Por Alessandra Bajec para The New Arab
Miles de mujeres en Turquía alzaron su repudio, luego de que Erdogan se retirara de un tratado clave para combatir la violencia contra las mujeres en medio del abuso doméstico desenfrenado y del aumento alarmante de feminicidios. En un decreto sorpresa emitido a la medianoche del 20 de marzo, el Presidente Recep Tayyip Erdogan anunció la retirada de su país del pacto, conocido como el Convenio de Estambul sobre la violencia contra la mujer.
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Poco después de la publicación del decreto de Erdogan, grupos de activistas mujeres en todo el país organizaron grandes protestas bajo lemas como “La Convención de Estambul salva vidas”, “No aceptamos la decisión de un hombre” y “¡Anule su decisión, aplique el tratado!”.
El grupo de monitoreo local We Will Stop Femicide Platform (Plataforma ‘Vamos a Detener los Femicidios’) declaró en un comunicado de prensa el día en que se hizo pública la revocación: “¡No puedes ignorar a millones de mujeres, no puedes encerrar las casas, no puedes borrarnos de las calles y las plazas! ¡No puedes callarnos!”.
El país fue testigo de más protestas en varias provincias contra la retirada del pacto, y miles de mujeres y simpatizantes prometieron continuar con la resistencia, alegando que su lucha de años no se borrará en una noche. Las movilizaciones se produjeron en medio del enojo tras conocerse la reciente noticia de que una niña embarazada de 17 años fue apuñalada por su marido en la provincia de Esmirna.
“Es típico del régimen personal de Erdogan dar tales pasos por capricho”, comentó Claire Sadar, periodista y consultora especializada en Turquía, a The New Arab. Sadar hizo hincapié en que la anulación del acuerdo se produjo en el contexto de un “deterioro de la situación de los derechos humanos” en el país, con una amplia gama de violaciones observadas, desde la represión regular contra la oposición democrática pro-kurda hasta la prohibición de las actividades LGBTIQ, pasando por las detenciones arbitrarias y el arresto continuo de activistas, periodistas, académicos y abogados.
“Es notable que incluso frente a tal represión de derechos y libertades, las mujeres todavía salgan a las calles y demuestren que no van a dar marcha atrás”, señaló la experta en Turquía.
El anuncio de Ankara desató la ira de las organizaciones de derechos de las mujeres y las críticas generalizadas en Europa e internacionalmente. El principal organismo europeo de derechos humanos, el Consejo de Europa, describió la acción de Turquía como ‘devastadora’.
“Ahora es el momento de mostrar liderazgo y mejorar los esfuerzos globales para luchar contra la violencia hacia las mujeres y las niñas, no de retroceder”, declaró el Jefe de Política Exterior de la UE, Josep Borrell, y pidió a Turquía que se vuelva a unir al pacto.
El Presidente estadounidense, Joe Biden, se unió a Europa para condenar la acción como un “paso atrás desalentador” para el movimiento internacional para poner fin a la violencia de género.
Los grupos de derechos civiles y expertos consideraron que la medida fue un gran revés en los esfuerzos del país para combatir la violencia contra las mujeres. Turquía fue uno de los signatarios iniciales y el primer Estado en ratificar la Convención de Estambul —que incluso lleva el nombre de una ciudad turca— hace 10 años. Anular la ratificación del único tratado que busca poner fin a la impunidad de los perpetradores, pone en peligro la protección de las mujeres en Turquía y fuera de ella.
La retirada del acuerdo, también provocó consternación en la oposición política. El principal bloque de la oposición condenó la medida y se comprometió a recuperar la Convención. Gokce Gokcen, vicepresidente del Partido Popular Republicano, tuiteó que abandonar el tratado significaba “mantener a las mujeres como ciudadanas de segunda clase y permitir que las maten”.
La respuesta del gobierno pareció tratar de tranquilizar los ánimos, al mismo tiempo que adoptó una postura coherente con los valores conservadores de Turquía. En las redes sociales, la Ministra turca de Familia, Trabajo y Políticas Sociales, Zehra Zumrut, dijo que “los derechos de las mujeres están garantizados en la legislación nacional, especialmente en la Constitución”, sin dar una razón para retirarse del pacto.
Una declaración de la Dirección de Comunicaciones de la Presidencia turca explicó que la decisión unilateral del país resultó del acuerdo utilizado para proteger los derechos LGBTIQ: “La Convención de Estambul, originalmente destinada a promover los derechos de las mujeres, fue secuestrada por un grupo de personas que intentaban normalizar la homosexualidad, que es incompatible con los valores sociales y familiares de Turquía”.
Los grupos conservadores y algunos funcionarios del partido gobernante de orientación islámica de Erdogan, AKP por su sigla en turco, eligieron los principios del pacto de igualdad y no discriminación por motivos de “género, identidad de género y orientación sexual”, argumentando que socavan los valores familiares tradicionales y promueven la homosexualidad.
Pero muchas mujeres temen que salir del pacto de derechos humanos ya no las protegerá en un momento en que la violencia de género está aumentando de manera inquietante. “Está claro que esta decisión alentará aún más a los asesinos de mujeres, a los acosadores y a los violadores”, dijo la Coalición de Mujeres de Turquía en su declaración.
Cuatro mujeres fueron asesinadas por sus parejas masculinas el mismo día, solo unos días después de que el presidente Erdogan haya retirado a su nación de la Convención de Estambul. “La decisión de descartar la convención no fue sorprendente. Fue este gobierno quien presentó el tema para la discusión pública, a pesar de que fue bajo el mismo partido gobernante que se adoptó el acuerdo”, dijo a The New Arab, Deniz Yuksel, especialista en defensa de Turquía de Amnistía Internacional Estados Unidos,
Erdogan expresó el año pasado su intención de abandonar el tratado en un intento de obtener el apoyo de su electorado conservador, accediendo a las exigencias de los partidarios de la línea dura, ya que el país se enfrenta a crecientes problemas económicos.
Yuksel señaló que el Presidente turco parece ‘desesperado’ por desviar la atención pública del debilitamiento de la economía y la alta inflación, mientras que el apoyo del AKP en las encuestas está cayendo, hacia “batallas culturales” en las que él cree que su partido puede obtener victorias.
“Pero por las protestas de estos días, está muy claro que las mujeres de todos los ámbitos de la vida no ven esto como una batalla cultural, reconocen que se trata de derechos humanos fundamentales”, argumentó la funcionaria de defensa de Amnistía.
Los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) muestran que al menos el 38% de las mujeres en Turquía están sujetas a la violencia de su esposo o prometido a lo largo de su vida. Aunque no hay cifras oficiales de tasas de feminicidio, más de 400 mujeres fueron asesinadas en 2020 en el país, según la Plataforma “Vamos a detener los femicidios”, aproximadamente triplicándose en los últimos 10 años. La cifra podría ser aún mayor, ya que se encontraron decenas de mujeres muertas en circunstancias sospechosas. Un total de 77 mujeres fueron asesinadas desde principios de este año.
La retirada de Turquía de la convención es particularmente preocupante en el período actual, cuando las medidas de cierre por el COVID-19 provocaron un aumento en los informes de violencia, ya que muchas mujeres y niñas se encuentran atrapadas en sus casa con sus parejas abusivas. “El hecho de que las mujeres turcas sean golpeadas y asesinadas literalmente en público es absolutamente horroroso y muestra que Turquía necesita más que nunca la Convención de Estambul”, dijo Sadar con firmeza y agregó: “Es muy perturbador ver cómo el gobierno ignora la vida de las mujeres y su derecho a vivir libres de violencia”.
A principios de marzo, el Jefe de Estado turco anunció el Plan de Acción sobre Derechos Humanos iniciado por el gobierno, que Amnistía Internacional criticó en un comunicado público diciendo que el mismo carece de un compromiso creíble para proteger los derechos humanos en el país.
Después de que se emitió el decreto presidencial, muchas mujeres activistas, abogadas y políticos de la oposición discutieron si era legalmente posible sacar a Turquía de una convención internacional ratificada por el Parlamento.
Algunos insistieron en que el Presidente no puede rescindirlo sin la aprobación del Parlamento y subrayaron que la Constitución del país defiende los acuerdos internacionales por encima de la legislación nacional. Otros afirmaron que Erdogan, que obtuvo amplios poderes después de su reelección en 2018, tiene la autoridad para revocar los tratados internacionales.
Aunque el gobierno dijo que tiene una política de ‘tolerancia cero’ contra la violencia de género, los grupos de derechos de las mujeres acusan a las autoridades turcas de no hacer cumplir las leyes existentes con suficiente fuerza.
Yuksel enfatizó que, si bien se aprobaron una serie de leyes nacionales en virtud del Convenio de Estambul, el gobierno turco no protegió en gran medida a las mujeres a pesar de sus pedidos de ayuda, especialmente en casos de violencia doméstica. “Es realmente lamentable porque en muchos casos las autoridades son ineficaces para responder a las denuncias de abuso de las mujeres por parte de sus parejas cuando hay señales muy claras de que se están perpetrando violaciones”, lamentó.
A pesar del clima patriarcal y misógino, las activistas y aliadas turcas continúan en las plazas hasta que se restablezca y se aplique la Convención. Las organizaciones de mujeres realizaron un llamamiento al Consejo de Europa para que actúe, mientras que algunas mujeres presentaron demandas individuales pidiendo la anulación de la retirada.
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Alessandra Bajec es una periodista autónoma especializada en Medio Oriente y el Norte de África.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por The New Arab el 6 de abril de 2021.