Por Jessica Buxbaum para The New Arab
Cada día, alrededor de 70.000 palestinos hacen el arduo viaje a través de los puestos de control militares para trabajar en Israel, a menudo en la construcción o agricultura, escapando de una trampa de pobreza en Cisjordania causada por décadas de ocupación.
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Otros 30.000 trabajan en empresas en zonas industriales de asentamientos: lucrativos complejos fabriles que explotan los recursos palestinos y reciben exenciones fiscales del gobierno israelí.
Considerados como una fuente de mano de obra barata para el mercado israelí, los palestinos enfrentan discriminación por parte de sus empleadores y arriesgan su salud al realizar trabajos peligrosos mientras reciben menos dinero que sus contrapartes israelíes.
Israel construyó 19 zonas industriales en la ocupada Cisjordania, con cuatro en construcción en Jenin, Hebrón, Tulkarem y Belén. Estas zonas son ilegales según el derecho internacional porque operan en territorio palestino ocupado.
Sin embargo, las ubicaciones de las empresas no son el único aspecto criminal de las zonas industriales. Para los palestinos que trabajan en estas fábricas, los escasos salarios y las prácticas de explotación son demasiado comunes.
“Las corporaciones israelíes ven al trabajador árabe como una máquina”, señaló Mohammad Saleh a The New Arab. Saleh trabajó durante 26 años en Nun Aleph, un fabricante de metales en Mishor Adumim, un parque industrial israelí en el asentamiento Ma’ale Adumim, a 10 minutos en coche de Jerusalén.
“Si —el empleador— ve disminuir la producción de un trabajador debido a la edad o enfermedad, lo reemplazarán inmediatamente mientras que el trabajador israelí no sufrirá lo mismo. Nos dicen: si no te gusta el trabajo puedes irte a casa. Puedo reemplazarte”, dijo Saleh, quien además explicó que para las empresas israelíes, los palestinos son prescindibles y su trabajo vale menos.
“Los árabes reciben el salario mínimo (israelí), que es de entre 5000 y 5500 shekels -aproximadamente GBR (libras esterlinas) 1080-1190- por mes para un trabajador calificado, mientras que el israelí podría recibir entre 8000-9000 shekels -GBR 1730-1950-“, indicó Saleh.
Los palestinos que trabajan en zonas industriales son constantemente mal pagados. Mohammed Bleidi, secretario General de la Nueva Federación de Sindicatos de Palestina (PNFTU), declaró a The New Arab que Israel quiere contratar a 200.000 palestinos como mano de obra barata, pagando entre ILS 50-70 (GPB 10-15 libras), para las nuevas zonas industriales.
Los beneficios también son escasos para los trabajadores palestinos. Los israelíes empleados en zonas industriales reciben licencia por enfermedad y vacaciones pagadas, mientras que los palestinos no. Además, rara vez se les brindan beneficios por finalización del servicio y fondos de pensiones.
‘Zonas de muerte’ para los trabajadores palestinos
La zona industrial del asentamiento de Nitzanei Shalom en Tulkarem alberga 12 plantas químicas. Los desechos de la fábrica se filtran a las aguas subterráneas y al suelo, y bombean toxinas al aire, envenenando las aldeas palestinas cercanas. Según PNFTU, las tasas de enfermedades respiratorias, infecciones oculares y cáncer han aumentado en estas comunidades.
“Es la muerte tanto para los trabajadores como para el medio ambiente”, dijo Khalil Shehab, un trabajador palestino de Yamit Sinoun, una empresa que produce filtros de agua en Nitzanei Shalom.
Las zonas industriales no solo representan un peligro ambiental, sino que también ponen en peligro a quienes trabajan dentro de las fábricas. Yamit Sinoun instaló ventiladores para fumigar mejor las áreas donde se realiza la soldadura, pero Shehab no cree que sea suficiente.
“Estas medidas de seguridad son primitivas. Debe haber un sistema de ventilación por encima de cada persona que realiza la soldadura, no solo ventilación general dentro de la fábrica”. Dijo Shebab, quien también aboga por un organismo externo para supervisar las protecciones de seguridad.
Pero cuando se trata de producción peligrosa, las fábricas de gas en Nitzanei Shalom pueden ser las peores culpables. “Cuatro personas murieron de cáncer y tres sufrieron quemaduras durante su trabajo”, subrayó Bleide de PNFTU.
A pesar de las brutales condiciones de trabajo, los palestinos a menudo sienten que no tienen otra opción, con décadas de ocupación militar de Israel que han puesto grilletes a la economía y el mercado laboral palestino.
“Prefieren trabajar allí debido a la pobreza y para mantener a sus familias y no para robar, quedarse sin hogar o ser mendigos”, expresó Bleidi.
Los trabajadores palestinos contraatacan
Mal pagados y con exceso de trabajo, los palestinos luchan contra las corporaciones israelíes, especialmente, por sus derechos. En Yamit Sinoun, 75 trabajadores se declararon en huelga durante 19 días en enero. Su victoria les valió vacaciones pagas y beneficios por fin de servicio.
Al vincularse con la asociación de trabajadores, MAAN, los palestinos en Nun Aleph obtuvieron beneficios por finalización del servicio, vacaciones pagadas y salarios justos en 2019 después de largos procedimientos legales. Saleh lamentó, sin embargo, que estos éxitos laborales sean raros.
“Si lo comparas con otras fábricas, este no es el caso. Los trabajadores siempre tienen problemas con los propietarios —de la empresa—. No obtienen sus derechos y solo pueden acceder a algo si van a los tribunales” indicó Saleh.
Ahora, Saleh, Shehab y otros palestinos empleados en zonas industriales israelíes están esperando recibir la vacuna contra el coronavirus. Israel comenzó su campaña para vacunar a los trabajadores palestinos el lunes, pero Saleh aún no sabe cuándo será su turno.
Para Shehab, quiere que se les dé la misma dosis que a los israelíes. Recibir la vacuna de Pfizer, en lugar de otra cosa, es una cuestión de igualdad.
“Hemos estado protestando y luchando durante los últimos 25 años para obtener nuestros derechos mínimos. Y después de 25 años, todavía estamos mal pagados y no obtenemos los mismos beneficios que israelíes”, expresó Shehab, quien también es el jefe del Comité de trabajadores en huelga.
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Jessica Buxbaum es Magíster en Periodismo por la Universidad de Londres, reside en Jerusalén desde donde informa sobre la actualidad de Israel y Palestina, y sus artículos fueron publicados por Middle East Eye, The National y Gulf News.
N.d.T.: El artículo original fue publicado por The New Arab el 11 de marzo de 2021.