Por Bhoomika Ghaghada para Jadaliyya
A principios de la década de 2000, mi madre y yo frecuentábamos con regularidad el mercado de compras al aire libre en Karama, uno de los barrios más antiguos y densamente poblados de Dubái. La sobrecarga sensorial de este barrio céntrico está grabada en mi memoria: bolsos, zapatos y ropa llamativos derramados por los escaparates de las tiendas. El parloteo resonaba en los balcones de hormigón de edificios modernos idénticos de tres pisos. Los ciclistas pasaban zumbando. La música de Bollywood crepitaba en los aparatos de radio portátiles. Los clientes regateaban hablando en hindi, urdu y tagalo. El olor a samosas y cuero llenaba el aire. Los vendedores de Desi —del sur de Asia— flanqueaban la puerta de cada tienda, llamando con un “Señora, bolsos de cuero, zapatos, jeans”.
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Cuando regresé a Karama en 2018, me perdí tratando de ubicar este mercado familiar. El polvo de un nuevo intercambio aún no se había asentado. Había andamios y señales de tráfico por todas partes. Un nuevo destino turístico, el marco de Dubái, construido y comercializado para ofrecer vistas tanto de los barrios históricos del ‘Viejo Dubái’ como de los elegantes rascacielos de ‘Nueva Dubái’, se alzaba a lo lejos sobre un vecindario inquietantemente vacío (Imagen 1). Los cafés de lujo habían reemplazado a las cafeterías económicas. Un hito local, el edificio de SANA Fashions, había desaparecido. En su lugar había una gran grúa. Filas de edificios más antiguos con pintura descascarada y ladrillos a la vista estaban junto a las paredes con arte callejero brillante patrocinado por el Estado. Una mezcla de símbolos decorativos y nacionalistas en graffiti (Imagen 2). Los paneles de vidrio de los edificios nuevos brillaban contra los acentos de madera adyacentes.
Rara vez leerás sobre Karama fuera de las noticias locales, pero es históricamente importante para la ciudad y sus inmigrantes. Situado cerca de la Ensenada de Dubái —un puerto comercial muy animado anterior a la formación del Estado-nación en 1971 (Figura 3)— Karama sirvió como un espacio accesible para los inmigrantes del Sur de Asia por más de cuarenta años. La estrecha coordinación entre la ciudad-Estado y los desarrolladores privados, desde principios de la década de 2000, aceleraron los esfuerzos de reurbanización allí. Esto llevó a la rápida transformación del paisaje, la composición demográfica y la amplia identidad cultural de Karama. Los residentes de clase media del sur y sudeste asiático fueron expulsados cada vez más de este espacio antes asequible y que ahora atiende a los ricos. El barrio no solo perdió gran parte de su identidad de clase media transnacional, pero también se está borrando de los medios y de la memoria colectiva de Dubái. Los medios y estilos de vida de sus antiguos habitantes se ven amenazados a medida que disminuye el espacio para la participación económica con el establecimiento de modos de vida y ocio más exclusivos, privatizados, de clase alta en la zona.
Los edificios de Karama son anteriores a los hitos hoy convertidos en sinónimo de Dubái. En 1978, antes de que se construyeran el Burj Al Arab en forma de vela que adorna las matrículas de Dubái y el más antiguo pero igualmente icónico World Trade Center, el gobierno de Dubái erigió la Colonia Sheikh Rashid en Karama. Patrocinado por Sheikh Maktoum Bin Rashid Al Maktoum, este complejo de edificios modernos de poca altura proporcionó viviendas de bajo costo para los trabajadores inmigrantes y sus familias. Los diecisiete bloques de esta colonia, también conocidos como los ‘edificios 7000’ debido a su alquiler anual de AED 7000 tenían un alquiler fijo de USD 1.900 anuales, que se mantuvo estable durante años. La baja renta y los ‘derechos de tenencia’ hereditarios alentaron a muchas familias de inmigrantes de clase media baja a echar raíces en Dubai, a pesar de no tener derechos legales sobre la tierra. Los ciudadanos de origen extranjero en los Emiratos Árabes Unidos (EAU) pueden poseer propiedades sólo en áreas demarcadas de propiedad absoluta, o comprar propiedades arrendadas (pero no la tierra sobre la que están construidas) hasta 99 años.
En una ciudad donde más del ochenta por ciento de la población está compuesta por ‘trabajadores temporales invitados’, Karama es un sitio donde la presencia transnacional de larga data se fue sedimentando en una red de vecindarios céntricos que también incluye a Bur Dubai, Deira y Satwa. Esto es aún más importante ya que los migrantes en los Emiratos Árabes Unidos y otros países del Golfo dependen de visas de residencia precarias que están vinculadas a su empleador y deben renovarse cada tres o cuatro años. Aunque las nuevas visas de residencia a largo plazo están disponibles para una pequeña élite, no hay un camino claro hacia la ciudadanía. Los expatriados en Karama y otros barrios del centro no son, ni buscan ser, participantes políticos. Ejercen su pertenencia y agencia, que pueden incluir comentarios y críticas al Estado, a través de la participación económica y la construcción de comunidades como Karama. ‘Solteros’ —hombres que emigraron sin familiares para trabajar en el Golfo— y las familias de Asia Meridional se sienten como en casa. Los propietarios de pequeñas empresas sobrevivieron y los trabajadores calificados que quizá no hablen inglés aún pueden encontrar trabajo (Figura 4). Las personas, la comida, los idiomas y los estilos de vida familiares en estas áreas hicieron de Dubái un lugar atractivo y accesible para que los habitantes del sur y sudeste de Asia migren en busca de oportunidades económicas y de comunidades.
Esta realidad cambió rápidamente con la remodelación de Karama. Comenzó en 2012, cuando se demolió la colonia Sheikh Rashid para dar paso a nuevos proyectos de construcción. La proximidad de Karama, en el límite de la ciudad vieja y al lado de Nueva Dubái, afectó a la brecha de ingresos percibidos —visible en la Figura 3—: la diferencia entre cuánto gana la propiedad actual en alquiler en comparación con el alquiler que puede ganar una vez remodelada. Esta brecha de alquiler se hizo evidente y lo suficientemente significativa en 2014, poco después de que Dubái ganara la licitación para albergar la Expo2020. Había muchos terrenos baldíos, pero dos factores hicieron que la construcción en áreas no desarrolladas fuera menos atractiva. En primer lugar, Dubái se vio muy afectada por la recesión financiera mundial de 2008. La mayor parte de los proyectos inmobiliarios se suspendieron y muchos se cancelaron. Con la ayuda de su ciudad vecina, Abu Dhabi,el mercado inmobiliario dubaití se recuperó durante los cinco años siguientes. En segundo lugar, el desarrollo de nuevas áreas en las afueras de la ciudad fue un esfuerzo relativamente costoso con un retorno de la inversión más lento. Implicó una mayor planificación, preparación del terreno y el establecimiento de una infraestructura integral: caminos internos de las arterias existentes, líneas de metro y líneas de agua y electricidad. Esta realidad financiera convirtió a Karama en un sitio atractivo para la remodelación y la expansión de capital.
La conectividad de Karama con Nueva Dubái fue reforzada por el gobierno. En 2016, la Autoridad de Carreteras y Transporte de la ciudad, un brazo del gobierno local, anunció un plan valuado en USD 160 millones para facilitar el flujo de tráfico específicamente hacia y desde Karama, a fin de conectar mejor con la arteria que es Sheikh Zayed Road. El desarrollo de dos puentes, incluido un paso subterráneo de ocho carriles y un paso elevado de cuatro carriles, comenzó en 2016 y los puentes se inauguraron en febrero de 2018 (Figura 5). Estas obras y mejoras viales incluyeron la ampliación de las carreteras interiores a lo largo del Complejo Comercial Karama. En forma secuencial, se entregaron avisos de desalojo a los residentes de los edificios más antiguos ubicados a lo largo de las carreteras ensanchados recientemente.
Recibiendo a familias de expatriados adinerados, a menudo del Norte global y parejas jóvenes con educación occidental, cuya estética de diseño está moldeada por Architectural Digest y Pinterest, estos proyectos finalmente aumentaron el valor de la propiedad en el vecindario. Los nuevos edificios, Wasl Hub, Wasl Duet y Twin Towers (Figura 6), reflejan la comodidad y la conectividad experimentadas que disfrutan los habitantes de la ciudad de clase media alta. Servicios que facilitan este estilo de vida, como en muchas otras comunidades cerradas independientes en Dubái, se pueden encontrar dentro o cerca del edificio: estacionamientos subterráneos, gimnasios y piscinas para el ejercicio físico y el ocio, y las cadenas de supermercados que cuentan con una gama más amplia de productos importados, entregado directamente a su domicilio.
Las suposiciones sobre las lenguas de los nuevos habitantes —inglés y árabe— y sus gustos —clase media alta— están integrados en el espacio que rodea estos edificios. Mientras que los centros de mecanografía más antiguos de Karama, que facilitan la preparación y traducción de documentos de inmigración al árabe, cuentan con letreros en malabar e hindi, el nuevo centro de mecanografía de Wasl Hub se anuncia exclusivamente en inglés, asumiendo que la nueva audiencia lo habla con fluidez. Los restaurantes de cocina ‘fusión’ reemplazaron a aquellos que sirven cocina específica de cada país. Cadenas como Maya Supermarket desplazaron a los comestibles independientes sin marca. Los nuevos cafés sirven espressos y lattes, reemplazando a las cafeterías que tenían una sola forma: café instantáneo Nescafé cargado de leche y azúcar. Las tiendas que venden productos alimenticios del sur de Asia y Filipinas y sastres especializados en alterar vestidos y camisas del sur de Asia —salwar kameez y kurtas— disminuyeron (Figuras 7, 8 y 9).
La experiencia residencial inmigrante impulsada diariamente por la comunidad, por la que se conoce a Karama, está siendo reemplazada por un espacio más opulento de ‘vida performativa’ construido alrededor de la elección del consumidor. Esto no solo condujo a la crisis de vivienda en curso para la clase media en Dubái. Lentamente, las estructuras que apoyaban los modos informales y familiares de movimiento y reunión también comenzaron a desaparecer. Estos incluyen plazas de estacionamiento ‘en bruto’ y gratuitas donde se reúnen los amigos, así como cafeterías donde acurrucarse en la acera es la norma. La introducción de exteriores de vidrio tintado en los nuevos edificios alteró la calidad del espacio público exterior. Los restaurantes con asientos al aire libre han privatizado la acera. La mayoría de los lotes fueron pavimentados para estacionamiento de pago o se han bloqueado con cinta adhesiva para futuras construcciones. El barrio es menos transitable que antes. Estos cambios perturbaron socialmente y afectivamente a la población restante de bajos ingresos y de clase media en Karama.
Reurbanización alineada con la Marca DubáiEn la década de 1990, Karama se parecía al resto de Dubái. Los edificios modernos de color beige tenían paredes con textura de palomitas de maíz. Unidades de aire acondicionado de caja colgadas. Los estacionamientos donde los residentes socializaban eran algo común (Figura 10). A principios de la década de 2000, esto cambió. Los barrios más antiguos de la ensenada se volvieron menos importantes en la narrativa del desarrollo dubaití, que se inclinó a favor de desarrollos espectaculares de arquitectos estrella en las partes más nuevas de la ciudad. En su búsqueda por ser reconocida como una ciudad global, Dubái incorporó elementos de centros establecidos como Nueva York y Londres en el paisaje de Nueva Dubái. Los tomadores de decisiones enfatizaron el lujo y el consumismo: rascacielos de vidrio altos, fuentes de agua artificiales, grandes centros comerciales, hoteles de cinco estrellas, lugares de entretenimiento, comunidades cerradas con acondicionadores de aire centrales, suministro de gas incorporado y estacionamientos pagos subterráneos y por sobre el nivel del suelo. Este se convirtió en el cartel de Nueva Dubái, un área geográfica que abarca casi todo al sur del Dubai World Trade Center.
En menos de dos décadas, el centro de Dubái cambió al igual que su identidad. A través de anuncios turísticos, imágenes en los medios de comunicación y narrativas de riqueza, prosperidad y libertad de consumo, los actores y empresas alineados con el Estado seleccionaron una imagen de Dubái con dos componentes productivos para el capital: ‘moderna’ —léase lujosa, conveniente y consumible—; y ‘tradicional’ —léase emiratí y árabe—. Consolidada y empaquetada para el marketing en el escenario global, Dubái se posicionó como el lugar ideal para vivir, trabajar y visitar para los ciudadanos del Norte Global con movilidad social ascendente, ricos e ingeniosos, con pasaportes ya poderosos. Las prioridades de reurbanización, delineadas por fuerzas públicas y privadas, conformaron Marca Dubái.
Al igual que los barrios de Bur Dubai, Deira y Satwa, Karama solo apareció en la narrativa de los medios de Marca Dubái a través de destellos de viejos zocos y dhows, con sus componentes residenciales, no consumibles y transnacionales en gran parte invisibles. La ausencia de Karama y su relativa insignificancia para la narrativa más amplia, productiva para el capital, minimizó la resistencia y proporcionó una justificación para el re-desarrollo acelerado. A la remodelación de Karama le siguieron proyectos en Deira —Proyecto de Enriquecimiento de Deira—, Marsa Al Seef en la Ensenada de Deira y la ampliación de la Ensenada de Dubái -“Jewel of the Creek“.
Expulsiones por raza, clase y género
La inflación en el alquiler posterior a la remodelación fue asombrosamente alta: el alquiler en los edificios nuevos de Karama fue un 42% más alta que en los edificios más antiguos, el resto de los cuales están programados para la demolición. Mientras que los edificios más antiguos cobran entre USD 8.200 y 10.500 al año, los edificios nuevos cuestan entre USD 19.000 y 25.000 por apartamentos de una y dos habitaciones. Los nuevos alquileres descansan cómodamente en la cima de la escala salarial de la clase media dubaití. Otros dentro de esta clase no ganan lo suficiente para cubrir este nuevo alquiler. Los salarios de los empleados de clase media no experimentaron aumentos significativos en los últimos cinco años tampoco. Esto afecta más a los asiáticos del sur y sudeste en Dubái, ya que a menudo ganan menos que sus contrapartes occidentales o árabes dado que los paquetes de compensación están diseñados para reflejar “expectativas salariales basadas en el país de origen“. Esta jerarquía basada en la nacionalidad entre los trabajadores de bajos ingresos y de clase media está bien documentada. A los trabajadores de origen asiático se les paga hasta un 20% menos que a los ciudadanos árabes y un 40% menos que a los blancos estadounidenses / europeos por el mismo trabajo y sin generosos paquetes escolares y de viaje. La mayoría tampoco tiene el privilegio de alojamiento patrocinado por el empleador y tiene que pagar el alquiler con sus salarios.
La remodelación y la gentrificación concomitante de Karama, por lo tanto, impactan desproporcionadamente sobre los asiáticos del sur y sudeste. Muchos se vieron obligados a abandonar el vecindario, la ciudad y, a menudo, el país, exacerbado por los despidos posteriores al COVID-19. Estas expulsiones aceleradas también tienen género, ya que los cambios acelerados en Karama afectan drásticamente la calidad de vida de las mujeres. Los surasiáticos de clase media en Karama viven en espacios reducidos, a menudo comparten idiomas, valores y comprensión cultural. Incluso compran en las mismas tiendas. Estar integradas en una comunidad familiar permite a las mujeres del sur de Asia una mayor movilidad y capacidad de acción. Vi esto de primera mano con mi madre, quien sin miedo navegaba y negociaba en el mercado con vendedores hablando en hindi, pero no sentía la misma sensación de comodidad al interactuar con los vendedores de los centros comerciales. La comunidad ofrece a las mujeres una mayor libertad en algunas áreas, ya que los vecinos pueden compartir la responsabilidad de los niños. Las guarderías son difíciles de encontrar en Dubái y contratar una niñera es caro. Karama, en su densidad, también provee una red social crítica que incrementa significativamente los recursos y conocimientos —sobre los EAU y sus países de origen— disponibles para las mujeres de estas comunidades.
La historia de Karama apunta a una tendencia acelerada de escribir sobre lo poco espectacular en los EAU, desarraigar a los residentes que echaron raíces y limpiar los sedimentos de la larga historia de intercambio, movimiento y asentamiento entre el Golfo y el sur de Asia. Si las tendencias actuales persisten, una clase media más rica, transitoria, occidental y más blanca reemplazará a los residentes actuales de Dubái en las próximas décadas, reflejando la nueva relación de la ciudad con el mundo .
Dado que una clase media fuerte ganó terreno en el Sur Global, la reducción del espacio asequible en Dubái, el ‘Sueño Americano’ de Oriente Medio, se sentirá con fuerza. Serán las poblaciones localmente marginadas del sur de Asia las que se verán más afectadas (los cristianos y musulmanes, las minorías religiosas de la India, por ejemplo, tienen más probabilidades de emigrar). Los expatriados del sur de Asia y del sudeste asiático ya se encuentran en desventaja en la jerarquía de inmigración global. Tienen movilidad limitada debido a sus rangos de pasaporte. Las tendencias en el Norte global —en particular, Estados Unidos, Reino Unido y Europa— de fronteras más estrictas, nacionalismo creciente y nacionalización de empleos, con cuotas para inmigrantes del sur de Asia, también significarán menos oportunidades de inmigración para estos grupos.
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Bhoomika Ghaghada es Magíster en Estudios de Medios por el Pratt Institute de Brooklin, Estados Unidos. Actualmente se desempeña como Artista Residente en Warehouse421 de Abu Dhabi, Emiratos Árabes Unidos, y es cofundador del Gulf Creative Collective y la agencia de publicidad Street FZC.
N.d.T.: El articulo original fue publicado el 19 de enero de 2021 por Jadaliyya.