Por Michael Akladios and Miray Philips para Tahrir Institute for Middle East Policy
El 6 de noviembre de 1972, asaltantes prendieron fuego a la sede de la Sociedad de la Santa Biblia en Al Khanka, Qalyubia, debido a que aldeanos coptos habían estado usando parte del edificio como una iglesia sin una licencia del gobierno. Unos días después, y en respuesta, el Papa Shenouda III ordenó a un séquito de sacerdotes y obispos que visitaran el pueblo.
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Después de una procesión copta el 12 de noviembre, los aldeanos locales musulmanes organizaron manifestaciones, dispararon contra la multitud e incendiaron media docena de casas coptas. El presidente Anwar Al Sadat inició una investigación parlamentaria sobre el incidente, que dio como resultado un informe final donde se recomendaba aclarar los procedimientos del Gobierno para otorgar licencias para la construcción de iglesias y emitir los permisos correspondientes —recomendaciones que nunca se cumplieron.
La violencia que estalló en noviembre impulsó a varios inmigrantes coptos en Canadá y Estados Unidos a organizarse políticamente y presionar a la comunidad internacional para obtener su apoyo. Shawky Karas y su esposa Laila crearon la Asociación Copta Estadounidense (ACA, por su sigla en inglés) para crear conciencia entre los legisladores estadounidenses sobre la discriminación contra los coptos. A través de sus contactos en Nueva Jersey, consiguieron una oficina y reunieron a un grupo de profesionales, incluidos ingenieros, empresarios y profesores. Al mismo tiempo, Alfonse Kelada, Selim Naguib y Nadia Naguib redirigieron las actividades de la Asociación Copta Canadiense (CCA, en inglés), fundada en 1963 para la celebración religiosa y cultural, hacia el activismo político. Los líderes de las dos asociaciones trabajaron en conjunto y fueron motivados por sus amargas experiencias en Egipto a causa de los abusos verbales, las discriminaciones laborales y los ataques de la Agencias de Seguridad Nacional por elegir emigrar.
En respuesta a los acontecimientos en el contexto egipcio, académicos y profesionales asumieron el desafío de defender los derechos coptos más allá de las fronteras de Egipto. The Copts: Christians of Egypt (Los Coptos: Cristianos de Egipto) comenzó en 1974 como el principal medio de comunicación de las asociaciones coptas estadounidenses y canadienses. Los destacados artículos, que incluían informes de casos y análisis sobre la situación copta en Egipto por inmigrantes y corresponsales, documentaron las fechas, los lugares y las circunstancias que rodearon los incidentes sectarios, a menudo con un recuento de los eventos. Apelando a la Declaración de Derechos Humanos de las Naciones, la revista proporcionó análisis detallados sobre violaciones específicas de derechos humanos por parte del Gobierno egipcio, incluida la detención ilegal, la conversión forzada y los ataques a lugares de culto. Las coberturas se dividieron por igual entre inglés y árabe, diseñada tanto para el público occidental como para los inmigrantes coptos que podían abogar en nombre de sus correligionarios.
En los años siguientes, aumentaron las tensiones entre el Presidente Sadat y el Papa Shenouda por cuestiones legales, constitucionales y los sucesivos actos de violencia sectaria. En 1977, el Gobierno presentó un proyecto de ley en la Asamblea Popular para la aplicación de la ley islámica en casos de difamación, robo y apostasía. Las asociaciones diaspóricas respondieron al activismo en su propia nación, donde el clero y el Consejo de la Congregación General se reunieron en 1976 en una conferencia para exigir un trato justo y la igualdad de derechos para los coptos. En febrero de 1977, el Santo Sínodo presentó una declaración conjunta en la que denunciaba la aplicación de la sharia en el derecho civil, y en agosto el obispado de Assiut presentó un memorando que documentaba varios ataques a las iglesias coptas, criticaba la inacción de la policía y cuestionaba las conversiones forzadas de cristianos. Tanto la ACA, como la CCA condenaron consecutivamente la violencia sectaria en Egipto en conferencias en Nueva Jersey, en mayo de 1978, y en Montreal, en diciembre de 1978 y octubre de 1979.
Los miembros de las asociaciones coptas estadounidenses y canadienses presionaron a las autoridades estatales en sus respectivos países, por medio de protestas en Ottawa, Washington D.C. y en Nueva York, en la sede de las Naciones Unidas. Todo esto provocó la ira del Presidente Sadat, quien comenzó a reconocer la creciente voz de los activistas de la diáspora y la amenaza que representaban a su imagen internacional. El Gobierno egipcio usó estrategias para monitorear, difamar e intimidar a los activistas de la diáspora para que guardaran silencio, algunas de las cuales continúan empleando en la actualidad. Los funcionarios egipcios a menudo fotografiaban a los manifestantes durante los actos, y sus fotografías eran distribuidas por funcionarios y exhibidas en las embajadas egipcias en Washington y Ottawa. El Gobierno de Sadat se ancló en los medios de comunicación egipcios controlados por el Estado para difamar a Aqbat Al mahjar (coptos emigrados), al alegar que los inmigrantes eran inherentemente menos leales a Egipto por elegir irse. Akhbar al Youm, uno de los periódicos estatales más importantes, caracterizó a Aqbat Al mahjar como “fanáticos”, “extremistas” y fanáticos antipatrióticos.
Tras un ataque sectario en el barrio de Zawyat al Hamra de El Cairo en junio de 1981, donde murieron aproximadamente 17 personas y 54 resultaron heridas, los coptos destacaron la complicidad del Estado en los crímenes de odio contra los cristianos coptos. El aumento de violentos incidentes en Egipto y la llegada de nuevos inmigrantes inspiraron a más coptos en América del Norte a unirse a los llamamientos de los activistas para que el Estado egipcio defendiera a todos sus ciudadanos por igual. Debido al temor por represalias contra los coptos en Egipto, el patriarca escribió cartas instando a los manifestantes inmigrantes a dejar de lado las demandas sectarias y unirse a la causa nacional, y envió a obispos, en repetidas visitas, a parroquias en Nueva York, Toronto y Montreal. Sin embargo, Sadat no se apaciguó. La franca oposición en el extranjero aumentó las tensiones entre los inmigrantes, la Iglesia copta y el Estado egipcio.
En una medida sin precedentes en septiembre de 1981, Sadat revocó el decreto presidencial que aprobaba a Shenouda como Papa y apoyó la creación de un consejo de cinco obispos para dirigir la Iglesia en su ausencia, que debía encargarse de resolver los disturbios que acusó al Papa de fomentar a nivel nacional y en el extranjero. El Papa Shenouda fue obligado a recluirse en el monasterio de San Bishoy, en el valle de Wadi Natrun, como parte de una ofensiva en todo el país que incluyó el encarcelamiento de aproximadamente 1.500 líderes religiosos, políticos y periodistas. Al mes siguiente, Sadat y el obispo Samuel (que había sido nombrado jefe del consejo) fueron asesinados en El Cairo por oficiales pertenecientes a al Gama al Islamiya. Después de su investidura, el presidente Hosni Mubarak no liberó al Papa Shenouda, y el obispo Gregorius sucedió a Samuel como jefe del consejo.
Sin embargo, el Papa Shenouda fue liberado y reinstalado en 1985, aunque mucho más mesurado en sus respuestas a la violencia sectaria. En abril de 1992, 14 cristianos coptos fueron fusilados en el Alto Egipto y varios grupos armados lanzaron una serie de ataques contra el gobierno egipcio que alcanzaron su punto máximo en febrero y marzo de 1994 con casi 600 muertos. Tras tres intentos de asesinato contra altos funcionarios del Gobierno y uno contra el presidente Mubarak, el gobierno inició una represión masiva, arrestando y asesinando a presuntos fundamentalistas, fomentando mejores relaciones entre el Gobierno de Mubarak y la Iglesia.
Mientras tanto, la CCA y la ACA habían perdido su monopolio sobre el activismo político en América del Norte ante la autoridad de la Iglesia y las nuevas asociaciones de inmigrantes. Al mismo tiempo, la influencia del clero creció en las comunidades de inmigrantes y la legitimidad de las iniciativas laicas dependía cada vez más de la supervisión y aprobación del clero. A pesar de la voz unificada que Karas y Naguib habían imaginado una vez para el activismo diaspórico, la proliferación de asociaciones coptas con visiones divergentes disipó las esperanzas de colaboración y apoyo material en todos los ámbitos. En lugar de criticar la respuesta estatal al sectarismo, surgieron muchas asociaciones nuevas que apoyaron las políticas de seguridad de Mubarak contra los grupos islamistas, argumentando que la educación y el desarrollo económico podrían detener la violencia sectaria. Las organizaciones Coptic Orphans (Huérfanos Coptos) en Estados Unidos, Canada’s Coptic Aid Foundation (Fundación de Ayuda Copta de Canadá) y Canadian Egyptian Organization for Human Rights (Organización Egipcia Canadiense para los Derechos Humanos) en Montreal crearon vínculos caritativos con empresas y ONG en Egipto. Los clubes sociales y las asociaciones profesionales actuaron como enlaces entre las embajadas egipcias y los inmigrantes, presionando para proporcionar servicios consulares y organizar celebraciones culturales.
A medida que las organizaciones de la diáspora recién establecidas alejaban sus críticas del Estado egipcio en la década de 1990, el Movimiento Internacional de Libertad Religiosa estuvo cobrando impulso en Washington D.C. Los activistas coptos se unieron a los esfuerzos de los evangélicos, católicos, judíos y budistas tibetanos para aprobar la Ley de Libertad Religiosa Internacional de 1998, que daría prioridad a la libertad religiosa en la política exterior de Estados Unidos. Michael Mounir, fundador de la Asociación de Coptos de Estados Unidos, escribió cartas con el sacerdote episcopal Keith Roderick en The Washington Times en 1998, donde se detallaba la persecución de los coptos y se declaraba su apoyo a esta nueva legislación. Bajo este marco de libertad religiosa, los coptos construyeron alianzas con organizaciones conservadoras, como Middle East Forum (Forum Medio Oriente) y Christian Solidarity International (Solidaridad Cristiana Internacional), para defender a la “Iglesia perseguida” del islam, con lo que se enmarcó a los coptos como la minoría perseguida por excelencia. Como el grupo minoritario cristiano más grande en el Medio Oriente, los defensores argumentaron que las violaciones contra los coptos en Egipto plantean preocupaciones existenciales para el cristianismo en la región en su conjunto.
En este punto, existió una proliferación de organizaciones coptas diaspóricas que tenían estrategias y objetivos en competencia. Buscando superar la fragmentación y unificar el activismo copto diaspórico, varios activistas se reunieron en París en 2000, lo que llevó a la creación del documento de la Carta Copta que pedía derechos ciudadanos plenos para los coptos. En 2004, Adly Youssef convocó el Primer Simposio Copto Internacional en Zurich, que reunió a activistas clave tanto de Egipto como de sus diásporas, como Adel Guindy, Magdi Khalil, Selim Naguib y Youssef Sidhom, junto con destacados pensadores conservadores estadounidenses como Paul Marshall de Freedom House y Daniel Pipes del Middle East Forum. El simposio culminó con una resolución firmada que pedía al Gobierno egipcio proteger los derechos de los coptos mediante la implementación de acciones afirmativas, la reforma del plan de estudios escolar y la eliminación de la identificación religiosa en los documentos de identidad, entre otras recomendaciones.
Coptic Solidarity (Solidaridad Copta) surgió a raíz de esta Conferencia de Zúrich de 2009. Buscaba la independencia total de la Iglesia y del gobierno egipcio, a favor de la capacidad de pedirle cuentas a ambos. La Masacre de Maspero de 2011, donde 28 manifestantes —en su mayoría coptos— fueron asesinados por las fuerzas de seguridad, marcó un resurgimiento del activismo copto que fue más crítico hacia el gobierno egipcio. La Masacre de Maspero se convirtió en un emblema de los ataques patrocinados por el Estado contra los coptos, lo que llevó a Coptic Solidarity a iniciar el Día del Recuerdo de los Mártires Coptos Modernos al convocar una conferencia anual en el aniversario de la Masacre. Coptic Solidarity trabajó desde entonces en estrecha colaboración con la oficina de French Hill (R-AR) para presentar una resolución de la casa en apoyo de los cristianos coptos en Egipto, que detalla la discriminación copta en los ámbitos del empleo, el atletismo, la justicia y el activismo. Aunque la resolución bipartidista aún no fue aprobada en el Congreso, se convirtió en una herramienta política clave para crear conciencia y generar impulso en torno a la causa copta en Estados Unidos.
El desafío que enfrenta el futuro del activismo diaspórico copto radica en la desconexión entre los coptos norteamericanos y las realidades religiosas y políticas en Egipto. De manera más general, muchos coptos en la diáspora aprenden sobre la historia de la discriminación y la violencia a través del lente de la política de la Iglesia, la narrativa de persecución y martirio. Si bien esta retórica puede ofrecer consuelo a nivel espiritual, no resuena en la esfera política de la promoción internacional. Coptic Voice (Voz Coptas), a través de su Cumbre de Identidad y Liderazgo, busca abordar esta brecha en el conocimiento al educar a una nueva generación de jóvenes coptos comprometidos en Estados Unidos sobre los problemas sistémicos que enfrentan los cristianos en Egipto. Al emplear la retórica de los derechos de ciudadanía, los activistas están tratando de arrojar luz sobre los mecanismos institucionalizados e impulsados por el Estado que arraigaron la marginación copta en Egipto.
Si bien la Iglesia Copta históricamente disuadió el activismo, incluso condenando abiertamente a los llamados Aqbat Al mahjar, la reciente actividad del arzobispo Angaelos de Londres en la defensa de la libertad religiosa internacional permite que la Iglesia Copta tenga voz en el escenario internacional. En 2019, el arzobispo Angaelos fundó Refcemi (copto para “la defensa”), la Oficina ortodoxa copta oficial para la defensa y las políticas públicas. Con el apoyo de la Iglesia, se convirtió en portavoz de la difícil situación de los coptos, viajando para defender la libertad de religión y creencias para todas las comunidades religiosas. Mirando la historia reciente del martirio copto, el arzobispo Angaelos ofrece una teología de defensa que insta a los coptos a abogar por la eliminación de la persecución religiosa para todos y no solo para los familiares cristianos. A pesar de adoptar posturas firmes sobre los violadores gubernamentales de la libertad religiosa en otros lugares, Refcemi tiene una línea muy fina cuando se trata de Egipto, enmarcando la difícil situación copta como un asunto que trasciende al Gobierno actualmente en el poder.
Las divisiones ideológicas y la falta de colaboración caracterizaron al activismo copto diaspórico durante las últimas cinco décadas. La fragmentación entre las organizaciones coptas con narrativas y estrategias en competencia obstaculizó la construcción de alianzas, la movilización de base, la recaudación de fondos y el impacto de las políticas. A pesar de estos desafíos, los llamados Aqbat Al mahjar siguen sintonizados y comprometidos con las preocupaciones egipcias, y ofrecen una convincente contranarrativa a las representaciones dominantes dentro de Egipto que los tiñen como traidores a la causa nacional y parte de la intervención extranjera. A medida que disminuye la capacidad de movilización política dentro de Egipto, las comunidades de inmigrantes en América del Norte y en otros lugares ofrecen un terreno fértil para que los coptos y otros egipcios se movilicen y promuevan los derechos de ciudadanía en Egipto. Sin embargo, el desafío sigue siendo: ¿cómo pueden los activistas coptos diaspóricos renunciar a las disputas pasadas para generar impulso y unificar la movilización futura?
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Michael Akladios es el fundador y director de Egypt Migrations, una institución sin fines de lucro en Canadá. Historiador de las migraciones egipcias del siglo XX, su investigación reflexiona críticamente sobre el transnacionalismo de los profesionales coptos y musulmanes de la clase media en las ciudades norteamericanas.
Miray Philips es candidata a doctorado en sociología en la Universidad de Minnesota e investigadora visitante en la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de Johns Hopkins. Examina la política y las representaciones de los cristianos de Oriente Medio en la política exterior de Estados Unidos.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por Tahrir Institute for Middle East Policy el 7 de junio de 2021.