Por Nooran Alhamdan para Middle East Institute
En mayo de 2021, el mundo vio con horror cómo la policía israelí desalojó a los residentes palestinos del barrio Sheikh Jarrah de Jerusalén en contra de su ferviente resistencia. Mientras tanto, se libraba otra lucha: la del poder narrativo. Mientras los periodistas, los activistas ciudadanos y las organizaciones de derechos humanos intentaban documentar la brutal represión de Israel, muchos encontraron que sus comunicaciones estaban sujetas a una moderación de contenido demasiado entusiasta. Publicaciones clave de las redes sociales fueron eliminadas de plataformas influyentes, como Twitter, Facebook e Instagram, precisamente cuando esas publicaciones eran más cruciales. El efecto de esta censura, muchos sostuvieron, fue sofocar dramáticamente las voces ya marginadas de los palestinos, que esperaban mostrar a una audiencia global su vivencia bajo una ocupación violenta. Esta censura siguió un patrón familiar; organizaciones de derechos digitales como Access Now y 7amleh produjeron durante años informes que documentan meticulosamente la supresión de contenido palestino por parte de las empresas de redes sociales. Este patrón de censura dirigida tiene sus raíces principalmente en la respuesta de Estados Unidos (EEUU) a los ataques del 11 de septiembre y la consiguiente acumulación del estado de seguridad nacional diseñado para rastrear y señalar cualquier actividad terrorista potencialmente peligrosa. Un resultado de esta intensa acumulación fue sistematizar el tipo de discriminación que allanó el camino para la redada actual de moderación de contenido, en la que los palestinos a menudo se encuentran atrapados.
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Con el advenimiento de la guerra contra el terrorismo, el Departamento del Tesoro de EEUU creó la lista de Nacionales Especialmente Designados y Personas Bloqueadas (SDN, por sus siglas en inglés) para rastrear a los ‘terroristas globales’. Creada mediante una orden ejecutiva por el ex presidente George W. Bush, la lista se compiló para impedir la financiación de personas y organizaciones designadas como terroristas mediante el bloqueo de sus activos. En el código 18 §2339A de EEUU – ‘brindar apoyo material a terroristas’, el apoyo material o con servicios es definido como cualquier propiedad que sea tangible o intangible. Dado que estas leyes se escribieron antes de la expansión de las redes sociales, no está claro si las publicaciones pueden censurarse razonablemente por proporcionar un ‘apoyo material’ intangible a los terroristas. La vaguedad de la cláusula de apoyo material al terrorismo y la amplitud de la lista de SDN llevaron a Facebook, Youtube, Twitter e incluso a Zoom a adoptar una definición demasiado amplia de ‘contenido terrorista’ que censura y discrimina a los palestinos, así como a los musulmanes y araboparlante en general.
En octubre de 2021, The Intercept reveló la lista de Facebook de ‘Individuos y organizaciones peligrosas’ (DIO por sus siglas en inglés). Esta lista informa los estándares comunitarios de Facebook y tiene como objetivo evitar daños en el mundo real eliminando a las “organizaciones o individuos que proclaman una misión violenta o que están involucrados en la violencia”. Según The Intercept, la lista es “una clara encarnación de las ansiedades, preocupaciones políticas y valores de la política exterior estadounidenses desde el 11 de septiembre”. Además, Human Rights Watch informa que Facebook se basa en la lista de organizaciones que EEUU designó como “organizaciones terroristas extranjeras” para informar su lista DIO. Esa lista incluye movimientos políticos que tienen brazos armados, como el Frente Popular para la Liberación de Palestina y Hamás. La política de Facebook, sin embargo, parece llamar a eliminar los elogios o el apoyo a todos los principales movimientos políticos palestinos, incluso cuando esas publicaciones no aboguen explícitamente por la violencia. Esto se evidencia en la eliminación de publicaciones que apoyan al movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS). El temor a la responsabilidad legal da como resultado que Facebook suprima ampliamente la expresión y el contenido palestinos, incluso cuando no se lo puede vincular claramente a organizaciones en la lista DIO o violencia en general. En una ocasión, Facebook eliminó las referencias a la Mezquita Al Aqsa en Jerusalén porque asociaba ‘Al Aqsa’ con la Brigada de los Mártires de Al Aqsa, que está en la lista DIO de Facebook. En un incidente similar, una publicación que compartía un artículo de noticias sobre una amenaza emitida recientemente por las Brigadas Izz al Din al Qassam fue eliminado debido a la inclusión de la organización en la lista DIO.
Frecuentemente Facebook elimina contenido basándose en el concepto de ‘incitación’ más que en la lista DIO. Las leyes de incitación en Israel son vagas y a menudo apuntan al discurso político palestino. Hasta 2015, 470 palestinos habían sido arrestados por ‘incitación’ debido a sus publicaciones en Facebook, incluido el poeta Dareen Tatour por un poema publicado en la plataforma. Si bien estas leyes de incitación no existen en Estados Unidos, las empresas estadounidenses de redes sociales cumplen con el 90% de los cientos de miles de solicitudes de eliminación de contenido realizadas por la Unidad Cibernética de Israel. Las empresas cumplen por la misma razón por la que son hipervigilantes sobre el contenido que tiene la más mínima conexión con la lista SDN: temen la responsabilidad legal. En 2015 Facebook fue golpeado con una demanda de mil millones de dólares que afirmó que la plataforma “facilita y alienta la violencia” contra los israelíes. Aunque el caso se abandonó en 2017, desde entonces Facebook intensificó su relación con el gobierno israelí y se comprometió a abordar la incitación palestina. Tales preocupaciones tampoco se limitan a Facebook: en 2020, Zoom canceló un evento organizado por la Universidad Estatal de San Francisco que presentaba a la militante palestina Leila Khaled por temores similares a la responsabilidad legal. La compañía emitió la siguiente declaración: “Zoom está comprometido con el apoyo al intercambio abierto de ideas y conversaciones, sujeto a ciertas limitaciones contenidas en nuestros términos de servicio, incluidas las relacionadas con el cumplimiento del usuario con el control de exportación, las sanciones y las leyes contra el terrorismo de EEUU.”
El contenido de las redes sociales de los estadounidenses palestinos también está sujeto a escrutinio por parte de las fuerzas del orden sobre la base de las leyes antiterroristas. En 2018, The Intercept informó sobre cómo los palestinos estadounidenses recibían visitas domiciliarias del FBI debido a sus publicaciones en las redes sociales. En una ocasión, un estudiante de derecho fue entrevistado por la Fuerza Conjunta de Tareas contra el Terrorismo de Nueva Jersey sobre sus publicaciones a favor de Palestina. Estas publicaciones habían sido incluídas en un perfil sobre él creado por un sitio web pro-Israel de derecha, Canary Mission, que se reveló que es una fuente del FBI y otras agencias policiales estadounidenses involucradas en la lucha contra el terrorismo. Canary Mission también es utilizado por Israel, especialmente por parte de los agentes fronterizos israelíes, a la hora de controlar a los estadounidenses palestinos que intentan visitar los territorios ocupados. Estos casos solo revelan cómo el contenido palestino es constantemente vigilado; si no es eliminado por las empresas de redes sociales, es documentado por organizaciones de extrema derecha y las fuerzas de orden público y citado como evidencia de posibles riesgos para la seguridad nacional.
Está claro que un obstáculo importante para un espacio de redes sociales democratizado es el marco de la guerra contra el terrorismo, que continúa definiendo la dificultad palestina para participar en la libertad de expresión en línea. Mientras siga existiendo la lista SDN y la amenaza de repercusiones legales por afirmaciones vagas de apoyo material al terrorismo, las empresas tecnológicas no tienen ningún incentivo para cambiar sus políticas de moderación y hacer lugar a los palestinos. Desmantelar las barreras digitales requiere considerar críticamente el desastroso legado de la guerra contra el terror y sus reliquias legales. Los imperativos de seguridad nacional de ayer no pueden ser la base para legislar el impredecible mundo en línea de 2022 y más allá. Las partes interesadas deben observar con atención para ver cómo los gobiernos y otros actores lidian con esta realidad.
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Nooran Alhamdan es estudiante de la Maestría en Estudios Árabes de la Universidad de Georgetown e investigadora graduada del Programa Virtual de Middle East Institute.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Middle East Institute el 2 de febrero de 2022.