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El Interprete Digital

Teatro político de Zoukak: un espacio para la reflexión colectiva

Por Layla Yammine y Yara El Murr para The Public Source

Público presente durante una presentación teatral [Diario de Madrid / Creative Commons]

Al igual que otras compañías teatrales del Líbano, el colectivo Zoukak ha pasado los dos últimos años tratando de sobrevivir y producir obras culturales cuando el dinero escasea y las reuniones en persona están plagadas de dificultades.

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Mientras Israel bombardeaba Líbano durante la guerra de 2006, un pequeño grupo de dramaturgos, directores y actores se preguntaba cómo podía el teatro abordar la situación que estaban viviendo y comprometerse con la guerra.

Fue entonces cuando Maya Zbib, actriz, directora, escritora y cofundadora de Zoukak, decidió que quería dedicarse plenamente a su profesión. Ella y otros cinco artistas se reunieron para desarrollar, como compañía teatral, una práctica con su propia forma artística, voz política y modos de compromiso público.

“El objetivo principal no era producir espectáculos. Era reflexionar juntos sobre nuestra práctica y profesión, desarrollar nuestras herramientas y discutir los temas que queríamos abordar”, dice Maya.

Dieciséis años después, la pandemia del COVID-19, el colapso económico del Líbano y la explosión del puerto de Beirut vuelven a plantear estas consideraciones.

Al igual que otras compañías teatrales del Líbano, el colectivo Zoukak pasó los dos últimos años tratando de sobrevivir y producir obras culturales cuando el dinero escasea y las reuniones en persona están plagadas de dificultades. El colectivo ideó nuevas formas de mantenerse a flote, guiado por una profunda creencia en el papel del teatro cuando las cosas se desmoronan.

Reventar la burbuja

Zoukak es una compañía de teatro especializada que se convirtió en un actor importante en la vida cultural y política de Líbano. Desde su creación en 2006, el colectivo produjo espectáculos en Líbano y en el extranjero, organizó talleres de dramaterapia y dirigió la formación profesional de aspirantes a artistas.

Marianne Kortbani forma parte del equipo ejecutivo de Zoukak desde 2017. Como gestora de programas, está al tanto de la gimnasia institucional, no menos importante que la financiación, que se requiere para mantener Zoukak en la crisis. Tropezó con el colectivo mientras terminaba su máster en gestión cultural.

“Me cambió la vida. Creces mucho en formas que no esperabas. Es un espacio desafiante pero, al mismo tiempo, muy rico”, dice a The Public Source.

Marianne encontró en Zoukak un espacio acogedor y diferente al resto de la ‘burbuja’ cultural del Líbano.

Maya está de acuerdo en que es sobre todo la ‘élite cultivada’ la que va a ver teatro, y añade, sin embargo, que Zoukak se esfuerza por trabajar con intérpretes y público de diversos orígenes dentro y fuera de la ciudad. Trabajadores inmigrantes, refugiados y otras comunidades marginadas y de bajos ingresos que fueron excluidas de la vida cultural forman parte de la programación de Zoukak. “Intentamos abordar la ciudad o el país [en sus términos], no como burbujas”.

Jana Bou Matar, licenciada en teatro por la Universidad del Líbano, es una de las jóvenes artistas que empezaron a trabajar recientemente con el colectivo tras su participación en el programa de tutoría de Zoukak. Es ayudante de dirección y escenógrafa de la actual producción del colectivo, The Rave Empire, una interpretación y deconstrucción de la historia del emperador romano Juliano, que intentó reinstaurar el politeísmo como filosofía política.

En tiempos de crisis, considera imperativo integrar una dimensión política en su trabajo.

“En este momento de cambio, el teatro se hace más presente porque es necesario este proceso colectivo de reflexión. Ya no podemos estar en [este] lugar sin involucrarnos nosotros mismos, nuestras historias y nuestras creencias”, afirma.

Sobrevivir a la crisis

Desde el inicio del colapso económico en 2019, la moneda libanesa perdió más del 90% de su valor, mientras que el 82% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza.

La escena teatral libanesa no se libró de la crisis.

“Estamos en modo de supervivencia; el riesgo de morir es igual, sino mayor, que la posibilidad de sobrevivir”, dice Hanane Hajj Ali, creadora de teatro, artivista, profesora y miembro fundador de varias instituciones culturales, en particular de Culture Resource (Al-Mawred Al-Thaqafy).

Explica que los espacios e instituciones culturales que quedan en Beirut y sus alrededores, como Ashkal Alwan, Station, Sunflower theater, Collectif Kahraba y Masrah Al Madina, tienen problemas de financiación, sostenibilidad y trabajadores.

La destrucción del estudio de Zoukak en Karantina en la explosión del puerto de Beirut, el 4 de agosto de 2020, supuso un duro golpe para el colectivo.

“Todavía no he asumido el hecho de que nuestro espacio fue destruido durante la explosión”, confiesa Maya a The Public Source, y añade que desde entonces sólo visitó el antiguo espacio una vez.

“Al principio, después de la explosión, no quería hacer nada. Ya no quería hacer arte; no entendía lo que había pasado. Pero cuando vi a los artistas más jóvenes, con ganas de trabajar, tuve que apoyarlos”.

Marianne explica que, como dirección, se vieron “obligados por la crisis a ser creativos con estrategias para mantener la organización”, lo que supone un reto constante.

Desde la destrucción del espacio en Karantina, el equipo ejecutivo trabaja desde las oficinas de Tayouneh, mientras que el equipo artístico se asoció con Station para poner en marcha los talleres y el programa artístico.

A pesar de la precaria situación del Líbano y de las sucesivas sacudidas, Zoukak fue capaz de alimentar un espacio para el teatro.

Desde su creación, Zoukak buscó formas de ser sostenible. En 2019, pudo cubrir el 45% de los gastos del estudio gracias a los beneficios de la venta de entradas y al préstamo del espacio a los colaboradores.

Al mismo tiempo, el trabajo psicosocial a través del teatro permitió al colectivo acceder a fondos de desarrollo de organizaciones internacionales. Esto hizo posible que Zoukak siga adelante, incluso cuando otras fuentes de ingresos disminuyeron.

“Ahora podemos abrir un espacio para otros, para las generaciones más jóvenes. Es hermoso que la gente se acerque a nosotros. […] Me levanto cada día y hago algo que me gusta y me siento muy bien. Es extraño”, reflexiona Maya.

“Cuando todo se derrumbaba en el país a nuestro alrededor, nos dimos cuenta de que realmente habíamos tomado la decisión correcta [de continuar]”.

Marianne notó que los lanzamientos de obras de teatro, proyectos multimedia y espectáculos multidisciplinarios están aumentando, al igual que las solicitudes para participar en la formación desde el lanzamiento del programa de mentores en 2021.

“Por lo que he visto, la crisis (…) empujó a más artistas a presentar proyectos. Las ganas de crear aumentan con la crisis”, dice a The Public Source

Sin embargo, la abundancia de creatividad no significa que Zoukak y sus artistas sean inmunes a las realidades cotidianas de la escasez de electricidad, el impacto de los precios del combustible en el transporte, el colapso del sistema bancario y la creciente precariedad económica.

“Todo es más difícil”, según Marianne.

En diciembre de 2021, mientras producía su programa “Meaning Making Cocktail“, una historia sobre una persona que abandona una ciudad, mientras otra se queda en la ciudad que se desmorona, Jana y su equipo se enfrentaron a obstáculos diarios. No podían reunirse tan a menudo como querían debido al elevado coste del transporte, y tenían que programar sus reuniones en torno a los otros trabajos que tenían que aceptar para sobrevivir.

“Para muchos de nosotros, el programa se convirtió en la segunda cosa que hacíamos”, recuerda Jana.

Tuvo que adaptar su proceso creativo al empeoramiento de las condiciones del país, algo que, según ella, pudo hacer sin problemas gracias al carácter experimental de las producciones de Zoukak.

Hanane Hajj Ali, que descubrió su pasión por el teatro en los refugios durante la guerra civil libanesa, cree que las crisis y las guerras afectan al ‘tipo, la forma y el formato’ del arte y obligan a los artistas a inventar nuevas herramientas para funcionar y crear.

Dice que las crisis no son un mero material para utilizar en el proceso de creación, sino que, sobre todo, empujan a la gente a hacerse preguntas y a reevaluar lo que saben. 

“Las guerras ponen los acontecimientos, los hechos y las relaciones en una plataforma crítica. Sentí que era nuestro deber profundizar y seguir buscando respuestas”,  continúa.

Un espacio de reflexión colectiva

Hoy, la crisis vuelve a obligar a una reflexión colectiva y a formas de trabajo para Zoukak. 

“La estructura no jerárquica del colectivo, un elemento clave desde su fundación, se basa en que cada individuo se sienta responsable de su trabajo”, señala Maya.

“Por supuesto, el director dirige el proyecto, pero sigue siendo un proceso colectivo y todo el mundo está implicado”, explica Jana, que añade que el director, el guionista, los actores y los escenógrafos participan en el proceso creativo.

El grupo adopta un método de creación teatral conocido como ‘teatro ideado’, o ‘creación colectiva’, un proceso en el que cada artista contribuye al guión y lo adapta de la forma que más le convenga. Este enfoque flexible permite a la compañía trabajar en torno a los retos cotidianos y crear producciones dentro de las limitaciones de sus circunstancias.

“Cada uno de nosotros ve el material a partir de su historia y su bagaje en este lugar, lo que enriquece toda la experiencia”, añade Jana.

Los temas que se abordan en las producciones de Zoukak reflejan la estructura participativa de la organización, que parte de las luchas personales de los artistas, que luego informan de narrativas más amplias.

“Nos centramos en enfrentarnos a las estructuras desde dentro, desde la desigualdad de género hasta la separación del Estado y la religión, la violencia doméstica, etc. Siempre partimos de lo personal y luego generalizamos a lo global”, explica Maya.

Para Jana, lo personal siempre fue político; la crisis no hizo más que sacarlo a la superficie. Para ella, el teatro es un acto político, sobre todo en Líbano, donde los artistas eligen esta carrera contra viento y marea, incorporándose a una industria cultural inestable, más aún hoy.

En medio del caos y la crisis, el escenario proporciona otra dimensión de la existencia.

“El lugar donde y cuando estamos creando o actuando es un momento de reflexión. Es mágico”, reflexiona Jana.

El público también forma parte de este proceso de reflexión.

“En ese momento en el escenario, creo que estamos creando un ‘agujero’ en el sistema, creando un cambio político real a través de esta reflexión colectiva,” continúa el joven artista.

Encontrar el sentido del caos

Al igual que otros en la escena artística, Marianne estuvo reflexionando sobre su papel, personal y profesional, durante la crisis.

“¿Qué estamos haciendo? ¿Cuál es el valor del arte en esta situación? ¿Qué está haciendo el teatro y cuál es [su] valor, especialmente cuando no hemos podido hacer teatro por culpa de COVID, la crisis o el tiroteo de Tayouneh?”

Aunque estas preguntas no tienen respuestas definitivas, el hecho de plantearlas ayudó a Zoukak a redefinir su estructura organizativa y su mensaje político en el escenario.

“Encontramos nuestro enfoque para avanzar: es la transmisión de herramientas y recursos a los artistas y profesionales que quieren, o tienen, que quedarse aquí”, añade Marianne.

“El caos nos ayudó a ver nuestras prioridades”, coincide Maya.

Sin embargo, este optimismo no está exento de dudas.

Al igual que Maya, Marianne pasó por una montaña rusa de emociones tras la explosión, pensando que no quería seguir trabajando en el teatro cuando la gente estaba pasando por tanto dolor y dificultades.

Pero entonces se dio cuenta. “Si no trabajamos en el teatro, ¿qué se va a perder? Tras una breve pausa, Marianne continúa: “[lo que se perdería es] un espacio en el que la gente puede hablar entre sí y pensar juntos sobre temas importantes que podrían ayudarnos, directa o indirectamente, a explorar formas de salir de la crisis política.”

“Al final, cualquier cambio que se produzca en la sociedad o en la política tiene que empezar en los individuos, y el teatro puede influir en el cambio de los individuos, yo mismo lo he experimentado”, añade. 

Hanane expresa un sentimiento similar. “El teatro es el lugar donde el ser humano redescubre la importancia, y el valor, de su humanidad y su papel como individuo en la comunidad”.

Para Maya, “se trata de conectar a la gente a nivel de ideas, emociones y más allá. La gente necesita ternura y conexión”.

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Yara El Murr es una periodista multimedia y aspirante a cineasta interesada en la intersección de los problemas de salud, ambientales y sociales. También es cofundadora de la plataforma de descubrimiento de libros kotobli.

Layla Yammine es periodista e investigadora independiente. Es licenciada en periodismo en la Universidad libanesa. Sus reportajes se centran en asuntos políticos, sociales, derechos humanos, mujeres y cultura.

N.d.T.: El artículo original fue publicado por The Public Source el 25 de mayo de 2022.