Por Marc Schneier para Arab News
El sábado, los judíos de todo el mundo conmemorarán el éxodo de los israelitas de la esclavitud cuando celebren la festividad de la Pascua o Pésaj absteniéndose del pan y comiendo raíces amargas para recordar el dolor de sus antepasados. Dos semanas después, los musulmanes comenzarán la celebración del Ramadán, de un mes de duración, que será un tiempo de ayuno, pero también de intensa devoción y reflexión.
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En el centro de estos dos eventos sagrados estuvo siempre la empatía. El sentido de ambos es enfocar nuestra atención en aquellos que necesitan de nuestra comprensión y nuestra generosidad. Pero, en muchos sentidos, las festividades paralelas de este año están más entrelazadas que nunca. En Medio Oriente, se puede palpar una renovada esperanza avivada por los recientes Acuerdos de Abraham entre Israel y cuatro naciones lideradas por musulmanes. Incluso en Estados Unidos es difícil no sentir que se está afianzando un espíritu de unidad sin precedentes entre musulmanes y judíos.
Unos y otros se regocijaron con el fin de la ‘prohibición musulmana’ impuesta por el expresidente Donald Trump, que impidió que viajeros de varios países de mayoría musulmana ingresaran a Estados Unidos. El cínico intento de calificar la política como una ‘prohibición de viajar’ no logró ocultar su naturaleza explícitamente antimusulmana o la peligrosa institucionalización de la islamofobia y xenofobia en el país.
Además de los propios musulmanes, los judíos fueron los que con más fuerza se opusieron a la prohibición, más que cualquier otra comunidad religiosa de Estados Unidos. Un gran número de judíos se unieron a manifestaciones espontáneas u organizadas, incluida la manifestación ‘Hoy también soy musulmán’ que dirigí en Times Square, en Nueva York, en 2017. Los rabinos que participaron allí fueron arrestados por protestar fuera de las propiedades del Presidente Trump, mientras que organizaciones de defensa judías participaron en impugnaciones judiciales a favor de que musulmanes en el extranjero pudieran visitar este país.
Durante cuatro años, la proscripción separó a decenas de miles de cónyuges, hijos, abuelos y otros familiares de sus seres queridos. Muchos más no pudieron llegar a nuestras costas de forma segura para huir de la violencia o escapar de la persecución en sus propias comunidades. Asimismo, para millones de musulmanes estadounidenses, la prohibición fue un cotidiano e irritante recordatorio de que los miembros de su propia fe no eran bienvenidos por el Gobierno de Estados Unidos y que sus propios derechos fundamentales como ciudadanos estaban en peligro.
En toda su insensibilidad y crueldad, la medida representó todo lo contrario de la empatía que a nosotros, como judíos y musulmanes, se nos enseña a abrazar, especialmente durante la Pascua y el Ramadán. De hecho, durante el Ramadán, los musulmanes ayunan todos los días desde el amanecer hasta el anochecer, en gran parte para invocar el dolor de las personas necesitadas, incluidos los refugiados que requieren nuestro socorro.
En la Pascua, también se les ordena a los judíos que sientan empatía por las personas de todas las religiones y etnias que sufren opresión. En la Torá, Dios ordena al pueblo judío: “Pero el extranjero que habita contigo será para ti como uno nacido entre ustedes y lo amarás como a ti mismo; porque extranjeros fueron ustedes en la tierra de Egipto”.
Mientras celebramos este año con amigos y familiares, judíos y musulmanes en Estados Unidos podemos honrar el triunfo de nuestra causa común. En las elecciones de 2020, más de dos de cada tres fieles de nuestras dos comunidades votaron por el Presidente Joe Biden. Las encuestas y las evidencias a mano indican que muchos valores en común nos impulsaron a acercarnos a un candidato que prometió poner la empatía en el centro de su visión de gobierno. Al revocar la prohibición musulmana y revertir el curso de otras restricciones draconianas de inmigración, Biden cumplió sus promesas.
El mes pasado viajé a la Península Arábiga y otros países musulmanes. Allí conocí a líderes y funcionarios extranjeros confundidos por el pobre desempeño que Trump había tenido entre los judíos después de su formidable apoyo a Israel. Como les expliqué, la inclinación de Trump por las políticas xenófobas, basadas en el miedo hacia los musulmanes y otros grupos minoritarios, incluidos los afroamericanos, asiáticos y latinos, perturbó enormemente a la comunidad judía estadounidense. Es que la historia enseña a los judíos que estos necesitan un entorno abierto, pluralista y democrático para prosperar.
Cuando los judíos estadounidenses ven la cobertura televisiva de los refugiados sirios o la difícil situación de los musulmanes rohinyá o los uigures chinos, vemos las imágenes no sólo a través del lente de nuestra persecución y éxodo bíblicos, sino que reflexionamos sobre los horrores de las décadas de 1930 y 1940, cuando el mundo, incluido Estados Unidos, cerró vergonzosamente sus puertas a los judíos europeos desesperados que buscaban escapar del terror nazi. Dondequiera que los musulmanes estén sufriendo en el mundo hoy en día, los judíos sienten una profunda solidaridad y determinación de usar sus voces para hablar por ellos cuando estén siendo silenciados, forzados, amenazados o peor.
Hoy, Estados Unidos tiene la suerte de contar con un Presidente comprometido con los principios básicos de la democracia y la empatía humana. Como alguien tocado por la tragedia a lo largo de su propia vida, Biden tiene una habilidad especial para sentir el dolor de los demás y ofrecerles consuelo.
Estoy seguro de que el Presidente Biden aprovechará su profunda empatía para promover la paz entre israelíes y palestinos, basándose en el éxito de Trump y su yerno Jared Kushner con los Acuerdos de Abraham. En medio de tanta esperanza en Medio Oriente y las claras señales de que musulmanes y judíos están escribiendo una nueva página de tolerancia y comprensión, este conflicto todavía plantea un desafío regional que debemos abordar y superar. Biden entiende que la reconciliación israelí-palestina es fundamental para desencadenar todo el potencial de una mancomunión global entre musulmanes y judíos.
Todavía falta para llegar allí, pero nuestras dos comunidades ya lograron llegar lejos. En esta Pascua y Ramadán espero que, juntos, judíos y musulmanes podamos renovar nuestro compromiso de reconocer e interiorizar el sufrimiento del otro en toda su diversidad. Como pueblos de fe, debemos continuar nuestro deber de ofrecer consuelo y refugio a los necesitados, y realmente servir como guardianes de nuestros hermanos y hermanas.
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Marc Schneier es rabino y presidente de la Fundación para el Entendimiento Étnico, y junto al Imam Shamsi Ali, coautor de “Sons of Abraham: A Candid Conversation About the Issues that Divide and Unite Jews and Muslims” [Hijos de Abraham: una conversación sincera sobre los problemas que dividen y unen a judíos y musulmanes].
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Arab News el 26 de marzo de 2021.