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El Interprete Digital

El caos y la violencia amenazan a Irak debido al estancamiento político

Por Hassan Al Mustafa para Arab News

Palacio de la República, Baghdad, Irak. [ Jim Gordon / Creative Commons]

Al parecer, Muqtada Al Sadr, el líder del movimiento sadrista, se muestra inflexible a la hora de trazar una nueva hoja de ruta política en Irak, aunque para ello tenga que apoyarse en su amplia base popular dirigiendo a sus partidarios que están sentados en el Parlamento iraquí y sus alrededores dentro de la Zona Verde.

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Las escenas transmitidas por los medios de comunicación de los partidarios de Sadr mientras bailaban y recorrían los pasillos del Parlamento mostraron la fragilidad de la situación política y de seguridad, así como la fragilidad de un gobierno que es incapaz de controlar la seguridad y hacer cumplir el Estado de Derecho. Todo ello a pesar de los esfuerzos de Mustafa al Kadhimi, Primer Ministro, que realizó serios esfuerzos por limitar las intervenciones de las milicias armadas en el gobierno y para ampliar la autoridad del Estado, la cual se enfrenta a una prueba de enorme dificultad. 

Es probable que estas manifestaciones beneficien directamente a dos partidos: el movimiento sadrista y a Al Kadhimi. Los sadristas demostraron su innegable poder popular y que cualquier intento de formar un nuevo gobierno que no cuente con su respaldo, o en el que no participen en ello, no podrá tener éxito.

Sin embargo, Kadhimi sigue siendo una autoridad y una personalidad situada en el centro que intenta gestionar un equilibrio entre las corrientes políticas en conflicto, desempeñando el rol de árbitro. Esto puede aumentar sus posibilidades de obtener un nuevo mandato, sobre todo porque se convirtió en una figura respetada en la región y cuenta con el respaldo de varios países influyentes de Medio Oriente y del Golfo, al mismo tiempo que lidera el diálogo entre Arabia Saudí e Irán, trabaja para consolidar las relaciones árabe-iraquíes y reducir las tensiones en la región.

Kadhimi exhortó a todas las partes a que eviten las acusaciones mutuas, indicando que las fuerzas políticas deben asumir sus responsabilidades nacionales y sentarse a la mesa del diálogo nacional. En un discurso, instó a los manifestantes sadristas a cooperar con las fuerzas de seguridad y a respetar las instituciones del Estado, a la vez que pidió a las fuerzas de seguridad que defiendan la propiedad pública y privada y las instituciones oficiales.

Este mensaje fue recibido positivamente por Haider Abadi, jefe de la Alianza para la Victoria de Irak, quien tuiteó que la declaración del Primer Ministro “responde a nuestra iniciativa y a nuestras invitaciones al diálogo para acordar una hoja de ruta para la resolución de la crisis actual”. También hizo un llamamiento a todas las partes “para que inicien diálogos serios y honestos al servicio del pueblo y del Estado”.

A pesar de la flexibilidad mostrada por algunos líderes iraquíes a la hora de afrontar la crisis —entre ellos Hadi Al Amiri el jefe de la Alianza Fatah—, Sadr fue más allá en su discurso, manifestando sus reservas hacia la negociación con el Marco de Coordinación y dijo: “El diálogo con ellos, según nuestras experiencias anteriores, no aportó nada a la nación, sino corrupción y dependencia, no cabe esperar ningún beneficio de este diálogo, especialmente después de que el pueblo expresó su libre palabra y exigió un proceso revolucionario pacífico y democrático y elecciones anticipadas tras disolver el actual Parlamento”.

A pesar de las dificultades constitucionales, las elecciones anticipadas son un paso que muchas fuerzas, que se vieron afectadas negativamente por los resultados del último sondeo, estarían dispuestas a aceptar. Pero otras, como la Coalición del Estado de Derecho, tienen reservas, llegando al punto de rechazarlas. Nuri Al Maliki líder y ex Primer Ministro comentó en Twitter: “Un diálogo serio, que esperamos resuelva las diferencias y devuelva las cosas a su sitio, empieza por volver a la Constitución y respetar las instituciones constitucionales”.

Sin embargo, otros líderes iraquíes anunciaron su apoyo a las nuevas elecciones. Amiri emitió una declaración en la que afirmó que su alianza apoya la celebración de elecciones anticipadas. Señaló que la anterior votación se vio empañada por muchas sospechas y objeciones. El proceso necesita “un diálogo nacional exhaustivo para determinar la fecha, los mecanismos y los requisitos de las elecciones, además de proporcionar un entorno adecuado para celebrar unas elecciones honestas, justas y transparentes que restablezcan la confianza de los ciudadanos en el proceso político”.

Abadi también acogió con satisfacción el discurso de Sadr en el que pedía nuevas elecciones. El líder de la Coalición para la Victoria dijo: “Saludo su empeño, así como los esfuerzos realizados por todos nuestros hermanos para evitar el derramamiento de sangre y lograr la reforma. Pido a todos que unan sus manos para servir al pueblo, reformar el régimen y fortalecer el Estado constitucional mediante un proceso democrático sólido y pacífico”.

El apoyo que Sadr recibió de tan destacadas figuras políticas se ve amplificado por el apoyo popular, así como por el deseo de Kadhimi de limitar la autoridad de las milicias armadas pro iraníes. Todos estos factores pueden favorecer a Sadr, pero se trata de una peligrosa aventura que puede estallar en cualquier momento y desembocar en sangrientos enfrentamientos entre dos bandos, cada uno de los cuales cuenta con sus propias armas, financiación y apoyo masivo. De ahí que, Sadr busca enfrentar el caos provocado por al Maliki con un contra-caos para consagrar la ecuación de la lucha por el poder y el enfrentamiento político.

Las escenas de los manifestantes que ocupan el Parlamento son caóticas e ilegales. Todos los partidos de Irak violan la ley y recurren al poder popular, al uso de las armas o al poder de jugar con las normas de organización para monopolizar el gobierno. A menos que los líderes políticos de Irak salgan del ciclo de lucha por el poder, respeten el Estado de derecho y reconozcan mecanismos constitucionales claros, el país se verá amenazado por más caos y violencia. El caos y la violencia son fuertemente rechazados por el pueblo iraquí y no sirven a los intereses de los países del Golfo que quieren un sistema fuerte y estable en Irak que sea capaz de mantener el orden, y que Irak sea capaz de imponer la seguridad y la ley.

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Hassan al Mustafa es un escritor e investigador saudí interesado en los movimientos islámicos, el desarrollo del discurso religioso y la relación entre los Estados del Consejo de Cooperación del Golfo e Irán.

N.d.T.: El artículo original fue publicado por Arab News el 7 de agosto de 2022.