Por Dellair Youssef para Syria Untold
Es difícil presentar una entrevista realizada a una figura que amamos, más aún una figura que consideramos una ídola.
No sé qué me impulsó a solicitar una entrevista con Randa Baath. Era plenamente consciente de que sería difícil para los dos, debido al vínculo especial que tengo con ella y su familia, pero decidí seguir adelante de todos modos. Decidí dejar mis sentimientos personales de lado y centrarme en su trabajo de traducción y su relación con la cultura árabe, sabiendo que tradujo bastantes libros del francés a un sólido árabe.
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Baath trabajó en la traducción durante décadas. Su lenguaje es simple pero poderoso. Habla con fluidez los dos idiomas de origen y destino.
“A la edad de 11 o 12 años, a menudo traducía algunos escritos o canciones francesas que me gustaban al árabe. Lo dominé tanto como un extranjero puede hacerlo, y abracé el idioma árabe desde que era una niña pequeña porque crecí en una casa que lo adora y no tolera los errores en árabe”, me contó Baath durante nuestra entrevista.
Baath respondió generosamente a mis preguntas a pesar de mis numerosas solicitudes y algunas dificultades personales que atravesó recientemente. Baath vive en Damasco, su ciudad amada. Nos comunicamos a través de Facebook Messenger, WhatsApp y por correo electrónico. También intercambiamos algunas llamadas y mensajes de voz.
Hice todo lo posible para salir con una pieza lo más neutral posible. Y dejé a un lado mi amor por ella, ¡o al menos lo intenté!
Dellair Youssef (DY): ¿Qué significa trabajar en traducción en Siria, en un momento en que los precios se disparan y las necesidades básicas de subsistencia se están agotando? ¿Y cuál es el valor añadido que la cultura o la traducción pueden aportar a un país asolado por la pobreza?
Randa Baath (RB): Trabajé profesionalmente en traducción durante casi 20 años. En otras palabras, la traducción es mi fuente de sustento. Durante la primera década, trabajé duro para demostrar mi valía. Logré alcanzar mis objetivos mediante obstinada perseverancia, compromiso y esfuerzo continuo, y luego realicé mi maestría en el Instituto Superior de Traducción e Interpretación.
A lo largo de los dos años de estudio en el instituto con mis compañeros de clase, la mayoría de los cuales tenían la edad de mis hijos, fui testigo de su ansiedad, dolor, confusión y entusiasmo. También fui testigo de su intolerancia y tendencia a los rumores y provocaciones.
Estudié en el Instituto para obtener una Maestría en Interpretación, sabiendo que el ‘mercado’ en Siria está prácticamente monopolizado. Supuse que mis estudios allí revelarían mis habilidades a los profesores. Sin embargo, el campo de la interpretación se cerró casi por completo después de 2011, por lo que comencé a enseñar en el instituto después de mi graduación y pasé a la traducción.
La gran mayoría de las editoriales sirias, lamentablemente, están fallando hoy en día. Ni los recién graduados ni los traductores experimentados obtienen sus remuneraciones justas. No obstante, cuando la situación económica y de seguridad empeoró, afortunadamente ya me había establecido en este campo y había publicado un número considerable de libros, lo que llevó a editoriales fuera de Siria a ofrecerme trabajar para ellas y traducir libros que eran valiosos para mi propio conocimiento y el conocimiento de los lectores árabes.
Honestamente, lo estoy manejando perfectamente hasta ahora. Pero los nuevos traductores —y algunos de ellos muy distinguidos— lamentablemente no podrán cubrir sus necesidades si solo trabajan para editoriales locales o para el Ministerio de Cultura, por lo que optan por otras profesiones o por la traducción jurada. Sorprendentemente, un gran número de mis estudiantes se postuló para el concurso de traducción jurada y todos tuvieron éxito.
En cuanto a la segunda parte de la pregunta, creo que la tarea de la cultura, en todas sus formas, tiene como objetivo la autodisciplina. Tomá a la música, el teatro, el cine y el canto, por ejemplo, y observá cómo hombres y mujeres jóvenes se apresuraron a asistir a eventos incluso cuando proyectiles letales golpeaban la ciudad de Damasco —y mencioné específicamente a Damasco porque viví allí durante la guerra y todavía lo hago a pesar de todas las dificultades.
En mi campo de especialización, mis alumnos me dicen que la cultura que les transmití amplió sus horizontes y abrió sus mentes a cosas en las que tal vez no hubieran pensado. Hasta el día de hoy, tengo una relación de amor, confianza y cooperación con ellos en todos los niveles, ¡o eso imagino!
DY: Llevás muchos años traduciendo del francés. ¿Cuál es tu opinión sobre la traducción del francés al árabe, sabiendo que el francés es uno de los idiomas más traducidos al árabe? Además, ¿cuál es tu opinión sobre la traducción del árabe al francés, ya que conocés bien Francia?
RB: Creo que la traducción del francés retrocedió mucho a favor del inglés, y quizás del español, en lo que a literatura se refiere. Después del cierre del Centro Cultural Francés en Damasco, el acceso a las últimas publicaciones, como libros, revistas, música, películas y otros, lamentablemente se volvió casi limitado a quienes viajan al Líbano —incluso hace un año— o a Francia. El Centro Francés era un espacio vivo para la cultura y el pensamiento franceses, y apoyaba la traducción de algunos libros.
Sin embargo, la traducción no se limita a los libros. Hay estudios, artículos y contratos, entre otras cosas, que necesitan traducción. No obstante, el volumen de este tipo de traducción del francés al árabe es limitado en comparación con la traducción del inglés. El inglés se convirtió en el idioma del comercio, los negocios, la investigación y la publicidad, y la lista continúa.
Por su parte, la traducción del árabe al francés, en mi opinión, se limita a la serie Sinbad, que es supervisada por Farouk Mardam Beyk. Es editado por la casa Actes Sud, que se especializa en la traducción de literatura árabe al francés, así como en la traducción de temas relacionados con la cultura islámica en general y de escritores jóvenes, especialmente mujeres.
El único libro que traduje del árabe al francés fue un folleto sobre la Ciudadela de Al Hosn [Krak des Chevaliers]. Trabajé en un buen número de traducciones del árabe al francés, pero no son del tipo que requiera la publicación del nombre del traductor —contratos, estudios, alegatos, etc.
En estas entrevistas, que comencé a realizar recientemente, intento centrarme en la literatura siria y los creadores de la literatura siria. Y desde que empecé, me pregunto si los traductores sirios entran en la categoría de creadores de literatura siria. ¿Se considera la traducción al idioma de un país una contribución a la elaboración de la literatura de este país? ¿O es ‘literatura extranjera’ o ‘literatura paralela’ a ‘la literatura del país’?
Creo que la traducción literaria es parte de la escritura literaria. Pero no creo que el estilo de un traductor deba eclipsar el estilo de un autor. Un traductor debe intentar, tanto como sea posible, transmitir el estilo del autor que está traduciendo. Desafortunadamente, hay traductores que dan el mismo estilo a diferentes novelas porque su estilo eclipsa al de los autores. Esto evita que la traducción literaria se agregue a ‘la literatura del país’ —como vos lo expresás en tu pregunta— o a la literatura árabe si el traductor está traduciendo una novela al árabe. Este no sería el caso, sin embargo, si un traductor lograra transmitir el estilo de un autor extranjero, sabiendo que este es un estilo que difiere de un escritor a otro y de un país a otro.
En consecuencia, encuentro que tener un traductor trabajando en las novelas del mismo escritor puede tener repercusiones positivas. Por ejemplo, actualmente estoy traduciendo una novela de una escritora centroamericana. Su estilo es distinto de los estilos de autores que leí anteriormente. Y creo que mi traducción de otras novelas de la misma autora sería más fluida y fácil para mí que esta novela.
DY: ¿Cómo percibís la cultura árabe hablada y escrita en la actualidad? ¿Cómo pueden los intelectuales que viven en países en guerra, como Siria, Yemen y Libia, comunicarse con el movimiento cultural árabe e internacional? ¿Te sentís culturalmente aislada en Siria?
RB: No puedo afirmar que estoy al tanto de todo lo que se está produciendo actualmente en los países árabes. Ni mi tiempo ni mis circunstancias lo permiten. Sin embargo, creo que cualquier acto cultural, especialmente en países en guerra, es vital.
Recuerdo cuando Youssef Abdelke montó su exposición hace unos años en una sala en Damasco, y cómo algunos intentaron agredirlo porque la inauguración de la exposición coincidió con la resolución del conflicto en Alepo.
¿Fue vergonzoso para mí asistir a la ceremonia de apertura? ¿Fue un acto por el que debería disculparme, o fue una necesidad de sentir mi humanidad y que mis sentimientos no se debilitaran? ¿Asistir a un concierto o una obra de teatro es un lujo y una especie de indiferencia, o es una renovación de energías que necesitamos para seguir adelante en medio de condiciones inhumanas, por decir lo mínimo? Estoy de acuerdo con la segunda opinión. Si no fuera por estas salidas culturales, habría sentido que no era más que una máquina.
La comunicación con el movimiento cultural árabe e internacional es permanente, gracias a los medios técnicos que lo permiten, especialmente internet. Las nuevas generaciones presentan nuevas experiencias a personas de mi edad. Gracias a internet, no me siento culturalmente aislada en Siria.
DY: Te conozco desde hace mucho tiempo. Y sé que sos una gran madre, incluso si no estás de acuerdo conmigo, y sé que sos también como madre para los amigos de tus hijos, y sé que muchos de los amigos de tus hijos desearían que fueras su madre biológica. El patriarcado es omnipresente y las buenas mamás son percibidas como mamás que no deberían trabajar. No solo sos una gran madre y tradujiste hasta ahora unos 20 libros, sino que además enseñás y originalmente trabajaste como farmacéutica de laboratorio. ¿Cómo te las arreglaste para hacer malabares con todas estas cosas? ¿Cómo tenés el tiempo?
RB: Gracias por tus elogios a mi maternidad, y creo que me ves así porque me querés, y esto te impedirá muchas veces mirarme objetivamente.
En cuanto a la segunda parte de la pregunta: traduje mucho más de 20 libros. Y logré hacer malabares con la maternidad y el trabajo en parte porque crecí en un hogar que concede gran importancia al tiempo y sabe cómo explotarlo tanto en momentos de trabajo serio como en momentos de descanso y diversión. Otra razón por la que pude hacerlo es porque me especialicé en farmacia. Esta profesión le enseña a una a ser precisa y a utilizar el tiempo perdido para algo útil. Pero lo más importante es que normalmente solo hago lo que me encanta hacer. Me gustó la profesión de farmacia de laboratorio y creo que tuve éxito en ella. Además, la traducción es mi ‘pasión’ desde que tenía 20 años y estaba aprendiendo francés.
A la edad de 11 o 12 años, a menudo traducía algunos escritos o canciones francesas que me gustaban al árabe. Lo dominé tanto como una extranjera podía hacerlo, y abracé el idioma árabe desde que era una niña porque crecí en una casa que lo adora y no tolera los errores en árabe.
Este dominio es fundamental en el proceso de traducción. Un factor básico e importante es que recibí una ayuda invaluable de mi suegra, quien cuidó a mis hijos cuando eran pequeños para que yo pudiera ir a trabajar sin una sola preocupación. Y cuando me convertí en traductora profesional, todos habían crecido y eran independientes.
Testimonios sobre Randa Baath y su vida
Mira Aqeel
Profesora de francés con una Maestría en Traducción, y una de las estudiantes de Baath.
La lealtad es la lección más importante que siempre quiso enseñarnos.
Cuando menciono el nombre de la Sra. Randa Baath —Madame Randa, como la llamamos—, esta es la frase que se me ocurre de inmediato. Siempre quiso recordarnos que lo que protege nuestra reputación como traductores es ser leales a la hora de transmitir y traducir contenido.
La Sra. Randa nos enseñó ‘Traducción y Arabización’ durante el segundo año de nuestra Maestría en Traducción en el Instituto Superior de Traducción e Interpretación. Nuestras lecciones con ella fueron interesantes e informativas, e incluyeron varios textos históricos, geográficos y económicos, contratos y cartas, así como una rica lista de nuevas palabras.
Cada texto, oración o palabra que decía tenía una historia, y cada historia resumía su experiencia en la vida y su trabajo como traductora. Con ella conocimos a muchas personalidades, ya sean escritores, actores o poetas, de una forma diferente. Nos hizo sentir que eran reales. Nos hizo sentir que eran nuestros amigos y no solo personas a las que estudiamos.
Era firme en lo que respecta a las tareas, las lecciones, la pronunciación francesa de las palabras y la estructura de las oraciones tanto en árabe como en francés, pero también era cercana a todos. Ella era como una vieja amiga para nosotros. Su sonrisa tranquila nos ayudó a actuar con naturalidad con ella, y su experiencia en la vida y el trabajo nos incitó a confiar en sus consejos —incluso cuando se trataba de asuntos personales—. También estaba interesada en ofrecer a los estudiantes competentes oportunidades para trabajar en la traducción.
Siempre nos preguntaba si alguno de nosotros vivía en su camino, para poder llevarnos con ella en su auto. Varias veces la acompañé al instituto. Una vez incluso fui con ella, junto con un compañero de clase del instituto a un almuerzo ‘Halabi’. Ella me visitó en mi casa y yo la visité en la suya.
Madame Randa es una maestra generosa y amigable, y una persona rica en todos los sentidos de la palabra.
Alaa Hasan
Fotógrafo sirio, hijo de Baath.
Completé mi cuarto año a fines de la década de 1980. No tengo recuerdos vívidos de ese período, pero tengo algunos destellos: gusanos de primavera en mis dedos, el sonido del viento de verano ensordeciendo mis oídos, una colonia de bacterias bajo el microscopio de laboratorio de mi madre, una aguja de mariposa con la que solía tomar una muestra de sangre para mis análisis periódicos de sangre. Me encontré con mi padre en una visita a la Prisión Militar de Saydnaya. Oscuridad. Apagón. Mi madre enciende la linterna de gas Lux que tiene un sonido distintivo. Comienza a leernos mientras teje. Recuerdo su voz en la oscuridad contándonos una historia que no puedo leer porque está en francés.
Nos leía la famosa historia del Principito, que vive en su propio planeta y visita la Tierra, solo para ser sorprendido por la naturaleza humana. Era un príncipe soñador, diferente, aislado, asustado. Yo envidiaba su planeta y envidiaba a mi madre por hablar francés.
Hoy, treinta años después, la recuerdo y la envidio por su paciencia y su capacidad de amar en los momentos más oscuros. Cuando era niño, no entendía su guerra y no entendía la profundidad de la oscuridad con la que mi madre luchaba a diario. Ella nos construyó un mundo hermoso en una pequeña ciudad en un país que era testigo de dos guerras, para darnos el mayor nivel de ‘normalidad’ que un niño podría obtener en un mundo que está lo más lejos posible de ser normal.
¿Fue ‘El Principito’ su primera traducción? Quizás no, pero puede que sea su traducción más valiosa para mí, porque resume lo más difícil que hizo mi madre: construir y proteger una familia mientras enseñaba el amor a pesar de todo.
Rasha al Sabbagh
Traductor siria y colega y amiga cercana de Baath.
Nos conocimos hace unos 20 años.
Por casualidad, los dos caminos diferentes de nuestras vidas se cruzaron en un aula de traducción en el Centro Cultural Francés de Damasco. Ella era una mujer amable y de naturaleza dulce que tenía una mirada gentil y una sonrisa triste.
Solo unas pocas personas pueden captar la atención de una desde el primer momento. Randa todavía estaba bajo el impacto de un accidente de tráfico que se cobró la vida de su esposo menos de un año antes. Como resultado del accidente, ella y sus hijos menores sufrieron muchas lesiones. Esto es lo que me dijo cuando, después de dudar, le pregunté por qué vestía de negro.
A pesar de nuestras personalidades diferentes, inmediatamente comenzamos a desarrollar un afecto mutuo y una relación emocional. Y aunque la había conocido recientemente, sentí que era una vieja y cercana amiga. Me gustó su franqueza, honestidad, audacia y la confianza que implica su método, lejos de la falsedad y la simulación. Y no oculté mi asombro por su voluntad de desafiar la tragedia y seguir adelante con una determinación que no muchos pueden tener.
Lo que me contó sobre los detalles de la primera experiencia dolorosa por la que pasó tuvo un gran impacto que se filtró en lo más profundo de mi alma. Su lucha en épocas difíciles, su carga con todos los pesos y responsabilidades que tuvo que soportar en duras condiciones como madre de tres hijos, y su respuesta a esas circunstancias con solidez y un increíble grado de fortaleza, la hicieron, en mi opinión, un ejemplo de valentía.
Nuestra amistad se hizo más fuerte cuando me pidió que revisara un libro que estaba traduciendo; acepté con placer acompañado con miedo porque era mi primera vez. Tiene distintivas capacidades en este campo, siendo que domina los idiomas francés y árabe. Es inteligente, educada, conocedora y una trabajadora apasionada. Trabajamos juntas con un hermoso sentido de armonía y mucho entusiasmo. Nuestro primer libro tuvo éxito. Y no fue el último, ya que fue seguido por un segundo, un tercero y un cuarto. Nuestro trabajo en conjunto nos acercó más. Íbamos juntas a ver películas y asistir a seminarios y actividades culturales. Leíamos, intercambiábamos opiniones y discutíamos temas relacionados con Dios, religión, política, historia y literatura. Nuestras discusiones a veces sacudían mis ideas y me incitaban a buscar respuestas sanadoras.
Luego nos separamos en la traducción, ya que el tiempo nos separó y la tragedia siria llegó a hacerlo aún más, y ahora solo nos encontramos ocasionalmente.
Cuando miro hacia atrás en la actualidad y rememoro esos recuerdos, me acuerdo de todo y siento que estoy agradecida por la coincidencia que nos unió, y que seguiré agradecida con Randa por ayudarme a ingresar al mundo de la traducción, que fue un punto de cambio en mi vida.
Estaba, todavía lo estoy y siempre estaré orgullosa de nuestra amistad.
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Dellair Youssef es periodista, escritor y cineasta independiente. Dirigió las películas The Princes of The Bees, Exile, Banyas: The Beginnings y Clothesline, y es autor de Tales of this Time y Good Morning Lovelies.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Syria Untold el 12 de marzo de 2021.