Por Lina Yassin para Tahir Institute for Middle East Policy
En 2019, tras casi un año de manifestaciones pacíficas, el pueblo sudanés consiguió derrocar una dictadura de 30 años y lograr cierta estabilidad política. En septiembre de 2019, se formó un gobierno de transición dirigido por Abdalla Hamdok, que se enfrentó a la difícil tarea de abordar la crisis económica y reformar los diferentes sectores del país con el objetivo de preparar las elecciones de 2023. Sin embargo, lamentablemente, la transición democrática de Sudán duró poco y, en octubre de 2021, las fuerzas armadas, dirigidas por el general Abdel Fattah al Burhan, tomaron el poder, arrestaron al primer ministro, disolvieron el gobierno y calificaron sus acciones de ‘deber nacional, no de agenda’.
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Mientras Sudán sufría toda esta inestabilidad y tensión política, el país seguía sufriendo los diversos impactos del cambio climático, ya que es uno de los países más vulnerables al cambio climático del mundo. En 2020, Sudán fue testigo de sus mayores inundaciones en la historia, con niveles de agua provenientes del Nilo que alcanzaron récords nunca antes registrados. Diecisiete de los 18 estados quedaron inundados, más de 100.000 casas fueron destruidas, mientras que casi 100 personas murieron y medio millón resultaron afectadas.
Las sequías son también un importante problema para Sudán, que provoca conflictos por los recursos. Según una evaluación medioambiental post-conflicto realizada por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, el conflicto de Darfur, que estalló en 2003 y provocó la muerte de casi medio millón de personas y el desplazamiento de 2 millones, ha sido impulsado por el cambio climático y la degradación del medio ambiente.
Otros efectos del clima en Sudán son el aumento de la temperatura y la escasez de agua, que llevan a las comunidades al límite y podrían hacer que partes del país sean ‘inhabitables’.
Sudán lleva décadas viviendo en un círculo vicioso debido a los impactos del cambio climático. Cada año, el país es testigo de fenómenos meteorológicos extremos que siguen debilitando las infraestructuras y, antes de que el país pueda recuperarse siquiera parcialmente, llega el siguiente fenómeno extremo.
Un paso adelante, dos atrás
Tras su nombramiento en agosto de 2019, el primer ministro Hamdok trabajó en el establecimiento de un gobierno tecnocrático con el objetivo de reformar los sectores del país y lograr la estabilidad. Hamdok dejó claro que el cambio climático estaba en su agenda y uno de sus primeros viajes internacionales incluyó la asistencia a la Cumbre Climática de la ONU en septiembre de 2019. Desde entonces, Sudán ha dado múltiples pasos adelante para abordar el desafío climático.
En 2020, el Fondo Verde para el Clima (FVC) aprobó una financiación de 25,6 millones de dólares para un proyecto de resiliencia climática que mejoraría la seguridad sanitaria, alimentaria e hídrica de 3,7 millones de personas en 10 estados. También se aprobó una financiación de 10 millones de dólares para un proyecto destinado a mejorar la capacidad de adaptación de las comunidades locales y restaurar el potencial de sumidero de carbono del cinturón de la goma arábiga en Sudán. Conseguir la aprobación de estas oportunidades de financiación fue un gran logro en sí mismo para Sudán, ya que el país había sido históricamente uno de los que más dificultades tenía para acceder a la financiación internacional para la mitigación y adaptación al clima.
Ese mismo año, el gobierno sudanés presentó su primer informe sobre el estado del medio ambiente y su perspectiva. El informe incluía una descripción exhaustiva del estado y las tendencias del medio ambiente en Sudán desde 2011 hasta 2020, y ofrecía una visión medioambiental a la que el país puede aspirar en línea con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
Ni que decir tiene que Sudán por fin estaba tomando medidas para hacer frente a la crisis climática y garantizar que las preocupaciones medioambientales se tuvieran en cuenta en la transición del país. Pero las cosas no duraron mucho y el golpe de Estado de octubre de 2021 socavó gravemente los planes medioambientales.
“Los militares han vuelto a decepcionar al pueblo de Sudán y han borrado el trabajo crítico que se había realizado. El golpe ha [cambiado] el calendario de los proyectos del GCF y ha negado a Sudán la participación activa en la reunión sobre el clima de la COP 26″, dijo un empleado actual del Consejo Superior de Medio Ambiente y Recursos Naturales (HCENR) de Sudán que prefirió permanecer en el anonimato.
Poco después del golpe, el antiguo Secretario General del HCENR, el profesor Rashid Mekki Hassan, nombrado por Hamdok, dimitió en protesta por la actuación de los militares. El golpe también tuvo lugar unos días antes del inicio oficial de la COP 26, la reunión anual de la ONU sobre el clima en la que los gobiernos negocian temas críticos sobre el clima. Debido al cierre del aeropuerto y a la interrupción de Internet y de las líneas telefónicas, la mayoría de la delegación sudanesa no pudo asistir a la conferencia, dejando el asiento de Sudán vacío en la mayoría de las reuniones.
COP 27: ¿Otra oportunidad perdida?
El próximo mes de noviembre, el mundo entero se reunirá en Egipto para la COP 27. Esta conferencia es muy importante para los países en desarrollo, como Sudán, ya que es la plataforma en la que los gobiernos negocian y exigen a los países desarrollados compromisos más firmes en materia de clima, incluida la ayuda técnica y financiera.
Esta COP es especialmente importante porque llega justo después de la finalización de las normas del Acuerdo de París el año pasado en la COP 26. En Egipto, los países se centrarán en la aplicación de estos acuerdos, incluido el de un nuevo objetivo de financiación del clima que satisfaga las necesidades de los países en desarrollo para hacer frente al cambio climático.
Otro tema de vital importancia será la cuestión de las pérdidas y daños, que se refiere a los daños irrecuperables causados por los impactos del cambio climático. En la COP 27, los países más vulnerables al cambio climático, como Sudán, presionarán para que este tema produzca resultados concretos, incluido un mecanismo financiero dedicado a esta cuestión.
Como país que forma parte de los principales grupos de negociación sobre el clima, como el Grupo Africano, el Grupo Árabe y el Grupo de Países Menos Adelantados, Sudán tiene mucho trabajo que hacer antes de la conferencia para definir sus prioridades y los posibles beneficios de la COP 27. Pero con la continua tensión política y el hecho de que el cambio climático no es una prioridad para el gobierno dirigido por los militares, es muy poco probable que Sudán pueda aprovechar todo el potencial de la COP 27.
Se trata de una triste realidad para los millones de personas que sufren el cambio climático en Sudán y de otra grave consecuencia de las acciones de los militares para perturbar la estabilidad del país, llevando al pueblo sudanés de vuelta al punto de partida.
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Lina Yassin es una investigadora climática sudanesa del Instituto Internacional para el Medio Ambiente y el Desarrollo (IIED).
N.d.T.: El artículo original fue publicado por TIMEP el 7 de septiembre de 2022.