Por Giorgio Cafiero y Corrado Cok para The New Arab
La mayoría de las discusiones sobre la política exterior de Estados Unidos (EEUU) en la era posterior a Trump no conciernen al Cuerno de África. No obstante, es posible que el presidente Joe Biden no tenga más remedio que tomar decisiones difíciles en esta volátil región, en el contexto de la guerra civil de Etiopía, la disputa de la presa del Nilo y la frágil transición política de Sudán. Para comprender cómo Biden podría acercarse al Cuerno de África, es importante echar un vistazo a las políticas de la Administración Trump en esta zona.
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Con una estrategia de ‘compromiso mínimo’, la Administración Trump creía que el comercio y la inversión de EEUU contrarrestarían la influencia de otras potencias, principalmente de China, en esta parte del continente africano.
Sin embargo, a lo largo de los últimos cuatro años, hubo una disminución constante de la influencia de EEUU en el Cuerno de África pese a que Washington sigue siendo un actor influyente en África oriental, como lo subraya la decisión de Sudán en octubre de 2020 de normalizar (nominalmente) las relaciones con Israel.
Al igual que otras partes del mundo, el Cuerno de África es un área donde la incoherencia de la Administración Trump y la falta de pensamiento estratégico llevaron a que otras potencias, como los Estados del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), Turquía, China y Rusia, pudieran afianzar sus posiciones en el terreno.
Biden comenzará su presidencia con una sólida experiencia en asuntos exteriores como ex Vicepresidente y ex Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado. En los documentos y discursos de su campaña, esbozó una estrategia de política exterior basada ampliamente en reafirmar el liderazgo global de EEUU.
Los pilares de esta estrategia son el multilateralismo, el compromiso con la democracia y los valores democráticos, la diplomacia climática y el enfrentamiento con Rusia y China. Pero, ¿qué significará esto para las políticas de la Administración Biden con respecto al Cuerno de África?
Como candidato, el demócrata no abordó específicamente esta región y los desafíos que representa para Washington. No obstante, hay motivos para esperar cierto grado de continuidad con respecto al gobierno anterior en esta zona, al menos en algunas áreas.
Como Biden se pronunció favorablemente sobre el uso de la fuerza selectiva en operaciones antiterroristas en el extranjero, la controvertida campaña de ataque con drones contra los militantes de Al Shabaab en Somalia, que ocurrió bajo el Gobierno de Barack Obama y continuó bajo Trump, probablemente continuará sin cesar.
En última instancia, a pesar de tener fuertes relaciones con Etiopía, así como una presencia militar en Somalia y Yibuti, EEUU careció durante años de una estrategia clara para el Cuerno de África. Queda por ver si Biden planteará alguna. Si el 46º presidente estadounidense intenta formalizar una política exterior más coherente en la región, tendrá que enfrentarse a la realidad de que los actores regionales perciban a Washington como una potencia en declive.
Independientemente de si Biden diseña o no un enfoque bien pensado para el Cuerno de África, los expedientes de esta región inevitablemente captarán la atención de su Administración. Dada la priorización de Biden del multilateralismo, es una apuesta segura el hecho de que busque abordar los problemas en la zona a través de organizaciones regionales que incluyen a las Naciones Unidas, la Unión Africana, la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD) y el CCG, entre otras.
El primer problema y el más urgente será Etiopía. Lo que comenzó como un enfrentamiento militar entre el gobierno central y el Frente de Liberación del Pueblo de Tigray (TPLF) se convirtió rápidamente en un conflicto regional que afecta a tres países.
Con el ejército etíope llevando a cabo operaciones militares en la región norteña de Tigray, el TPLF y las fuerzas eritreas, según los informes, se involucraron en el combate, mientras que al menos 20 mil refugiados ya huyeron a Sudán. La situación actual es insostenible y es síntoma de una crisis más profunda que amenaza la integridad territorial de Etiopía. Washington es el único actor capaz de llevar a las partes a la mesa y evitar que esta dramática crisis destroce a Etiopía.
Otro tema que ocupará un lugar destacado en la agenda es la disputa de la presa del Nilo con Egipto. Aquí nuevamente la tensión es críticamente alta, con Adis Abeba lista para comenzar a llenar la cuenca de la presa sin un acuerdo sobre la distribución del agua con El Cairo. Egipto, a su vez, amenazó con usar la fuerza para destruir la represa, un escenario que Trump había asombrosamente justificado en una llamada telefónica, el 24 de octubre de 2020, con el primer ministro sudanés.
Pero, si bien la Administración Trump aparentemente apoyó las demandas de Egipto, una presidencia de Biden, que estaría más preocupada por las violaciones de derechos humanos, podría ser menos complaciente con la posición de El Cairo y tomar una posición más equilibrada sobre la disputa. Si se enfrenta a una presión diplomática sustancial, esta nueva postura podría facilitar un acuerdo entre Adis Abeba y El Cairo. Será crucial que la Administración Biden aproveche esta oportunidad antes de que Egipto actúe unilateralmente.
Además de las emergencias inmediatas, el principal problema subyacente que el Cuerno de África tiene reservado para Washington es China. Esta zona del continente africano es una de las regiones que experimenta la penetración más profunda de China en términos de comercio e inversión, así como de presencia militar desde la construcción, en 2017, de su primera base militar en el extranjero, en Yibuti. En términos geoestratégicos amplios, la región es crucial debido a su posición a lo largo del estrecho de Bab El Mandeb y el Mar Rojo, por donde pasa, cada año, el 10% del comercio internacional y una gran parte del petróleo mundial.
Las acciones de la Administración Biden en este ámbito son difíciles de prever y generalmente dependerán de la estrategia global que adopte para involucrar y/o confrontar con China. Sin embargo, la falta de una estrategia para el Cuerno de África y el pivote para abordar a China en asuntos comerciales y en Asia-Pacífico hace que cualquier enfrentamiento por motivos geopolíticos y geoeconómicos en el Cuerno de África sea bastante improbable.
Con Biden buscando contrarrestar a Rusia de manera más agresiva, podría haber implicancias de orden geopolítico en el Cuerno de África. Mientras que el Kremlin persigue un enfoque ‘oportunista comprometido’ en la región, en el que el liderazgo ruso busca obtener más contratos de armas y asegurar un papel más importante como ‘inversor vital’ en las industrias de defensa —todo mientras recurre a su ‘uso estratégico de perdonar la deuda’— Biden tendrá que lidiar con la realidad de los esfuerzos rusos para sabotear la agenda de Washington en África Oriental.
El Cuerno de África presentará a la Administración Biden desafíos inmediatos y a largo plazo. Las crisis inmediatas en Etiopía exigirán una atención especial y un fuerte compromiso de EEUU para resolverlas. Estos problemas chocarán con la prioridad dada a la pandemia y sus consecuencias económicas, pero, no obstante, requerirán atención.
Si bien el enfoque que adoptará Biden para abordar estos problemas aún no está claro, el énfasis que el sucesor de Trump pone en el multilateralismo indica que podría abordar estas crisis en coordinación con la Unión Africana y la IGAD, fomentando así el orden regional endógeno.
No obstante, además de las emergencias, África no parece ocupar un lugar destacado en la agenda de Biden, lo que significa que es probable que se mantenga el enfoque cada vez más limitado de las Administraciones anteriores a las relaciones económicas y el contraterrorismo. En resumen, ya sea que haya una estrategia coherente o no, el Cuerno de África seguirá siendo un motivo de preocupación para Washington en la era posterior a Trump.
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Giorgio Cafiero es Director ejecutivo de Gulf State Analytics, una consultora de riesgo geopolítico con sede en Washington, DC.
Corrado Cok es pasante en Gulf State Analytics. Anteriormente trabajó en Yibuti, donde investigó la geopolítica del Mar Rojo y las relaciones entre Arabia Saudí y África Oriental.
N.d.T: El artículo original fue publicado por The New Arab el 20 de enero de 2021.