinghir marcharon en protesta por una ruta nacional hacia la sede del gobierno municipal. Exigían infraestructura básica, pero fueron detenidos por la policía que los envió a casa. Si bien lograron que se avance en un sendero, todavía esperan el asfalto prometido. Estas manifestaciones son sintomáticas de un problema mayor: la población perdió la confianza en los funcionarios electos y cree que la protesta es la única herramienta para que sus voces se escuchen.
[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]
Los residentes de Draa-Tafilalet se enfrentan a la marginación, desigualdad espacial, pobreza y acceso limitado a la infraestructura básica. Sin embargo, la región es rica en recursos con numerosas minas de plata y otros minerales y la enorme planta de energía solar Noor. Sin embargo, como resultado de las políticas extractivistas del estado, la región y su población, predominantemente, amazigh no se benefician directamente de ninguna de las dos. [1]
El desarrollo desigual no es un fenómeno nuevo en Marruecos. Si bien el país experimentó una reducción general de la pobreza durante el siglo XXI, hay una aceleración en las trayectorias de desarrollo divergentes entre las regiones. Paradójicamente, las políticas públicas que aparentemente buscan reducir estas disparidades están de hecho marginando aún más a las comunidades. A pesar de los esfuerzos por descentralizar el poder -a través del proceso de ‘regionalización avanzada’-, la creación de un Fondo de Solidaridad Interregional y un Fondo de Mejora Social, la distribución de recursos e inversiones hasta ahora sólo está reforzando las desigualdades existentes a nivel local. [2] Además, las decisiones presupuestarias regionales siguen estando sujetas a la aprobación del Ministerio del Interior.
Si bien algunas regiones son testigos del crecimiento de oportunidades laborales y grandes programas de infraestructura, otras parecen estar destinadas a permanecer periféricas a las ventajas económicas que se encuentran en espacios, principalmente, urbanos.
La creciente división urbano-rural
Las desigualdades regionales contemporáneas resultan en parte de la historia territorial colonial. El protectorado francés -1912-1956- produjo patrones marcados de desarrollo desigual en Marruecos que continúan vigentes. El modelo francés, tanto en el país como en el extranjero, se basó en la centralización del poder en la capital, lo que provocó la marginación del resto. La dicotomía colonial peyorativa de Maroc Utile y Maroc Inutile dividió a Marruecos en dos: una parte se consideró ‘útil’ y la otra no.
Maroc Utile se refirió a la sección de Marruecos que se extiende desde El Jarida hasta Kenitra, a través de las llanuras del norte llegando a Meknes y al sur de Marrakech. Maroc inutile identificó el interior en gran parte montañoso como territorio improductivo.
Un eje importante de desigualdad, exacerbado por la administración colonial francesa, es la gran discrepancia en el desarrollo entre las áreas urbanas y rurales. La región costera urbana de Casablanca-Rabat-Kenitra es el centro de gravedad del poder de decisión y mantiene la hegemonía administrativa, política, financiera y cultural. El surgimiento de Casablanca como el centro comercial del país no fue inevitable. El geógrafo francés Fernand Joly argumentó que “sin el extranjero, Casablanca sin duda habría seguido siendo un pueblo muy pequeño, como mucho un zoco importante”. [3]
Michel Écochard se desempeñó como director del Departamento de Urbanismo del Protectorado francés desde 1946 hasta 1952. Él fue quien transformó el desarrollo urbano de Casablanca y amplió el ritmo de la descentralización industrial hacia nuevas ciudades costeras, como Agadir y Safi, en gran parte en detrimento de las ciudades pequeñas y medianas del interior.
El surgimiento de nuevos centros regionales descentralizó ligeramente el desarrollo, pero también exacerbó la brecha de desarrollo entre las áreas urbanas y rurales. Si bien es cierto que existen poblaciones urbanas marginadas cuyos medios de vida se ven amenazados por los recientes y opulentos megaproyectos en Casablanca, Tánger y Rabat, quienes residen en espacios rurales sufren de marginación tanto económica como espacial [4]. Según datos recientes del Alto Comisionado de Planificación (HCP), las regiones de Casablanca-Settat, Rabat-Salé-Kénitra y Tanger-Tétouan-Al Hoceima representan dos tercios del crecimiento y el 58% del PIB, mientras que la región más pobre de Draa-Tafilalet representa menos del 1 por ciento. [5]
A medida que las ciudades más grandes de Marruecos se inician en el siglo XXI, las zonas rurales sufren como resultado de un éxodo masivo, la extracción de recursos y la marginación espacial. Según el mapa de pobreza de 2014 del HCP, el 85,4 por ciento de las personas multidimensionalmente pobres viven en zonas rurales, incluidos 1,3 millones de ciudadanos etiquetados como pobres monetariamente. Además, las tasas de pobreza en Marruecos son tres veces mayores en las zonas rurales que en las urbanas [6]. Draa-Tafilalet tiene tasas de pobreza del 14,6 por ciento, mientras que otro 16,2 por ciento de la población está clasificada como vulnerable. Es la única región del país sin autopista, tren o universidad importante. Por lo tanto, no es solo una región pobre sino también espacialmente marginada, a horas de cualquier centro urbano reconocible y poco atractiva para los inversores y los trabajadores por igual.
En nuestras entrevistas de investigación, los residentes de Tinghir a menudo hablaban de su provincia como descuidada o abandonada por el Estado y con frecuencia citaron la marginación espacial del área como prueba de negligencia. [7] Un miembro de una asociación de desarrollo local en la provincia de Tinghir señaló que “No se preocupan por nosotros. Si se preocuparan por el desarrollo, entonces construirían un túnel desde Marrakech para que la gente pueda cruzar las montañas en el invierno”. [8]
La carretera actual desde Marrakech usa el paso Tizi-n-Tichka, una traicionera ruta en zigzag que toma cuatro horas para recorrer solo 201 kilómetros —125 millas— Marrakech a Ouarzazate y luego otro viaje de dos horas de 170km -106 millas- más a Tinghir.
Esta carretera montañosa con curvas pronunciadas a veces se vuelve intransitable durante los meses de invierno a pesar de la reciente reconstrucción. Nuestro interlocutor imaginó en cambio un túnel entre Marrakech y Ouarzazate, muy parecido al que conecta Marrakech con Agadir.
La región ha sido testigo de importantes mejoras de carreteras y proyectos de pavimentación desde la Iniciativa Nacional para el Desarrollo Humano (INDH) en 2005. No obstante, hay poca voluntad política o urgencia para invertir en proyectos a gran escala que podrían transformar radicalmente los medios de vida de los aldeanos remotos.
Transferir la responsabilidad del desarrollo a las regiones
Reconociendo las desigualdades entre regiones como un problema, el estado marroquí se encuentra en medio de un largo proceso de lo que llama ‘regionalización avanzada’. Los objetivos declarados de este proceso son descentralizar el poder, delegar las estructuras de gobernanza y trasladar el desarrollo del centro a los consejeros regionales.
La regionalización avanzada se anunció en noviembre de 2008, pero la Comisión Consultiva sobre Regionalismo no se creó hasta 2010. En respuesta a las manifestaciones en todo el país en 2011 y las demandas políticas y económicas del Movimiento 20 de Febrero, el Rey emprendió rápidamente reformas constitucionales.
La nueva constitución de 2011 esbozó un marco para la regionalización avanzada. En 2015 se promulgaron tres leyes —111.14, 112.14 y 113.14— que otorgan autonomía a la región, prefectura y municipio, respectivamente, y constituyen la base de la política en la materia. [9] La política busca abordar “la reorganización de las instituciones políticas regionales, la relación entre el centro y la periferia y los límites de las futuras regiones.” [10] Sin embargo, como explicó un economista marroquí en Rabat, “el programa de regionalización es realmente sobre las relaciones de poder entre el centro y la periferia…Las políticas del Estado están acentuando, en realidad, la pobreza y la desigualdad”. [11]
Hay varias formas en las que el plan de regionalización avanzada marginó aún más los lugares a los que dice ayudar. Si bien llevó a una reestructuración territorial en 2015, tanto de las prácticas de las administraciones regionales como de los contornos geográficos de los distritos administrativos, logró poco en términos de trasladar las relaciones de poder y los recursos financieros a las autoridades locales. De hecho, un impacto claro de la política es el aumento de la burocracia y la presencia de múltiples actores que se señalan unos a otros mientras nadie es responsable de la coordinación.
Cada región tiene un consejo con un presidente electo encargado de la gestión financiera y la implementación de proyectos regionales. Oficialmente el presidente electo de la asamblea regional ahora es responsable del gasto presupuestario, en lugar del gobernador regional designado por la realeza. Sin embargo, el poder de los consejos para producir cambios tangibles está limitado por el principio de tutela. [12]
La tutela significa que, aunque la descentralización ha llevado a una distribución nominal del poder a las regiones, la mayor parte del presupuesto permanece controlado de forma centralizada y nada se puede completar sin la aprobación del Ministerio del Interior, lo que limita la autonomía de los consejos regionales. [13] A pesar de su falta de poder y recursos financieros, las regiones ahora son responsables de su propio desarrollo, un traspaso de responsabilidad del centro a localidades ya extendidas. Para conducir a cambios reales, el Ministerio del Interior tendría que aflojar su control sobre los territorios y transformar radicalmente las prácticas de tutela que socavan la autonomía regional.
El Ministerio del Interior utiliza la tutela como mecanismo central para controlar los territorios periféricos y marginados como Draa-Tafilalet, que históricamente son hostiles al Estado y estallaron en protestas en los últimos años. [14] Este sistema surge del nombramiento poscolonial de funcionarios del Ministerio como guardianes de las aldeas y tierras colectivas.
En entrevista con uno de estos representantes, utilizó regularmente el lenguaje de la ‘tutela’ para describir su papel en el gobierno de su territorio, un indicador más de la perdurabilidad de un sistema colonial centralizado.
Si bien oficialmente la política de regionalización avanzada puso fin a la tutela de las autoridades locales y regionales, en la práctica el legado de tutela, patrocinio y supervisión sigue socavando a las autoridades locales y privandoles de autonomía. [15] La regionalización avanzada legalmente otorgó autonomía financiera a las regiones, pero tanto las decisiones como los presupuestos de los consejos regionales están sujetos a la aprobación del Ministerio del Interior. Por ejemplo, en la pequeña ciudad provincial de Boumalne, los representantes locales del Ministerio del Interior a menudo intervienen para modificar los planes de desarrollo de los funcionarios electos. Por lo tanto, muchos observadores describen la regionalización avanzada como una forma de descentralización o desconcentración administrativa, no de autonomía o autodeterminación regional.
Los frustrados residentes de lugares marginados, a menudo, sienten que la única forma de hacer algo es protestar. Las protestas callejeras se convirtieron en el mecanismo más popular para expresar quejas y, en ocasiones, dieron lugar a nuevas intervenciones de desarrollo en áreas desatendidas.
Los residentes de Ozighimt, la aldea más remota de la comuna de Ighil Mgoun, sufrieron mucho por su marginación espacial y la falta de carreteras pavimentadas. Caminaron un día en cada sentido para llegar al zoco (mercado) en el centro de la comuna. Después de años de solicitar una carretera, más de 200 residentes del Ozighimt protestaron tres veces diferentes en Rabat —en 2002, 2014 y 2015— para exigir una carretera pavimentada y finalmente en 2017 consiguieron una.
Otro ejemplo exitoso de protesta callejera ocurrió en la comuna de Ouaklim, cerca de la ciudad de Tinghir. Los residentes se manifestaron durante un mes en 2015-2016 frente a la dirección de educación. Buscaban asegurar la construcción de una nueva escuela secundaria más cerca de su aldea porque la del centro de la comuna estaba demasiado lejos. Para los residentes de lugares marginados, la protesta política parece ser la única forma de superar la burocracia y los estancamientos políticos. Para ellos, se obtienen pocos beneficios del programa de regionalización avanzada.
Políticas locales de desarrollo
En todo Draa-Tafilalet hubo una serie de conflictos políticos entre los partidos políticos y los miembros del consejo regional. El presidente de la región es miembro del gobernante Partido Justicia y Desarrollo (PJD), pero durante los últimos tres años su partido no ha tenido mayoría en el consejo. La oposición vota en contra de su presupuesto para la región, lo que resulta en la imposibilidad de seguir adelante con los planes de desarrollo local. Es la única región del país con este estancamiento.
El Ministerio del Interior, a pesar de tener un férreo control sobre la región, no intervino en el asunto. Es posible que las próximas elecciones en 2021 den un resultado diferente, pero hasta ahora se vivió un retraso de cuatro años en el desarrollo para una región que sufre de desigualdad socioeconómica y marginación política.
Al igual que con los consejos regionales, los funcionarios electos locales, particularmente en las áreas rurales, no tienen las herramientas o la competencia para planificar, recaudar fondos o implementar proyectos de desarrollo local, incluso cuando la política no se interpone en el camino.
En todo Marruecos, casi el 15% de los funcionarios electos nunca fueron a la escuela, el 29% completó la escuela primaria, el 30% tiene un diploma de escuela secundaria y solo el 26 por ciento prosiguió con la educación superior. [16] Dadas las discrepancias de desarrollo entre las áreas urbanas y rurales, es probable que el nivel de logro educativo de los funcionarios electos en las áreas rurales sea significativamente más bajo que estas estadísticas nacionales.
La política de distribución se replica dentro de la sociedad civil, donde las asociaciones reciben subvenciones basadas en sus afiliaciones políticas en lugar de sus necesidades, capacidades u otros criterios.
En los grupos focales que realizamos con las asociaciones locales, expresaron su frustración con la realidad de que la política dictaba qué proyectos avanzaban y cuáles no. Por ejemplo, el valle de Mgoun es conocido por su prolífica producción de productos de rosas, que se destaca en el Festival anual de las rosas. Sin embargo, a diferencia de otros festivales, la región no participa en su financiación. Esto se debe a que el presidente de la comuna de Kalaat Mgouna pertenece a un partido político opositor al del presidente regional.
Los proyectos de desarrollo a menudo son rehenes de la política de patrocinio, ya que los funcionarios locales electos de los partidos opositores, dan prioridad a las aldeas que votaron por ellos en lugar de financiar proyectos basados en las necesidades locales.
Este proceso coloca a regiones como Draa-Tafilalet en un perpetuo estancamiento. La incompetencia, la falta de recursos humanos y las maniobras políticas de los funcionarios locales electos refuerzan la creencia del Ministerio del Interior de que la región es incapaz de gobernarse por sí misma y, por lo tanto, debe permanecer bajo su tutela.
Más allá de la falta de autonomía y los estancamientos políticos, la región sufre los impactos negativos clásicos del desarrollo que se experimentan en todo el mundo. El aparato de desarrollo aporta recursos financieros a una región, pero también conduce a que más actores compitan por el acceso a estos recursos limitados, mientras las élites locales compiten por poder. Con tantos actores y sin coordinación, los procesos burocráticos se disparan y la replicación de esfuerzos hace que muy pocos de estos recursos terminen en manos de quienes los necesitan.
Este escenario es una historia clásica del desarrollo del subdesarrollo a manos de quienes están en el poder, ya sean gobiernos, organizaciones de ayuda internacional o instituciones multilaterales. En Marruecos, existen numerosas agencias regionales encargadas del desarrollo: agencias de desarrollo social, agencias de desarrollo agrícola y el Fondo de Desarrollo Rural (FDR), que se ha encargado de mejorar las condiciones de vida de la población de las zonas rurales y montañosas.
Para el período 2017-2023, el presupuesto del FDR es de USD 5.560 millones —DHM 50.000 millones—. [17] Desde 2012, el FDR tiene la tarea de coordinar y financiar una amplia gama de proyectos de desarrollo que incluyen: actividades generadoras de ingresos, riego, desarrollo agrícola y lucha contra el cambio climático, así como la construcción de infraestructura, pavimentación de caminos y mejoramiento de escuelas rurales, centros comunitarios y salud. centros. Si bien la región se ha beneficiado de algunos de estos proyectos, la gran mayoría de los recursos permanecen atados a proyectos innecesarios o divididos entre las élites locales.
Dos Marruecos
Si los últimos años son una indicación, la vieja idea colonial de ‘dos Marruecos’ se convirtió cada vez más en una realidad a medida que las regiones experimentan paisajes de desarrollo dramáticamente diferentes. Por un lado, trenes de alta velocidad, fábricas, autopistas y desarrollo globalizado, y por el otro, aislamiento espacial y falta de desarrollo con carreteras e infraestructura deficientes, escasez de oportunidades económicas y una crisis climática inminente que golpea la agricultura de subsistencia y el pastoreo.
A pesar de una estrategia de desarrollo nacional apoyada por el Rey y varias otras iniciativas, existe una desconexión muy fuerte entre esas estrategias nacionales y las iniciativas emprendidas por una variedad de ministerios y actores de desarrollo local.
La falta de coordinación y competencias locales, una sociedad civil débil, la influencia continua de la tutela y el control del Ministerio del Interior sobre los territorios, más la prevalencia de políticas de clientelismo, trabajan colectivamente para reforzar las trayectorias de desarrollo diferenciales de las regiones y exacerbar las desigualdades existentes.
Si bien la protesta puede ser eficaz para presionar al gobierno, no siempre es eficaz para instigar un cambio real y sostenible. En todo Marruecos, siguen existiendo desigualdades profundamente arraigadas y patrones de desarrollo desigual que ni siquiera los mejores planes de regionalización podrían deshacer. El cambio duradero depende de una reestructuración fundamental de las relaciones de poder y el poder financiero que va más allá de las visiones burocráticas del gobierno.
[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital].
Mona Atia es Profesora Asociada en Geografía y Asuntos Internacionales. Tambien se desempeña como Directora del Instituto para Estudios de Medio Oriente en la Universidad George Washington.
Said Samlali es Candidato a Doctor en Geografía por la Universidad Mohammed V en Rabat Tambien es Presidente de la Asociación Ighil para el Desarrollo de las Poblaciones de Montaña.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por MERIP el 24 de marzo de 2021.
Referencias
[1] Zakia Salime “Life at the Margins of Morocco’s Noor Solar Energy Project,” Middle East Report 298 (Spring 2021); Zakia Salime, “Protest Camp as Counter-Archive at a Moroccan Silver Mine,” Middle East Report 291 (Summer 2019); and Atman Aoui, Moulay Ahmed el Amrani, Karen Rignall, “Global Aspirations and Local Realities of Solar Energy in Morocco,” Middle East Report 296 (Otoño 2020).
[2] Sylvia I. Bergh, The Politics of Development in Morocco: Local Governance and Participation in North Africa (London: IB Taurus, 2017).
[3] Fernand Joly, “Casablanca, Elements for a Study of Urban Geography,” Les Cahiers d’Outre-mer (1948), pp. 121–22. [Francés)
[4] Koenraad Bogaert, “Globalized Authoritarianism and the New Moroccan City,” Middle East Report 287 (Verano 2018) and Sami Zemni, “Tunisia’s Marginalized Redefine the Political,” Middle East Report 298 (Primavera 2021).
[5] Jalil Choukri, “L’économie marocaine continue de créer des disparités régionales,” Medias24, Septiembre 11, 2019.
[6] 142 Rapport du CESE, “Développement du monde rural: Espace des zones montagneuses,” Saisine 21 (2017). HCP defines the poverty rate as “the proportion of poor people in the population, or even the percentage of individual members of a household whose per capita expenditure is below the relative poverty line. In 2007, this threshold was DH 3,834 per person per year in urban areas and DH 3,569 per person per year in rural areas.” HCP uses the Oxford Poverty and Human Development Initiative definition of multidimensional poverty, which incudes acces to basic social services including water, electricity, sanitiation, housing condition, education and health in addition to income.
[7] El autor completo la investigación referenciada en este artículo entre 2014-2018, visitando diferentes comunidades dentro de la provincia de Tinghir, con el apoyo de la Fundación Nacional de Ciencias #1352435.
[8] Entrevista de los Autores, Marzo 23, 2015.
[9] Raquel Ojeda García y Angela Suárez Collado, “The Project of Advanced Regionalisation in Morocco: Analysis of a Lampedusian Reform,” British Journal of Middle Eastern Studies 42/1 (2015).
[10] Ibid., p.52.
[11] Entrevista con autores, Octubre 2, 2014.
[12] Sylvia I. Bergh, “Public Sector Governance Reforms and ‘Advanced Regionalization’ in Morocco: What Role for the European Union?” European University Institute, Robert Schuman Centre for Advanced Studies Borderlands Project 56 (2016).
[13] Hassane El Arafi, “Étude su les recettes et les dépenses des collectivités territoriales au Maroc”, Ministerio de Finanzas, TGR (Junio 2018).
[14] Bernard Venema, “The Vitality of Local Political Institutions in the Middle Atlas, Morocco”, Ethnology, 41/2 (2002)
[15] Sophie Pignon y Stéphane Braconnier, “Regionalization in Morocco: Progress to be Consolidated”, Bird & Bird (Febrero, 2017).
[16] Sara El Majhad, “Qui sont nos élus?” Aujourd’hui Le Maroc, Septiembre 16, 2015.
[17] “M Akhannouch: Le Fonds de développement rural et des zones de montagne vise à combler le déficit en termes d’infrastructure et de services sociaux à travers la réalisation de 20.800 projets,” Royaume du Maroc, Ministère de la Culture, de la Jeunesse et des Sports, June 19, 2019.