Por Neri Zilber para New Lines Magazine
Una semana antes de la última ronda de combates, que se desarrollaron durante el fin de semana entre Israel y el grupo militante Yihad Islámica Palestina (YIP) con sede en Gaza, un alto funcionario de seguridad israelí tuvo algunas palabras proféticas. A diferencia de Hamás, que es el grupo más grande y fuerte que gobierna realmente Gaza, la YIP ‘’fue un caso atípico…sin responsabilidad gobernante, lo que requeriría un trato especial si decidiera escalar’’, me dijo.
[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]
Ese ‘’trato especial’’ llegó bajo la forma de una operación militar de tres días, que Israel comenzó el viernes pasado, después de varios días en que la YIP amenazara con un ataque transfronterizo desde Gaza hacia el sur de Israel (esto se debió a la detención de un alto dirigente de la YIP en Cisjordania a principios de semana). Las hostilidades que siguieron ─ataques aéreos israelíes en Gaza, cohetes de la YIP contra Israelー fueron, según la mayoría de los análisis, de resultados adversos para la YIP. Los comandantes de campo más importantes del grupo murieron, muchos de sus activos militares fueron degradados y los casi 1.000 cohetes y morteros que lanzaron no causaron prácticamente daños, debido al sistema de defensa aérea israelí “Cúpula de Hierro”.
La YIP sufrió “un duro golpe que los ha hecho retroceder décadas. No esperaban esto; se sorprendieron por nuestras capacidades”, sostuvo una fuente diplomática israelí de alto rango, luego de que un alto el fuego entrara en vigor el domingo por la noche. La inteligencia israelí pudo identificar y matar al comandante de la brigada de la YIP en el norte de Gaza en sus ataques aéreos iniciales del día viernes; la noche siguiente, en medio de la escalada, su homólogo en la brigada del sur de Gaza también murió en un ataque aéreo israelí (La YIP tiene sólo dos brigadas para Gaza).
El aspecto más revelador, sin embargo, fue que Hamas se mantuvo fuera de la lucha. A pesar del alto costo de vidas en Gaza, con más de 40 muertos y 300 heridos, entre ellos niños y civiles, Hamas dejó que la lucha se desarrolle entre Israel y la YIP. Esto estuvo en línea con gran parte del año pasado, desde la última ronda de enfrentamientos, abierta en mayo de 2021 entre Israel y Hamas. Según ciertas estimaciones, fue el período más tranquilo en Gaza y sus alrededores durante dos décadas, y no por casualidad.
Israel utilizó el período de posguerra del año pasado para embarcarse en lo que sus funcionarios describieron como un “programa civil expansivo” destinado a aliviar la real situación económica y humanitaria de dos millones de personas que viven en Gaza y aumentar el costo para Hamas de cualquier nuevo combate. Como mencionó un segundo oficial de seguridad israelí, el objetivo era “no solo mantener a Gaza ‘por encima del agua’, sino permitirle desarrollarse… [y] Hamas no está desconectado de su público; tiene que tenerlo en cuenta para su propia legitimidad”.
Israel no llegó a esta política por elección, sino debido a una estrategia sostenida de Hamas, que se remonta a más de una década, destinada a obligar a Israel a “poner fin al asedio” sobre Gaza. Casi cada ronda de lucha o protesta generalizada (2008-2009, 2012, 2014, 2018-2019) tenía detrás de ella la lógica de extraer cada vez más concesiones económicas de Israel, y funcionó. Cada cese del fuego trae consigo mayor comprensión con los cada vez mayores compromisos israelíes.
Como dijo un alto funcionario de seguridad israelí: “Gaza sin economía es menos estable que Gaza con economía… No queremos arrastrar a Israel a una campaña en Gaza cada semana”
De esta manera, el año pasado Israel fue aún más lejos, aliviando las restricciones sobre una variedad de materiales de construcción para la importación a Gaza, lo que permitió varios proyectos de infraestructura previstos ーentre ellos una planta de desalinización e instalaciones de tratamiento de aguas residuales─ para finalmente entrar en funcionamiento en los últimos seis meses. La generación de electricidad en Gaza aumentó, la importación y exportación de bienes casi se duplicó y los trabajadores de Gaza recibieron permisos para trabajar en Israel, en masa, por primera vez desde que Hamas se apoderó del territorio en 2007 (Esta información fue confirmada por funcionarios occidentales).
En la actualidad, el número de habitantes de Gaza que ingresa a Israel supera los catorce mil por día. Cada trabajador puede ganar, en un día, unos 150 dólares estadounidenses, es decir, diez veces más de lo que puede ganar dentro de Gaza.
Los grupos de ayuda dicen que hay que hacer más, y están en lo cierto.
Según Tania Hary, directora ejecutiva de Gisha (una ONG israelí que promueve la libertad de circulación de los palestinos), las restricciones israelíes a la importación de artículos de “doble uso” que, según las autoridades, pueden utilizarse con fines militares son generalmente arbitrarias, rozando lo ‘ridículo’. El acceso y la circulación de personas desde y hacia Gaza ─por ejemplo, para visitar a familiares, recibir tratamiento médico o asistir a la universidadー sigue estando muy reglamentado, y las solicitudes son rechazadas por los militares israelíes porque las palabras “Estado de Palestina” aparecen en el membrete. Se estima que unos 100.000 habitantes de Gaza solicitaron los mencionados permisos de trabajo en Israel, lo que es una clara señal de demanda y necesidad.
“Sólo estamos arañando la superficie del impacto, dado lo mal que se permitió que las cosas llegaran a Gaza’’, sostuvo Hary.
Aun así, al tratarse de un cambio en la política israelí de años de bloqueo total, es significativo. Hace varios años, un funcionario israelí me preguntó, con tono incrédulo, por qué las Naciones Unidas querían facilitar el pago de dinero a “un grupo terrorista” como Hamas (“¿Se han vuelto locos?”, dijo). Sin embargo, el actual gobierno israelí, al igual que su predecesor inmediato, permitió la continuidad de millones de dólares mensuales en fondos cataríes para los salarios y estipendios del sector civil de Hamas, destinados a las familias más necesitadas.
Los funcionarios israelíes son conscientes de los riesgos de esta política, por dos razones.
En primer lugar, en su opinión, podría simplemente fortalecer a Hamas y a otros grupos militantes en Gaza, que utilizan un mayor acceso a materiales de construcción y dinero para reforzar sus capacidades militares. Esta es una razón central, prioritaria para Israel, por la que no se produjo aún un levantamiento total de todas las restricciones. “En cuestión de semanas tendríamos una batería (militar) iraní en Gaza, con armas estratégicas”, dijo el primer alto funcionario de seguridad israelí, respecto a un mundo sin límites en un territorio gobernado por Hamás. Incluso con el largo bloqueo, cabe señalar que Hamas mejoró de forma constante su desempeño militar ─en particular el alcance de su arsenal de cohetes─ en cada ronda de combates.
También existe una complicación adicional, respecto a un acuerdo de intercambio de prisioneros estancado, con Israel exigiendo el regreso de dos ciudadanos con padecimientos mentales y los cuerpos de dos soldados muertos que están retenidos por Hamas. El gobierno israelí ha retrasado varios pasos económicos clave, como un ambicioso plan para proporcionar gas natural a Gaza, precisamente debido a este problema de los prisioneros.
El segundo riesgo de esta política es que simplemente no funcione.
Antes de la escalada de este fin de semana, la estrategia de Israel era que dada la nueva (y mejorada) situación económica en Gaza, Hamas actuaría como un verdadero soberano y trabajaría para detener a los grupos militantes más pequeños de atacar Israel.
“Hamas puede frenarlos cuando quiera”, dijo la semana pasada el alto funcionario de seguridad israelí, pocos días antes de que Hamas no lo hiciera, ya sea porque no pudo o no quiso.
Sin embargo, el año pasado Hamas detuvo casi todos los lanzamientos de cohetes desde Gaza, incluido el suyo. Prueba de ello, este fin de semana pasado dejó a la YIP sola en la batalla. “Hamas no se unió (a los combates), y parece que no se encontraban interesados en ello de todos modos”, sostuvo una fuente diplomática de alto nivel. “Es un testimonio del éxito de esta política”.
Tal vez, los funcionarios de seguridad israelíes tenían en claro que, incluso cuando promocionaban la nueva estrategia de Gaza, no era “una póliza de seguro para lo que puede suceder mañana”, tal como lo sostuvo uno de ellos.
Las tensiones en Jerusalén, los disturbios en Cisjordania, Hamás exigiendo más concesiones económicas o simplemente un pequeño grupo como la YIP tomando de nuevo el asunto en sus propias manos podrían llevar a otra escalada entre Israel y Gaza. Por su parte, Israel podría detener rápidamente muchos de los ‘pasos positivos’ del año pasado, como lo hizo durante gran parte de la semana pasada cuando cerró los cruces fronterizos con Gaza.
Y con la misma rapidez, a mediados de esta semana, la situación sobre el terreno volvió a la “normalidad” pre-guerra tanto en el sur de Israel como en Gaza. Es un testimonio, del valor estratégico que tanto Israel como Hamas, le otorgan a la faceta económica y civil de su incipiente relación. Pero también es una señal de que nadie tiene mejores ideas. Sin un entendimiento a largo plazo y más profundo entre las dos partes, esta ‘danza precaria’ será suficiente para empujar otro conflicto, hasta la siguiente ronda.
[Se prohíbe expresamente la reproducción total o parcial, por cualquier medio, del contenido de esta web sin autorización expresa y por escrito de El Intérprete Digital]
Neri Zilber es un periodista que cubre la política de Medio Oriente y miembro adjunto del Instituto de Washington para la Política de Oriente Próximo. Es coautor de “Estado sin ejército, Ejército sin Estado: evolución de las fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina 1994-2018”. Neri escribe regularmente para The Daily Beast, Foreign Policy, Politico y otros medios internacionales.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por New Lines Magazine el 09 de agosto de 2022.