Por Khaled Farraj para Institute for Palestine Studies
Esto no es un lamento por Shireen, ni un artículo político. No es un informe de prensa, ni un estudio. No es un homenaje ni una condolencia, porque Shireen Abu Akleh merece más que todo eso. Son meras observaciones e impresiones sobre el asesinato de Shireen, sobre la profunda tristeza que ha golpeado a la gente; a toda la gente, no sólo en Palestina, sino en todo el mundo.
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Son impresiones de “funerales reales” y no metafóricos, de la santidad del ataúd y el féretro, de las banderas izadas y las que cayeron al suelo, de la capital y el conflicto por la capital, de la trágica partida de una querida amiga, una persona excepcional a todos los niveles. No escribo esto para alabar sus virtudes, todo el mundo lo ha hecho ya, aunque ella se merece mucho, y mucho de nosotros.
Shireen Abu Akleh renovó Palestina y los valores del pueblo palestino
Shireen fue insidiosa y agresivamente asesinada. Con su martirio, todos los palestinos sintieron que habían perdido a alguien querido. Shireen, que había entrado en todas las casas a través de Al Yazeera durante un cuarto de siglo de periodismo duro, respetuoso y profesional, entra esta vez en las casas como miembro de cada familia palestina, en el este, el oeste, el norte y el sur. Cada palestino se siente personalmente tocado por su martirio, y por ello se siente subyugado y humillado. Todo el mundo se pregunta “¿Cómo es posible que una periodista conocida sea asesinada sobre el terreno vestida de una forma que indica claramente que es periodista: un casco y un chaleco con la palabra PRENSA?. Este acto tiene como objetivo a quienes cuentan la verdad, la verdad sobre la matanza diaria en Palestina.
El asesinato de Shireen, convirtiéndola en noticia, es un intento israelí de ocultar la verdad; y de disciplinar, intimidar y disuadir a quienes pretenden mostrarla. Sin embargo, la reacción a su asesinato superó todas las expectativas, con cientos de miles de personas saliendo a la calle para expresar su ira, no sólo en solidaridad con la pequeña familia de Shireen, sino porque para la mayoría de ellos Shireen es de la familia.
Esta gran y masiva participación en el funeral no es sino la expresión de una gran rabia, y la recuperación del concepto de Palestina, que sigue bajo ocupación, y por tanto la recuperación de los valores colectivos de las personas bajo ocupación, el más importante de los cuales es el sentido colectivo de la necesidad de librarse de esta ocupación y acabar con ella mediante la resistencia. Con toda su diversidad política y religiosa, incluida la diversidad impuesta por la ocupación israelí (Cisjordania, los palestinos de las tierras ocupadas en 1948 y la Franja de Gaza), el pueblo palestino expresó una unidad nacional y sobre el terreno sin precedentes.
Lo que hizo especial esta unidad es que no fue emocional o sentimental, sino una extensión y una acumulación de lo que ocurrió en mayo de 2021 durante los ataques a la Franja de Gaza y Sheikh Jarrah, una extensión de la gran solidaridad con los prisioneros del Túnel de la Libertad el pasado septiembre. Estos heroicos prisioneros, cuyas heroicas y valientes acciones resonaron en todo el mundo, siguen siendo castigados por la ocupación con el asesinato de sus hermanos. Ahora llega el martirio de Shireen Abu Akleh, que sirvió para coronar, perpetuar y definir este momento de una gran lucha unitaria, que inevitablemente se entenderá en el futuro como un momento de continuidad con los acontecimientos del año pasado.
Jerusalén, la capital
“Jerusalén es árabe“; no se trata sólo de un eslogan que los residentes de Cisjordania gritaban cerca de los puestos de control israelíes que rodean la ciudad, a la que tienen prohibida la entrada; son los gritos de cientos de miles de personas que gritaban desde las murallas de la Ciudad Vieja y en sus callejones. Esto significa simplemente que el conflicto sobre la ciudad ha sido resuelto por la conciencia palestina y árabe, por la conciencia popular mundial y, por supuesto, será introducido y reintroducido, en los foros internacionales.
En cuanto al Estado nuclear, con un ejército inteligente, poderoso y tecnológicamente avanzado, “el más ético”, como afirma, procedió durante seis horas consecutivas a confiscar las banderas palestinas que portaban los dolientes, que no sólo izaron la bandera palestina, sino que también retiraron las banderas israelíes de sus astas en la Puerta de Jaffa, una de las puertas de la Ciudad Vieja de Jerusalén. Esto significa que 74 años después, este Estado “fuerte” sigue sin ser capaz de controlar los barrios de su capital o de “la capital”, lo cual dice mucho.
Este Estado “fuerte” intentó limitar el número de dolientes que participaban en el funeral de Shireen, y planeó aplicar esta orden, exigiendo que el funeral se limitara a ritos religiosos y que los dolientes no izaran banderas palestinas, por lo que desplegó fuerzas policiales en las inmediaciones del Hospital Francés (St. Louis) para reforzar su control sobre el funeral.
Este Estado “fuerte” se permitió hacer lo que nadie ha hecho en la historia, sea cual sea su religión, y asaltó el féretro de una forma espantosa que quedará grabada para siempre en la memoria de la gente. Con este asalto, Israel volvió a asesinar a Shireen Abu Akleh, pero al hacerlo, reforzó la determinación de los dolientes de participar poderosamente en el funeral, de una manera digna de una mártir de Palestina, e inculcó en las mentes de las personas de todo el mundo la imagen más atroz de esta ocupación.
Los héroes: Los protectores del funeral y del ataúd
Imaginemos por un segundo la brutalidad con la que fueron golpeados los jóvenes jerosolimitanos y no jerosolimitanos que llevaban a hombros el féretro de Shireen. Imaginemos las gruesas porras que la policía (israelí) utilizó para golpearles. Imaginemos los gases venenosos que contaminaron el aire del funeral, las inmundas aguas residuales que contaminaron la zona, tanto a nivel sanitario, ya que se encontraba en las inmediaciones de un hospital, como a nivel ético, ya que albergaba el cuerpo de una mártir.
Estos héroes recibieron porrazos, puñetazos y fuertes palizas, y aun así se aferraron al féretro, soportaron tanto odio ciego y se aferraron al féretro, elevado sobre sus hombros, como se merece una mártir de Palestina, como se merece Shireen Abu Akleh.
El héroe y los héroes que salvaron a Shatha Hanaysha e intentaron salvar a Shireen en las afueras del campo en el momento del crimen
No es sólo la brutal imagen de la ocupación y sus crímenes lo que quedaría grabado en nuestras mentes, ni sólo las imágenes del funeral, ni sólo las imágenes de los jóvenes que escalaron los muros de la Ciudad Vieja, sino las imágenes de los héroes a los que no les importaban sus vidas e insistieron en llegar al lugar del martirio de Shireen, con la periodista Shatha Hanaysha, a la que salvaron de una muerte segura. Consiguieron llevar a Shireen a un hospital a pesar de la intensidad de las balas de los asesinos en el lugar. Estos jóvenes, aunque no son combatientes, se han convertido en héroes a los ojos de todos. ¿Existe un acto más elevado que el sacrificio que han realizado?
Walid, Guevara, Sandy, Wissam, Najwan, Samir, Elias y el herido Ali Samoudi, así como otros miembros del equipo de al-Jazeera que trabajan en Palestina.
Sobre los que tenían el corazón destrozado por la muerte de un amigo, colega, hermana y periodista, sobre su valentía para seguir informando, con imágenes y noticias, a pesar de su gran pérdida, y sobre sus pesadas lágrimas mientras cubrían la noticia, y sobre su coherencia en el funeral, durante el cortejo fúnebre y en las funerarias. Era como si hubieran acordado posponer su dolor hasta después de terminar su deber de cubrir (las noticias) de la forma que su colega Shireen se merecía. Continuaron su cobertura durante cinco días, cubriendo no sólo el recorrido del funeral y la ceremonia, sino también las noticias de Palestina, en concreto, las incursiones contra el campo de refugiados de Yenín el día del funeral.
Iman, Manal, Wasim, Carol, Jamal, Michael, Nadia, Nay, Marian, Rita, Malak, Faten, Fouad, Haitham y otros amigos íntimos.
Todos estos amigos coincidieron en que Shireen les había honrado con su amistad, y que su pérdida era grande y muy dolorosa; para Shireen eran familia, y al mismo tiempo Shireen era familia para ellos. El impacto de su pérdida fue enorme, se hizo un gran silencio y sus ojos reflejaron toda la tristeza de esta tragedia. Pero la determinación de los compañeros y amigos de Shireen de participar en su despedida, desde Yenín hasta Jerusalén, pasando por todas las ciudades y pueblos, para conmemorarla, y el hecho de que se siguiera hablando de ella, les dio fuerzas para sobrellevar la conmoción de su partida.
Su hermano Antoine, su esposa Lisa, su hijo Nasri y sus hijas Lena y Larrain
Antoine, el hermano que recibió la noticia de la herida de su hermana Shireen, y luego de su martirio, a través de noticias de última hora a miles de kilómetros de Palestina, para que pudiera emprender el arriesgado viaje de regreso desde Somalia, donde trabaja con las Naciones Unidas, que se encontraba bajo cierre total debido a las elecciones generales, tuvo que recorrer la mayor parte de la distancia hasta el aeropuerto a pie y llegó a él sin billete ni preparación alguna para viajar en los tiempos de Covid-19 y sus procedimientos. A bordo, vio todo lo que ocurría en Palestina, vio a la policía israelí asaltar su casa en Beit Hanina, tuvo que experimentar mil pensamientos, todo ello mientras experimentaba también esta abrumadora tristeza.
Un hermano único pierde a su única hermana, sus dos hijas y su hijo pierden a su única tía, se ven privados de una tía; la esposa de Antoine, Lisa, pierde a su cuñada, a su amiga y a su hermana. ¿Qué brutalidad es ésta?
Lo que consuela a Antoine, a Lisa y a sus hijos es que Shireen recuperó el arabismo de Jerusalén, unió a los palestinos, restableció el espíritu de solidaridad internacional con Palestina y reorientó la brújula hacia el lugar que le corresponde. Shireen conjuró a Palestina con su muerte, y esto puede ser un consuelo para su pequeña familia y para todos nosotros.
Por último, el relato del asesino
La mayor pasión de Shireen era denunciar los crímenes de la ocupación israelí en Palestina y, a través de su trabajo como periodista, sacó a la luz asesinatos, confiscaciones, judaización, represión y discriminación racial. Siempre estuvo cara a cara con la narrativa sionista, exponiendo sus mentiras y afirmaciones. No quiero entrar en los laberintos de la investigación, ni en la identidad de quién está detrás del asesino, ni en las justificaciones que dieron a los medios de comunicación, ni mucho menos en su espantosa confusión, su intento de confundir a su vez a la opinión pública mundial, la ofuscación consiguiente, etc.
Hay un asesino conocido con un nombre y un comandante, el comandante tiene un comandante superior, y el comandante superior informa a un funcionario político, todos los cuales decidieron el 11 de mayo de 2022 seguir derramando sangre palestina. Quienes están detrás del crimen son las autoridades de ocupación, que enviaron a sus fuerzas especiales a practicar lo que mejor saben hacer: matar palestinos dondequiera que se encuentren, independientemente de su profesión. A lo largo del tiempo, la ocupación ha asesinado a periodistas, abogados, médicos, niños, jóvenes y mujeres, sin que ningún tabú se lo impidiera. Repito que hay un asesino conocido, y cuando la ocupación deje de llevar a cabo asesinatos diarios en pueblos, ciudades y campos de refugiados de Palestina, perderá su razón de ser.
La marcha de la periodista Shireen Abu Akleh implica mucho trabajo que la Autoridad Palestina y las instituciones palestinas e internacionales de derechos humanos tienen que hacer para sacar a la luz las prácticas de esta ocupación. Las fuerzas de la sociedad política y civil tienen muchas cargas que soportar para mantener el impulso de solidaridad que ha dejado la marcha de la mártir Abu Akleh, una solidaridad internacional sin precedentes que hay que preservar, observar, desarrollar y apoyar.
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Khaled Farraj es el Director General del Instituto de Estudios Palestinos.
Este artículo fue publicado originalmente en árabe por el Instituto de Estudios Palestinos el 17 de mayo. La traducción al inglés fue publicada por primera vez por Mondoweiss el 21 de mayo, y se reproduce aquí con permiso. La traducción fue realizada por Nina AbuFarha.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Institute for Palestine Studies el 17 de mayo de 2022.